- Santi escribió:
- Espectacular recuerdo! La verdad que ese viaje en esa época sí que tuvo que ser una aventura. Si no tienes inconveniente, a mi me gustaría que abrieras un post detallando la expedición.
Saludos
Buenas tardes, he tratado de recuperar un relato que escribió mi compañero de viaje en 1981, catalán afincado en aquella época en Venezuela, dónde yo le conocí y nos hicimos amigos. Hombre simpático, buena persona y con cierta sorna que siempre acostumbraba a decir: "Cuando vas de caza hay que ponerse el sombrero de tonto porque nunca nada es como te dicen, pero como vas a disfrutar pues nunca hay que enfadarse". Tenía razón. Por otro lado, el "outfitter" con quién contraté el viaje, tenía como slogan: "Vaya de caza mientras esté con posibilidades físicas de hacerlo, nunca pierda la oportunidad". También es cierto, cuando uno se hace mayor puede tener tiempo y dinero, pero tiene menos capacidad de sufrimiento y menos posibilidades físicas de meterse en camisa de once varas e incluso de conseguir amigos que le acompañen.
Voy a editar este relato por partes pues es un poco largo, lo he pasado a word después de copiarlo en PDF y veremos como queda. El principio relata el viaje, sin interés venatorio aunque sirve de introducción para ponerse en ambiente. La parte de caza viene después, pero voy a conservar el relato de Salvador. Se pueden pues omitir "capítulos".
EL VIAJE A VANCOUVER DESDE VENEZUELA
Había quedado con Antonio que nos encontraríamos en Houston, así que fiándome poco de la puntualidad de los vuelos nacionales escogí la ruta de Maracaibo, Miami, Houston. La señorita de la agencia barquisimetana, quiso añadirle un toque heterodoxo al viaje, haciéndome viajar de Miami a Houston vía Atlanta. En el mostrador de la Eastern en Miami, me indicaron que podrían ofrecerme una variante pasando por Honolulu, pero que si yo no era un masoquista, había un vuelo directo a Houston rápido y cómodo.
Así pues después de comer mal en el aeropuerto de la Chinita, sin un mal lugar para pasar las tediosas horas de espera, viajé a Houston con PANAM y EASTERN y llegué con dos horas de antelación a Houston. Me agradan de noche las pocas ciudades americanas que conozco. Son como Houston, una vasta superficie de habitáculos de un solo nivel, una digámoslo con mentalidad europea, ciudad jardín, que produce, de noche, una luz más bien precaria y, de pronto, una explosión luminosa vertical, el downtown. Estéticamente me agradan, aunque prefiera vivir en una ciudad donde para tomarte una cerveza solo necesites andar un poco.
Por la mañana, con la amable compañía de Antonio y su esposa, efectué las nerviosas compras de mi equipo de• invierno y comprobé que Houston tiene más de un downtown. Los estrictos reverendos que hace muchos años, me enseñaron, entre otras cosas, a declinar rosa, rosae, ya decían que las noches son engañosas.
El vuelo a Vancouver, lo hacernos con una excelente línea, la Frontier Airlines, que tiene el buen criterio de servir las comídas con una botellita de excelente vino californiano. Es un vuelo con muchas escalas, Denver, Salt Lake City, Vancouver, demasiadas comidas y demasiados ‘’drinks”, esto si, con una puntualidad, perfecta, tranquilizadora.
En los aviones americanos, se ven fundamentalmente hombres jóvenes, agresivos ejecutivos con una cartera de mano y delicadas mujeres maduras. Por lo visto, los pobrecitos se quedan en el camino y ellas se consuelan viajando.
