Estamos seguros...????

Leyendo el nuevo hilo sobre seguridad con las armas, me han venido a la mente tres viejas historias, de las cuales contaré dos, pues la tercera es para contarla entre copas y con amigos, los cuales podrían reírse de mí hasta partirse la mandíbula, ... pero conmigo presente para reírme yo también.

La primera, sucedió en un año tan lejano como 1972. Estudiaba yo en un colegio de pago, laico, pues había quedado hasta los mismos de los Salesianos. Allí había chavales con papás de bolsillo gordo, algunos éramos la excepción. Y hasta teníamos uno que era noble, bueno su padre era conde, y tal título pasaría a su hermano mayor.

Se llamaba Patricio. El tío era alto, rubio y de pelo rizado, haciendo honor a sus descendientes de origen británico, pataje casi borbónico, y ese don de gentes que esta gente suelen tener desde que nacen, cosa que les viene muy bien para cuando se quedan tiesos pegar sablazos a los familiares y amigos sin que estos se lo tomen en cuenta y sin que se enfaden... “ es que Patricio es así”, se solía decir con una sonrisa de condescendencia en los labios... y ya está.

Patricio el año antes, apareció un día en clase con una pierna rota y con muletas, y algún cachondo le dijo con sorna :

- Que, Patricio... ¿¿ te has caído esquiando ??

Y el otro, de la forma mas natural, pija y sin captar la guasa respondió :

- Que va chico, oye, que hemos estado el fin de semana en la finca probando la casta de unos becerros, e íbamos el capataz y yo a caballo realizando el acoso y derribo, y le fui a meter la garrocha al becerro en el anca, con tan mala pata que el bicho se tropezó justo cuando yo cargaba el peso, y me fui al suelo chico... una lata oye. Anda, firmad todos la escayola, que bien larga es.

A Patricio le gustaba la pesca, y solo en eso se gastaba el cuádruple que yo en mis modestos gastos. Ya entonces pegaba sablazos a los compañeros para cualquier cosa, después lo devolvía, eso si, después de mucho recordárselo.

Un día de verano, en el cual habíamos cateado ambos un par de asignaturas, estábamos en el colegio, y a media mañana ya no teníamos nada que hacer, y se le ocurre decir a Patricio :

- Oye tío, vente a mi casa a comer, que mi familia está al completo en Jerez y no me gusta comer solo. Se me han llevado hasta el personal de servicio.

Me era imposible decirle que no, aunque no había mucha confianza entre nosotros, su cara denotaba que no quería estar solo. Bien, allá que nos montamos un su Vespino, y nos dirijímos con gran sorpresa por mi parte a la zona donde están las casas mas caras de toda la ciudad, algunas de ellas no son casas, son palacios, y la de Patricio lo era. ¡¡ Joder, que se podía esperar... su padre era conde !!.

Impresionante, tanto la parcela y sus jardines como el palacio... digno de un noble. Y en el mejor y mas caro de los sitios. Jamás había yo visto nada igual, solo en revistas del corazón de las que compraba mi madre, cuando salían los palacios de los duques de Alba, los de Medinaceli...etc.

La cocina era mas grande que nuestro piso, y las despensas y frigorífícos habían sido traídos desde Alemania... enorrrrrrrmes, una maravilla. Nos dispusimos a comer de todo aquello, y ya cuando acabábamos, escuché un ruido raro, pero no desconocido.

- Patri tío, alguien está pegando tiros.
- Si ese es mi primo José Luis, que vive en la casa de junto y estará tirando a las latas en el jardín.

Me quedé de piedra.
- ¿¿ Que está practicando tiro al blanco en su jardín... dentro de la ciudad ??.
- Si coño, se pone a estas horas a pegar tiros con las pistolas del padre.
- Pero ¿¿ y la poli ??.
- Ya lo saben, y no vienen, no ves que nosotros tenemos muchos amigos dentro de la G.C., de la poli, y del ejército.

Aquello me dejó descolocado del todo. Pegando tiros con bala dentro de la ciudad, y nadie viene a confiscar, multar o meter presos a los irresponsables que hacen tal cosa. Joder, que bueno es ser noble y tener tanta pasta.

