"En el Naranco estamos hartos de los jabalíes"
Vecinos del monte lamentan los destrozos y el riesgo ante la presencia masiva de suidosDANIEL LUMBRERAS - OVIEDO 26 enero 2017
«La palabra es hartos. Aparte de los daños en las huertas, es un peligro para la seguridad. Cualquier día hay una desgracia, que se hagan cargo de esto». Así resume la presidenta de la Asociación de Vecinos de El Llano, María José García, el sentir de los residentes de la falda del Naranco, que desde hace «veinte años» se enfrentan a la continua presencia de los jabalíes, que cada vez «va a más».
Mari Carmen Marcos, de Ules, denuncia que el problema con los jabalíes «es diario». Se abren paso a través de los matorrales hasta su huerto y comen las manzanas que se encuentran caídas. «Salgo yo y hacemos ruidos como si tocáramos la gaita, damos golpes para ver si se asustan, pero tienen que oírte hablar y estar encima» para que huyan, cuenta. Marcos tiene tres perros, 'Lupo', 'Panda' y 'Thor', que debe vigilar para que no persigan a los suidos. Una vez uno se escapó hasta Arlós (Llanera).
«Fue un susto tremendo», dice un conductor que atropelló un ejemplar
El presidente del Centro Asturiano de Oviedo, Alfredo Canteli, explica que «hace años que no entran» al club, pero sí a la finca adyacente. Lo hacen «prácticamente todos los días, a las ocho de la tarde».
Los jabalíes aparecen sobre todo al caer el sol, pero muchos aseguran haberlos visto de día. Es más, los vecinos refieren encuentros a todas horas, muchas veces yendo en coche, lo que obliga a ceder el paso a estos mamíferos para evitar males mayores.
Siguiendo la carretera hacia el oeste, Javier García cuida un huerto en El Llano, aunque es natural de San Lázaro de Paniceres, donde «hay muchos más» porque «no hay cacerías, es todo sitio protegido». «No hace falta hablar» de los destrozos, expone, señalando la tierra que guarda.
Propietario de varias vacas, refiere que si tuviera que cerrar el terreno para evitar el paso de los jabalíes, apenas obtendría beneficios. «Da igual que protestes que no, no te hace caso nadie. Qué más da que vengan y te paguen cincuenta euros. Entran otra vez y ya no te lo pagan hasta el año que viene», lamenta.
Continuando se encuentra Llampaya. José Manuel Pérez cuenta que ve a los suidos «todos los días. El otro día los sentí, salí y corrieron. Son muchos, por lo menos nueve de dos camadas». Afirma que en otros pueblos del monte, como Villamorsén o Villamar, sufren la misma situación.
Unas casas más allá viven los hermanos Alfredo y Fermín García. Los jabalíes arrasan el sembrado cuando pueden. Cuentan que mordisquean las patatas, pero no se las comen. «Cada vez hay más», dice Fermín. «Matan muy pocos. No digo que haya que acabar con la especie, pero vamos a ver a las señoritas por la calle Uría con un jabalí de mascota», declara Alfredo.
Tanto en el Centro Asturiano como en los otros praos toman la que parece la única medida eficaz para mantener a raya a los suidos: vallas electrificadas. Pero, aunque se los pueda alejar, los jabalíes volverán.
«En el Naranco estamos hartos de los jabalíes»
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