[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Sirva esta crónica como mi más sincero homenaje a nuestra sufridas y santas esposas que toleran estoicamente nuestra afición y en especial a mi mujer Susana que aguantó jornadas maratonianas de 30 km a pie tras las huellas de los búfalos (eso sí, acordándose de mi estampa).
No esperéis amigos míos que esta narración acabe con un abultado tapete de bichos grandes y antílopes por doquier, ni disparos a 400m, dobletes, tripletes y carambolas, ni demás dislates con las que finalizamos exitosamente algunas cacerías. Así pues, compañero de afición, si te gustan las ensaladas de tiros y las reses embotelladas, no pierdas más tú tiempo y salta a otro coto en el que puedas dar rienda suelta a tu imaginación.
Mozambique (provincia de Sofala), septiembre 12
Con la que está cayendo en el mundo y en nuestro país en especial, estaba yo una mijina apático a la hora de preparar una escapada para este año. La insistencia de mi buen amigo Alejandro para que cazurreara unos días con él en su actual país de residencia, hacían flaquear mis intenciones iniciales de quedarme paradito, a esta insigne misión se le unió mi mujer que vio la oportunidad de hacer un combinado caza y playa de esos que resultan difíciles de forjar. Así pues, frente a tan dos formidables enemigos no tuve más remedio que envainármela y aceptar lo que me pusieran por delante.
Dado que viajar a Mozambique no resulta para nada sencillo, especialmente los desplazamientos interiores, necesitábamos reservar al menos 15 días para esta aventura. La cosa se empezaba a complicar, pues no podría dedicar más de 6 días de caza si queríamos disfrutar de las famosas playas del Índico.
El tiempo fue transcurriendo con un sin fin de correos, dudas y cavilaciones. Casi sin darme cuenta estaba en Mozambique y me estaba metiendo para el cuerpo, a continuación de día y medio de avión (“gracias” Iberia por complicarnos la cosa un poco más), los casi 500 km que nos separaban del campamento por unas carreteras sencillamente infernales. Señores, eso no son socavones, son tumbas a cielo abierto, arcenes?, já, qué es eso?; con los camiones, no te preocupes que ya me quito yo de mi “carril “ para que tu no pilles el bache en el tuyo. Ya no sabía si iba más tiempo por la carretera o fuera de ella. En fin una delicia para comprobar las lindezas del país; que en 400 km haya una sola gasolinera pase, pero que llegues y no tenga combustible empieza a poner la situación un poco crítica.
Llegada bien de noche al campamento, nos hace gracia los carteles que veíamos por la pista de “peligro paso de elefantes”. Recepción discreta de uno de los PH, me extraña que no salga el otro a recibirnos, me comentan que está con Malaria, vaya¡, bien empezamos. Cena rápida y a la piltra.
Primer día de caza
Toque de retreta a las 7:00, agradezco el detalle de dejarnos dormir un poco más aunque me parece bastante tarde. Desayuno y a probar los rifles. Aparece el otro PH y dueño de la concesión. Tiene los labios reventados por la fiebre de la malaria, no está muy católico, no. Decidimos que cazaríamos, hasta que se pusiera bien, los dos cazadores con el PH que estaba en condiciones. Dado que teníamos que pasar por el río a la concesión del búfalo, intentaría en el trayecto mi compañero tirar un cocodrilo que mereciese la pena.
Foto 1
Prueba de rifle, un Blaser del 375 con visor Swarovski de 1.5-6, bien. Saco la primera bala y oiga, mire usté que esta bala no es de aquí (vamos no es que sea un experto en balística, pero una bala de un 416 como que no la digiere mu bien un 375), respuesta del "pofesional", si está en la caja es que es de ese rifle, me coge el rifle de las manos le mete la bala y le mete un cerrojazo p'lante que lo espabila, coño, pienso yo, desde luego con esas leches el pobre rifle tira con lo que sea. Ni que decir tiene que queda el cerrojo trabado y que lógicamente ya no va ni para atrás ni para adelante. Anda que con menuda joyita he topado, le vuelvo a coger el rifle y mientras mi compañero lo sujeta del caño tiro para atrás con todas mis fuerzas hasta que logro desatascarlo.