- Oye Paco, vente conmigo, que se me acaba de ocurrir una broma para mi primo.

Salimos al jardín, y después de andar un rato dimos a una puerta metálica que daba al jardín del otro palacio, y allí vuelto de espaldas a varios metros y con unos cascos de tiro puestos, me veo al primo, con una mesa al lado y con varias pistolas, cargadores y cajas de balas encima... mientras yo alucinaba. Terminó de tirar a una diana, y se acercó a la misma que estaba a unos 20 mts., dejando la pistola en la mesita. Patricio, se acercó con sigilo a la mesa, y yo detrás, este cogió una pistola y me enseñó el bajo de la empuñadura para que viera que no tenía cargador, y también me enseñó un cargador que estaba vacío. Lo puso en la boca de la empuñadura, y cuando vio que el primo se volvió, de un golpe de mano metió el cargador dentro, y le dice al primo con muy mala cara :

- José Luis, me tienes hasta los webos, hace ya mas de dos meses que te presté tres mi pesetas, y me llevas dando largas desde entonces, debo dinero por tu culpa, me tienes harto, te voy a pegar un tiro ahora mismo.

Tal y como lo dijo, pensé que la cosa iba en serio, pues la cara y las voces de Patricio habían cambiado, tenía ojos de loco y la cara roja de ira. El otro se cagó vivo, salió corriendo por el extenso jardín gritando:

- ¡¡¡ Patricio, suelta el arma, estás loco tío, suelta el arma que me vas pegar un tiro !!!.

Y el otro :
- Si eso quiero, quitarte de en medio so c.brón, que ya me tienes muy harto, ¡¡¡ que te pego un tiro, que te pego un tiro... !!!. Y uno corriendo detrás del otro y yo detrás para sujetarlo, pero ellos conocían el terreno, y yo tenía que ir viendo donde correr y saltar y de no pisar las flores .

El primo aterrorizado se acurrucó en un rincón de una tapia llorando y chillando, mientras le decía al otro que le pagaría ahora mismo, pero que no le matara. Yo no sabía que hacer, pues había visto que el arma estaba descargada, pero el terror del otro me tenía malo. Me miró Patricio, y sonrío, y le dice al primo :
- Bien, ahora no fallaré, esto te pasa por no pagarme.

El otro lloraba amargamente, y me fui hacía Patricio para quitarle la pistola...

- Tu estás tonto tío, que es coña, ¿¿ como te voy a pegar un tiro por tres mil pesetas ??, además, si te mato no cobro.- y se empezó a reír -.

Se levanta el primo, le quita la pistola de la mano a Patricio, quita el cargador, lo mira, tira de la corredera... y salta una bala.

- Me podías haber matado.

Patricio se puso blanco, yo no se como me puse. Nos fuimos en silencio hasta la dichosa mesita de las pistolas y José Luis empezó a recogerlo todo.

- Que sepas que no te pago un duro de las tres mil pesetas, y no voy a decir nada a la familia de esto, no vaya a ser que te crean mas loco de lo que estás. Sabes que tu padre el año pasado quería haberte mandado interno, tenía que haberlo hecho.

- Perdona tío, no sabía que... .
- Ni perdona ni nada so vaina, que me podías haber matado con las tonterías y las bromas.
- Que yo no pensaba apretar el gatillo tío.
- ¿ Y si entre carreras y saltos lo aprietas sin querer y me metes una bala ?.

La siesta fue muy callada, los tres nos pusimos a ver la tele hasta la hora del café. Entonces salta Patricio y dice muy en serio:
- La verdad, es que cuando estabas en el rincón llorando, pensé en apuntarte y apretar el gatillo para que te cagaras del todo, pero como llorabas tanto, me dio pena y no llegué a hacerlo.

Y Patricio no mentía.

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La otra historia sucedió en un campo de trap muy conocido allá en los 90, después de acabar las series los tiradores, uno de ellos que era muy de ojeos, sacó del coche una Benelli semi, y le dijo al encargado :
- Manuel, me voy a poner al contrario y me echas 100 platos, que el domingo tengo un ojeo.

Esto ya lo había hecho varias veces el veterano cazador/tirador, sin mas problemas.

