UNA NOCHE RARA

Un regalito de Viernes para mis compañeros de Foro.

UNA NOCHE RARA.

Tal que ayer, tras terminar todos los quehaceres diarios para con mis animalillos decidí y sin mucha gana, acompañar a mi amigo Ángel de aguardo una noche mas. Ya llevaba varios meses siguiendo la pista a un buen elemento que campa por el coto, pero no habíamos conseguido verlo en ninguna de nuestras salidas, a pesar de que los Angeles salen a diario.

El calor que apretaba tal y como en días anteriores y esa fatiga nos hizo esperarlos en el agua, a sabiendas de que nada mas levantarse, nuestros queridos cochinos tratarían de saciar la sed acumulada durante las horas de pleno sol. Así, a las nueve menos cuarto, ya tarde me recogía en la puerta de mi casa, pero la distancia al coto no son mas que cinco minutos, es todo un lujo.

En el camino decidimos que yo me quedaría en la primera charca y el ya que llevaba el vehículo se iría a la segunda.

Al llegar al coto el ambiente se notaba emputecido, enrarecido, con una especie de neblina rara y un aire cambiante que azotaba de todos los puntos cardinales. Bajé del coche y tras colocarme mochila, silla y rifle, antes de dirigirme a la charca comprobé una pared próxima observando que como sospechaba, los pasos estaban muy tomados.

El aire no paraba de soplar de diestro a siniestro y no me gustaba un pelo la situación. Caminé hacia la charca y al llegar comprobé que no había bañas. Bueno, beber tienen que beber en algún sitio y hasta hace unas semanas el grande ha estado haciéndolo aquí.

Ese viento azotador en el que se había convertido el aire, estaba soplando ahora con bastante fijeza, y traía consigo un polvillo extraño, raro que ensuciaba el entorno. Coloqué la silla en el mismo talud de la charca y me senté, acople la mochila a mi vera y saqué la botella de agua que siempre me acompaña. Tras dar un trago dudé un momento si cargar siquiera el rifle, al final lo hice.

Unas vacas se acercaron a tomar el último sorbo de agua del día mientras el sol dejaba tras de si los últimos rayos. Su resplandor se escondía tras el morrito de mi izquierda y la penumbra iba ganando terreno. Las terneras se resistían a abandonar la charca, por lo que decidí levantarme e invitarlas a marcharse, ya que no dejaban de mirarme y podrían ser claras delatoras ante cualquier inquilino. Una vez realizada esta sencilla operación con la ayuda de algún guijarro de mediano tamaño, regrese a mi silla y deje el rifle encima de la mochila.

De nuevo el aire azotaba con fuerza mi cara, molesto, era muy extraño, llegaba incluso a oler a humo, a candela, a quemado. Ese polvillo lo envolvía todo e impedía la vista a media distancia, era como una tormenta de arena. Las vacas se dejaron de ver por el fondo del llano de mi frente cuando un claro ruido de arroyar pasto me llamó la atención. Hacia ese lugar dirigí mi vista pero no distinguía nada entre el mar de retamas y el intenso polvo que traía el viento. Poco a poco el ruido se hizo mas claro y vi su silueta aproximarse. Ahí estaba, se acercaba un cochino.
Me tiré de la silla hacia el suelo, ya que hacía demasiado bulto al ser todavía de día, y barriga en tierra recuperé el rifle de su descanso. El cochino seguía aproximándose a la charca sin dilación alguna cara al viento pero muy escorado por lo que no podría sacarme, y hacía buen bulto, metí mi cara en el visor y por fin lo vi, por fin lo tenía metido en la retícula, indudablemente era el, un macho ya grande, muy grande. Lo seguía con el visor a medida que se hacía más y más grande y detuvo su marcha unos metros antes de entrar a la charca, entonces metí aumentos y dirigí la retícula hacia su boca. Fue entonces cuando comprobé, que aunque enorme, todavía no había llegado a la plenitud, sería un macho de unos dos años, ya despuntando navajas pero sin amoladeras algunas, por lo que decidí indultarlo. Fue entonces cuando comenzó a recorrer los últimos 20 metros que le separaban del agua, y al pasar por la vereda que usé para echar a los astados, lo vi hacer una cosa increíble. Erizó todos sus pelos, pegó la nariz al suelo como si fuese un perro y salió como alma que lleva al demonio hacia las retamas. Allí quedo parado unos minutos, hasta que comenzó a hacerme un cerco por detrás buscándome. Así, llegó hasta donde estaba echando el viento, se cargo de aires y abandonó el lugar con algo de prisa. Sin duda, llegará a ser un buen guarro.
Eran las 22:20, podría haberlo abatido de haber querido pero en un convenio entre él y yo firmado únicamente por mi parte y mi ética, sacamos algo positivo ambos y aprendimos algunas cosas nuevas, así que marchó tal como vino.

