Ya veréis como lo de mi única neurona va a ser verdad. Después de escribir y subir al foro el relato:
… uno de retranca, se me olvidó incluir en la historia algo muy importante, al menos a mí me lo parece, y como es gracioso a la par que emotivo y algo larga, pues la he escrito como historia aparte. Aquí la tenéis.
Os aclaro que nunca me gustó matar zorros, pues los considero hermanos de nuestros perros, al igual que al lobo, que para mí es el padre de estos. Solo los he matado en cotos de menor para aliviarla de su depredación, que luego nos dejan a los cazadores muy mermados los cotos de los malditos roedores y volatería. Pero esta vez tenía un motivo para tirarlo, como ya dije en el anterior relato, me lo había pedido un chaval en varias ocasiones, así que aproveché esta cacería para hacerme con uno. Y aquí tenéis la historia.
PEPITO
Hacía meses que el hermano menor de un amigo, me tenía encargado un zorro, el chaval se llamaba Pepe y tendría por aquel entonces unos 13 o 14 años. Pepe era un chaval muy aplicado, no es que fuera listo, pero superaba eso con la cantidad de horas que le echaba a los estudios, tanto, que daba grima verlo pues casi no salía con los demás chavales del barrio.
Como casi todos los niños de esa edad, Pepe quería un perro, y todos los años por reyes y por su cumple le pedía a sus padres un perro, varias veces trajo alguno callejero a casa (por aquel entonces había muchos por las calles) con la intención de quedárselo, pero sus padres siempre le decían lo mismo.
- Que no Pepe, que somos seis de familia, y vivimos en un piso de 60 m2, así que aquí no hay sitio para un perro, además de no poder permitirnos uno, no podemos alimentarlo, ni llevarlo al veterinario si se pone enfermo, ni vacunarlo ni todo lo demás que necesita un animal.
Y el padre tenía razón, eran cuatro hermanos varones, de los cuales Pepe era el más pequeño, el hombre era el único que trabajaba, y lo hacía en un banco, la madre no daba abasto con cinco hombres en casa, como para meter otra carga más en la familia. Así que aquellos canes eran devueltos a la calle entre las lágrimas del muchacho.
Así que Pepe, sabiendo que yo cazaba, me dijo que cuando pudiera, le trajera un zorro. Yo se lo dije a Miguel, su hermano mayor que era mi amigo, y este me dijo que ningún bicho muerto causa gastos, así que se lo trajera, con la coletilla de... "a ver para que carajo quiere el niñato este un zorro muerto, ya verás lo que tarda mi madre en tirarlo a la basura". Lo que yo no le dije al hermano es que Pepe lo quería para embalsamarlo, pues seguro que diría... "otro chisme más en el dormitorio, éramos pocos y parió la abuela, a ver donde nos lo encaloma el Pepe que no estorbe".
Aquel pisito tenía un pequeño salón, un cuartito de baño, una cocina y los tres dormitorios ya citados, un dormitorio era el de los padres, otro lo usaban de comedor para los seis miembros de la familia, más algún gorrón que por allí cayera y fuera invitado (yo era uno de ellos, la Sra. Encarna casi nunca me permitió declinar su oferta culinaria) y el otro dormitorio, era para los cuatro chicos. En ese dormitorio había dos literas, oséa, cuatro camas, y un ropero de poco mas de dos metros con un interior muy peleado entre los cuatro hermanos, que en esos escasos 12 m2 hacían parte de su vida.
Recuerdo que una vez me comentó el pobre Pepe, que se conformaría con un perro mudo, para que no molestara a la familia con sus ladridos. La verdad que aquella ocurrencia de un muchacho deseoso de tener un can, me hacía aún tener más ganas de llevarle el primer zorro que cazara. Me había tocado el corazón con su extraño pensamiento, y todo por tener un perro, “aunque fuera mudo, e incluso... disecado”, me llegó a decir. Que ocurrencia. Y lo más curioso, es que lo del zorro venía porque ya le había propuesto a sus padres de tener un perro "disecado" en el dormitorio, y la negativa en redondo de estos, al parecerles la idea asquerosa, y casi monstruosa... "un perro disecado en casa, que pena de animal, eso no es normal, así que ni hablar del asunto Pepe". Pepe tenía todas las puertas cerradas para cumplir su sueño.
