Cumpleaños de Búfalo

Felicidades, marine! que tengas un gran día.

Felicidades compañero, disfrutalo.

Muchas Felicidades!

¡Felicidades!

Muchas felicidades

Feliz día, compañero.

felicidades marine

Felicidades Jóse!!!

¡que pases un buen día!

¡ Muchas felicidades y que pases buen día !

Feliz cumpleaños y que cumplas muchos más.

Muchas felicidades José.

FELICIDADES JOSÉ

Felicidades!!!

Felicidades chaval! Abrazo fuerte!

Aún con retraso ... felicidades!!!

. No soy yo muy de celebraciones, pero se agradece.
Gracias a todos, todas y todes

PEPITO “EL NATALIO”

Era por mayo de 1991 cuando llegué por primera vez a un Pueblecito de la provincia de Guadalajara. Recién adquirida una pequeña casita para pasar los fines de semana de cacería. Al pronto, de vecino, se presentó un hombre de esos que cuando lo ves por primera vez te da la impresión de retrotraerte en el tiempo. La razón no es otra que el aspecto y el comportamiento de la persona. En principio la persona engaña. Ves un gesto serio, seco, rudo, parece que no le despiertas demasiada simpatía, pero deja entrever desde el principio un aura de auténtico, legal, gente de pueblo que, aunque austera en sus manifestaciones, su palabra va a misa y es incapaz de jugarte una mala pasada.

Su rostro, con demasiadas arrugas para su edad, delata el tiempo pasado en el campo bajo un sol de justicia. Cada una de ellas seguro ha sido testigo de numerosas vivencias tras codornices, perdices, liebres, cochinos y ciervos. A él nadie le ha enseñado nada del campo, lo ha vivido y aprendido solo, pasando en él horas y horas, contemplando desde los grillos y ranas, hasta los pollos de perdiz y rayones. Siempre con nobleza, respetando los tiempos del campo, sabiendo que cada época tiene sus momentos y que, unas veces toca cuidar, para a su tiempo cazar lo que se necesita, pero sin desmanes, sin las prisas de la ciudad – a eso no va uno al monte-, sino más bien al contrario.

Pepito “El Natalio” -así lo llamaban-, no era hombre de prisas, cuando salía al monte tras las perdices disfrutaba a cada momento, parecía disfrutar cada respiración de ese aire limpio y puro, de esos pueblos de esa Castilla cada vez más despoblada y que a cada paso que daba parecía enraizar sus pies en la tierra, como si fuera todo uno. No era hombre de grandes perchas, prefería la calidad y dificultad de un lance a los números que a veces oía en corrillos de compañeros de cuadrilla y que parecía hacerle sonrojar de vergüenza ajena. Sabía que algunas cifras en determinados cotos y tras esas perdices no son fruto del esfuerzo de las piernas, más bien habrán sido conseguidas tras una suelta masiva. Sabe lo que cuesta cada perdiz “autentica”, pateando el campo y eso no le cuadraba, pero siempre era respetuoso y procuraba no molestar a nadie, aunque le doliera.
Como nos ha pasado a la mayoría, la caza menor fue a menos y se dedicó caza vez más a la mayor y ahí es cuando mayor relación tuve con él. Conectamos enseguida, y cuando por fin se abrió, mostró su nobleza en toda su esencia. Era gente de esa que cuando te abren su corazón no lo hacen por partes, es como un huracán, hasta tal punto que sorprende lo equivocados que a veces estamos de esta gente por una primera impresión precipitada. Teníamos las mismas inquietudes y preocupaciones por un coto que, debido a los desmanes de unos pocos  y en cuanto a la menor, se intuía iba a menos a marchas forzadas, pero siempre se ofrecía de forma desinteresada para realizar cualquier gestión que sirviera para recuperar esa maltratada perdiz. Siempre dispuesto por frío o calor que pasara a echarte una mano, a tirar hormigón en la perrera de la rehala, en comederos y bebederos o en marcar los puestos para las batidas, en todo.

En las tardes de Agosto, nos sentábamos a la fresca y me contaba andanzas y perchas de otros tiempos. Sus ojos se encendían como si lo estuviera viviendo en ese momento. Este hombre era una biblioteca de la naturaleza, lástima que tantas vivencias, experiencias y modos no se trasmitan a las futuras generaciones, aunque estoy seguro que ha sabido transmitir lo necesario a su hijo, un hombre que sigue sus pasos sin la abundancia de antaño, pero con sus mismas formas, con respeto a los compañeros y a la caza.

