Un lance un tanto especial

Ahora que la temporada cercera ha llegado a su fin, y a modo de reflexión quisiera relatar mi último lance con un corzo o mejor para ser exacto con una preciosa corza, que me proporcionó un momento cinegético que seguro tardaré de olvidar.

Siempre y con boca pequeña (al menos yo lo reconozco) nos planteamos la superioridad o la importancia del lance frente al trofeo. Incluso hablamos de necesidad del deceso de la pieza por ser un componente ineludible y sustancial del acto de la caza.
No voy a entrar en discusiones filosóficas, pues cada vez que se han producido y yo he entrado, me han dado hasta en el carnet de identidad. Por lo que sin más intención que exponer lo ocurrido y que cada uno lo procese como le parezca paso a relatarlo con la advertencia aunque no haya testigos que convocar, que lo ocurrido es absolutamente veraz y no contiene exageración cazadora por ningún lado.

.....Andaba yo en el atardecer del viernes pasado, buscando al corzo de mis obsesiones desde que a principios de temporada y después de un impecable acercamiento, cometí al disparar la mayor pifia que seguramente haya cometido en toda mi trayectoria como cazador del copraelus, cuando desde una distancia que unos 300 metros que por supuesto para mi es estratosférica para disparar, observe en el centro de un amplio barbecho rodeado de sabinas lo que me pereció y no sé porqué “el deseado”. No obstante al calzarme los prismáticos “mi gozo en un pozo”, era una corza que ramoneaba las escasas y duras hierbas del pelao.

Decidí acercarme a una distancia prudencial de tiro, que para mi salvo excelente apoyo no va más allá de los 120 o 130 metros, y con la sana intención de esperar al Romeo de turno por si le daba por bajar y de paso dejarla viuda por duro que parezca. Pues bien el acercamiento, al borde del barbecho con el viento a favor, no fue difícil y el animal casi ni levanto la cabeza del suelo en su actividad de ramoneo.

Después de una espera de casi cuarenta minutos, yo que de natural soy impaciente, y harto ya de marcar a la corza con el visor todas las partes de su cuerpo que podían hacer de punto negro de diana, se me ocurrió la extraña idea (no sé de qué película la saqué) de intentar acercarme a la corza reptando por el pelao, es decir cuerpo a tierra y con el fusil por delante como los soldados de élite, hasta ver donde los sentidos del animal mejoraban mis dotes de comando.

Pues bien, salí del borde del barbecho debajo de un sabino grande a unos 80 metros de la corza que pastaba plácidamente. En mi favor el viento, en mi contra el pelao más absoluto, donde la hierba más alta no superaba los 10 centímetros, seca y dura de cojones que me dejó los brazo como un Cristo. Al principio era fácil, conseguí con movimientos camaleónicos y siempre que bajaba la cabeza para comer, acercarme unos metros en un lapso temporal de más de media hora.

A partir de un momento determinado, el animal parece que entró en cierto mosqueo, pues de repente levantaba la cabeza, cuadraba las orejas en mi dirección y clavaba la vista donde una cosa absolutamente inmóvil le provocaba sospechas. Mis movimientos puedo asegurar que eran más lentos que los de las leonas en el Serengueti acechando entre la hierba, pero claro sin hierba. Los movimientos reptantes consistían en avanzar con las dos manos y un movimiento rectilínio unos centímetros el rifle, y posteriormente acercar al mismo el resto del cuerpo. Pero según me acercaba y el mosqueo del animal iba in-crescendo, las pausa que entre bocado y bocado se tomaba para clavarme la vista o no sé cuantos sentidos, era cada vez mayor y llego a ser de muchos minutos o así me lo parecieron, en lo que estaba convencido que daría un respingón y ahí te quedas cañaveras. Pero curiosamente al cabo de un rato volvía a su tarea.

Serían las 9,35 h, cuando os puedo asegurar que la tenía cerquísima y que me veía cogiéndola por una pata, cuando con la vista clavada en el animal y a la que volvía a bajar la cabeza, decidí con total inseguridad pues no me creía lo que estaba haciendo, avanzar otros centímetros. Lástima que en la absoluta planicie del barbecho, hubiese la que me pareció la única y exclusiva piedra del piazo, y mira por donde estaba a un metro y medio en mi trayectoria hasta la corza. Razoné como afrontar el obstáculo, levantando el rifle de la forma más lenta posible y luego arrastra el cuerpo por encima de la piedra ya que su forma era absolutamente redondeada.

Atentos que lo bueno viene ahora. Cuando empuje con lo brazos el rifle, la piedra se levanta me ofrece su rabillo blanco, levanta las orejotas y sale disparada como cualquier liebre que se precie en dirección a la corza, a la que por supuesto ponen en aviso, y ambas prácticamente por la misma senda toman las de Villadiego y dejan al reptil (así me venía sintiendo desde hacía un rato) sin conseguir el record Guinness de la caza de corza a mano, que creo que no por ahora no lo ostenta nadie. ¡LÄSTIMA! Hubiese sido bonito aunque me cayesen alguna multa por cazar una corza sin el permiso correspondiente y otra por utilización de artes de caza indebidas, pues como bien sabéis aquí te multan hasta por respirar.
Una vez puesto en pie, y con más satisfacción que haciéndome una foto con un orazo alto, me pues a medir en pasos la distancia de donde yacía el rifle hasta donde la corza pego el apretón y salió zumbando. ¡Atentos! 21 pasos y dado que soy largo de piernas diría que no más de 20 metros.

A ver quién da más… en un pelao.

Un saludo. A disfrutar si os gusta y a sacar conclusiones si se tercia.


