El trato.

La historia que paso a relataros, es real, y sucedió hace muchos años, allá a principios de los 40 del pasado siglo. Espero sea del agrado de aquellos que tengan la paciencia de leerla.

En un pueblo andaluz, al caer la tarde un día de primavera, y como cada día, volvía uno de los dos terratenientes del pueblo de vuelta a su casa. Como cada tarde, salía a caballo a ver sus tierras y las labores efectuadas en ellas, así como su ganado, y a la vuelta, solía parar en la taberna del pueblo a tomar un vino.

Amarró su yegua a la reja de la ventana de la atarazana, y entró en la vieja taberna con su escopeta nueva en la mano. Saludó como era costumbre, y como era costumbre los parroquianos respondieron a coro al saludo. Puso su escopeta en el mostrador de la taberna, y procedió a tomar su vino, el cual ya estaba servido desde que el tabernero escuchó los cascos de la yegua chascar los adoquines de la calle.

Charló con alguno de cualquier cosa sin importancia, hasta que alguien percató en la preciosa escopeta que reposaba en el mostrador. Ahí el dueño muy ufano, empezó a hablar de las maravillas del arma, y que no había nada igual por los contornos.

-Es la mejor arma que hace Don Victor Sarasqueta, allá en el norte. No hay nada mejor en España.
-Pues le habrá costado mucho... ¿¿¿ no Don Gumersindo ???. (Así llamaré al protagonista).
-Pues mis buenos dineros que me ha costado si.

A estas alturas, media taberna se había levantado de sus mesas y estaba en la barra admirando la escopeta, la otra media ya estaba en la barra cuando entró Don Gumersindo.

El hombre se pavoneaba y respondía a cada cosa que le decían o preguntaban los presentes sobre el arma.

Después de un buen rato de no parar de hablar de las virtudes de la misma, aquel hombre, por un momento, perdió algo que en esos años a un terrateniente le era fácil perder, pues casi nunca la utilizaba... la humildad. Se volvió a espaldas del mostrador, y dijo en voz bien alta.

-¿¿ A que os gusta a todos la escopeta ??. ¡¡¡ Ea !!!... pues a aquel que que me ponga en la mano 500 pesetas ahora mismo, se la doy.
-¿¿¿ De verdad Don Gumersindo ???- le espetó uno de los presentes.
-Yo nada mas que tengo una palabra, y ya la he dicho.

Demás sabía el muy tunante que nadie de los presentes ganaba esa cantidad ni siquiera al mes, si lo sabía él, que todos los presentes cuando los necesitaba trabajaban para él, y sabía lo que les pagaba. Jugaba sobre seguro...como siempre.

Volvió a lanzar su oferta, esta vez aún mas fuerte, así dejaba claro muchas cosas en aquella taberna, y por ende, al día siguiente, en todo el pueblo.

Todos los presentes se miraban con cierto miedo, y al momento siguiente, desviaron su mirada a la espalda del ofertante, pero con mas miedo aún en sus caras.

Don Gumersindo, se extrañó, y de pronto se dio la vuelta hacia la escopeta, la cual la había dejado reposando de nuevo en la barra tras el manoseo al que fue sometida unos momentos antes. Y lo que vio lo dejó atónito.

Con cara de cierto miedo, el dueño de la taberna que también era cazador, y que hasta ese momento no había abierto la boca, ni había hablado ni cogido la escopeta, retiraba muy lentamente hacia si y cogida por los cañones el arma, sin apartar sus ojos de los de su dueño. Con la misma lentitud, con la otra mano, empujaba lentamente cinco billetes de 100 pesetas hacia Don Gumersindo, mientras le decía.

-Aquí tiene usted Don Gumersindo sus 500 pesetas.... si a usted le parece bien que el trato siga palante, y no se lo toma usted a mal.

Don Gumersindo, se quedó de piedra, pues no había caído que el tabernero era cazador, y que de los allí presentes era el único que nunca había trabajado para él. Y una taberna deja sus buenos duros.

Sin mas, apuró su vaso, pagó lo tomado, retiró el dinero del mostrador, y le dijo al tabernero.

-Un trato es un trato, y este ya está hecho. Ahora te mando a mi hijo con los papeles de la escopeta para que mañana vayas al cuartelillo de la Guardia Civil a tramitarlos. De camino a mi casa, se lo dejo dicho al cabo del puesto para que no te ponga pegas.

Y salió de la taberna ante el silencio mas absoluto de todos los presentes. Hasta que se dejó de escuchar los cascos de la yegua calle arriba, nadie articuló palabra. Algunos admiraron al tabernero, pues había sido un desafío a un “rico”, del cual había sacado un gran arma. La mayoría, criticó lo que había hecho, pues : “ te las cargao, ya verás a partir de ahora lo de problemas que te vendrán a cuenta de la jodía escopeta, conociéndolo como lo conocemos, mas te vale que se la regales que saldrás ganando”.

Esta historia me fue contada por el hijo del terrateniente. Su padre, compró de inmediato otra Sarasqueta, pero de gama mas baja. Y aprendió, que hay que tener mas cuidado con lo que se habla. De humildad no me dijo si aprendió algo. Lo que tampoco me dijo, es si el tabernero tuvo problemas a cuenta de aquel trato.

