Me regalaron un libro por mi santo, en el cual se cuenta una historia que me hizo recordar esta mía, así que aquí la tenéis.
- … uno de retranca -
- Que sí hombre, que ya sé que es barata para las perdices que hay, y de conejos anda bien cargada, mejor que de perdices, pero no me llegan los cuartos, que tengo el nuevo rifle en el armero metiéndole el canuto y se me va a ir un pico. Para primeros de año me uno a la cuadrilla y empezaré a pagar, venga, que cuelgo, un abrazo para todos, ya me diréis como os va.
Y así era, hacía unos meses había ido temprano a un sitio hacer unas gestiones pero abrían a las 10 de la mañana, y justo enfrente había una armería que abría a las 9,30, entras a curiosear, y están sacando mercancía recién llegada para exponer al público, y lo primero que ves es un vendedor sacando un stutzen de una caja de cartón que ponía Sako. Había soñado yo muchas veces con pillarme un Mauser Stutzen, pero nunca me había puesto a ello. El hombre lo pone sobre el mostrador y lo observa con cara de satisfacción, sus maderas bien merecen la inspección pues rara vez se tiene la oportunidad de que venga un arma de serie con semejante “traje”. Observas todo desde la puerta,un Sako Stutzen con unas maderas de exposición… algo te lleva flotando hasta el mostrador mientras rezas para que no sea de un calibre que te guste, el vendedor hace ademán de poner el arma en la vitrina que tiene detrás, y sin que la cantonera de esta llegue a tocar el suelo del expositor, le dices al vendedor que te lo deje, lo vuelves a mirar y a remirar ¡¡¡ y ves que es un 7 Rm !!!, con las ganitas que tenía yo de tener un rifle de ese calibre y vender el 270, y ahí, delante tuya, tienes un conjunto que ni soñar podrías, un stutzen del 7 Rm en una acción Sako y con unas maderas de exposición. Te lo encaras, lo acerrojas en vacío, y con una cara de felicidad que tu no ves pero que el vendedor si, le sueltas: “ este es pa mí pa siempre”, pones sobre el mostrador un talón por el importe del arma más unas cajas de balas aunque el vendedor te regala otro par de cajas, y todo esto sabiendo que lo que acabas de hacer te deja la cuenta temblando, aunque no pelada. Y a esperar los trámites para llevarlo a “su” casa, que es la tuya.
Tuve lo que se llama un flechazo, que es muy normal en esto de las armas, y unos meses después, ya repuesto de las perras soltadas, tocaba meterle el canuto, y en estas, se me había echado la temporada encima y andaba sin perras. Así que con dolor de mi corazón, tuve que dejar pasar esa finca de menor que le ofrecieron a última hora a la Cuadrilla de la Guasa, el que la apalabró no había hecho el pago acordado, y el dueño nos la ofreció sabiendo que miraríamos por ella. Cuatro años la tuvimos…¡¡ que cuatro años nos dio!!.
- Dita sea mi suerte, la falta que me hacía a mi el Sako, teniendo mi Winchester del 270 que ya lo tengo enseñao y mata solo. A ver si me he equivocao y no le doy con este ni a un cerro ni tumbao encima de él.
Con estos pensamientos en la cabeza estaba yo, cuando me llama un amigo que tenía una finca en Sierra Norte.
- Paco ¿Qué haces el domingo que viene, además de pasear el paraguas?. -me soltó con cachondeo-.
- Pues verás Samuel, me meteré el dedo del gatillo en el culo para que no se me enfríe ni se me moje, que tengo un rifle nuevo en el armero y estoy en banca rota.
- Ja, ja, ja…¿Te hace uno de retranca, porque el viejo, las balas y capote tendrás, no?.
- ¡Que jodío!, no vendo el viejo hasta ver como me va el nuevo, y un par de cajas de balas nunca me faltan, y el capote me lo dejó en herencia El Viti… pa darle pases de arte a los buenos amigos como tú…jejeje.