Vancouver nos agrada mucho, es una ciudad americana con un cierto barniz europeo. Antonio, que ignoro porqué, se imaginaba Vancouver del tamaño de Soria, está anonadado. La ciudad está emplazada en la desembocadura de un importante rio maderero, alrededor de un puerto natural enorme. Al Norte se encarama en la ladera de una montaña que pronto se vuelve agreste. Los pinos y abetos envuelven la ciudad, penetran en ella. Casi en la misma ciudad hay parques naturales inmensos, con ríos torrenciales. En algunos de ellos han colocado puentes suspendidos, uno de ellos es el de mayor luz de este triste mundo. Atravesamos uno al atardecer, bamboleándonos y haciendo un acto de fé en la ingeniería canadiense. El downtown es muy agradable, con edificios de atrevida arquitectura en una zona de la ciudad que parece a medio hacer. Nos llamó la atención, un edificio, algo así corno el palacio de justicia, ubicado bajo una enorme cubierta inclinada de cristal soportada por una estructura tubular. Una maravilla.
Realmente estos downtown con edificios tan singulares y diferentes entre si, no se convierten en algo violento de contemplar, sin duda, porque están suficientemente separados, y el juego de volúmenes de su diseño, hacen que se separen aun más. Puedes de este modo asimilarlos como aquella sala de un museo en la que uno es capaz de contemplar un Renoir, luego de haber admirado un Giotto. Este tipo de arquitectura, hecho con “la avara povertá dei catalani” del ensanche barcelonés sería insoportable.
Vancouver es una ciudad moderna, de alrededor de 100 años. Su parte vieja al lado del puerto, es como la parte industrial de un barrio barcelonés, el “Poble Nou” donde pasé mi infancia. Un conjunto de almacenes con ventanas uniformes y rectangulares. Ahora bién, en lugar de derribarlos, lo han arreglado, reconstruído y pintado , han colocado en los bajos tiendas modernas, restaurantes, bares, y oficinas en los pisos. El conjunto, medio peatonal, ha quedado como la parte más “in”,de Vancouver. Lo llaman Gastown. El resto de la ciudad, lo que no es ni downtown ni Gastown, está formada por amplias calles de casas de una o dos plantas estilo inglés o del Norte de Francia, construidas muchas de ellas totalmente de madera.
Llegamos a media tarde a Vancouver y por la noche cenamos en un ferry convertido en restaurante flotante pero estático . Un buffet estilo escandinavo pero solamente de pescado. Todo es de primera calidad, pero a mi esto de llenarme el plato de tantas cosas me inhibe el apetito, prefiero dos buenos platos.
EL VIAJE AL GRAN NORTE
Mapas de la Columbia Británica,
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Estuvimos por la zona del río Stikine, centro norte de la imagen, entre Juneau, Alaska, y las Cassiar Mountains.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Spatsizi es el nombre de una meseta en la cuenca alta del río Stikine en el centro-norte de la provincia de Columbia Británica. La mayor parte de la meseta, que en realidad es una sub-meseta de la meseta de Stikine, está incluida en el parque natural Provincial Meseta Spatsizi. Está flanqueada al sur y suroeste por las montañas de Skeena, al sureste por las montañas Omineca, al noreste por la cordillera de Stikine en las montañas Cassiar, y al oeste con la meseta Klastline (otra submeseta de la meseta de Stikine).El río Stikine, antiguamente conocido como río Stickeen, es un río de 610 km de longitud que discurre por el noroeste de la Columbia Británica en Canadá y el sureste de Alaska, en los Estados Unidos. Considerado uno de los últimos ríos realmente salvajes en la Columbia Británica, drena un área prístina y escarpada al este de las Coast Mountains.
Al día siguiente volamos de Vancouver a Smithers. En el mapa, por encima de Smithers no aparece ningún pueblo importante. Esta ciudad está situada en un valle muy amplio, arbolado, en este tiempo con todas las ‘tonalidades del verde y el amarillo como colores dominantes, es septiembre, otoño. Un río rápido y caudaloso pasa por su lado y cerca tiene un par de grandes lagos, pistas de amerizaje y despegue de los innumerables hidroplanos que circulan por estos parajes. Es una ciudad de cinco mil habitantes donde ya se ven algunos indios. Sorprendentemente, en este rinc6n del mundo, hay unos supermercados grandes, limpios, brillantes, con abundancia de carnes, quesos, pescados, licores, etc., Quizás ello se explica porque abastece una extensa comarca de ganaderos y leñadores, además de ser una importante estación de esquí. La ciudad está dominada por un monumental glaciar, visible totalmente, desde el campo de aviación, desde allí, la morrena terminal del glaciar, a mucho más altura que la ciudad, aparece amenazante.