Luego todo son excusas, que qué diantres hace esta bala aquí, que si no llevo las gafas de cerca, que sí, que si,..., que sí, pensaba yo, que me pasa esto delante de un búfalo o hipo cabreao y no veas la gracias. Bueno, solventado el tema lo quedo fino con swift a-frame de 300 grains y salimos echando leches para el río. El paisaje es precioso, el Zambeze lleva un caudal que impresiona y nos cruzamos con numerosos hipopótamos que rápidamente se sumergen. Algunos cocodrilos se dejan escurrir por la orilla, son pequeños dice el PH, no más de 2m (si, si, vamos una lagartija de las de aquí).
Arribamos tras media hora de barco al punto de desembarco. El tiempo transcurre mientras esperamos al régulo (jefe de la comunidad) para que haga la ceremonia del búfalo, pues los pisteiros no quieren empezar si no tienen la bendición de sus ancestros. Son las 9:00 de la mañana y el sol empieza a apretar con ganas. Estos tiempos muertos en la caza me desesperan. Por fin el PH se decide, el régulo no viene y ya hemos perdido toda la mañana, así que guste o no guste empezamos a andar, los pisteiros refunfuñan. Son las 9:30 y aquello parece una película de las de tarzán, dos trackers, un porta rifle (para el PH, yo no suelto mi rifle ni para ir al baño), dos porteadores para el agua, cazador, PH y tres acompañantes,..., joé esto es una comitiva y lo demás tontería, no me hace gracia tanto follón, pero es lo que hay. Vamos encontrando grupos de mujeres y niños trabajando en las machambas (huertas), aquí el hombre se dedica a la vida contemplativa, la mujer es la que trabaja. La esclavitud sigue existiendo, pues los hombres compran a las niñas cuando tienen 12 ó 14 años, para convertirla en su "mujer", cuantas más mujeres, más machambas y más prestigio, son normales las familias de ocho, veinte y hasta treinta hijos, no saben ni la edad que tiene, no hay censo, no hay sanidad, no hay escuelas, no hay electricidad, no hay nada del estado del bienestar y sin embargo la gente subsiste. Los niños corren al vernos, la mayoría jamás ha visto un blanco.
Son las 11:30h el sol aprieta y las provisiones de agua van cayendo, no existen caminos para coche, pues sí va a ser que esto esta virgen, al menos para la caza. Llegamos a una zona en la que ya hemos pasado casi todas las machambas, la selva se empieza a adueñar del terreno, sólo hay selva y altos pajonales que te cubren por completo, buff, esto dista mucho de ser la típica planicie donde ves antílopes en la lejanía; al menos el terreno es llano lo que facilita la caminata. Topamos con un grupo de hombres y el PH le empieza a interrogar sobre los búfalos, todos hablan el dialecto sena y sólo unos pocos hablan bien portugués. El PH pregunta hay búfalo, ha, ha, responden al unísono señalando una dirección, también. hay liao y elefante, pero bastante más metido, cerca de la frontera con Malawi, vaya, esto refuerza mis intenciones de no separarme del rifle.
Nos dirigimos al lugar indicado, pronto damos con unas lagunas, el PH indica a los pisteiros que las bordeen y busquen rastros. No tardan en dar con el primero, es un búfalo solitario y grande, vamos siguiendo sus huellas, el profesional sonríe, el rastro es fresco, no más de dos horas. El tiempo va transcurriendo y la columna marcha silenciosa, pajonales y mato de selva se alternan. Hacemos un alto, son las 15:30, las huellas indican que el búfalo corre, normal, el viento no para de revocar para todos lados y el PH cada vez que agita su saquete de ceniza comprueba como el viento lo dispersa en todas direcciones, frunce el ceño.
Foto 2
Manda adelantarse a un par de pisteiros para comprobar si el búfalo ha bordeado el mato, vuelven rápido, han encontrado huellas frescas de un grupo que se ha internado en la selva, así que con el máximo sigilo posible nos internamos dentro de ella. Siempre el mismo orden, dos pisteiros, profesional, yo y el resto de la comitiva tras de mí. El PH me pide siempre que deje una distancia de 2m con él para que se pueda mover con facilidad ante una eventual carga, es un hombre que transmite confianza y su Brno del 458 Express transmite más seguridad todavía.