Mira por donde, sin tener plan al menos hasta el año nuevo que repusiera el bolsillo, me invitan a una retranca que era más que buena. No era la primera vez que Samuel me invitaba a su finca, claro que yo le había hecho más de un favor a él y a sus hijos, pero sin esperar nada a cambio, era una invitación de un amigo, nunca como pago de favores que eso para mí no es de ser un tío legal.
Llegando a Sierra Norte empezó un chirimiri, que mirando al cielo, ese ya no paraba. Me bajo del Land, y lo primero ponerme las botas, el capote y el sombrero de agua. Como eché de menos no llevar ya el rifle nuevo, eso de haberlo pagado y no poder pegar un tiro en una cacería que seguro era buena me tenía un poco mustio. En la junta me encuentro con algunos de los ya conocidos por frecuentar esos pagos. Entre ellos, el Lalo de la Bicha, un perrero muy apañao, muy currante y ocurrente, que según me contó una vez, el mote le venía de su abuelo, porque… .
- Verás Paco, a mi abuelo que en paz descanse, le picó una bicha de las malas (una víbora para que me entendáis), y estuvo una semana encamado que si se muere o no se muere, y el médico venía dos veces al día a verlo, y el primer día vino el cura y le dio los Santos Óleos de los malito que estaba. Pero que en verdad Paco, pa ti y pa mí, lo que tenía mi abuelo era una tajá muy grande de aguardiente, pues cuando le picó la bicha, estuvo el médico un rato a solas en él en el cuarto, y como a los dos les gustaba el mollate a rabiar, pues allí tramaron decir que estaba peor de lo que estaba, y con esa escusa, le recetó el médico unas pastillas y “que no le faltara aguardiente porque era alcohol, y como todo el mundo sabe, el alcohol se usa pa los males”, eso le dijo a mi abuela.
Con esta excusa, el médico venía dos veces a verlo todos los días, y se metían unos cuantos de pelotazos entre pecho y espalda, además de los que se metía mi abuelo cuando estaba solo, mientras mi abuela, hijos y nietos, rezábamos para que no se muriese. Esto duró hasta que mi abuela vio que la escasa bolsa que había tocaba fondo, y ese día levantó a mi abuelo a escobonazos de la cama y lo echó a trabajar, y cuando llegó el médico a verlo, y vio a mi abuela en la puerta de la casa escoba en mano, salió pitando, que si se baja del coche, mi abuela le hubiera endiñado también al matasanos su ración de "aguardiente".
Lalo pasaba de los cincuenta años y tenía tres o cuatro niños de su primera mujer, la cual murió en el último parto, esos eran ya mayores y alguno le había dado nietos, y otros cuatro o cinco hijos de la segunda mujer. En aquellos momentos, tenía en su casa a dos hijos parados mas las nueras y los nietos, aparte de sus hijos pequeños, así que tendría en casa lo menos quince bocas, que como él decía cuando terminaba la faena… “dame el dinerito, que en llegando a mi casa, tienen abierto el pico mis pollitos”.
Cosas de los serranos. Y si os cuento lo del Lalo, es porque tiene relación con la historia, además de tener su gracia lo de los conspiradores beodos.
Saludos, migas, café, viejas y nuevas historias, información de la mancha a montear. Mi retranca iba detrás del último puesto, el 14 de esa armada, llegué muy cerca del mismo con el Land, saco los archiperres y los cuelgo de un chaparro para que no se mojen. Al echar un ojo al terreno, veo que si no me mejoro unos metros, no veo nada por estar algo alto y desde mi sitio solo veía unos seis o siete metros, y que mejorándome esos metros, ni estorbo ni corto reses al puesto 14, que yo supuse iba de paganini y eso había que respetarlo, que no era cosa de darle problemas a Samuel. Con la lluvia no me preocupé si cargaba aire hacia la mancha pues poco o nada llegaría, además de estar yo más alto . Así que con todo controlado, cosa esta muy subjetiva cuando de caza se trata, allí me achanto con el 270 en ristre y la cartuchera de 20 balas en el bolsillo del capote… y a verlas venir. La lluvia no para, era constante, tanto que estorbaba la vista para tirar lejos, que ver los bichos los vería, otra cosa sería ponerle la bala en el sitio.
