El lobo se vuelve más feroz
Los ganaderos del Bajo Nalón reclaman medidas para frenar los ataques. El año pasado mató en la comarca unos doscientos animales domésticos, ovejas en su mayoría, pero también terneros, perros y hasta un burro
J. F. GALÁN | PRAVIA
22 enero 2017
A Asensio García le mataron cuatro ovejas. A José Antonio García veintidós, más una muflona, y sólo le quedan cinco. Ninguno vive en una zona remota, Asensio en La Pumariega, a escasos 200 metros del centro de Muros de Nalón, y José Antonio en Forcinas, a dos kilómetros de Pravia. El lobo ibérico, considerado históricamente como una alimaña y perseguido como tal, estuvo arrinconado hasta que en la década de los años setenta Félix Rodríguez de la Fuente logró cambiar tal percepción. Ahora se ha vuelto más feroz que nunca.
Y más osado. Ataca en zonas urbanas, incluso a plena luz del día. «Estaba comiendo cuando me avisaron. Dejé la comida en el plato y cuando llegué allí estaban las cuatro ovejas muertas», lamenta Asensio. Al igual que el resto de ganaderos de la comarca y de otros muchos concejos clama por soluciones.
El lobo ha vuelto a convertirse en una pesadilla, y no sólo en Asturias. Los ataques a ganado también se han multiplicado en otras zonas de España, como León, Galicia o incluso Madrid. Sólo en el Bajo Nalón se le atribuye la muerte de doscientos animales domésticos en menos de un año. En su mayoría ovejas, presa fácil, criadas con ánimo de mantener limpias las fincas más que como fuente de sustento o simplemente por afición. Pero también cabras, perros, y algún ternero. No se han librado ni los burros.
La Consejería de Agrogranadería ha instalado cámaras y jaulas en el monte y autorizado batidas. La primera conocida tuvo lugar el pasado sábado 14 en Pravia y la segunda esta misma semana en Muros de Nalón, en el entorno de Villar, al lado de la playa de El Aguilar, un gran despliegue que según la alcaldesa, Carmen Arango, no se va a quedar en una actuación para la galería. «Volverán. La guardería forestal ya está preparando la siguiente. La situación es intolerable, tienen que poner todos los recursos a su alcance y persistir hasta que el lobo se vaya de aquí. No es su espacio. Hay miedo, y no solo por el ganado. Dicen que no ataca al hombre, pero siempre hay una primera vez».
José Antonio García y su esposa, Marta Rodríguez, lo vieron a uno a cinco metros de la puerta de su casa, en Forcinas. Él lo encañonó, sin apretar el gatillo, hacerlo podría haberle costado una cuantiosa multa. «No soy partidario de matar al lobo, pero algo hay que hacer y la responsabilidad es de la Consejería. Cuando acaben con los animales de las fincas irán a por algo más», afirma.
Hasta que comenzaron los ataques, en el primer trimestre del año pasado, el lobo era un recuerdo de la infancia. García atribuye su irrupción en la zona a que «primero repoblaron y después dejaron de controlar la población. Han sido vistos en el medio del pueblo, han entrado y matado incluso en cuadras. Hasta hace poco era habitual ver ciclistas por las pistas forestales, ahora ya no ve ni a uno. Al caer la tarde la gente se recoge. Hay alarma social, miedo. Algo hay que hacer, y no parece que hasta ahora se haya hecho mucho, más bien nada», subraya.
Por parejas
Los ataques se achacan no a grandes manadas, sino a unas pocas parejas, dos o tres. «La gente de por aquí dice que tienen su guarida en el pico Aguión (927 metros), en Salas. El lobo recorre grandes distancias en poco tiempo, por la mañana puede estar allí y por la noche aquí. Es un animal muy listo, dar con él no va a resultar sencillo», se temen los vecinos.
La consejera de Agroganadería, María Jesús Álvarez, manifestó a mediados de septiembre que en lo que iba de año el Principado había abonado 464.461 euros por daños del lobo y que la media anual de reses muertas o heridas por sus ataques era de 3.523. En los años precedentes, concretó, se pagaron por este concepto 1.041.377 euros, en 2013; 1.008.675, en 2014, y 992.237 euros, en 2015.
Otras fuentes cifran en 4.649 el número de ataques mortales registrados atribuidos al lobo en España a lo largo de 2016 repartidos en ocho comunidades. De ellos, 2.126 de ellos en Asturias, con una población estimada en 37 manadas, más las parejas sueltas. En León hay más, 179 manadas, pero se muestran menos agresivos con el ganado, unos mil ataques.
¿Y por qué esta escalada? En el caso de Asturias, el Fondo para la Protección de la Naturaleza (Fapas) culpa directamente al Gobierno autonómico por «permitir la caza intensiva de jabalíes, su principal sustento», afirmación con la que no están conformes la mayoría de los ganaderos del Bajo Nalón. «Jabalíes hay por todos lados, se ven a diario, y salvo manadas grandes, el lobo sólo ataca a los rayones. A nosotros el jabalí nos destroza pastos y huertas. Nos hace mucho daño y no lo podemos abatir porque esta zona está declarada refugio. ¡Y ahora encima también tenemos lobos!», exclama Asensio García, que sigue a la espera de que la Consejería le abone la indemnización que le corresponde por las cuatro ovejas. «No hacen nada, y por si fuera poco pagan mal, tarde y poco, como mucho 75 euros por oveja, la mitad de lo que cuestan. ¡Y las mías estaban preñadas! Me dijeron que sí, que pagarían, pero cuando haya dinero. ¡Qué desfachatez! ¡Como sigamos así no sé dónde vamos a ir a parar!».
La directiva Hábitats de la Unión Europea establece que el lobo ibérico es una especie estrictamente protegida al sur del río Duero. En Asturias, por contra, se le considera una especie no cinegética y se autorizan partidas como las realizadas en Pravia y Muros de Nalón.
El lobo se vuelve más feroz
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] vía @elcomerciodigit