Matar al lobo para salvarlo
El lobo ibérico (Canis lupus signatus) está estrictamente protegido al sur del Duero. Y en lo que va de año, el Gobierno de Castilla y León ya ha sentenciado a muerte a seis ejemplares en ese territorio señalado como santuario de la especie por la normativa europea. En cambio, al norte del río este animal está considerado como cinegético y cada año se establece en la normativa autonómica el número de ejemplares que los cazadores podrán abatir esa temporada. En toda la comunidad autónoma hay censadas 179 manadas y el cupo para este ejercicio es de 143 ejemplares (además de los seis que se abatirán al sur del Duero). En Asturias, la especie ni está protegida ni es cinegética. Pero el Gobierno autonómico ha establecido un cupo para este año de 45 ejemplares, que se podrán abatir en batidas de otras especies como venado o jabalí. Ya se han matado a 18 de ellos. Y mientras tanto, en otras regiones, como en Andalucía, donde la especie roza la extinción -si es que no se ha extinguido ya-, expertos y autoridades ya comienzan a plantear la necesidad de reintroducir lobos en Sierra Morena.
El hecho de que el Ministerio de Medio Ambiente aprobase en 2005 una Estrategia Nacional de Conservación del Lobo Ibérico hace pensar a mucha gente que se trata de una especie protegida, como las aves rapaces, el oso pardo o el lince ibérico. Pero el mosaico regional y las distintas realidades existentes en cada territorio reflejan una realidad muy distinta. El experto norteamericano David Mech, investigador del Servicio Geológico de Estados Unidos y de la Universidad de Minnesota, lo resume a la perfección con una sola frase: «La gente no entiende que a una misma especie haya que protegerla en unos lugares, controlarla en otros y reintroducirla en otros, pero esa es la realidad del lobo».
Una Proposición No de Ley, presentada en la fallida legislatura pasada por el Grupo parlamentario de Podemos, En Comú Podem, En Marea y Equo, pidiendo la protección total del lobo en todo el Estado español ha puesto sobre la mesa el debate y las reacciones no se han hecho esperar. El lobo siempre despierta las mayores pasiones. Pero casi siempre apela a emociones muy polarizadas. Es al mismo tiempo una fiera temible y un símbolo de la libertad de la vida salvaje. Sin embargo, con el lobo casi nada es blanco o negro. Mientras los ecologistas abogan por su protección total y los ganaderos luchan por que se cacen más ejemplares -incluso en lugares donde está protegido- algunos conservacionistas y científicos ya han levantado la voz para dar una visión menos polarizada. En su opinión, es necesario hacer una gestión más fina que controle sus poblaciones en aquellos lugares donde causa daños al ganado y genera una elevada conflictividad social y también hay que proteger a la especie -o reintroducirla- en otros lugares donde tiene un importante papel ecológico y no.
«Es posible controlar las poblaciones de lobos para minimizar las depredaciones sobre el ganado y seguir manteniendo una población viable de la especie. Es lo que nosotros hacemos en muchos estados, incluido Minnesota», explica a EL MUNDO el propio David Mech. Y en la misma dirección apuntan algunos de los mayores expertos españoles. «La ultraprotección del lobo es una postura poco realista», opina Juan Carlos Blanco, miembro de la Iniciativa de los Grandes Carnívoros para Europa de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). «Es verdad que hay sitios donde hace mucho daño. No es descabellado hacer un poco de control poblacional», asegura.
Sin embargo, estas extracciones -como las denominan de forma eufemística las administraciones- no pueden hacerse de cualquier forma, algo que reclaman desde hace tiempo científicos y técnicos de campo. «Debería hacerse una gestión más técnica con controles puntuales conducidos con criterios técnicos y no batidas aleatorias como se hace ahora», asegura Pablo Pérez, vicepresidente de la Asociación de Guardas del Medio Natural del Principado de Asturias.
«No me parece razonable una protección absoluta, pero hay que tener claros los criterios técnicos. Hay gestiones en España que se hacen por cuestiones ideológicas o partidistas», asegura Blanco. Se refiere en concreto a Castilla y León, que tiene una «merecida mala fama» entre los conservacionistas consultados por este diario. «Que se cacen más de 25 lobos en Riaño, que linda con Picos de Europa y donde apenas causa daños, es un concepto cinegético trasnochado, una provocación cinegética que lleva a cazar lobos dentro del Parque Nacional. Esas exageraciones impiden que mucha gente apoye sus medidas en zonas donde el lobo sí hace daño», explica Blanco.
Es el caso de los seis ejemplares del sur del Duero para los que el Gobierno de Castilla León ha pedido autorización expresa a Europa para poder matarlos, ya que en esa zona el lobo está «estrictamente protegido» por la directiva europea Hábitats. En concreto, se ha autorizado la muerte de dos ejemplares en Salamanca, dos en Ávila y dos en Zamora, según fuentes de la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León. Blanco afirma que es cierto que en Ávila y en Salamanca los lobos causan muchos daños, debido a que son territorios de grandes dehesas donde es muy difícil defender al ganado, sin embargo no comparte con la administración la motivación de sus decisiones. «La gestión del lobo tiene una componente técnica y otra política que no es razonable, y ese es el caso de Castilla y León», afirma.