El caracolazo bien lejos se escuchó, y empezó el meneo, al principio algo flojo, no se oía mucha ladra y pocos tiros las acompañaban. Pero poco a poco se fue animando el cotarro, demasiado para el tiempo que hacía, pero la finca y la mancha estaban bien cargadas según lo hablado en la mañana, así que imaginé que ya habría más de uno contento con lo matado, cosa que al final se corroboró, pues fue una de las mejores monterías que se habían dado en aquella finca en años, a pesar del agua.
Como no se movía el patio por mi puesto ni por el de al lado, estaba yo algo relajado intentaba ver los pocos vuelos de la pajarería por si me avisaban de algo, y en estas estaba cuando un zorro me pasó a unos cincuenta metros, ni tiempo me dio, encaré pero no lo pude tirar porque se tapó de inmediato. Agacho el cañón, me muevo un poco, y pasa un venado de aquí te espero a toda leche que no sé de donde salió sin hacer ni un ruido, y sin canes que lo apretaran. Esta vez tiro, pero me quedo trasero por un pelo… ¡¡cago en tó, era muy, pero que muy bueno el jodío, lo menos trece puntas!!. Puñetas, había perdido dos piezas en menos de un minuto…”maldita lluvia, se han escapado porque es la primera montería del año, si hubiera traido el Sako seguro que los engancho”, cuando se falla, se le echa la culpa a todo... menos a uno.
El tiradero no tenía mas de siete u ocho metros de ancho y unos ciento cincuenta de largo, aunque mientras más lejos más se abría, pero era casi un túnel y con el agua abrumando la visibilidad, sobre todo más allá de los sesenta/setenta metros.
Pasa el tiempo, más de una hora y nada, ya preveía yo que me quedaba sin pegar más tiros… “verás que la invitación me va a salir hasta barata en balas”, me dije, pero se escuchan perros, que por el latido y por ser como era esa retranca, claramente me venían derecho al puesto.
- A ver qué puñetas traen estos, con los pavos que hay en esta finca, y verás como se han engolfao con un guarrillo de medio pelo.
Y me entraron unos pocos de perros, ya lo creo, y venían pegados a la lámpara del Palacio de Versalles… ¡¡ vaya venao ¡!. Pero venían casi encima del bicho así que alcé el cañón, que lo tenía ya enfilado y me quedé mirando aquel hermoso animal hasta que desapareció camino del 14 sin poderlo tirar so pena de darle a algún perro. Esta vez no solo me cagué en to, fue mucho más que eso, pues era ya muy tarde y veía que me iba bolo, y el del 14 también, porque hasta ahora ese tampoco había pegado ni un tiro. Bueno, pues al pavo ese tampoco lo va a poder tirar, como va de arropao de perros no podrá, eso pensé.
Pues no, sonaron cuatro tiros, así que imaginé, que la lámpara versallesca se había desecho entre el monte de los canes y el vecino se lo había ventilado. Estará contento el jodío, habrá que felicitarle, porque el bicho era un ejemplar de categoría. Eso sí, solándole cuatro tiros con su semi para “quedárselo”. Poco después sonó un tiro que supuse sería del puesto 13, a saber si era otro zorro. Del mismo puesto ya había escuchado más tiros esa mañana, así que alguna cosa más habría parado.