Un gran hombre, una mejor persona y un magnífico cazador.

Con retraso, un saludo y muchas felicidades José.

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flekidelpobo escribió:

PEPITO “EL NATALIO”

Era por mayo de 1991 cuando llegué por primera vez a un Pueblecito de la provincia de Guadalajara. Recién adquirida una pequeña casita para pasar los fines de semana de cacería. Al pronto, de vecino, se presentó un hombre de esos que cuando lo ves por primera vez te da la impresión de retrotraerte en el tiempo. La razón no es otra que el aspecto y el comportamiento de la persona. En principio la persona engaña. Ves un gesto serio, seco, rudo, parece que no le despiertas demasiada simpatía, pero deja entrever desde el principio un aura de auténtico, legal, gente de pueblo que, aunque austera en sus manifestaciones, su palabra va a misa y es incapaz de jugarte una mala pasada.

Su rostro, con demasiadas arrugas para su edad, delata el tiempo pasado en el campo bajo un sol de justicia. Cada una de ellas seguro ha sido testigo de numerosas vivencias tras codornices, perdices, liebres, cochinos y ciervos. A él nadie le ha enseñado nada del campo, lo ha vivido y aprendido solo, pasando en él horas y horas, contemplando desde los grillos y ranas, hasta los pollos de perdiz y rayones. Siempre con nobleza, respetando los tiempos del campo, sabiendo que cada época tiene sus momentos y que, unas veces toca cuidar, para a su tiempo cazar lo que se necesita, pero sin desmanes, sin las prisas de la ciudad – a eso no va uno al monte-, sino más bien al contrario.

Pepito “El Natalio” -así lo llamaban-, no era hombre de prisas, cuando salía al monte tras las perdices disfrutaba a cada momento, parecía disfrutar cada respiración de ese aire limpio y puro, de esos pueblos de esa Castilla cada vez más despoblada y que a cada paso que daba parecía enraizar sus pies en la tierra, como si fuera todo uno. No era hombre de grandes perchas, prefería la calidad y dificultad de un lance a los números que a veces oía en corrillos de compañeros de cuadrilla y que parecía hacerle sonrojar de vergüenza ajena. Sabía que algunas cifras en determinados cotos y tras esas perdices no son fruto del esfuerzo de las piernas, más bien habrán sido conseguidas tras una suelta masiva. Sabe lo que cuesta cada perdiz “autentica”, pateando el campo y eso no le cuadraba, pero siempre era respetuoso y procuraba no molestar a nadie, aunque le doliera.
Como nos ha pasado a la mayoría, la caza menor fue a menos y se dedicó caza vez más a la mayor y ahí es cuando mayor relación tuve con él. Conectamos enseguida, y cuando por fin se abrió, mostró su nobleza en toda su esencia. Era gente de esa que cuando te abren su corazón no lo hacen por partes, es como un huracán, hasta tal punto que sorprende lo equivocados que a veces estamos de esta gente por una primera impresión precipitada. Teníamos las mismas inquietudes y preocupaciones por un coto que, debido a los desmanes de unos pocos  y en cuanto a la menor, se intuía iba a menos a marchas forzadas, pero siempre se ofrecía de forma desinteresada para realizar cualquier gestión que sirviera para recuperar esa maltratada perdiz. Siempre dispuesto por frío o calor que pasara a echarte una mano, a tirar hormigón en la perrera de la rehala, en comederos y bebederos o en marcar los puestos para las batidas, en todo.

En las tardes de Agosto, nos sentábamos a la fresca y me contaba andanzas y perchas de otros tiempos. Sus ojos se encendían como si lo estuviera viviendo en ese momento. Este hombre era una biblioteca de la naturaleza, lástima que tantas vivencias, experiencias y modos no se trasmitan a las futuras generaciones, aunque estoy seguro que ha sabido transmitir lo necesario a su hijo, un hombre que sigue sus pasos sin la abundancia de antaño, pero con sus mismas formas, con respeto a los compañeros y a la caza.

Un gran hombre, una mejor persona y un magnífico cazador.

Con retraso, un saludo y muchas felicidades José.

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Jamás me habían regalado nada que me haya hecho más ilusión que este relato y esa foto.
Eres un crack.

Un abrazo, nos vemos a las guatlas.

Felicidades con retraso!!!