Estamos muy cerca , las cagadas muestran fácilmente que estamos encima de ellos. Unas gallinas de guinea levantan el vuelo sobresaltándonos, al segundo toda la selva se mueve, a no más de 15m arranca el grupo, el puñetero aire nos ha delatado. Esta iba a ser la tónica general de todos los días de cacería. Miramos el reloj, son las 16:30, hay que volver, ya que anochece sobre las 17:30. Llegamos agotados al barco, no está mal para el primer día, comprobamos la distancia que anduvimos en el GPS, 21 km y vaya vueltas que nos han dado, parece que jugásemos al escondite.
Cenamos plácidamente, comentamos alrededor de la hoguera la mala suerte del viento; así no hay quien cace el búfalo, nos comenta el PH y menos en terreno tan cerrado.
Segundo día de caza
Otra vez a las 7:00, esto ya no me gusta y se lo digo al PH, es demasiado tarde, amanece a las 4:30 y estamos perdiendo las mejores horas del día. Según parece es que el régulo ha quedado a las 8:00 para la ceremonia del búfalo, conones con la ceremonia¡¡¡
Por supuesto llega tarde, hacemos el ritual, ahí nada más que se ve alcohol. Estos buscan la mínima oportunidad para ponerse morados, menos mal que nuestros pisteiros no se quedan a la celebración posterior. Arrancamos a las 10:30, joer cada día más tarde, me desespera el ritmo africano. Vamos otra vez a la zona de lagunas a ver si cortamos pistas de la noche anterior. Casi dos horas después localizamos las primeras pistas buenas, nos ponemos sin parar a seguirlas. En dos ocasiones llegamos hasta ellos, el viento sigue revocando, tropel y a correr; qué difícil es ver algo aquí¡
Foto 3
Para complicar más la cosa, la selva y los pajonales están llenos de Feijão macaco (buffalo beans), el PH con sus pantalones cortos tiene las piernas destrozadas de rascarse, le damos pomada antihistamínica. Incluso con pantalones largos y camisas sientes el picor. El PH confiesa que en una ocasión un cliente se le llegó a desmayar de los picores.
La tarde se nos echa encima, no hemos comido, tan sólo una manzana y mucha agua. El PH decide cambiar de táctica a tenor del aire, hemos localizado a un macho que se ha internado en un mato no demasiado grande, así que intentamos una batida. Con el aire a nuestro favor, nos colocamos en una punta mientras los pisteiros entran dando voces por la otra. Como estos bichos sean como nuestros guarros se nos va a colar por abajo que es donde está más sucio, el PH debe pensar lo mismo que yo, así que me dice que nos desplacemos los dos solos hacia abajo un centenar de metros. A los 10 minutos empiezan a sonar las voces y al momento el crujir de ramas, seguros fuera, rifles encarados, selva que empieza a moverse y el muy ladino que pasa a no más de 15m de nosotros sin darnos oportunidad. Ha sido emocionante, menudo puesto de montería; mi mujer también lo ha sentido muy cerca, tanto que le preguntó a nuestro amigo si se subía al árbol que tenía más cerca.
Era la última oportunidad del día, tocaba regresar, estamos bastante cansados, el GPS llega a los 30km, esa noche empezarán a aflorar las ampollas, el calor y grandes caminatas no son buenas compañeras de los pies. La tertulia alrededor del fuego es más corta de lo habitual debido al cansancio.
Tercer día de caza
En teoría tanto el PH como mi amigo se deberían marchar ya en busca de su elefante, por solidaridad conmigo deciden apurar ese día conmigo para conseguir el búfalo e intentar el cocodrilo, lo agradezco pero decisión equivocada; a pesar de ponernos en marcha a las 5:00 sobre medio día decido dar por acabada la jornada, hemos levantado en una ocasión un grupo de búfalos bastante numeroso, como siempre el joío viento nos estropea la entrada. Me siento incómodo “puteando” a mi amigo y más a sabiendas que con el aire así poco podíamos esperar, así que le digo que volvamos al río a intentar el cocodrilo, son las horas de más calor y es cuando tienes más oportunidad de tirar a un buen ejemplar tomando el sol.
