yo lo he leido también ésta mañana y es cojonudo.....
ahí va:
CONDESA DE ROMANONES
De espía a quesera Fulminó a un agende de un disparo y encandiló al mundo con su elengancia. A sus 88 años, Aline Griffith se echa al monte De seguirle los pasos al peligroso terrorista Chacal en Marbella a controlar cuánto vale una oveja. De encabezar la lista de las mujeres más elegantes del mundo a vestirse de amazona, subirse durante horas a su caballo y pasar lista a su ganado. De codearse con la 'beautiful people' mundial para sonsacarles información comprometida a dar con la receta perfecta para lograr unos quesos que dejen un gusto único en el paladar. La condesa viuda de Romanones ha pasado de espía a premiada quesera. Ahora, las aventuras las vive en su finca extremeña de Pascualete. Sus quesos se han convertido, con permiso de sus tres hijos varones, 13 nietos y 4 bisnietos, en su principal ocupación. ¿O más bien una pasión? «Estoy convencida de que podemos hacer mejores quesos que en Francia», presume orgullosa.
A Aline Griffith pocos le echan los 88 años que figuran en su DNI. Y más viéndola lucir piernas con minifalda vaquera mientras golpea unas cuantas bolas de golf en un swing impecable. La condesa viuda de Romanones parece tener la vitalidad de la jovencita que fue reclutada con apenas 21 años por los servicios secretos norteamericanos cuando ejercía como modelo. «Me pagaban tres veces más que como periodista, que es lo que estudié», recuerda entre risas. De esa época conserva sus medidas, la coquetería -para este reportaje se cambia hasta tres veces de modelo- y esa naturalidad que solo la dan los genes. Como corre más que anda, se descalza para saltar por las escaleras del Río Real Golf Hotel Marbella, donde despide el verano. «No puedo llevar tacones mucho tiempo porque este año he estado cuatro meses sin poder poner un pie en el suelo a causa de un accidente», se excusa.
Le sigue envolviendo el misterio. 34 años de servicio en activo para los servicios de inteligencia norteamericanos son muchos años. Por cierto, un trabajillo extra que solo reveló a su marido en vísperas de su boda.
Se supone que la condesa está de vacaciones. Pero no es del todo cierto. «¿Qué es eso de no hacer nada en verano? Yo a mis nietos les hacía trabajar estos meses cuando estaban estudiando para que se acostumbraran».
Se aloja en una coqueta habitación con tranquilas vistas al campo de golf marbellí y una bañera con una espectacular cristalera situada estratégicamente para evitar miradas indiscretas. Pero su cabeza no descansa ni chapoteando en la piscina. «Una amiga me ha comentado que no encuentra mis quesos en Marbella y eso no puede ser. ¡Tengo que ver qué es lo que pasa!». Y lo apunta en su lista de asuntos pendientes.
Con la excepción de unas semanitas en Marbella todos los veranos, vive entre Madrid, Nueva York y Extremadura, donde está Pascualete, la niña de sus ojos. «Cuando yo llegué no había ni siquiera agua y los pastores vivían en chozos, pero me gustó. Ahora hemos logrado producir un queso artesano basado en la receta que hacían las mujeres», matiza con un marcado acento norteamericano que no ha perdido tras más de 60 años en España. Pese a empezar su aventura en 2010 ya atesora una amplia variedad y algún premio gastronómico.
-Menudo momento para los negocios. ¿Cómo está capeando la crisis con sus quesos? -La crisis la estamos notando mucho. Hay que buscar otros modos de conseguir dinero. Ya hacemos quesos de todo tipo y queremos aprovechar para hacer otros productos artesanos como jamones, salchichón... para mantener la finca y también para dar trabajo a más gente.
Adicta a la tecnología Precisamente se especuló con que la condesa sacó a subasta el pasado mayo unas lujosas piezas de su joyero para inyectarle 'cash' a su nuevo negocio. Pero la historia no es como se pintó. «Solo subasté un collar, pero se aprovecharon de mi nombre y de mi vida para vender otras cosas que no eran mías», relata indignada. La cara solo le cambia al volver a hablar de una finca que, pese a estar a más de 600 kilómetros de Marbella, centra todas sus tardes veraniegas.
Después de jugar varios hoyos, nadar unas horitas y pasear a ritmo envidiable, toca una comida muy cuidada (es celíaca) acompañada por una de sus nueras. Inmediatamente después es hora de trabajar. Estos días se afana por ampliar su primer libro, 'Historias de Pascualete', que quiere reeditar en los próximos meses. «La finca fue heredada por los condes de Romanones en 1231 y por ella han pasado más de 20 generaciones. ¡Imagínese la historia que tiene!», cuenta frente a su ordenador portátil. Escribe en inglés y nunca a mano. Es una fanática de las nuevas tecnologías y en su maleta tampoco falta un iPod. «Esta mañana me ha levantado a las siete y media de la mañana un amigo llamándome por el Skype (videoconferencia) que estaba en Hong Kong».
En las nuevas páginas blancas que va llenando seguro que no faltarán anécdotas que recuerdan cómo la antigua casona a mitad de camino entre un cortijo andaluz y un palacio nobiliario escondió a un exagente de la KGB desertor que había entrado en la CIA o las fiestas de Nochevieja en las que Cayetana de Alba se arrancaba a bailar flamenco junto a la pequeña Eugenia.
Recuerdos muy parecidos a los que vivía en la Marbella de los años 60 y 70, cuando desplegaba sutilmente su actividad de espionaje en las fiestas en las que los Romanones congregaban a la creme de la creme mundial. «Todo el mundo contestaba a una condesa, lo que me facilitaba mucho mi labor. Lo mío era poner el oído», rememora entre sonrisas.
Grace Kelly y Ava Gadner Si sus álbumes de fotos de su época marbellí salieran a subasta, la puja alcanzaría bastantes ceros. Por ellos se pasean con el mar de fondo Audrey Hepburn, Grace Kelly, Ava Gadner, Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordóñez o Deborah Kerr, quien junto a su marido se hicieron también incondicionales de la Costa del Sol. «Mis amigos los duques de Windsor se compraron un terreno junto a nuestro chalet, pero nunca llegaron a edificarlo porque él ya se puso malo», comenta con cierta añoranza. No en vano, su espectacular casa a pie de playa la vendió en los años 80. Le pareció que Marbella había perdido su encanto con tanta masificación. Después la ha intentado recuperar en varias ocasiones... pero le han pedido diez veces más. Imposible si tiene que mimar a Pascualete.
Al menos le quedan los recuerdos de sus espectaculares veladas a la luz de la luna junto a la piscina en la que noche sí, noche también, reunía a más de 200 personas. Como una fiesta en honor del marajá de Jaipur con Lola Flores incluida. «Compramos tela para hacer turbantes a todos los hombres invitados que eran como 60. ¡Y cada turbante utiliza 9 metros de tela! Solo pensarlo hoy en día... buff», ríe a carcajadas. Su memoria es prodigiosa.
Pero eso es pasado. El presente de esta dama vital y arrolladora se dirime entre ovejas y palabras con tan poco 'charme' como esfuerzo, trabajo, competencia. La jubilación no está hecha para ella. Además de quesera, es asesora. Forma parte de un selecto grupo de agentes secretos de 11 países que funcionan como consultores. «Hay que seguir trabajando para mantener en forma la cabeza y el cuerpo».
FUENTE:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]FECHA: 03/09/2011
AUTOR: ESTER REQUENA
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