Aeropuerto de Smithers
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Nos alojamos en un excelente hotel de una sola planta, muy acogedor. Por la noche cenamos un extraordinario salmón ahumado y una carne de primera, regado todo ello con excelente tinto de California. Antonio intenta envenenarme dándome de beber cianuro potásico, pero no en vano uno ha leído todas las novelas de Poirot. Ante mi acusadora mirada, se excusa diciendo que se trata de un exótico licor de almendras.
Por lo que llevo visto, las chicas de esta parte del mundo no son nada extraordinario, dejando siempre a salvo los puntos singulares, pero se ven tan simpáticas, limpias, laboriosas, con unas ancas poderosas y tan bién dispuestas para la fecundidad que pienso, deben hacer felices a sus parejas en los duros inviernos anuales.
Al otro día, a las diez de la mañana, salimos en una hidroavioneta de tres plazas de uno de los lagos cercanos rumbo al campamento principal al que nos dirigimos situado en el Bug Lake, aproximadamente unos 400 Km. al Norte. El viaje ha valido la pena. Acostumbrados a volar en aviones a reacción el despegue de una hidroavioneta es inquietante, siempre da la impresión que acabarás en las copas de los árboles de la orilla. Al principio hemos volado sobre inmensos bosques en explotación, donde talan unas manchas determinadas que luego repueblan. Poco tiempo después los bosques son ya vírgenes. Estamos volando sobre bosques, lagos, ríos, pantanos, montañas nevadas, glaciares, montañas peladas, etc.., la naturaleza se muestra tan abierta que el espectáculo tiene algo de impúdico, sobrecogedor uno desearía ver de vez en cuando la cubierta de una casita, una vereda. Nada.
El agua de los lagos tan pronto tiene un color gris plomo, mate, como un color aceite
de motor. Los verdes van del verde casi morado a un verde aceituna, hay manchas vegetales amarillas, color avellana, otras de color cascara de almendra, pequeñas manchas carmesí.
Y lagos, y ríos y más lagos. Es un paisaje agobiante de difícil descripción.
Al principio la avioneta ha ido siguiendo el valle de Smithers, luego otros valles más pequeños y por fín ha empezado a coronar crestas de montañas, pero sin elevarse mucho, vamos, que casi nos hubiéramos atrevido a saltar al suelo desde la avioneta. En una de estas coronaciones hemos visto una manada de “goats”, estas cabras blancas tan parecidas por su hábitat a nuestros rebecos, pero bastante más corpulentas.
Cuando ya nos habíamos acostumbrado a esta navegación, por debajo de las nubes, por decirlo a lo llanero, “pasillaneando” ha empezado a nevar y en algún momento hemos entrado dentro de una nube
rodeados de montañas sin aparente visibilidad.
Yo le decía a Antonio, “¿pero como puede ver?
“vale más que no te conteste” ..decía él.
Vimos por el camino una mancha blanca. El piloto nos dijo que era una avioneta que había caído. Nosotros hubiéramos hecho una mancha roja.
Nuestra hidroavioneta en el Bug Lake
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]EL CAMPAMENTO
Finalmente llegamos a nuestro destino, el Bug Lake, no demasiado grande. En su orilla está instalado el campamento de tiendas de campaña de lona con piso de madera. Este piso de madera es una gran ventaja para el confort sobre tierra fría.