El día va transcurriendo, vemos bastantes cocodrilos, ninguno del tamaño esperado. Registramos algunos puntos en los que tiene localizados grandes ejemplares, incluyendo uno que se había comido a una niña esa misma semana. Nada, parece que saben que los estamos buscando. El sol cae y en el último momento localizamos una familia de hipopótamos, el PH me indica que vamos a intentarlo, le digo que no quiero tirar desde la barca, me parece un tiro al blanco con muchas posibilidades de herir. Dejamos la barca y a la mayor parte del personal en tierra. El PH, un pisteiro y yo nos adentremos por unos cañizares, avanzamos tapados hasta unos 50m de donde se encuentran. Se sumergen a ratos, cada vez que emergen busco el gran macho, pero nada, sólo hembras y machos jóvenes, este bicho es bastante listo, se ha debido de oler la jugada y ha desaparecido, esperamos durante un largo rato hasta que anochece.
Foto 4
Cuarto día de caza
Esta vez sí madrugamos, son las 4:00 y rápidamente nos ponemos en marcha. Ya no nos acompaña el PH, ni mi amigo, pues se han marchado a por el elefante, le echaré bastante de menos, especialmente en el campamento. Me acompaña el otro PH, es el primer día que sale, sigue hecho polvo, prácticamente no anda y levantarse o sentarse es un suplicio, con fiebre y dolores en las articulaciones es más un estorbo que una ayuda, aun así es que el que patronea la barca.
Nos dirigimos a buscar a un hipopótamo que ha enviado al hospital a un nativo un par de días antes al hundirle la barca, no es su primer ataque, debe ser un mal bicho. Llegamos a la zona por donde suele deambular y al poco emerge a pocos metros de la barca, ¡menudo cabezón¡, rápidamente desaparece. El PH me dice que me prepare, le digo que no me apetece para nada tirarlo así, el insiste que es la única forma. Su táctica consiste en acosar al Hipo, para que este cabreao asome la cabeza y le pueda tirar, pero si no asoma más de dos segundos¡, cómo pretende que lo tiré así? Tras una hora de jugar al gato y al ratón, pues aparecía y se sumergía, volvía a aparecer 500m más allá, en fin, para mí una auténtica pérdida de tiempo, así que le digo que así nones, que nos vamos a recechar desde las islas que quedan el río.
Foto 4a y 4b
Entrado el PH en razón, vamos chequeando islas, orillamos el bote, pie a tierra y a buscar. La escena se repite y en una de estas vemos que viene uno de los pisteiros corriendo desde la otra punta de la isla. Nos indica que hay un grupo numeroso donde destaca uno enorme. Le digo al PH que mejor vamos solos el pisteiro y yo, por aquello de no meter bulto, a mi mujer no le agrada la idea pero aceptan. Nos vamos adentrando en los herbazales y zonas de cañas, ya se empieza a entrever y escuchar el grupo a través del follaje, los últimos metros los hacemos reptando.