Bueno, a seguir esperando que me cambiara la suerte como al del 14, esa retranca era un buen sitio para tirar al menos un par de piezas, aunque sean guarros, aunque la finca era muy de venao y poco guarro, y eso que los que había eran buenos. Con esos pensamientos cruzándome el coco estaba, cuando al rato:
- ¡¡Coño el jodío zorro otra vez…. y zorreando de vuelta!!.
Pummm… tiro, le doy en su sitio y no dio un paso, hay que ver lo bien que va el puñetero 270, no sé para que me habré metido yo en el jodío Sako… pero es que es tan bonito, con esas maderazas tan veteadas y hasta la boca, y con ese calibre tan, tan… calibrazo . Y así pasaron los minutos, muchos minutos.
Bueno, aquello ya había dado todo lo que tenía que dar, las ladras y tiros habían menguado, eran pocos y separados, estaba pensando en el zorro, que era un buen ejemplar y ya sabía para quien sería, y también esperando el caracolazo de final de montería para enfundar el rifle.
Tal vez por mi juventud, y por el agua que caía, porque la lluvía ya caía con ganas, y caía acortiná pues había apretado hacía un buen rato, precipité ese acto, como echando una apuesta mental con el de la caracola, y miré el reloj para ver cuanto tiempo después de que yo enfundara el rifle él tocaba la maldita concha, decidí enfundar y contar los minutos hasta escuchar el trompetazo. Gran error.
Una ladra repentina de un solo perro que vendría solo por medio de la jara y sin traer nada, ese se había encontrado con algo. Era una ladra muy caliente, muy sólida, de esas que te estremecen ante lo que pueda traer, me dije: eso es un guarraco como una mula de grande que andaría achantao en el jaral.
Saco el Winchester a toda prisa, le meto dos balas sin querer meter mas para no perder tiempo, y me entra un venao de… ¡¡ joder si es el mismo venao de antes, el que fallé, que también se ha vuelto, como el zorro!!. Estaba claro, que ambos animales se habían aguantao enjaraos y ahí a verlas venir, pero el zorro se volvió cuando le dio la gana, y al venao lo levantó el perro porque seguro se lo topó, no creo que lo oliera con tanta agua cayendo.
Le tiro la bala de la recámara y nada, acerrojo y le suelto la otra, y pega un respingo, y como no cargué más balas (si las hubiera cargado todas, no hubiera dado tiempo a tirarlo), se me fue camino del 14… y ahí sonó el caracolazo, fuerte, continuo y claro, y pensé: bueno a ver si ese me lo remata y no lo pierdo.
Aunque nunca me gustó hacerme con una pieza que no hubiera dejado muerta en mi puesto, eso de que intervinieran otros en mis lances me podía, no sé, era una cuestión de: si no lo he dejado en el sitio, es que no le he dado bien, así que como sino lo hubiera cazado yo, porque lo ha matado otro.
Escuché dos tiros nada más, así que estaba claro, que el del 14 lo había tumbado. Y lluvía, y más lluvía, la cosa se ponía sería, y ahora tenía que intentar seguir el rastro del herido hasta el puesto de al lado para reclamarlo. En esto aparece el Lalo con un perro de cien padres junto a él, pero muy salao, pues el animalito se me vino y me echó las patas sin conocerme.
- Qué, ¿lo has fallao?.
- No, le he pegao, creo que en la pata trasera, por el respingo, en la derecha posiblemente, así que toca pistear si el agua me deja. Creo que el del 14 lo ha tumbao.
- Mala cosa, ese no le da a un burro ni estando encima, si no le entra tocao de la pata, ese se va bolo.
- ¿Cómo bolo?, antes le ha entrao el candelabro del salón de la Zarzuela, lo menos catorce puntas llevaba y cuatro tiros le ha metío.
- Ese se le fue a criar, a pesar de la traca de fuegos artificiales que ha formao con el FN.
- ¿Qué me dices, se le ha ido sin tocar?.