Foto del campamento y yo mismo, jovencito y con pantalones acampanados, para que no haya mas cachondeo con los pantalones, es 1981
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Comprobamos rápidamente la ley de oro de la caza mayor: - La cantidad de animales en una zona de caza, es proporcional a la distancia que media entre la conversación y la caza. Desde Venezuela parecía que el "moose" y caribú se encontrarían a patadas y que los osos vendrían a comer a la tienda, en Smithers llegamos a la conclusión que cobraríamos un promedio de 2,4 animales. Al llegar al campamento tuvimos la certeza de que el "moose" y el caribú volaban muy altos y que los osos casi ni se veían de tan altos. Que si la temperatura! ique si el viento! ique si la lluvia! Es el triste destino del cazador que siempre se deja deslumbrar.
El cazador es como estas mariposas que siempre se queman con la luz. Es idiota.
El Bug Lake está al norte y muy cercano a otro lago más grande y que ya figura en los mapas, el Cold Fish Lake, en la región de Stikine de 20.000 millas y dentro del Spatsizi Wilderness Park
La cacería la efectuaremos a lomos de caballo. Para ello hay en el campamento 25 hermosos y fuertes animales que a pesar de mi desconocimiento de estas bestias, yo me atrevería a definir como percherones. Este modo de cazar es muy descansado y agradable pero no nos acaba de convencer. Hay que perder demasiado tiempo con los caballos. De noche se sueltan con un cascabel colgado al cuello, por la mañana. hay que buscarlos darles de comer, prepararlos, y al fin
salir pasadas las diez de la mañana. Entendemos que son útiles para los cambios de campamento pero no tanto para la caza diaria.
Cold Fish Lake, el lago grande, el Bug Lake queda aguas arriba, muy cerca
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Fotografia del Cold Fish Lake
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Por la tarde probamos los rifles que nos han prestado con resultados no muy estimulantes. No sabemos si desvían los rifles o nosotros. Afortunadamente los animales que perseguiremos son de buen tamaño.
Hago un inciso de interés, por haber sido comentado ya en este foro, sobre las armas:
El hecho es que no pudimos viajar con rifles y nos prestaron dos en Smithers, uno era un 7 mm Rem M, creo recordar que de cerrojo, y el otro era un .308 W. Los echamos a suertes mi compañero Salvador y yo y me tocó el .308 de la foto. Salvador llevó el 7 mm RM. El mío era un rifle de palanca, .308 W, bastante usadito desde luego, y nunca había visto yo en ese calibre un rifle semejante. Pero cumplió su función.
En el foro, BBF me sugirió por las fotos que pudiera ser "un Winchester modelo 88, algo bastante raro y más por aquí, producido entre 1955 y 1973." Efectivamente lo era sin lugar a dudas.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
También dijo Jager del rifle en cuestión: “Exactamente un Winchester 88, siempre me gusté mucho ese rifle, hace ya bastantes años anduve detrás de uno y no hubo forma de conseguirlo. Por su cargador de petaca fue uno de los primeros palanqueros que se permitieron el lujo de poder recamarar cartuchos potentes y rasantes. Creo que es un arma que podía haber dado mucho juego en nuestras monterías pero la miopía de nuestros importadores que siempre van a sota, caballo y rey no tiene solución"El Este modelo tuvo muy buena prensa en Estados Unidos y dejó de fabricarse por la competencia de los Magnum en los 70s. Otra vez quedaron los rifles de palanca para calibres menos potentes.Pero retomemos el relato:
LA CACERÍA
El primer día de cacería, fueron adjudicados los guías. A Antonio le fue adjudicado el indio Charlie, a mi me toco Ted, un joven canadiense simpático y agradable, pero..., me pareció ya que con dudosa experiencia. Una elección que luego se demostró tan desigual hay que cargarla en la cuenta del buen inglés de Antonio .. Cuando tomé conciencia, empecé a ponerme verde de envidia, pero procuré disimularlo.
Salimos montados a caballo a las diez de la mañana y volvimos a las ocho de la noche. Yo no había montado,
acumulativamente, en mi vida tanto tiempo como este primer día.