Foto 5
Ya no podemos avanzar más, estamos muy cerca, no más de 30-40m, simulo puntería y la hierba no me deja apoyar en la mochila, mierda¡, están casi completamente sumergidos, al borde de la arena pero metidos en el agua, menos mal que me he traído una horquillita de esas para tirar sentado, la abro a tope y ahora sí, la puntería es firme. Están todos mezclados formados un amasijo de hipos en el que me resulta imposible diferenciar al gran macho, por fin se separa hacia la derecha colocándose atravesado, no hay dudas, es él, le sitúo el punto en el oído y aprieto el gatillo, los 300 grains de la bala blindada hacen su trabajo, la escena es espectacular, mientras los demás se sumergen rápidamente, éste se eleva hacia delante y cae de espaldas lentamente con las cuatro patas por alto, ¡vaya monstruo de cuerpo¡
El hipo se hunde rápidamente, uy, uy, uy, eso no me gusta nada, la corriente del Zambeze es muy fuerte. Mi pisteiro sale corriendo hacia el hipo (¿para qué, es que pretendía agarrarlo?) y desaparece en una poza que no se veía, sale del agua con cara de espanto. Llega mi mujer y el PH se va a buscar el bote, les confirmo que con seguridad está muerto, pero se ha hundido. Llega el bote, desde él, el pisteiro con un remo tantea el fondo para intentar localizarlo, por fin dan con el Hipo, se ha desplazado unos metros desde el punto donde se hundió, el PH urge al pisteiro para que se zambulla y le ate una cuerda a una pata para que no se lo lleve la corriente. El pisteiro se hace el remolón, patrao, patrao, hay muchos cocodrilos y es peligroso..., los minutos empiezan a pasar y mi cabreo va en aumento, a qué se lleva el bicho la corriente y ya la tenemos liada? Como veo que no hay intención, decido tomar la iniciativa, así que empiezo a desvestirme, dónde vas, pregunta mi mujer, a atarle la pata yo mismo, hasta que no me meta yo en el agua el pisteiro no lo hará, dicho y hecho una vez dentro y entre los dos, conseguimos atarle la pata al hipo. El PH se reía, es el primer blanco que se vaya en el Zambeze, decía. (mirad las foto de un bicho que había matado el ph, ojo que está sin cabeza)
Foto 6
Foto 7
Una vez asegurado el hipo, esperamos los refuerzos, como de la nada empiezan a surgir tíos de en canoas, las ganas de carne es mucha pues no la prueban en meses. Entre un par de docenas y haciendo rodar el hipo lo logramos asentar en tierra firme. Sesión de fotos rápidas y empieza el desembarco con la carnicería. El patrao y el pisteiro intentan poner orden en aquel caos de catanas. Cuando abandonamos la isla ya superan el centenar de personas intentando arramplar algo de carne, no hay problema, son varias toneladas que contentarán a los nativos, esa noche los tambores sonarán con más intensidad.
Foto 8
Foto 9
Foto 10
Perdido el día con el avío del hipo, aprovechamos para hacer algo de turismo por la zona visitando un par de poblaciones cercanas. Tendríamos todos que ver cómo se vive allí para que dejásemos de quejarnos todo el día.
Quinto día de caza
Retreta a las 3:30, hay que aprovechar las horas más frescas. Nos adentramos por unos recovecos del río a fin de acortar distancia, sorprendemos a varios hipos y cocodrilos a escasos metros, algunos prácticamente encima, a esa distancia impresionan de verdad, parece que se van a montar en el bote y vamos navegando casi a oscuras.
Amanece y ya estamos casi en la zona buena, el PH va fatal, no llevamos ni una hora andando cuando se tumba, casi no puede más, la malaria no parece nada buena a su edad. Le pregunto qué tal está y se sincera, no puede cazar en estas condiciones; me contesta te atreverías a ir tu sólo con los pisteiros, quillo, ¿acaso no vistes cómo me metí ayer en el río?. La idea parecería una locura, pero qué iba a hacer, volver al campamento y dar por finalizada la cacería?, por otra parte debo reconocer que lo de cazar yo solo con dos pisteiros y mi rifle como única arma no tenía mala pinta, no creo que haya mucha gente que se le haya presentado una situación como esta, así que p’lante. Le digo a mi mujer que se quede con el PH y un par de oriundos mientras yo me interno en la selva, no le agrada la idea, pero no puedo garantizar su seguridad por mucho que confíe en mi mismo, así que sin más dilación hacemos acopio de agua (cinco litros para mí) y los dos pisteiros y yo nos ponemos en marcha...
Foto 11
Parece que el viento hoy quiere darnos tregua, no hay rachas fuertes ni revoca como en los días precedentes. Me siento muy cómodo sólo con los dos pisteiros, no hacemos ruido y nos movemos con rapidez por la selva, tengo una sensación positiva. Hace unas tres horas que seguimos al mismo grupo, es bastante numeroso, calculamos que unos cuarenta ejemplares, le estamos ganando terreno pues los excrementos son cada vez más frescos, ya no hace falta meter el dedo. Hace calor, el termómetro marca casi los 38º y dentro de las zonas de mato el aire resulta difícil de respirar.