Bonita historia,y de la escopeta sabes que fue de ella?

Como se dice pos estos lares "Por la boca muere el pez".

Preciosa historia.

calce escribió:

Bonita historia,y de la escopeta sabes que fue de ella?

Pues fue precisamente mientras me enseñaba su hijo la segunda escopeta (este ya tenía mas de 70 años cuando me la contó), cuando me contó la historia. Fué una especie de excusa al decirle yo que la escopeta que me mostraba era de la gama media de V. Sarasqueta, cuando me contó que esa fué la substituta de una Don Victor que compró su padre, que fué la que se quedó el tabernero. Esa segunda escopeta se le veía un uso intensivo, así que el hombre se colgó al morral lo suyo con ella. El hijo era mas de pistolas antigüas de las cuales tenía un buen número y todas en estado de funcionamiento... pero esa es otra historia.

De la Don Victor no supe nada mas.

Saludos.

Hubo un profesor mio que me contó que cuando estrenaron los santos inocentes en el cine su novia, hija de ¨señoritos¨, le resulto una comedia dramática muy entretenida sin pensar que eso era la vida misma en una época no tan lejana, sobretodo para nuestros padres Por suerte hoy la mentalidad y las circunstancias han cambiado para todos. Hoy en dia muchos podemos disfrutar de la maravilla de tener una D. Víctor Sarasqueta.

Muy buena historia, me ha encantado

Estoy seguro de que muchas de las escopetas antiguas que tenemos, tienen una particular historia, la mayoria de las veces no cococida, pero tenerla la tienen.

En este mundo donde como persona nadie es mas que nadie, por mucha riqueza que obstente, la prepotencia, se paga y de diferentes formas, en este caso concreto le ha costado una buena escopeta y hacer y sufrir un ridiculo importante.

En favor del prepotente, decir que tenia palabra y era cumplidor de la misma.

Un fuerte abrazo.
Antonio.

Partío escribió:

Esta historia me fue contada por el hijo del terrateniente. Su padre, compró de inmediato otra Sarasqueta, pero de gama mas baja. Y aprendió, que hay que tener mas cuidado con lo que se habla. De humildad no me dijo si aprendió algo. Lo que tampoco me dijo, es si el tabernero tuvo problemas a cuenta de aquel trato.

Buena historia, Partío; una pregunta: ¿el hijo te la contó tal cual con esos matices tan importantes o han sido ciertas licencias literarias del autor del relato para contextualizar el mismo y hacerlo tan interesante?

Buena historia!!!! Me gusto

TOTEM escribió:

Partío escribió:

Esta historia me fue contada por el hijo del terrateniente. Su padre, compró de inmediato otra Sarasqueta, pero de gama mas baja. Y aprendió, que hay que tener mas cuidado con lo que se habla. De humildad no me dijo si aprendió algo. Lo que tampoco me dijo, es si el tabernero tuvo problemas a cuenta de aquel trato.

Buena historia, Partío; una pregunta: ¿el hijo te la contó tal cual con esos matices tan importantes o han sido ciertas licencias literarias del autor del relato para contextualizar el mismo y hacerlo tan interesante?

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Conocí y mucho al padre, lo ví durante muchos años montado a caballo en el pueblo y por los campos (hoy sus nietos, tambien lo hacen, pero no paran en tabernas) y muchos días que lo ví en la taberna mientras yo acompañaba a amigos mios que le iban por vino a granel a sus padres. Y ver a la mansa yegua amarrada a la verja de la taberna. Salir con la correa en la mano detrás de los niños que corrían delante de la ventana de su casa y que no le dejaban dormir la siesta... que tiempos.

Por tanto jugaba con ventaja al contar el relato. Por cierto, que a su hijo lo conocí por medio de mi suegra que era (el hombre falleció hace pocos años) pariente lejana de el, y por eso me invitó a ver lo que tenía en su casa. Ni a soñar que yo me echara, lo que me encontré en esa casa grande de pueblo. Un mueble artesano de estilos mezclados entre barroco y español hecho a medida en Badajoz, según me dijo, totalmente disimulado, pues era una librería la cual por arte de magia se convirtió en un armero de tres metros de ancho mas o menos, y llenito de cosas mas que jugosas. Una biblioteca de ese tamaño, convertida en armero en medio minuto. Un sueño. Y lo que allí dentro había... pa morirse del gusto. No imagino a donde habrán ido a parar todas esas joyas, pues nadie de su familia es aficionado a las armas.

Al final le dije : "bueno, ¿¿ y usted como pasa la revista en la G.C. de este arsenal ??. Y me dice con una sonrisa : Bueno, cuando toca, se pasa por mi casa a echar el día (almuerzo y cena con copas incluidas) un comandante de la G.C. amigo mio, y me arregla todos los papeles".

Vamos que yo viví todo eso en directo, y tambien viví lo de "Los santos inocentes" y lo que ahí se vé, ABSOLUTAMENTE TODO, lo he visto yo tal cual, sin poner ni quitar coma a lo que el señor Delibes tan perfectamente detalló. Por todo esto, creo que me puedo tomar "ciertas licencias literarias" pues lo escrito por mi, lo ví y viví muchas veces.

Saludos...

Hermosa historia. Sólo le falta conseguir alguna foto del arma