El pasado fin de semana viajé a una zona de Cataluña donde se suelen concentrar gran cantidad de zorzales antes de cruzar los Pirineos. Fue una magnífica invitación, con la que disfrute de varios centenares de tiros en una fría mañana. La percha final fue de ciento cuarenta zorzales.
El caso es que de los cuatro tiradores que íbamos, tres llevaban repetidoras de afamadas marcas y yo mi JJ Sarasqueta 133 superpuesta de 1947. A las 11 de la mañana, fuera por el intenso frío y el número de disparos, dos de las repetidoras se rompieron, una la teja de elevación de cartuchos y otra se rajó por la garganta. La tercera, del 20, expulsaba gases hacia los ojos del tirador, por lo que también tuvo que cambiarla. Mi vieja Sarasqueta aguantó la tirada sin problemas. Lo que son las cosas.