Pasamos por una zona bastante apretada, hay arbustos espinosos y vamos a gata, llevo un pisteiro delante y el otro tras de mí, al empezar a incorporarme veo la cara de pavor del pisteiro que llevo delante, sus ojos parecen que se van a salir de las órbitas, no hace falta que me dé indicación ni diga nada, a la par que quito el seguro levanto la vista y allí están ,es el pico de la manada, hay sobre seis búfalos acostados, nos hemos metido en el mismo encame encima de ellos. Sólo hay un búfalo en pie, un gran macho que tiene los ojos clavados en mí con una mirada entre desafiante e incrédula, nos separa la increíble de unos 12 metros, el olor a búfalo en la atmósfera embriaga el ambiente, siento que la manada se empieza a levantar por el lado derecho, no hay tiempo que perder, miro de reojo al pisteiro jefe, me dice por señas que es muy grande, no hace falta que lo jure.
Van a poner pies en polvorosa de un momento a otro, el búfalo está completamente de pecho mirándome, apunto al pecho y disparo, encaja los 300 grains de la norma Swift A-Frame y se pone de manos como si fuera un caballo, mientras que se da la vuelta cerrojazo al Blaser y en el momento que desaparece, prácticamente en el mismo sitio, le logro colocar una blindada de 300 grains que le coge de culo, alcanzándole el jamón izquierdo. En ese momento se desata la mundial, búfalos corriendo en todas direcciones, crujir de ramas, la selva moviéndose,..., en varios segundos todo se calma y se vuelve a la quietud inicial, miro al pisteiro y le digo que le alcanzado bien. Recargo y esperamos unos minutos. Ahora empieza lo bueno, pienso para mis adentros, aunque he de confesar que me esperaba encontrarlo nada más que llegar al tiro.
Nos ponemos en marcha, los dos pisteiros me hacen indicaciones de “las damas primero”, nos ha joío, el único arma la llevo yo, así que no me extraña su buena educación de dejarme pasar a mi primero. Llego al lugar del tiro y encuentro la sangre, al principio gotas y en algunos lugares como chorretones, bien, parece que va bien tocado. Empezamos a salir de la selva, pues vaya, ahora nos metemos de lleno en un cañizar que supera los tres metros de altura y no vemos más allá de un par de metros por la vereilla donde vamos (será que el animalico quiere darle emoción al asunto). En algunos lugares se ve como va escupiendo sangre y macha las cañas de abajo a arriba, como a bocanadas, por lo visto va tocado de pulmón.
Seguimos sobre el rastro de sangre , llegamos a un punto donde se observa que el búfalo se ha caído, los pisteiros me señalan como el búfalo va abriendo la huella izquierda como resbalando, está cojo, esa será su seña de identidad y lo que nos permitirá diferenciarlo de otros machos. El tiempo transcurre y voy perdiendo las esperanzas de encontrarlo, que malo es cuando un bicho herido queda arropado por un grupo, parece mentira, saca fuerzas de donde no las hay. La tarde se nos echa encima, lo llevamos siguiendo más de tres horas y hemos recorrido varios kilómetros. Cuando entramos en la espesura de la selva ya no se ve, todo está oscuro, es momento de retirarnos.
Le digo al dueño de la concesión que me deje quedarme con uno de los pisteiro en las lagunas a hacer un aguardo al búfalo herido, hay bastante luna y podría ver cuál es el ejemplar herido para tirarlo con claridad. Se opone con rotundidad, dice que es demasiado peligroso, más que cazar y pistear un búfalo herido sólo?, joé, como son las cosas aquí,..., una pena, con lo que me gustan los aguardos.
Llegamos al bote de noche, estamos desalentados y cansados. Mañana daremos con él, comentan. Si, si, para mí va a estar mañana aquí, pues anda que no tiene campo para esconderse... Esa noche dormiré fatal, no hago más que darle vueltas al asunto.
Foto 12
Sexto día de caza
3:30 de la mañana, que mal cuerpo, prácticamente no he descansado. Los ánimos están renovados, en una hora estamos pisando el campo. Vamos a unas lagunas cercanas a donde perdimos el último rastro, no me lo puedo creer, encuentran sangre fresca y rastros de no hace más de dos o tres horas, estos tío son la leche. Empezamos la carrera, nuevamente mis dos pisteiros y yo, vamos a un ritmo muy fuerte. Ha pasado una hora y estamos encima del grupo, parece que vamos bien, estamos en un pajonal, uno de los pisteiros se sube a un árbol a intentar divisar algo a lo lejos, nada, la visión es muy reducida, de pronto los sentimos correr, mierda¡, el joío aire ha cambiado, otra vez.