Y allí se quedó Manuel tirándole platos al vejete, mientras nosotros nos fuimos al bar a tomar algo y ha hablar de nuestras cosas.

Terminamos a la par que el ojeador de platos, y yo observé como traía la Benelli con una mano en horizontal al suelo, y con la ventana de carga cerrada. No me gustó un pelo, pero no me atreví a decirle al abuelo nada al respecto.

Llegamos varios al coche, y cada cual metiendo los arreos en los maleteros mientras hablábamos a voces entre nosotros. De pronto uno se fue al Mercedes del vejete, para hablar algo de un negocio que le interesaba a él, cuando de pronto el otro apoya la culata de la Benelli en el filo del maletero del coche, y no se como, aquello pegó un tiro, que se cargó un pequeño naranjo recienplantado que estaba junto al coche.

La primera reacción de sorpresa de todos los presentes, y el otro le dice tan tranquilo :
- Coño, por poco me matas.
- Disculpa hombre no me he dado cuenta, la primera vez que me pasa.
- Pues te has librado por una cuarta, mira el naranjo como ha quedado.- dijo otro -.

El Manuel aparece y se cabrea por el naranjo, pero como el vejete era socio del club... a callar.

Hasta que los que estábamos mudos hasta entonces dijimos entre nosotros :
Esto es increible, ha podido morir un hombre en un campo de tiro tontamente, y nadie dice nada coherente sobre lo sucedido. Y ya le dije al vejete :

- Mire, por respeto a sus canas y a su experiencia no le llamé la atención sobre que venía usted con la ventana de la escopeta cerrada, y llevándola como se lleva un maletín, y esto es un arma oiga, que puede usted por un descuido matar a alguien.

Lo que se dijo después no lo diré, solo que desde entonces no dejé que nadie en mi presencia llevara un arma sin ir abierta sin importarme quien fuera y si se molestaba o no, y las repes con la ventana también abierta y el cañón para arriba.

Saludos... Enjarao.

Enjarao escribió:

Lo que se dijo después no lo diré, solo que desde entonces no dejé que nadie en mi presencia llevara un arma sin ir abierta sin importarme quien fuera y si se molestaba o no, y las repes con la ventana también abierta y el cañón para arriba.

Saludos... Enjarao.

 

Paco, despues de leerlo todavía me dura el susto, yo he vivío cosas parecidas, lo más peligroso es un tonto seguro de sí mismo. Lo que tú dices, lo primero es abrir las escopetas.

si señor, es que no acabamos de entender que son ARMAS y que matan

Buenas e ilustrativas anécdotas Don Paco , muchas gracias por compartirlas .
!!!! Muchísima precaución !!!!! Que hasta de una escoba , sale un tiro.

¡Qué bueno eres Paco, contando historias!
¿De verdad nunca has pensado recopilarlas en un libro?

Al Codillo escribió:

¡Qué bueno eres Paco, contando historias!
¿De verdad nunca has pensado recopilarlas en un libro?

Gracias Al, donde de verdad me han pasado cosas es con las motos, y las tengo publicadas en un foro de motos. La gente se mea, y les gusta. Me dicen lo mismo que tú, lo del libro.

Saludos... Enjarao.

eso fue lo que primero me dijo mi padre, de una escoba sale un tiro y amen.. he visto de todo, desde gente contigua de puesto que no usa el seguro porque a él nunca se le ha escapado un tiro, como me dijo el muy gañan a los que apuntan con el rifle cual dedo indice como tiene puesto el seguro... pero a veces los peores son los que van de francotiradores y tiran y tiran sin ver que las balas no llevan nombre y HAY QUE ENTERRARLAS. todavia recuerdo un video de un paisano que le empieza a llover balas de un melon que disparando al viso pues la bala seguia haciendo su funcion, la verdad es que pocas cosas pasan

Aún recuerdo la frase que siempre decía antes de salir las partidas de caza, en voz bien alta...

..." SEÑORES, ASEGURAOS ANTES DE TIRAR, NO VAYAMOS A TENER UNA DESGRACIA"

Y aún había vainas que se reían de la frase. Y a veces, después de la cacería, alguno increpaba a otro por que le habían pasado algunos tiros suyos a rascapelos... humanos.