- Ni rasparle, se le fue riéndose, y el del 13 se lo apioló de un buen tiro de codillo, ese ha hecho bueno el maldito numerito, protestaba del número que le había tocao esta mañana, y mira por donde ha hecho el día, se a apiolao dos venados de categoría y un guarraco que dará medalla si lo homologa. Ha triunfao ese, pero el veterinario del 14 nada, solo el que posiblemente te ha rematao a tí, que aún no sabemos si lo ha matao. Así que aprieta el culo, porque si el veterinario lo ha matao, te lo va a pelear hasta en los juzgaos. Primero vamos a ver si lo tiene y si lleva la pata tocada. Si hace falta yo estoy de testigo.
- Tú chitón sino te meto yo en el asunto, suponiendo que tengamos trifulca, ¿estamos Lalo?.
- Lo que tú digas Paco, pero seguro que habrá problemas, si lo sabré yo que conozco al pájaro ese hace muchos años, ya verás que ejemplar.
En efecto, nada de rastro, la lluvia se lo llevó todo, hasta las huellas. Llegamos al 14, y allí estaba el veterinario poniéndole la marca al venao, trece puntas muy bien puestas tenía.
-¿A qué venís?, por aquí solo vais a pillar agua. –por sus palabras seguro que habría visto ya mi tiro-.
-Y un venao… el que está usted marcando.
-Pues este lo he matao yo, que bien le puedes ver los dos balazos.
En efecto, dos tiros tenía, el primero sería el que estaba alto, y el segundo, el que lo había matado, ese perfectamente colocado, y si era tan mal tirador, supuse que ese se lo había metido a venado parado con su primer tiro alto. Pero también vi que tenía el mío por el interior del anca trasera derecha, eso sí, solo un rasponazo que ya ni sangre daba, pero era suficiente como para que le llegara cojo al puesto.
- Mire, aquí está mi tiro, y aquí sus dos tiros, porque, como bien ha dicho usted, y Lalo y yo los hemos escuchado, usted solo ha pegado dos tiros, por tanto el del anca es el mío, que fue el primer tiro que ha recibido el animal, por consiguiente el animal es mío.
- A este lo he matao yo y se viene a casa conmigo, ¿te enteras?.
Eso dijo de muy malas maneras, sin querer razonar ni desdecirse un pelo, a pesar de lo claro que estaba el lance. La cosa era que yo tenía venti pocos años, y el veterinario andaría por los sesenta, y eso jugaba a su favor en cuanto experiencia, y seguro que había defendido muchas reses por lo que me había dicho el Lalo. Este me miraba como pidiéndome intervenir, pero yo evitaba su mirada, como ignorándolo, como para quitarle el compromiso, no sé porque, algo me decía que el perrero no debía intervenir en esto.
-Bien sabe usted que no lleva razón, y que posiblemente, usted ha matado mi venao por entrarle mermado y con poca marcha por ir tocado en la pata. Igual le entra entero, y lo falla usted aunque le hubiera tirado un morral de balas. Y encima lo ha matao usted después del caracolazo que determina el fin de montería, y por tanto nada de tiros.
Ahí le toqué su orgullo, le había ofendido como cazador, tirador e incumplir las leyes monteras, así que se empestilló más y más, y después de desbarrar por varios sitios y recabrearse más, y como yo no le hablaba porque era imposible razonar con él, ya no quiso hablar más. Así que le suelto que en la junta le contaría a Samuel, que era el capitán de montería lo sucedido, y que él dirimiría el asunto.
Monté en el Land a Lalo y al chucho, que seguía empeñado en bañarme a lametazos, eso después de cargar al zorrón, pues era bien grande. Y ya por el camino, me suelta el Lalo riéndose, que había estado muy fino y cruel al mismo tiempo con lo de las balas del morral, y recordándole las leyes monteras y que lo había matado fuera de tiempo, eso había sido genial, que él en lo del caracolazo no había caído.