Bueno, yo le traería el zorro a Pepe y a ver como terminaba aquello, que quiera que no, tenía muchas ganas, mas que nada, por ver el pasillo de comedia que se montaría cuando Pepe apareciera con el bicho disecado, seguro que me reiría un buen rato. No sabía yo, lo equivocado que estaba.
Pues hala, zorrón muerto en la retranca, preparado, al saco y pa casa.
Nada mas llegar llamo a casa de Pepe y lo coge mi amigo Miguel, para disimular hablo con él algunas cosas que teníamos en común de cara a la semana entrante, y al final le digo que ponga al aparato a Pepe para contarle algo de la montería de hoy. Se pone el Pepe, y antes de yo hablar y por lo bajini me dice:
- Hola Paco, ¿¿tienes "eso"??, la voz de Pepe sonó con una espectación solo superada por su emoción.
- Ya lo creo Pepe, te va encantar, es de los más grandes que he visto, y una piel preciosa, un buen animal para naturalizarlo.
- Vale Paco, salgo en un rato y me llego a por él. Muchas gracias.
¿Un rato?, ni un cuarto de hora tardó Pepe en cerrar sus libros y en venir a llevarse el zorro. En cuanto lo vio se volvió loco, y eso que era tan solo un pellejo lo que tenía ante él, pero él ya veía otra cosa, algo que yo ni nadie, podría pensar. La imaginación en la pubertad es infinita, benditos adolescentes. Me dio las gracias de cien maneras distintas, no creo que le quedara ninguna otra en su corazón, era como si a mí me hubieran regalado por aquel entonces un Sarasqueta del 375 H&H Mg. ¿¿ Qué era lo que significaba aquel pellejo peludo para aquel chaval??, no tardaría yo en averiguarlo.
Suena el teléfono al día siguiente por la tarde, era Miguel para pregúntame que si le había traído el puñetero pellejo a su hermano. Le digo que sí, y que le faltó tiempo para recogerlo en cuanto me colgó el día antes. Y me espeta… “pues a casa no lo ha traído, y lo he buscado a conciencia, quería tirárselo a la basura antes de que lo encuentre mi madre y forme un escándalo, ¿¿Dónde lo habrá metido, porque esto no es la Mansión de Jalna??”.
La Mansión de Jalna, era un novelón radiofónico de los sesenta o setenta, que había seguido la media España femenina y parte de la masculina todas las tardes, y Dña. Encarna la había escuchado a ratos, cuando sus infinitas tareas la dejaban, así que caló mucho entre los niños de aquellos años por ver a sus mayores escuchando aquel serial. Aquella mansión según contaban era infinita de grande, así que el dicho se hizo “viral” que diríamos hoy.
Nadie supo nada de nada durante semanas, pasó mas un mes y nada, hasta que un día por la calle me encuentro a Pepe, le pregunto por el zorro, y me dice:
- No se lo digas a mi hermano, pero el zorro ya está en mi casa hace días.
Me quedé de piedra, y muy pensativo pues eso era imposible, en un piso tan pequeño y que nadie hubiera visto el bicho aquel disecado. IM-PO-SI-BLE.
Así que le dije que me lo tenía que enseñar, que quería ver como había quedado el zorro. Y Pepe me dijo que sería el primero en verlo, que pasara al día siguiente por la mañana que su padre estaba trabajando, y su madre en la peluquería, lo habitual, por aquel entonces las señoras los sábados por la mañana iban a la peluquería a enterarse de los chismes del barrio, ahora se enteran al segundo por wassap desde el super. Os podéis imaginar las ganas que tenía yo de que llegara el día sigiente, mas o menos las mismas que ustedes pacientes lectores, de que yo desvele el enigma.
Con la curiosidad corroyéndome por dentro, ni desayuné, directamente cogí el teléfono y llamé “al pisito del misterio”. Me descuelgan el auricular y sin dejarme hablar… :
- Buenos días Paco, vente para casa ahora mismo.-Pepe sabía que no podía ser otro mas que yo-.