Pd: Lo relatado es como he dicho, absolutamente cierto y carente de exageraciones. Pero como siempre hay alguien que considera que los cazadores somos de naturaleza engañosa, para estos les puedo asegurar que se trata de un relato de ficción para entretener al Foro en este muermo estival en que nos encontramos.

Muy bueno coronel, un rececho muy trabajado
Un saludo


Pd: El sábado me puse a 21 m. de un cochino (cochina creo). La bicha estaba en mitad de un carril y andando por este me le clave encima. Dire en mi defensa que se veía lo justo para jurar y que el aire me venia de lujo. Cuando decidió irse me paso a 7 u 8 m. y no se entero.

Coronel escribió:

. Atentos que lo bueno viene ahora. Cuando empuje con lo brazos el rifle, la piedra se levanta me ofrece su rabillo blanco, levanta las orejotas y sale disparada como cualquier liebre que se precie en dirección a la corza, a la que por supuesto ponen en aviso, y ambas prácticamente por la misma senda toman las de Villadiego y dejan al reptil (así me venía sintiendo desde hacía un rato) sin conseguir el record Guinness de la caza de corza a mano, que creo que no por ahora no lo ostenta nadie. A ver quién da más… en un pelao.

Vaya acercamento bueno, 60 mts reptando ,y vaya sorpresa que te llevaste, , gracias por compartirlo.

Mira que los animales son astutos, pero hay ocasiones, como las que comentas, que por factores como el aire, la tranquilidad del animal y su confianza, la comida..., te metes a dos palmos de ellos y ni se enteran. Hace dos años me pasó algo parecido. Había visto un buen corzo en una zona muy querenciosa del coto. Al día siguiente volví a ver si le veía otra vez, pero no había rastro de él. Lo que si que me encontré fue una corza, que hacia unos ruidos guturales muy raros, metida en la sobra de una pequeña encina. Yo estába en un lado de una pared de pedra y ella en el opuesto a poco más de 3 metros. Me di cuenta que los sonidos venía porque tenía muha mucosidad en sus fosas nasales, y todo esto sin prismáticos. Estaba muy preñada. Pensaba que pudiera ser que estuviese pariendo, pero pude ver su natura, y me di cuenta que estaba completamente equivocado. Con las mismas me di la vuelta y el animal se quedó con sus mocos debajo de la encina.
Parece mentira, otras veces te ven a un kilómetro y mira por donde.

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Coronel escribió:

Pd: Lo relatado es como he dicho, absolutamente cierto y carente de exageraciones. Pero como siempre hay alguien que considera que los cazadores somos de naturaleza engañosa, para estos les puedo asegurar que se trata de un relato de ficción para entretener al Foro en este muermo estival en que nos encontramos.

Buen ralato ...

Bonito entretenimiento que además te vale también de entranamiento.

Os puedo asegurar, que hubo un momento en que me veía con la corza en las manos, lástima que la rabona descubriera el pastel.

Hace ya muchos, también con una corza me ocurrió algo gracioso. Estaba en una montería por la zona de Horcajo de los Montes, y una corza no hacía más que dar vueltas por el puesto perseguida por un podenco blanco más listo que el hambre, cuando agotada y con la lengua afuera, se me viene despacio y se para a escasos 20 cms de mis pies. Yo, como un trancredo sin moverme, no sabía si dejar caer el rifle, engancharla y aparecer con ella bajo el brazo como Obelix con los jabalís para sorpresa de los colegas, o como adecuadamente decidí, moverme y que se fuese, pues no debe ser tan fácil inmovilizar al pequeño cervido y si lo consigues, no se te muera de un infarto por estrés (amén que el dueño del coto se mosquee o se ponga hecho un basilísco)

Pd: Respecto de este segundo relato, hago la misma advertencia que en el primero. (Esta Pd. se la dedico a mi buen amigo Alberto, que a pesar de ser un hombre serio y de carácter adusto, tiene un gran sentido del humor.) ¡Va por usted maestro!

La liebre levantó la liebre una lástima, ya te veía corza en mano.
Estupendo el relato y muy divertido

Holland escribió:

Bonito entretenimiento que además te vale también de entranamiento.

Javier, yo siempre que veo una corza hago lo mismo, espero al Romeo y si no aparece la rececho como si del mejor trofeo se tratase, pues además de ser lo que más me gusta, soy un mal tirardor a balón parado, por lo que o me acerco tanto o voy dado para hacerme con ellos.

La novedad en este caso, pues la corza ya estaba a tiro no de rifle sino de piedra, fue lo de reptar por el suelo, en lo cual yo creo que influyó que el terreno hasta la corza fuese tan llano y tan pelao, y por supuesto haber visto de pequeño tantas pelis de comandos.

Coronel escribió:

Pd: Lo relatado es como he dicho, absolutamente cierto y carente de exageraciones. Pero como siempre hay alguien que considera que los cazadores somos de naturaleza engañosa, para estos les puedo asegurar que se trata de un relato de ficción para entretener al Foro en este muermo estival en que nos encontramos.

A pulso nos hemos ganado dicha consideración, pero viniendo de donde viene el relato, tiene no sólo el beneplácito de la duda, sino el reconocimiento al buen relato y a la veracidad de los hechos.

Son, sin duda, aquellos lances que vives y en los que te metes encima del animal los que mejor sabor de boca te dejan y más recuerdas.

bonito relato, un saludo

me he embelesado, por un momento me trasladé al campo y anduve reptando a tu lado.

Muy bueno .

Que bueno

Estupendo. Vaya aproximación buena en un "pelao". Huele a campo campo. ¡Gracias!

muy bueno [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Bueno y curioso relato.