Me contó también que le trabajaba desde siempre al veterinario en la temporada de aceitunas en una finca de olivar que tenía, y que a este lo invitaba a cazar D. Samuel y todos los dueños de fincas de los contornos porque tenía tratos con todos por verles las bestias, así que cazaba de gorra desde siempre, aunque eso de cazar era un decir porque matar, mataba poco, lo que si hacía era gastar balas a porrillo, que a saber si también se las regalaba el de la armería del pueblo por verle los perros y los caballos que tenía. Cuantos habrá así por las sierras de España, pensé.
De camino a la junta, y ya en frío, le di vueltas a la cosa, y después de lo relatado por Lalo, lo tuve muy claro. Llegamos, comimos, hablamos y ya a media tarde, me acerqué a Samuel, le di las gracias por todo, y antes de irme me dice que si iba satisfecho con el zorraco aquel, le digo que si con una sonrisa, y que me lo llevaba porque se lo quería regalar a un chaval que me había pedido uno para embalsamarlo y ponerlo en su dormitorio, y que todo sea por hacer afición. Pero Samuel me espeta:
- Oye, ¿que ha pasado con el venao del 14?.
- Que lo ha matado el del 14.
- ¿Y tú no le has dado el primer tiro?.
- Como si no, porque lo mató el del 14 con dos buenos tiros.
- Pero tiene un tiro en una pata trasera, y ese es tuyo.
- ¿Quién puñetas te ha contado eso?,- estaba claro que el Lalo le había ido con el cuento-, no líes más la cosa Samuel, ese venao no es mío, no pude dejarlo en el sitio, solo un raspón sin más y eso no cuenta.
- Pero además lo mató después de que sonara la caracola de fin de montería, así que según la ley montera es doblemente tuyo, así que vamos a hablar con el puñetero veterinario.
- No lo acepto como mío, a pesar de lo que diga la ley montera, no lo quiero Samuel. Dos veces lo tuve delante y no lo maté, pero su imagen, esa no me la va a quitar nadie. El veterinario colgará la cuerna en su casa, pero yo llevaré ese venao entero, vivo, moviéndose, así estará en mi cabeza para siempre, y eso el veterinario no me lo podrá quitar nunca, ni posiblemente entenderlo. Que así podré dormir tan a gusto, a la pata la llana, y de la otra manera no.
Vino uno de los monteros a interrumpirnos: “oye Samuel, apúnteme el puesto que te queda libre para la próxima”.
- No fulano, lo tengo vendido, lo siento, otra vez será.- y el hombre se fue, y Samuel prosiguió-.
- Como quieras Paco, por esta vez la cosa quedará así. Pero esto aún no ha terminado.
No quise preguntarle a Samuel que había querido decir con esas últimas palabras, temía que si yo habría el pico, igual seguía con la intención de hablar con el vete, y yo ya me estaba olvidando del asunto, que no del lance.
Unos días más tarde suena el tlf en mi trabajo, y ¿eres Paco?. Afirmativo, y me dice que es fulanito, el del 14 de la montería, y que después de darle vueltas, reconocía que yo llevaba razón, que el venado era legalmente mío, y que podía disponer del trofeo cuando quisiese, que me lo enviaba a donde yo dijera.
Le di las gracias y decliné su ofrecimiento por los motivos ya expuestos a Samuel, pero el hombre insistía de forma vehemente, y yo que no, que el venao era suyo y para terminar con el asunto, que me mandara una foto cuando lo tuviera colgado. Pero nada, incluso llegó a decirme que cuando lo tuviera disecado me lo mandaba tal cual, así que ya me puse tajante y le dije que no y que no se hablara más del asunto y que tan amigos como siempre. Y ahí se conformó el hombre.
Estuvo extremadamente amable, nada que ver con el energúmeno que estaba en el puesto, pensé que la caza saca lo mejor y lo peor de cada cual según las circunstancias, igual el hombre tuvo un mal momento y de ahí su mal humor aquel día. Me resultó extraña su pertinente insistencia, no quería el trofeo, como si quisiera quitárselo de en medio por algún motivo… “pues que lo regale o le pegue fuego, que yo no lo quiero”, pensé. Y no volví a pensar más en eso.
