Encuentran la "corza blanca" de Gustavo Adolfo Bécquer

Aparece un corcino totalmente blanco cerca del Moncayo, donde el poeta situó su leyenda

JAVIER ORTEGA
Zaragoza
Domingo, 4 agosto 2019


El poeta Gustavo Adolfo Bécquer y su hermano Valeriano, pintor, estuvieron en el Monasterio de Veruela, al pie del Moncayo, en la provincia de Zaragoza, entre diciembre de 1863 y julio de 1864.

Además de aliviar la tuberculosis que padecía el poeta, por lo que le recomendaron el aire puro del Moncayo, fruto de esa estancia fueron las acuarelas y dibujos de Valeriano y los escritos de Gustavo Adolfo, entre ellos, Cartas desde mi celda, rimas y leyendas. Entre estas últimas figura La corza blanca.

Bécquer la escribió en 1863, pero la leyenda se desarrolla "en un pequeño lugar de Aragón y allá por los años de mil trescientos y pico". El relato nos muestra la lucha entre lo racional y lo fantástico.

El caballero don Dionís, acompañado de su hija Constanza, sale un día cazar y se encuentra con un pastor que le dice que ha visto una corza blanca al frente de un rebaño, cuyos componentes, en vez de berrear, ríen.


No le cree nadie salvo el montero Garcés que va en su búsqueda para complacer a Constanza. La narración discurre por otros derroteros fantasmagóricos y las corzas se transforman en doncellas, incluida Constanza.

Garcés cree ver a la corza blanca enredada entre la maleza y cuando va a dispararle una flecha el animal le habla. Entonces baja la ballesta aterrado por la posibilidad de herir a su amada.

En ese momento la corza blanca logra liberarse y huye riéndose del joven, que enfurecido dispara al animal a distancia. La flecha se pierde en la oscuridad del bosque y se oye un grito seguido de unos gemidos de dolor. Garcés corre angustiado hacia allí y encuentra a Constanza herida de muerte por su propia flecha.

156 AÑOS DESPUÉS
Ahora, 156 años después de que Gustavo Adolfo Bécquer escribiese la leyenda, la corza blanca ha reaparecido en un campo de cereal de Soria, cerca del Moncayo, donde el poeta situó la acción.

Carlos Villar, un soriano residente en Zaragoza, vio hace unos días una corza con dos crías, una de ellas totalmente blanca.

Según ha relatado a Heraldo de Aragón, "a simple vista ya me di cuenta de que no se trataba de algo normal en aquel animal, ya que el pelaje era muy claro. Por un momento pensé que, al estar la corza amamantando al corcino, quizás se había unido al festín algún cordero o cabritillo".

"Cuando ya lo vi con el zoom de la cámara de fotos, no me lo creía: era un corcino totalmente blanco con una pequeña mancha marrón en la parte posterior del cuello. Los tres comían tranquilamente de unas tiras de trigo que había dejado algún agricultor sin cosechar", explica Vilar que se define como "un cazador amante y apasionado del monte y de la naturaleza". Y para que quedara constancia del hallazgo ha publicado un vídeo y varias fotos en su perfil de Facebook.

El hecho de que la corza sea blanca puede deberse al albinismo, una enfermedad provocada por una mutación en los genes y que tiene carácter hereditario.

O al leucismo, que se diferencia del albinismo en que los animales que lo padecen no presentan una mayor sensibilidad al sol que los individuos sanos y tampoco tienen los ojos rojos. El leucismo consiste también en un trastorno genético producido por un gen recesivo que provoca la falta parcial o total de eumelanina o faeomelanina.


Encuentran la "corza blanca" de Gustavo Adolfo Bécquer [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]