No obstante, la visión del control técnico del lobo choca frontalmente con la visión que defienden los grupos que llevaron la protección total del lobo hasta el Congreso delos Diputados el pasado mes de abril. «¿Qué diría la gente si se desprotegiera al águila imperial y se pudiera cazar?», se pregunta Luis Miguel Domínguez, presidente de Lobo Marley. «Pero no sólo las águilas perdiceras o aguiluchos o todas las víboras... la rata de agua también está protegida por ley y el lobo no. Sólo se trata de poner en valor al rey de la fauna española. Protegerlo igual que a un alcaraván o a una avutarda.No es una cuestión científica, es una cuestión filosófica», dice Domínguez. "No es sólo una cuestión de cantidad, sino de calidad, de calidad genética de las poblaciones de lobo que ya pasaron por un cuello de botella importante en los años 70", asegura.
Desde Lobo Marley afirman que el lobo causa daños al 0,7% de la cabaña ganadera de España. «¿Por ese pequeño porcentaje vamos a poner en riesgo a una especie como el lobo? Al lobo se le extingue con el control de poblaciones», opina su presidente.
Pero los ganaderos, quienes conviven con el lobo, no quieren ni oír hablar de la protección total, incluso aquellos más ligados al mundo de la conservación y con una visión más moderna del campo español. Xuan Valladares es doctor en Biología y secretario de Asturias Ganadera y vicepresidente de la Federación Estatal de Pastores y recuerda cómo tardó más de 10 años en reconocer que el lobo y el ganado extensivo so incompatibles en algunas zonas rurales: «Mi espíritu conservacionista me impedía reconocerlo».
Cuenta cómo algunos de sus colegas pierden 100 cabras al año a pesar de tener 10 mastines para proteger el rebaño y que conoce ganaderos que han abandonado el campo por el lobo. «El lobo tiene su sitio, pero en Asturias no puede ser como especie protegida», afirma Valladares.
Las indemnizaciones por daños al ganado eran hace años la promesa de la paz social en el monte español. Y, sin duda, han ayudado. De hecho, el Gobierno de Castilla y León acaba de reducir el tiempo de espera para recibir el pago a una media de 15 días para los ataques producidos al sur del Duero como una medida para apaciguar los ánimos. «En 2015, se pagaron 992.237,05 euros en daños causados sólo por el lobo. Y en 2013 y 2014, se superó el millón de euros», explica a este diario Manuel Calvo, director general de Recursos Naturales del Principado de Asturias. «Y en lo que va de 2016, ya se han pagado [a fecha 20 de julio] 392.114 euros», asegura.
Por dar una idea, en Castilla y León un ternero de cinco meses matado por los lobos se paga a 650 euros y una yegua preñada a 845 euros. Los pagos por daños de lobo superan los dos millones de euros anuales en España. Pero los ganaderos aseguran que se paga una cantidad muy inferior a las pérdidas reales. «Según nuestras estimaciones, se deben cobrar en torno al 20% de los daños reales», asegura Valladares. «Los conservacionistas y los ganaderos tienen una visión radicalmente opuesta», reconoce Calvo. «En el Consejo Consultivo del Lobo que hacemos cada año, para los conservacionistas el cupo de extracciones es excesivo y para los ganaderos es escaso. El equilibrio es difícil», opina. Para la mayoría de los expertos y científicos, la clave está en huir de los extremos y de la polarización de opiniones. Y basar las decisiones en criterios técnicos. «La gestión del lobo hay que hacerla a escala muy fina», explica Juan Carlos Blanco.
La clave, acabar con el conflicto social
Quizá el mayor problema de conservción del lobo es el conflicto social. Por desgracia, cada vez es menos extraño leer noticias de cadáveres de lobo o de cabezas degolladas colgando en lugares públicos como muestra de rechazo. El acto es, además de ilegal, macabro y reprobable. Pero habla de la enorme conflictividad que despierta el lobo en algunas regiones. Algo que no beneficia en absoluto a la especie. El propio director general de Recursos Naturales del Principado de Asturias, donde han aparecido las últimas, rechaza de pleno este tipo de manifestaciones: «Nos parece deplorable este tipo de actuación. Va en contra del equilibrio que buscamos», asegura. «El furtivismo es algo puntual, muy testimonial, reducido sólo a venganzas por la depredación sobre la cabaña ganadera», dice el director, que reconoce que aún existe quien se toma la vengaza por su mano contra el lobo. El problema existe. Para el grupo de defensa de la especie Lobo Marley esto ocurre por la falta de protección. «Ocurren estas cosas porque no hay un paraguas legal para el lobo», opina Luis Miguel Domínguez, su presidente, quien recuerda que lo mismo sucedía con las aves rapaces que competían por la caza antes de su protección en los años 70. «Estos lobos son cadáveres políticos que vienen a presionar a la Administración y a enseñar los dientes a los conservacionistas», opina.
FUENTE EL MUNDO
AUTOR MIGUEL G, CORRAL
Matar al lobo para salvarlo
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] vía @elmundoes