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 La caza, equilibradora necesaria de la biodiversidad

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MensajeTema: La caza, equilibradora necesaria de la biodiversidad   La caza, equilibradora necesaria de la biodiversidad Icon_minitimeJue 06 Ago 2020, 10:00

La caza, equilibradora necesaria de la biodiversidad
Habrá actividad cinegética si es capaz de autorregularse de forma natural o con el control del hombre para no acabar con el ciclo de caza y asegurar un número soportable de animales
Ricardo de la Rosa García
Actualizado:06/07/2020 11:20h
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La especie humana se convirtió en cazadora a la par que en carroñera para obtener los alimentos que configuraban una buena parte de su dieta hace más de dos millones y medio de años. Las primeras agrupaciones sociales humanas de cazadores-recolectores practicaban una caza de subsistencia que, podríamos considerar desde una perspectiva actual, conllevaba un uso racional y sostenible de las especies cinegéticas sobre las que ejercían sus lances. Hasta ese momento, se puede considerar que los homínidos apenas causaban un impacto a tener en cuenta entre la población animal. De pequeñas comunidades de cazadores-recolectores, en el Neolítico, hace unos diez mil años, estos asentamientos dejaron de ser nómadas y se transformaron en sedentarios, comenzando una práctica agrícola continuada y, simultáneamente, la estabulación de animales que fueron objeto de domesticación, así como la obtención de recursos varios procedentes de bosques y otras masas vegetales, lo que propició un crecimiento importante de estos grupos humanos. Y es a partir de este momento cuando se inicia una alteración del medio ambiente del planeta que, unida a diversos factores climáticos, ha provocado un cambio radical en este, que hoy en día se ha visto aún más alterado por razón de un progreso industrial y energético desmesurado.

En el devenir histórico, el hombre ha diseñado y adaptado una gestión de especies para su aprovechamiento cinegético acorde al territorio y a la diversidad de estas existentes en el ecosistema. De muy diversas formas, las distintas civilizaciones y pueblos han dejado constancia, a través de fósiles y restos arqueológicos que demuestran un estrecho vínculo entre la explotación del recurso cinegético y la conservación de determinadas especies animales y vegetales ligadas a ellos, de la preservación de ecosistemas específicos donde habitan estas especies consideradas cinegéticas para poder ejercer el derecho natural a la caza. Así se constata la sostenibilidad como razón esencial de la caza. Habrá caza si ante un determinado ejercicio de esta, cuantificado en cantidad y calidad, es capaz de autorregenerarse de forma continuada, espontánea y natural o, en su defecto, con el control y ayuda del hombre, para no interrumpir o acabar con el ciclo de caza y permitir la presencia de un número equilibrado de animales soportable por el territorio y el ecosistema que los acogen.

Los cazadores europeos
Desde este planteamiento esencial para entender la función de la caza como equilibradora necesaria de la biodiversidad, encontramos que es Europa el continente en el que los cazadores se han preocupado a lo largo de su devenir histórico en preservar el hábitat de los grupos taxonómicos en los que podemos encuadrar la gran mayoría de especies de aves y mamíferos considerados piezas de interés cinegético.


En manos del sector de la caza se encuentra la gestión medioambiental y de especies cinegéticas de una gran extensión territorial en España, que, según el Magrama 2012, es de más de 31 millones de hectáreas, identificadas a través de cotos y reservas de caza. Ante este panorama, aparecen como principales implicados en la gestión de los mismos sus propietarios, las asociaciones sociales de cazadores y, por último, la Administración pública, actores que amplían su papel responsable de cara a la conservación de las especies y el equilibrio medioambiental de esos marcos territoriales.

El cazador debe esmerarse en cuidar el medio natural
El cazador debe esmerarse en cuidar el medio natural
Al margen de la cuestión socioeconómica, de gran importancia en el ámbito rural de algunas de nuestras comunidades autónomas, la trascendencia de la caza viene dada por ser un derecho natural arcano del hombre. Quizás el más antiguo de los derechos, y generador de las primeras reglas entre los grupos humanos. También fue el origen de las primeras prácticas religiosas.