"Señores, aquí no ha habido una desgracia porque Dios no ha querido..."

¡¡¡ Venga ya Paco !!!.

Lo dicho... simples humanos.

Buenas historias, Enjarao.

Tengo para contar unas cuantas similares y es bueno contar de vez en cuando estas cosas para no confiarse, que ya es sabido que de un escobón salieron una vez siete tiros de siete nudos que tenía la caña.

Toda la razón Paco, la tienes toda ... el no tomar las armas como lo que son no puede traer más que disgustos.

Yo reconozco que hará catorce o quince años encañoné a un compañero de jornada. Y tras decir eso, digo que no fui yo el culpable. En muchas ocasiones nosotros podemos extremar la prudencia pero hay un imprudente que echa al traste todos nuestros esfuerzos. Os cuento la historia y opináis.

Tenía yo 34 ó 35 años y tenia, con mis compañeros habituales (los de la universidad) arrendad una fantástica finca de menor en Villamanrique (CR). Era una finca de algo más de 800ha. casi perfectamente rectangular, siendo uno de los lados largos del rectángulo la linde -formada por un regato de agua- con una finca muy famosa de, creo recordar uno de los "Albertos"

En el centro de la finca había una casa que era empleada por los cazadores como refugio. En esa casa siempre dejábamos los coches y, en función del aire y de los factores climatológicos, se arrancaba la caza.

la toponimia de la finca era realmente graciosa puesto que había mantenido los nombres dados muchos años atrás por los pastores y así, por ejemplo, el "cerro pitillo" recibía ese nombre por lo que se tardaba en llegar a él desde el aprisco de ganado al que sustituyera la casa de la que os he hablado

Casi todos los días la cazata terminaba maneando un monte de nombre "poca leña" (por motivos bastante evidentes) que resultaba muy querencioso para las perdices.

Pues bien, al entrar en "poca leña" se decide que yo, que andaba -por pura casualidad- por las bajas, casi pegado al cereal que empezaba al acabar el monte, me adelante unos metros para cubrir el posible intento de huida (hacia adelante y hacia abajo) de la caza que se fuera levantando más arriba.

Las perdices nos arrancan largas y hacen un primer vuelo que las pone a 400 ó 500 metros más adelante (pero, básicamente, en la misma línea). En la mano se oyeron los silbidos de rigor y apretamos el paso de verdad intentando que el segundo vuelo ya fuera a buena distancia.

Y, efectivamente, el segundo vuelo se produce a 25 ó 30 metros de los caños de mi escopeta, la tomo y veo (bendita costumbre de mirar y volver a mirar más allá de la pieza) a Marcelo, un compañero de jornada (y no digo de cuadrilla porque era un invitado de Fernando), que se había adelantado como un condenado con la idea de que le ojeáramos las perdices y así él tirarle recibiéndolas. Y eso lo había hecho sin decirle nada a nadie.

Era el mes de enero y yo llevaba 7ª y 6ª y el imbécil estaba, tan tranquilo, a no más de 40 metros de mis tubos puesto tras los escobones de una jara.

Abrí la escopeta, la vacié, la desmonté y me la metí en el túnel de chaleco (cosa rara porque no suelo emplear esa prenda). Y así me fui para él a decirle "¿pero qué coño haces gilipollas?, no ves que te soplo un tiro y tenemos una desgracia de las de verdad". No tenemos que explicar aquí el daño que puede hacerle a un hombre un tiro del 7 a 40 metros (que Dios nos libre)

Pues la reacción del tal Marcelo, que debía andar por los 55 ó 58 años, lejos de pedir perdón o de demostrar que había entendido lo grave de su actuación, fue contestarme que "pero niñato (dijo niñato) a mi me vas a enseñar tú cómo hay que comportarse en el campo, me pongo como me sale de los cojones".