A la salida del campamento pasamos al otro lado del lago y fuimos ascendiendo entre un bosque de abetos, poco a poco los abetos se distanciaban y aparecían unos matorrales espesos, de hojas amarillas y marrones, más arriba se acababan los matorrales y el terreno quedaba recubierto de musgo. Las montañas acababan en grandes planicies o mesetas recubiertas de este musgo. Allí estaban los caribús. Vi como 25 caribús e hicimos la entrada a uno que finalmente no consideramos suficiente bueno. Son animales no demasiado esquivos. Normalmente los ves y te ven. Se produce entonces una curiosidad mutua que debidamente bien llevada da lugar a una buena entrada.
De regreso en el campamento había más gente, el guía jefe, Bill, hermano del organizador, su compañera Mary, extraordinaria, fabulosa, excelente cocinera y un americano que andaba detrás de un ''Sheep".
En este primer día tanto Antonio como yo nos limitamos a ver los caribús, aunque a la vuelta, Charlie le hizo ver un "moose" también conocido como alce.
- Esto quiere decir algo, ya pensaba yo para mi mismo.
El segundo día de caza nuestros guías habían decidido que nos desplazaríamos a un campamento itinerante por duración de varios días, por la parte mas alta de la montaña. Poco explicativos, partimos con poco ajuar, lo que luego lamentamos. La excursión fue deliciosa, hizo un sol espléndido y con Lorenzo acariciándonos fuimos remontando el Black Fox River, hasta llegar a un valle, lleno de desmogues o cuernas viejas de "moose", donde montamos dos escuálidas tiendas de campaña de lona pues íbamos con los guías y éramos muchos para una sola tienda. En una de ellas, la mas grande, la acondicionaron como cocina, lugar de reunión, comida etc.. y montaron una pequeña estufa para quemar madera, esa tienda, que era la caliente, se la quedaron ellos con la escusa de que tenían que preparar el desayuno. La otra tienda, mas pequeña, sobre el frio y duro suelo y con ligera pendiente nos la dejaron a nosotros. La ligera pendiente era de unos 30°grados. Nos dispusimos Antonio y un servidor a pasar tres noches de soberano frio. A mi me tocó la parte más baja de la pendiente, puse mis bártulos contra la lona para impedir mi desplazamiento y sobre un lecho de hojas secas de abeto, pernoctamos. A Antonio le tocó la parte alta. Por las noches y sin salirse del saco hacía unas curiosas migraciones. Tan pronto estaba acurrucado en la parte más alta, como situado frente a la puerta presto a salir. Antonio, atribuía estos desplazamientos nocturnos a la pendiente de la tienda. Por supuesto que fueron unas noches toledanas, en cuanto a dormir poco y mal, porque juerga ninguna.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]LOS LANCES
En el primer día de caza en este campamento, con mucha niebla y llovizna, Antonio se tropezó con un extraordinario caribú, que se cepilló elegantemente. Por lo que pude ver y dijeron, posiblemente el mejor caribú de este año en el campamento de Bug Lake.
El caribú en medio de la lluvia.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Mi guía más conservador decidió encender un fuego y así pasamos la mañana al calor de él y por la tarde no vimos absolutamente nada.
Por la noche, mi envidia había pasado del verde al morado.
Al despertar al siguiente día vimos la montaña frente al campamento llena de caribús, que lentamente fueron perdiéndose de vista. Salimos sin desayunar a lomos de las bestias en pos de ellos, subiendo a la inhóspita planicie, que estaba cubierta con un palmo de nieve. Los divisamos, bajamos de los caballos y nos acercamos andando agachados a buen ritmo. Solo, se veía un macho. Cuando el nos vio, rodilla en tierra, quedamos quietos. Estuvo contemplándonos un buen rato, mientras la rodilla iba perdiendo calor. Una vez que volvió la cabeza, avanzamos un poco más, pero entonces aparecieron varias hembras. Yo decidí que con tanto personal sería muy difícil avanzar más y me senté sobre la nieve. Mientras las hembras nos contemplaban, el macho nos dio la espalda y se sentó. En esta mutua contemplación iban pasando los minutos con grave quebranto para mis posaderas. De pronto las hembras se inquietaron y dieron una corta carrera, lo que hizo que el macho se levantara y majestuosamente fuera andando tras ellas. Comprendí que la función estaba por finalizar, apoyé los codos en mis rodillas coloqué la retícula en el codillo y apreté suavemente el gatillo hasta oír el trallazo del 7 mm R magnum. El macho salió a toda velocidad, asaltándome la duda del acierto, pero viajó en círculo, yendo a parar, tambaleante, al sitio de partida. Coloqué la retícula en el otro lado, desplomándose inmediatamente al siguiente disparo. El lance había sido bonito, el trofeo no tanto. Como la superficie era tan horizontal, quise medir a pasos la distancia; 245 pasos, que evalúo en 225 m. Quiere decir que el rifle no tiraba tan mal.