Una de las características esenciales y genuinas del ejercicio cinegético, transmitido y compilado a través de los siglos, ha sido su regulación como garante del mantenimiento de los territorios dedicados a la caza y las especies animales de interés para ello. En España, como es bien conocido, la transferencia competencial sobre la gestión de caza corresponde a las distintas autonomías, configurando un marco legal muy diverso y algo disperso que dificulta su asimilación y el ejercicio de esta entre cazadores procedentes de otras comunidades distintas a las de su domicilio.


La caza, como elemento necesario para el desarrollo de un proceso equilibrado de la ecología de las especies cinegéticas que a su vez sea compatible con un modelo eficaz de sostenibilidad del ecosistema y del territorio, obliga a establecer mecanismos eficaces de diálogo y colaboración entre los citados elementos que participan en la gestión venatoria, con una visión netamente integradora y multidisciplinar, capaces de poner a su disposición todos los recursos a su alcance para poder solucionar las amenazas tan latentes que hoy se ciernen sobre ella y afrontar con éxito los retos para encarar el futuro de su existencia. Una buena práctica de caza conlleva una indisociable gestión del hábitat para facilitar la viabilidad de poblaciones de especies de caza menor y mayor. El cazador ha de velar por la pureza e integridad genética del ecotipo de la especie en relación a su marco geográfico territorial, y para ello tiene que esforzarse también con esmero en la conservación del medio natural característico de la zona.

Especies autóctonas
Aspectos como el manejo del terreno, el aprovechamiento agrícola del hábitat con siembras de diversos cultivos, cambios de uso, roturación de la tierra, cuidado y mantenimiento de matorrales en veredas y linderos, aporte de alimento y agua a través de la disposición de comederos y bebederos al efecto, control de predadores de las especies cazables con métodos totalmente legales… influyen sobre las especies autóctonas del territorio si se llevan a cabo de forma racional y atendiendo a planes técnicos adecuados, beneficiando tanto a las cinegéticas como a las no cinegéticas. La pérdida de cultivos tradicionales, constitutivos de paisajes culturales típicos de nuestro agro, está propiciando una baja densidad de especies de caza menor importante, favoreciendo un excesivo crecimiento de ungulados como el jabalí, con los consiguientes daños que esto ocasiona. El equilibrio parece roto en este momento entre especies. Algunas de estas medidas son objeto de controversia y son esgrimidas en los conflictos latentes entre cazadores y otros colectivos.

La caza no solo tiene un marcado interés para el hombre como colaborador necesario en la conservación de la biodiversidad del territorio, también juega un papel muy importante como regulador sanitario de determinadas especies frente a determinadas enfermedades y para preservar la pureza genética de especies en un vínculo estrecho con su territorio, alejando contaminación procedente de repoblaciones con distinto perfil genético. Normalmente provocaría una introgresión genética con clara afectación a los individuos autóctonos con clara tendencia a su erradicación. Paralelamente, podemos encontrar fenómenos de un cierto grado de hibridación en pequeños grupos de población de codornices autóctonas con las japonesas.

El cazador y sus asociaciones han de cumplir de forma principal con el papel de benefactores del territorio de caza, atendiendo a una esmerada conservación de las especies cinegéticas y al equilibrio ecológico y sostenible de su biodiversidad. Pero no han de estar solos en este cometido. Hoy es necesaria la integración de grupos de especialistas multidisciplinares en una eficaz gestión de la caza que fomenten una profunda reflexión sobre su necesaria preservación como contribuyente necesario para la sostenibilidad del medio ambiente y que ayudaría a recuperar en gran medida el dinamismo que se ha perdido en el medio rural tradicional.


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