Yo no contesté porque me hubiera enfrascado en una pelea fea pero Fernando (que había sido de los jóvenes de la cuadrilla de mi padre y era el mayor, con mucho de la mía) se le acercó y le soltó, casi como si hubiera sido una bofetada, "vete al coche tonto del haba que además de gilipollas eres un bocazas"

Aquel día yo no plomeé bien al tal Marcelo porque Dios no quiso. Pero, con esto quiero ir a que, es absolutamente cierto que nosotros, los que llevamos armas, tenemos que ser muy responsables en su uso, está claro pero que puede haber un día en el que, tomando todas las medidas apropiadas, tengamos un accidente por culpa de un gil ansioso como el tal Marcelo.

Abrazos

Toda la razón, Antonio, servidor encontró varios Marcelos en su vida y alguno se llevó algún plomazo en el hocico, nada grave por suerte y gracias a no sé quien. Todas las precauciones son pocas si tenemos un lila por medio...y lo peor es que la escopeta la lleve él. Salud.

Conozco a cazadores que reconocen ser malos tiradores. Los menos.

Conozco a cazadores que reconocen orientarse mal en el campo. Los menos.

Conozco a cazadores que reconocen ser comodones para andar el campo. Los menos.

Conozco incluso a cazadores que reconocen que van al campo a cazar cuantas más piezas y más grandes mejor. Los menos.

Ahora bien, no conozco uno solo que reconozca ser un imprudente en el uso de las armas.

Y es que, aún de perogrullo, así es, pero este hecho debería invitar a pensar que desconfiar y dudar de uno mismo es desde donde únicamente nace la prudencia.

Querido Antonio, como se suele decir, una escopeta hasta 50 mts es considerada como carabina de guerra, mas allá es considerada como... la carabina de Ambrosio  

Al tal Marcelo ese era como para llevarlo en mi cuadrilla, primer aviso... comprensivo y al segundo... Puerta, Camino y Mondeño. Conocí yo uno que hacía lo mismo, pero el muy ruin... se agachaba o se tiraba al suelo cuando veía que podía estorbar, y así es muy dificil acertar las piezas, pues la maniobra te desconcentraba, a parte que no te atrevías a tirar a pesar de la tumbadada por miedo al desastre. El jodio se creia que se había metido Tejero entre la cuadrilla y... ¡¡¡¡ todo el mundo al suelo coño !!!!. Dos veces vino, y 3-4 veces nos hizo la maniobra y ya no mas.

Eso por no hablar de los que se mejoran en el puesto, o de los que no saben estar en retranca, o de los que... ¿sigo?. El ciento y la madre... que los pario.

Un abrazo... Paco.

Buenas, si sumamos todas las imprudencias conocidas individualmente -yo conozco 9- y podría haber de ellas 6 mortales; nos asustaríamos de la cantidad que se cometen. Podemos dar gracias a Dios de lo no ocurrido.
Saludos.

Pues sí amigo, yo de cada vez soy mas precavido, pero eso no quita que por ejemplo hace dos domingos un tío mío se cayera al cruzar un margen y yo iba delante de él. Menos mal que su escopeta estaba abierta (aleccionado por mí ha hacerlo) pero no había sacado los cartuchos. Así que de cada vez me gusta más ir solo. Parece mentira lo que le cuesta a la gente vaciar la escopeta a la hora de saltar un margen, ir por un terreno muy inestable etc.
Antes de subir al coche y enfundar lo compruebo dos veces. Ojo! que aún pasa menos de lo que podría pasar.

Absolutamente de acuerdo en que pasan muchísimas menos cosas de las que podrían pasar. Porque unas son las que vemos, que son contadísimas, y otras las que no vemos, que son legión. Y ojo que las leyes son muy claras al respecto, pero casi nadie las cumple, no porque crean que se si descargan el arma para pasar una valla o poner el seguro en monte cerrado se les va a escapar la pieza del día (que son sus excusas mas socorridas), sino por pereza u olvido. Y este olvido viene de no tener el hábito, que es el que nos hace ser organizados y correctos en todos los ordenes de la vida. Y el que nos libra de cometer errores.

Esto solo significa, que el entrenamiento al que someten a los ángeles de la guarda en el cielo, es mucho mejor que el de los marines. Pero claro, allí arriba llevan... desde que el mundo es mundo, perfeccionando su entrenamiento, y los US menos de un siglo     

Saludos... Enjarao.