Los osos se ponen las botas (a bellotas)
Guillermo Palomero señala que los esbardos todavía no piensan en hibernar porque está ganando peso con la cosecha más grande que se recuerda en añosSUSANA D. MACHARGO
25/12/2018 05:00 H
Solo las osas preñadas que parirán en cuestión de semanas están ya cerca de la oseras preparando la hibernación. El resto de los osos pardos cantábrico ni piensan en el letargo. Se están poniendo las botas con las bellotas de los robles, en una de las cosechas más abundantes que se recuerda. Lo cuenta el presidente de la Fundación Oso Pardo (FOP), Guillermo Palomero, que recuerda que en los últimos años los hábitos de estos animales han cambiado mucho y que ya no es raro encontrarse con ejemplares que pasan todo el invierno fuera de sus cuevas. «De momento, siguen casi todos activos», explica Palomero.
El menú osero de este invierno se basa casi en exclusiva en las bellotas, ya que la cosecha de hayucos, por el contrario, ha sido muy escasa. Explica Palomero que esta diversidad en la cantidad de frutos se debe, básicamente, a las condiciones meteorológicas, que han sido buenas para unas especies de árboles y no tan buenas para otros. Además, está la propia vecería de los árboles, que deja temporadas casi en blanco. Pero como al oso le viene bien cualquier de los dos, este año entrarán a hibernar «gorditos», según las palabras que usa el propio director de la FOP.
Las que menos han reducido su actividad en estos momentos son las osas con crías pequeñas. Esas son las que están reforzando su alimentación con las bellotas. Es pronto aún, reconoce Palomero, para saber cuántos ejemplares no pasarán por el letargo. De momento, la alimentación es lo primero. No obstante, los expertos en el oso pardo son conscientes de que muchos no entrarán en las cuevas. Es un comportamiento que ya han observado varios inviernos pero sin cuantificar cifras.
A qué dedicar el invierno.
El presidente de la Fundación Oso Pardo explica que ahora están centrados en el Pirineo, donde se han producido muchos problemas de convivencia entre los animales y los vecinos. Señala que esa situación no se reproduce en Asturias, donde la aceptación es generalizada. No obstante, matiza Palomero, hay que empezar a mirar hacia el futuro y planificar. La población está creciendo y eso puede suponer un riesgo, por el cambio de patrones que implica y por la superficie de terreno que pueden empezar a ocupar. Por eso, piensa que es necesario que los colectivos conservacionistas y el Gobierno del Principado comiencen a prepararse. «Evitar que se generen conflictos es el gran reto en la cordillera cantábrica para los próximos años», puntualiza.
Del mismo modo, tienen que trabajar más para acotar el turismo osero. La FOP comprende que es una fuente de incrementos importante para la comunidad y también un instrumento que puede ayudar en la recuperación de la especie. Pero siempre con unos límites. «Bien organizado es una ventaja considerable y no un problema», argumenta Palomero. Pero para conseguirlo la palabra mágicas es: «Colaboración». Todas las partes implicadas tienen que trabajar codo con codo.
Los osos se ponen las botas (a bellotas)
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