El tesoro histórico de la Fábrica de Armas de OviedoDefensa ha recuperado casi medio millar de piezas de la factoría fundada en 1856
El Ministerio de Defensa ha recuperado de la extinta Fábrica de Armas de Oviedo casi medio millar de piezas entre armas, maquetas, documentos y otros elementos que constituyen un tesoro histórico legado por una factoría fundada en 1856 y que cerró sus puertas hace poco más de un año.
La fábrica de La Vega, un terreno de 120.000 metros cuadrados casi en el corazón de Oviedo, abasteció desde sus orígenes a las Fuerzas Armadas, a los diferentes cuerpos de seguridad y produjo también armas de uso deportivo para el mercado civil. Tras la privatización de la Empresa Nacional Santa Bárbara, la planta fue gestionada en los últimos años por la multinacional estadounidense General Dynamics, que en 2013 determinó su cierre para concentrar su actividad en la cercana factoría de Trubia.
Las instalaciones de Oviedo encerraban un "auténtico tesoro" en su interior que fue hallado cuando las autoridades militares se hicieron cargo de la planta en el proceso de reversión de las instalaciones, que son propiedad de las Fuerzas Armadas. Más de 400 armas, algunas de ellas ejemplares únicos en el mundo, abundante documentación, réplicas en miniatura a escala y otros elementos que forman parte de la historia han sido traslados a la sede de la Delegación de Defensa para ser restauradas y clasificadas por un grupo catorce reservistas a las órdenes del historiador Artemio Mortera, un especialista en armamento militar. "Es una colección de un valor incalculable y seria bueno que pudiera quedarse en Oviedo, para poder exponerse y ser objeto de estudio", ha declarado a Efe el coronel Vicente Bravo Corchete, delegado de Defensa en Asturias.
Algunas de las piezas recuperadas han sido guardadas en vitrinas en una planta de la sede de la Delegación de Defensa con la intención de que en el futuro la colección pueda formar parte de un museo. Los primeros fusiles "Oviedo" del calibre 7 milímetros Mauser, que se utilizaron en la guerra de Cuba y en la Guerra Civil española forman parte de esta colección, pero no son los más valiosos, según ha explicado Mortera.
El arma más rara es un prototipo de fusil semiautomático construido sobre la base de uno de repetición a cerrojo para aprovechar las piezas existentes en los arsenales. Cuando las primeras armas semiautomáticas demostraron su superioridad táctica en combate, las autoridades de la fabrica ordenaron a los ingenieros diseñarlas con el material existente. El resultado fue un híbrido que reemplazaba el movimiento manual del cerrojo por un mecanismo de toma de gases de la deflagración de la pólvora en el cañón, que, si bien era fiable, no fue aprobado por el Ejército porque lo consideró lento.
La colección incluye también una copia exacta de un Winchester de palanca en calibre 44-40 de una serie producida en Oviedo saltándose la patente de la firma norteamericana. Una de las mayores curiosidades son las replicas a escala en miniatura de armas que podrían disparar si tuviesen la munición adecuada, que fueron construidas como trabajo de "fin de carrera" por los centenares de aprendices que pasaron por las instalaciones de Oviedo y de Trubia. Eran los propios padres trabajadores quienes enseñaban el oficio a sus hijos, como ha quedado documentado en una fotografía de la época que ha sido recuperada con el resto de material.
También se guarda un libro con la firma del rey Alfonso XIII cuando en 1902 y a la edad de 16 años visitó la planta así como un reloj de péndulo francés, sistema Lambert de 1870, que registraba mediante fichas la entrada y salida de los empleados.
Otras piezas de mayor tamaño, como la campana de la iglesia y la verja de la puerta de la fabrica permanecen en el mismo sitio a la espera de que se tome alguna decisión sobre el futuro de un legado que incluye dos cañones de acero Krupp utilizados en la guerra de Cuba y una lámpara de techo de dos toneladas forjada en La Vega.
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