Seguimos al grupo, pero parece que esta vez la cosa cambia, el macho al que seguimos se está distanciando del grupo, no es capaz de seguir el ritmo de los demás, sabemos que es él por la huella izquierda y por que de vez en cuando deja alguna gota de sangre. Hay un tramo de aproximadamente un kilómetro en el que le contamos tres caídas, bueno, será cuestión de presionarlo. El sol empieza a calentar de lo lindo, ese día llegaré a los 38ºC y hará que el agua de la cantimplora sea prácticamente imbebible, pero había que beberla para evitar la deshidratación. Llegan a otro mato de selva y se vuelven a agrupar, cochina suerte. La película de levantarlos a quemarropa se repite en al menos otras tres ocasiones pero no hay posibilidad de tiro, ni siquiera los vislumbramos, demasiada espesura. En varias ocasiones salimos corriendo intentando cortarles, al final le pido al pisteiro que no corra, ya no puedo con mis pies, el otro pisteiro pide que descansemos, menos mal que no soy el único.
Regresamos derrotados al barco, llegaremos de noche, han sido 14 horas sin parar el GPS pasa de los 50 Km, hace cuatro horas que acabé mi última gota de agua, estoy deshidratado y prácticamente no puedo hablar, mi mujer asustada por ser de noche quería echarme la bronca, no se atreve, ve que en esos momentos soy una piltrafa de persona, no hay que hacer leña del árbol caído, cuesta entender a los cazadores. Encima pagamos para esto?
Una ducha me reconforta, no se la de litros de agua que me he bebido desde que llegué al campamento. A uno de los pisteiros le tengo que dar antiinflamatorios, le duele la cadera, yo creo que pruebo de todo lo que llevo en el botiquín...
Foto 13
Último día de caza
Este día no estaba previsto que cazara, a las 12:00 debo estar en el campamento para viajar a la playa, así que de noche ya estoy en el área de caza. Encontramos un grupo, pero ni gota de sangre, tampoco localizo la huella desplazada de mi búfalo. Llevamos ya una hora siguiendo un macho solitario, le digo al pisteiro que ese no es mi búfalo, me dice que es grande, le contesto que sí, que grande es, pero no es el búfalo que buscamos, seguimos tras él. Son alrededor de las diez, estamos en una zona de selva, mis dos pisteiros se quedan petrificados, lo están viendo, mi torpe visión no es capaz de ver allá donde sus miradas indican, lentamente indican con la mano un punto en la espesura, nada, sólo ramas y oscuridad, por fin un leve movimiento, a unos quince metros veo la oreja del búfalo sacudirse las moscas, ahora sí, levanto el rifle dispuesto a disparar, sólo veo la oreja, un trozo de cuerno y un trozo de quijada, demasiado complicado intentar un tiro de cabeza y además, cómo está, ladeado, a derecha, izquierda?, no quiero liarla otra vez.
Nuevamente el aire da al traste con la espera y el búfalo corre, no hay posibilidad de tiro, pero esta vez sólo corre un centenar de metros, sale del mato a unos pajonales, le seguimos despacio y cuando estamos a una veintena de metros arranca nuevamente internándose en la espesura. Era mi último cartucho, la última oportunidad del último segundo. Han ganado ellos, así es la caza.
Tras la vuelta a la carrera al campamento nos esperaba un divertido viaje a la playa y que queréis que os cuente de la PLAYA, eso sí que son playas, vamos que me gustan hasta mí, los hoteles de primera y la comida una maravilla. Nos esperaba unos magníficos días de relax en una playa paradisiaca a la que se llegaba en avioneta. Da gusto tener amigos que hagan que los planes salgan bien por muy difíciles que parezcan. En fin, que las fotos os hablen de este paraíso y perdón por el ladrillo.
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EL COTO
Tema: CACERIA EN AFRICA DE PACENSE 
Lun 08 Oct 2012, 16:48