Terminó el año, y el día 6 de Enero, día de Reyes por la noche suena el tlf.
- Oye Paco, soy Samuel ¿has repuesto ya el bolsillo, o aún tienes el dedo en el culo calentándose?...jejeje.
- No hombre, ya he ido de menor, las perdices están de cachondas que no veas, y los zorzales a tope, me estoy hartando, y los malditos roedores me están comiendo de las manos, tengo a la familia pelando bichos a todo pasto…jajaja.
- ¿Entonces no tendrás tiempo para venir a recoger tu regalo de Reyes, no?, te advierto que te va a gustar.
- ¿¿Un regalo de Reyes??, joder Samuel ¿¿qué es??.
- Ven y lo verás, pero vente el último sábado del mes que hasta entonces no tendré tu regalo.
Jope, que intriga, ¿que será?, y venga darle vueltas a la pelota…uuummm… un regalo, aún no lo tiene, no tengo nada pendiente con él… vaya intriga, pero pensando algo más, me dije: si no lo tiene es que lo están preparando ¿disecando?, seguro que el vete, como no quise el venao, se lo ha ofrecido para que me lo entregue él, así no podré negarme. Seguro que es eso, y encima me hace ir allí para entregármelo con toda su ilusión, no puedo negarle esa alegría y tendré que poner cara de contento, solo espero que no esté allí el jodío vete, que al final se va a salir con la suya.
Me vuelve a llamar el viernes antes, y me dice que si tengo ya el rifle nuevo, le digo que sí, y que lo he probado a 150 mts y tira de escándalo. Pues que me lo lleve que quiere verlo y probarlo, y que a lo mejor tiramos algún bicho.
Y así me planté en su finca el último sábado de Enero con el Sako. Y allí me llevé la sorpresa, estaba todo kiski, joderrrr, ¡¡era la segunda y última montería del año, y yo no me acordaba!!. El último puesto que le dijo al otro que tenía vendido, me lo había reservado a mí. Ósea, que desde el momento que Lalo le contó la faena, había decidido recompensarme por perder el venao de la retranca, al menos eso pensé yo, pero luego durante las copas, tras el almuerzo, se sentó a mi lado, y amplió mis pensamientos :
-Sacrificaste un buen venao por no ponernos en compromiso al Lalo y a mí, a mí por tener tratos con el veterinario desde siempre, y al Lalo para que le siguiera llamando para las aceitunas, que con tantas bocas, siempre anda buscando donde echar mano el hombre. Así que decidí dejarte ese puesto a ti y ofrecértelo como regalo de Reyes. Y también porque quería ver el rifle ese tan bonito que te pillaste, que carajo…jajaja.
Le conté la llamada del veterinario, y que había estado muy amable y la insistencia de darme el venao, y mi rechazo a su ofrecimiento, y que pensaba que aquel día lo cogí en un mal momento y tal y… . No te engañes Paco, ese no regala nada a nadie, que llevo muchos años tratando con él, y si estuvo amable y te ofreció el venao, es porque supo que yo estaba mosca con el asunto, y temía que no lo invitara más, que eso si le duele, de hecho hoy no lo he invitado, y él sabe que tu venías, que por aquí se sabe todo.
Hablando también con Lalo, me dijo que sabía de buena tinta, que D. Samuel había tenido palabras con el veterinario “a solas” el mismo día de la montería después de yo irme, y que le había dicho que si lo dejaba a él sin trabajo, era un miserable y que le retiraría la palabra. También le soplé al Lalo una buena propina para los críos, que ya andaba mi bolsillo algo más repuesto. Así que todos contentos.
Aquella montería fue el estreno del 7 Rm... pero esa, es otra historia, jejeje.