Antonio volvió de noche con un "moose" muy bueno, Charlie lo vio desde la cima, bajaron a por el, le hicieron una buena entrada, lo hicieron levantar y Antonio le colocó un tiro en el codillo que lo desplomó sin dar un solo paso. Mi compañero hacía las cosas con una elegancia y facilidad que a mi se me antojaba ser el último de la clase. Cuando volvían con las cuernas del "m o o s e!", los jamones y los filetes del animal encima de una de las bestias, se les apareció otro "moose" encelado, con ánimos de lucha, a menos de cien metros, con mejor cuerna que el ya cobrado. Tuvieron que espantarlo a grandes voces pues no tenían permiso o precinto para mas. Y tirarlo montado desde el caballo hubiera sido ya de película de Buffalo Bill.
El "moose" en el campo. El segundo alce era mejor pero se fué de rositas
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Regresando con los caballos
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Al siguiente día yo fuí, al valle que habían cazado Charlie y Antonio. Estuvimos sentados en la cima, con un frío glacial, oteando cada rincón, cada claro, cada sombra del extenso valle, lo único que vimos fué una hembra de "moose".
Al otro día volvimos al campamento base del lago Bug. Yo, con la impresión de que alejándome de allí sería difícil que cobrara el "moose". Antonio con aspecto de montero gringo, nadie sabe lo que es un montero gringo, pero bajo su gorra inglesa, más contento que unas pascuas. El día volvió a ser espléndido, la excursión magnífica. Cuando atravesábamos un bosque nos cruzamos con una manada de cinco caribús.
Antes de llegar al campamento, fuimos a! dejar las impedimentas de Charlie, al Cold Fish Lake. Había allí unas comodísimas cabañas de madera, incluso una de las cabañas era una sauna de leña, y al frente de ellas un guarda forestal. Pasaban allí solos en turnos de seis meses al año, supongo que de verano, nos obsequió con un té endulzado. Las cabañas estaban a disposición de quien quisiera utilizarlas y gratuitamente. Con obligación nada mas que de dejarlas en perfectas condiciones. Claro que, para llegar allí, la única manera es la avioneta hidro, no hay carreteras ni coches, ni camiones, ni nada de nada. Eso reduce bastante la clientela. Cuando estuvimos allí no teníamos comunicación alguna con la civilización, ni teléfono ni nada. Solamente había una radio en el campamento del lago Bug que trataba de comunicar diariamente con Smithers a una determinada hora, pero casi nunca se oía nada. Era 1981 y las comunicaciones muy distintas a las de ahora.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Y se acabó la caza. Charlie que tenía ganas de volver.se a su apartado pueblo, Askut, empezó una huelga de vista caída, brazos caídos, piernas caídas y ánimo decaído.
Yo empecé a salir con Ted, mas bien tarde con los caballos, para subir a lo alto de la montaña y otear desde arriba con los prismático la ladera de enfrente a la espera de que apareciera el para mi ya mítico "moose".
Mientras tanto, Antonio conseguía arrancar a Charlie a regañadientes del campamento, viendo un "moose" detrás de otro.
Un día mientras hacíamos vida contemplativa con Ted, oí que tarareaba una canción. Su ritmo me pareció conocido y presté atenci6n. Cuál no sería mi sorpresa cuando oí.
