El lince se deja «ver» por el río Guadarrama
Biólogos de la Complutense comunican al Ministerio de Medio Ambiente el hallazgo de, al menos, nueve excrementos de este felino en MadridADRIÁN DELGADO
Llevan muchos años detrás de él pero es tan escurridizo que apenas se deja ver. En su camino deja pistas en forma de huellas o excrementos. Biólogos, ecologistas y estudiosos del lince ibérico, en peligro de extinción, siguen su rastro por la Comunidad de Madrid con ilusión desde hace décadas. Javier Lobón, un joven biólogo formado en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), dice haber constatado científicamente su presencia en el suroeste de la región. Concretamente en la Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) de los ríos Alberche y Cofio. Una basta extensión de encinares en el que los investigadores madrileños dicen haber hallado y certificado «al menos» nueve excrementos de Lynx Pardinus. El hallazgo ya ha sido comunicado al Ministerio de Medio Ambiente.
El estudio en cuestión, tutelado por el profesor Germán Alonso –uno de los mayores expertos de esta especie– es un trabajo de fin del Máster de Biología de la Conservación de la UCM. Lobón ha obtenido con él la máxima calificación en su categoría por su «rigor técnico». Así lo explica Alonso a ABC, haciendo hincapié en la importancia de los resultados obtenidos para Madrid. En total, durante el muestreo llevado a cabo en dos periodos –de enero a febrero y de mayo a junio de este año– se lograron obtener 20 excrementos potencialmente de lince. «Al tratarse de un trabajo de fin de máster, se ha llevado a cabo en un tiempo tasado pero con el máximo rigor académico», dice.
El peligro de la lluvia
La complejidad del proceso para obtener ADN de los restos biológicos solo permitió encontrar células epiteliales de tracto intestinal de lince en nueve de las muestras tras someterlas a un estudio PCR. «Eso no significa que el resto no sean de lince», aclara el profesor. «La simple lluvia puede borrar la finísima película de restos sobre las muestras», matiza.
El estudio universitario, que ha contado con la implicación del laboratorio de Genética de la UCM, partió de un trabajo previo de recopilación de datos relativos a los avistamientos de lince durante los últimos años. «Permitieron trazar un mapa de 48 puntos en los que se habían visto», asegura. Todo ello hizo que Lobón centrara el ámbito de su estudio en el triángulo delimitado por los ríos Guadarrama, Alberche y Cofio –una zona de especial protección considerada dentro de la Red Natura 2000 de la UE–.
Las muestras fueron recogidas en cuatro núcleos concretos –que los biólogos prefieren no revelar– en los que encontraron, además de los excrementos, numerosas huellas de lince. «Las huellas no son determinantes, pero el ADN sí», matiza. El proyecto académico, que no cuenta con financiación pública, solo ha podido analizar un 10% de las zonas en las que se cree que puede habitar el lince.
Técnica «policial»
Las muestras obtenidas han seguido un estricto procedimiento de recolección, traslado, análisis y almacenamiento. «Se tiene el mismo rigor y cuidado que, por ejemplo, en una investigación policial. Todo el material es esterilizado para no contaminar los restos», comenta. Para mayor certeza, el ADN ha sido cotejado con el de excrementos cedidos por la Junta de Andalucía de linces en cautividad. «No cabe la menor duda de que las nueve muestras que dieron positivo son de lince», asevera. Todas ellas están almacenadas en el laboratorio. Lo que no ha permitido determinar el estudio es a cuántos linces pertenecen esos restos. El siguiente paso sería aplicar la «técnica de microsatélites» para diferenciar a los individuos y lograr saber su número y sexo.
La presencia del lince, según el profesor de la Complutense, es un «valor inmaterial incalculable» para Madrid. El trabajo de Lobón es también un punto de partida para estudiar el hábitat de esta especie. «Sabemos que prefiere zonas de pie de monte, encinares con ríos cerca en los que poder cazar y alimentarse de conejos. Tenemos que saber dónde está pero, también, dónde no», explica. «El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama no es su hábitat», añade, en respuesta a las propuestas de reintroducir el lince en esa zona.
Un impulso para recuperar la especie
Por su parte, la asociación WWF cree que el estudio –que aún no han tenido oportunidad de leer– son «buenas noticias para Madrid». «Ojalá que sirva para impulsar definitivamente un plan de recuperación específico de la especie en Madrid que, pese a estar obligada por la Ley 42/2007, aún no ha aprobado», explican desde esta organización. «Más allá de invertir dinero, se trata de invertir esfuerzo en aplicar políticas activas para conservar las especie», apunta Germán Alonso. En su opinión, en Madrid «probablemente no ha habido interrupción en la presencia del lince».
La última vez que un lince ibérico se dejó fotografiar en Madrid fue el pasado mes de marzo cuando «Kentaro», un ejemplar liberado en los Montes de Toledo –dentro del programa LIFE Iberlince– cruzó al territorio de la Comunidad en su dispersión juvenil. Las conclusiones sobre la presencia del lince en Madrid de este estudio de la UCMserán presentadas próximamente ante la Sociedad Española para la Conservación y Estudio de los Mamíferos, en el congreso que tendrá lugar en Burgos entre el 4 y el 7 de diciembre
El lince se deja «ver» por el río Guadarrama
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