Una de ojeo para el disfrute, Manzanares, Ciudad Real

Como ya van quedando "pocos" ojeos de perdiz, voy a compartir este al que tuve la suerte de asistir. Placer de dioses, que aunque menos natural de lo que era hace 60 años, cuando me llevaba mi padre, todavía se disfruta a tope si se tiene el privilegio. Y habiendo sobrevivido hasta ahora, incluso al COVID, creo que uno se lo merece, que nos quiten lo bailao      

Domingo, 7 de noviembre de 2021.
Ojeo de perdices en Manzanares, Ciudad Real

Precioso día otoñal pero con temperatura de invierno en la Mancha, con cielo soleado, y frío por la mañana. La cita era a las 9 am en el Parador de Manzanares para dar 4 ojeos al estilo tradicional, si bien la finca recibe repoblación continua de pájaros para mantener una densidad suficiente que permita la entrada de abundantes perdices en cada ojeo. Éramos 7 puestos, mas algunos acompañantes, señoras, hijos jóvenes y, en mi caso,  mi nieto Eduardo de 9 años. El coto se encuentra muy cerca y nos dirigimos hacia allá con los coches. El terreno estaba seco pudiendo circular bien por los caminos y patear después los sembrados sin nada de barro. Viñas, olivos y terreno plano de La Mancha.

Los ojeos se hacen aprovechando los pequeños desniveles del terreno, de manera tal que los puestos queden debajo de pequeños taludes que protegen e impiden ver a los ojeadores hasta que llegan prácticamente encima. Hacía algo de viento, moderado, que en algún momento apretó los pájaros hacia uno de los lados pero, en términos generales, no molestó el desarrollo de los ojeos. Los puestos se colocaron a unos 60 metros unos de otros, o sea cerca, lo que permitía cortar o matar alguna que otra perdiz al vecino; no obstante el número de pájaros era suficiente para que nadie se molestara e incluso tocó felicitar alguna vez al vecino por su finura en la puntería al “ponernos las bragas” como se acostumbra a decir con los amigos.

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Los ojeos estuvieron todos muy parejos y con una buena distribución de los tiros entre los diferentes puestos. Por mi parte, el tercero fue desde luego el mejor, perdí  la cuenta y casi acabé los cartuchos que había metido en la bolsa: cobramos 23 perdices, lo que hizo las delicias de Eduardo que corría buscando pájaros de un lado para otro.

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En el último ojeo mandé al niño con los ojeadores para que viera en que consiste este sistema de caza. Hay que decir que en la retranca se ponían un par de labradores que no permitían que se perdieran casi ninguna de las patirrojas derribadas. Decir también que me llevé la pareja de paralelas PA modelo 117. Un compañero francés llevó superpuestas, alguno llevaba semi automática, y el campeón, aunque no se mencionó el número de cada quien, por educación, llevaba desde luego pareja de paralelas.

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El ágape estuvo a la altura de los ojeos; se sirvió un “taco” mas que copioso al final del segundo ojeo y una comida merienda al final. La verdad es que, con el reciente cambio de hora, se nos hizo tarde y. sentados en el campo cuando se puso el sol, hacía un frío pelón que obligó a abreviar la tertulia de sobremesa después del postre.

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En resumen, un magnífico día de campo en que se cobraron 288 perdices. Estuve algo por encima de la media con 50; aunque no se mencionaron números ajenos como ya dije, calculo que el campeón cobró unas 70, seguro. Hay que practicar más,… Y dar gracias a Dios por haberme podido permitir todavía este disfrute una vez más. Aunque llegando a casa vino la penitencia de desplumar las perdices,…

Y como decía el cuento, comeremos perdices.

¡Menudo fin de semana!

Aquí te tomaste la revancha de la montería...

El chaval parece que va bien encauzado...

Como siempre magnífica crónica. Gracias por compartir.

Saludos

P.S. Ya nos contarás lo feliz que estarás comiendo perdices...

Envidia de la mala tengo. Gracias por compartirlo. Y vaya cara de felicidad del chaval.

Excelente día de caza en inmejorable compañía. Enhorabuena.

Gracias por compartir la historia.

Como siempre, excelente narración y estupendo resultado. El que tuvo, retuvo… la cara de felicidad del nieto una delicia… gracias por otra excelente narración.

Un abrazo.

uff ... el ojeo de perdices es de esas cosas que me siguen quitando el sueño.

Enhorabuena por el día, por el entorno, por el resultado y por la crónica.

Lo del chaval acompañando al abuelo y aprendiendo a disfrutar de la caza es, simplemente, hacer las cosas tal y como hay que hacerlas ... a cazar se aprende cazando pero, primero, viendo cazar a nuestros mayores ... Olé por ti!

Recuerdo cuando por primera vez asisti a un ojeo en Manzanares.
Poco mas que el nieto.
La ultima vez que cace en OJEO en Manzanares ... y en todas partes, fue a finales de los noventa, y todo perdices de campo, nada de sueltas.

Estupendo dia, enhorabuena. Se va un poco de presupuesto para mi, pero en fin, todavía existe ese disfrute. El nieto monísimo. Adelante!