- El Ebro es de Aragooon.
- La pilarica lo diceeee. Estupefacto le pregunté
- What do you sing?
- Oh, yeah, that is the song of my country
- i Que coño country, si es una jota! , dije yo. Entonces, Ted, me confesó la verdad: era maño, me dijo, de Binefar.
Antes de estar en eso de la cacería en el Canadá lo más grande que había visto era una liebre en la carretera de Monzón.
Para no perjudicarle me callé. Antes la patria que un "moose". Pero el amable lector comprenderá que no es lo mismo ir a cazar un "moose" con un indio " tahltan" que con un simpático chico de Binefar. ¿O no tengo razón?
En estas agradables excursiones, con el de Binefar, no ocurrió nada digno de rnenci6n, excepto una de las tardes, que estábamos repasando con los prisrnáticos las laderas del Black Fox River, por enésima vez, cuando de pronto, a unos 400 metros detrás nuestro, un oso negro que bajaba hacia el rio nos vio, le vimos y no dio tiempo ni siquiera a agarrar el rifle. En cuanto nos vio, se levantó de manos, nos dio la grupa y desapareció. Visto y no visto.
El de Binefar debía pensar que cazábamos conejos, me instó a ejecutar una corta carrera de unos mil metros, con una pendiente de 70%. Cuando llegamos arriba, no había sombra del oso, pero yo llevaba un trozo de pulmón en cada mano y luego más tarde no tenía fuerza en las piernas ni para mantenerme sobre el caballo.
ÉRASE UNA VEZ UN ALCE,..El último día, siempre se dejan las cosas para el último día, Bill se compadeció de mi y salimos juntos a cazar. Hacía, como diría un castizo, un frío de pelotas y nevaba abundantemente, Yo ya tenía decidido que nunca jamás en mi vida volvería a intentar la caza de un animal tan esquivo e informal. A media tarde, cuando ateridos de frío dábamos la última vuelta, Bill vio un "moose". Dejarnos los caballos y nos acercamos a la zona donde lo había visto. Andábamos tropezando porque la zona era medio pantanosa.
De pronto, de debajo de un abeto, como si fuera un conejo, se levantó el moose. A unos 100 metros. iDíos mío que belleza ! La cabeza campaneando a causa del tamaño y del peso de sus defensas. Como el terreno estaba despejado quise asegurar el tiro pero no me dio tiempo pues se cubrió con el abeto que lo había cobijado. Tenía que haber disparado como si se me hubiera levantado una perdiz y no lo hice. Emprendimos una rápida carrera y volvimos a verlo cuando se cubría, a unos 250 metros, la parte delantera de su cuerpo con un abeto. Me senté, apunté al jamón izquierdo trasero y disparé. El moose arrancó, nosotros emprendimos una carrera agotadora. Lo volvimos a ver, y yo pensé, o los alces andan un poco "sarasas" o va tocado. El animal estaba a más de 350 mts. Disparé de pie, agotado y no lo toqué. Otra carrera, hasta encontrar las huellas, mientras el guía por señas me decía que iba tocado. Al encontrar las huellas comprobamos que arrastraba la pezuña trasera izquierda, seguimos las huellas que iban bajando hacia el valle, cuando la nieve empezó a arreciar. Decidimos ir a buscar los caballos y proseguir la persecución. Cuando volvimos con los caballos la nieve había borrado las huellas y enfriado nuestros ánimos.
Lo volvimos a ver, y yo pensé, o los alces andan un poco 11sarasas" o va tocado. El animal estaba a más de 350 mts. Disparé de pie, agotado y no lo toque. Otra carrera, hasta encontrar las huellas, mientras el guía por señas me decía que iba tocado. Al encontrar las huellas comprobamos que arrastraba la pezuña trasera izquierda, seguimos las huellas que iban bajando hacia el valle, cuando la nieve empezó a arreciar. Decidimos ir a buscar los caballos y pro-
seguir la persecución. Cuando volvimos pon los caballos la nieve había borrado las huellas y enfriado nuestros ánimos.