La noche se cerró y el viento no cesaba, incluso impedía a veces respirar con total tranquilidad, así que envié un sms a Ángel y en menos de veinte minutos volvíamos a casa en una noche rara, muy rara…

Qué gran relato. Gracias por compartirlo

kas escribió:

Eran las 22:20, podría haberlo abatido de haber querido pero en un convenio entre él y yo firmado únicamente por mi parte..

y os citastéis, D.m., para dentro de un par de años.

Buen relato, Carlos.

Buen relato Carlos. Seguro vuelves a tener otro encuentro con él y, ya con amolderas.

Muy bueno Carlos; Me ha encantado
Espero que os deis cita dentro de unos añitos; seguro que si...

Mucho te mueves en el puesto, creo, pero aplaudo mucho tu indulto a ese macho que -espero y deseo- te vuelva a entrar cuando haya desarrollado sus defensas. Si llegas a culminar el lance en tiempo futuro, te sabrá mejor que nada, y espero lo relates cuando llegue el día tras la noche exitosa.

Saludos.

Ese es el mi Carlitos

Por lo menos... ya os conoceis... y bien muy buena ahi por perdonarle la vida, si señor.

Buen relato y gran esperista. Me ha gustado mucho que le hayas indultado al ver perfectamente que era un macho joven sin apenas trofeo.

En las esperas hay que tener poco ansia y temple como has tenido.

gonso escribió:

Buen relato y gran esperista. Me ha gustado mucho que le hayas indultado al ver perfectamente que era un macho joven sin apenas trofeo.

En las esperas hay que tener poco ansia y temple como has tenido.

Le salvó exáctamente eso, que lo hizo a la hora que lo hizo. Ese comportamiento, ese corpachon adulto y gran porte y sus formas ya marcadas de macho, seguramente le hubiesen costado un disgusto en la penumbra de la noche.

Ahora, ese, fino va a ser mas que un krieghoff...

Bien contado, todo el mundo no tiene ese don, (sana envidia).
Yo le llamo a eso cazado y no muerto, por lo menos es lo que me gusta a mi y vengo haciendo muchos años, me gusta tomarles la vuelta conseguir verlos o que entren al cebo y desde luego como no pinte mucho el morro no apretó el gatillo, he indultado a dos en lo que va de temporada, seguro serán en su momento buenos, aunque uno de ellos la otra noche, a la semana de indultarlo, me saco por detrás y me formo una serenata de órdago, la verdad es que una hora antes mate un guarro pequeño para una buena comida de la peña, un agujerito detrás de la oreja para no estropear la carne, un patatero que le llamamos, para explicarme mejor un guarrito que por su tamaño es ideal para hacerlo con patatas al horno, 10/12 kilos de canal.
Lo que me choca un poco es que los esperes tan cerca, yo lo hacia también antes, pero ahora les doy toda la distancia que puedo y el cebo o aguadero o lo que quiera que me sirva ese día para la espera lo reviso de lejos con los primatitos, por que son muy finos y a la mas mínima ya ves. Un saludo.

Buena experiencia Carlos y no querias ir, eso que viviste no tiene precio

En este relato se nota la madurez del aguardista, viendo y valorando el cochino como debe ser, pero Carlos, si este te entra de noche con ese corpachón........
UN SALUDO