La Guardia Civil tomó declaración a los participantes en la cacería. Técnicos de la DGA harán hoy la necropsia al animal, que recibió tres disparos a corta distancia.
La osa Sarousse murió ayer abatida por los disparos de un cazador. Los hechos se produjeron en el municipio de Valle de Bardají (Ribagorza) durante una batida de jabalí en un coto en la que participaban vecinos de la comarca. La Guardia Civil tomó declaración al autor, que alegó haber actuado en defensa propia, y a los otros asistentes a la cacería. Es el tercer ejemplar de la especie protegida que muere en 2020 en el Pirineo por la mano del hombre. Además, también ayer en Palencia otro cazador mató a una osa, al parecer de forma accidental.
Sarousse, nacida en Eslovenia, tenía 21 años. Fue liberada en Francia en 2006 pero cuatro años después se trasladó a la vertiente sur y se instaló en el macizo del Turbón, donde tenía su área de campeo, lindando con las localidades que conforman el municipio de Valle de Badají.
Agentes de Protección de la Naturaleza, miembros de la Patrulla oso del Gobierno de Aragón y el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil certificaron la muerte. Según confirmaron desde la DGA a última hora de la tarde, «la muerte se ha producido como consecuencia del disparo de un cazador, que ha alegado actuar en defensa propia». Hoy se realizará la necropsia.
Disparos a corta distancia
El Seprona se ha hecho cargo de la investigación. Ayer por la tarde ya interrogó a los participantes en la batida, vecinos de los pueblos cercanos al coto. Según la versión de estos, mientras se desarrollaba la actividad cinegética, los perros movieron a la osa. Los cazadores la vieron y en un primer momento no le dispararon. El animal rebasó a uno de ellos, quien intentó alejarla gritando. Al no conseguirlo y advertir que se volvía hacia él, hizo uso del arma de fuego.
Algunas fuentes apuntan a que realizó tres disparos a corta distancia. La batida quedó interrumpida y se dio aviso inmediatamente a la Guardia Civil.
«Nadie quiere que muera un animal de una especie protegida, pero si todo ha sido como cuentan, entre la vida de un oso y la de un humano, hay que valorar esta», declaró Fernando Tello, presidente de la Federación Aragonesa de Caza. «De momento hay una investigación abierta y habrá que aclarar si fue en defensa propia», añadió.
Por su parte, los ecologistas cuestionaban la autorización de la caza en una zona tan cercana al hábitat de un ejemplar de una especie en peligro de extinción.
Sarousse era una osa solitaria, desgraciadamente poco útil a la población osera del Pirineo. No había procreado y vivía aislada en el macizo del Turbón, alejada de los núcleos de la zona occidental y la central. Periódicamente era protagonista por los ataques a rebaños y a explotaciones apícolas, seis este año en los que mató cuatro ovejas y se comió un total de 10 colmenas.
El 2020 ha sido un año trágico para los osos en el Pirineo, con tres bajas, todas por causas no naturales y atribuidas al hombre. En abril fue encontrado en el valle de Arán el cadáver de Cachou, un macho muy depredador. Inicialmente se apuntó como causa una pelea con otro macho y su posterior caída por un precipicio, pero desde el principio se sospechó de un envenenamiento. La juez decretó el secreto de sumario y finalmente, hace solo unos días, detuvo a un agente de Medio Ambiente. Además, en Ariège (Francia), apareció en junio otro cadáver abatido a tiros. Por contra, se han contabilizado seis nuevas camadas con 12 cachorros.
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