El guía arguyó que quizás no fuera tocado porque no habíamos visto sangre. iojalá haya sido así, pero analizando el lance y mira que lo habré analizado veces ! he llegado a las siguientes conclusiones:
a) El primer tiro fué bien apuntado.
b) El segundo no.
c) Si le di al jamón, por la posición del bicho, lo empancé.
d) No seguimos las huellas de los primeros 400 m. del bicho. Es posible que al principio hubiera dado sangre hay que pensar que estos animales tienen una buena capa de grasa.
e) El bicho, el rato que lo seguimos, en ning6n momento subió, siempre fué para abajo.
f) Tanto el guía como yo tuvimos la impresión de que andaba cojeando.
g) Señalaba claramente en la nieve el arrastre de la pezuña izquierda.
Total que si no hubiera caído la nevada que cayó y que si al día siguiente no hubiéramos tenido que regresar, yo hubiera ido siguiendo las huellas del animal hasta comprobar al menos que al llegar al valle, volvía a subir una ladera. Pero
estoy íntimamente convencido que aquel magnífico alce murió en el fondo del valle con un proyectil en el vientre.
La imagen del moose, levantando la cabeza airosamente, con aquello formidable cuerna campaneando, no se me borrará de la cabeza hasta que cobre uno de su especie, porque después de verlo tan cerca había cambiado de opinión y decidido no parar hasta conseguir un buen trofeo de este airoso animal.
EPÍLOGOLa vuelta a Smithers fué en un hidroavión mucho mayor. Un Otter De Havilland 3 amarillo. Tenía, de los cuatro indicadores de gasolina, tres a cero y uno con diez galones. Tardamos cuatro horas en llegar a Smithers. Bajamos en innumerables lagos, cargamos pasajeros, gasolina, se nos helaban los timones de los patines y quedamos a la deriva en el centro de los lagos, cruzábamos glaciares y montañas, circulábamos por valles con las montañas tocando las alas, con una tranquilidad pasmosa por parte de los canadienses que pilotaban y nos acompañaban; hacían todo aquello con la misma sencillez que nosotros tomamos el metro .
Fotografía del modelo de hidro en el que volvimos, DHC 3 OTTER
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]He sentido un gran respeto y admiración por la gente de estas tierras. Agarran un rifle, o una caña de pescar o un piolet y unas cuerdas, y uno de estos ridículos hidroaviones los deja solos en un lago durante una semana, donde practican su afición favorita. Lo más cercano que tienen, humanamente hablando, es otro tipo como ellos a 150 millas , pero a 150 millas atravesando montañas, valles, bosques, lagos, glaciares y ríos.
Cuando llegamos a Smithers, el hotel nos ofreció su sauna y una de estas bañeras burbujeantes que llaman jacuzzi. Antonio y un servidor estábamos solos en la espaciosa sala, pero nuestra imaginación la poblaba de bellas esquiadoras, dispuestas a burbujearse después de un agitado dia de deslizarse por la nieve. i Ay caray con 5mithers,..!
Por la noche bisamos un primer plato de fabuloso salmón ahumado. Después en el bar, empapados de irish-coffee, que así llaman al café irlandés, escuchamos un recital de música country de unos chicos que emulaban a John Denver.
Y volvimos a tierras tropicales, desde los 58º de Latitud Norte a los 10 º de La Guaira, unos cinco mil kilómetros mas al Sur. Antonio diciendo que estaba apenado de haber cobrado un alce de menos de 95 pulgadas y yo mirándolo socarronamente irisado de envidia.
Pero los dos, con la firme decisión de que no esto no se acaba así, ni aquí. De que en Spatsizi nos quedan esperando osos negros, grizzlys, goats, sheeps, y a mi además un fabuloso alce con una cuerna enorme que casi no puede soportar su cabeza. Un alce que el último día me encandiló.
Salvador G, octubre de 1981
Lo pasamos muy bien, un viaje para el recuerdo. Después todavía subiré un par de fotografías más.