Allá que me fui a escape. Llego y me abre la puerta antes de llamar. Antes podías llegar a estas viviendas sin mas trabas que traspasar el portal, siempre abierto, y subir las escaleras hasta la planta en cuestión, en este caso la segunda.
Paso al salón, y Pepe, en silencio pero muy emocionado, me hace señas con la mano de que le siga al cuarto de los varones. Joder -pensé-, lo tiene en su cuarto junto con sus tres hermanos y nadie ha visto al bicho, y eso que el puñetero zorro es grande, lo raro es que ni la madre haciendo sus tareas domésticas lo haya visto.
Entramos en el dormitorio “mini cuartel”, y allí no había nada. Lo miré todo, los altos del ropero estaban hasta el techo de cajas, las mismas de siempe, así que allí no podía estar, eso era evidente. Las paredes llenas de posters de música, ahí el gusto de Miguel que era el mayor prevalecía sobre los pequeños, su guitarra colgada donde siempre, y poco más había por allí a la vista. No había sitio.
Pepe se acostaba en una de las camas de abajo, aunque él prefería las altas, le tocó la que nadie quiso porque por ser el más pequeño no pudo escoger, así que una de las de abajo. Pero como no hay mal que por bien no venga… .
Iba delante mia con mucho sigilo, aunque a cada paso volvía la cabeza y me miraba a los ojos, llegamos junto a su cama, y Pepe se agacho, y poco a poco levantó el faldón que cubría el bajo de su cama, agachó su cabeza, yo le imité, y allí, mirándome a los ojos, había un zorro que estaba echado y enroscado sobre sí, con su cabeza descansando sobre las patas y su cola también enroscada en su cuerpo, como si estuviera en su madriguera durmiendo, y mirara un poco alto a alguien de confianza que lo hubiera despertado, tal cual nos mira un perro en esa posición, y con ojos un poco lastimeros.
Increible, nunca hubiera pensado que alguien se le hubiera ocurrido algo así, y menos a un niño, pues eso era aún Pepe, un niño, un niño que pensó que en aquella postura y en aquel sitio, el zorro ocuparía poco espacio, no estorbaría a nadie, y nadie vería algo que según él pensaba, les era molesto ver. Así no causaba gastos ni molestias, y él estaba feliz, y pensaba que el zorro también.
- Así estará cerca de mí siempre, bajo mi cama, y cada vez que yo quiera, levantaré el faldón y lo veré y acariciaré, y pensaré que me mira, y que cuando baje el faldón, seguirá durmiendo plácidamente, como yo.
No, no pude reírme de la ocurrencia del chaval, una satisfacción enorme fue lo que sentí.
Pepe era el encargado de limpiar bajo su cama una vez a la semana, para eso era su cama, así que su madre muy rara vez buscaba algo allí, sobre todo si no sabe que tiene que buscar algo, y su hermano me aseguró que que jamás se le había ocurrido que el zorro estuviera naturalizado echado en posición de dormido, que él buscó por todos sitios donde un zorro pudiera estar de pié, y que eso no cabría debajo de la cama.
No tardó en descubrirse el pastel, y el animal fue bien aceptado por todos, no era un perro, por tanto no era siniestro, no estorbaba, no causaba gasto, y además Pepe ya no les daría más la lata con lo del puñetero perro.
Muchos años después Pepe se casó, y su mujer nunca le dejó tener perro en casa, ni siquiera le dejó entrar aquel zorro, y este pasó adornar la parte superior del TV de sus padres, que ya estaban solos pues los niños ya se habían casado todos, y añoraban los aprietos pasados, y los tiempos felices en los que en aquel pisito no se cabía.
Por cierto, que con los años la madre le puso nombre al zorro, pues ya era la mascota de la casa y toda mascota debía tener un nombre. ¿¿ Que como le puso de nombre ¿?...
PEPITO joder, ¿¿cual si no??.
Índice 
Portal 
Últimas imágenes 
Registrarse 
Conectarse 
LA CHIMENEA
Tema: Pepito. 
Jue Nov 15, 2018 5:24 pm
