Penas y alegrías del lince ibérico
Auténtica joya que puebla nuestros montes, la presencia de esta especie en España data de la época de principios del Pleistoceno, hace unos 2,6millones de añosIndiscutible la belleza del lince ibérico (Lynx pardina), auténtica joya que puebla nuestros montes. Su presencia en España data de la época de principios del Pleistoceno, hace unos 2,6millones de años, cuando diseña su propia rama evolutiva en el árbol genealógico del género Lynx.
El eminente naturalista Ángel Cabrera publica en 1914 ‘Fauna Ibérica. Mamíferos’, obra extraordinaria difÍcil de superar. En ella describe a nuestro lince apuntando las características morfológicas que lo definen, anotando su distribución geográfica («toda la Península, en los montes y cotos alejados de los grandes centros de población. En el norte y este parece hallarse extinguido, o por lo menos es muy raro, mientras que en el centro y mediodía todavía abunda. Localidad típica, el Coto de Doñana, en el bajo Guadalquivir») y comentando las variaciones que ha tenido el nombre científico de la especie; su presencia en el sur de Francia durante el Cuaternario y en la vertiente meridional de los Pirineos; su hábitat preferido, sierras y montes de boscaje muy espeso así como los terrenos descubiertos donde abunda la maleza, especialmente la carrasca y el romero; y sus presas habituales: corzos, cervatillos, jabatos, conejos y perdices.
Considerado como pieza cinegética en la ley de caza de 1970, pasó a ser declarado en 1986 especie estrictamente protegida gracias a la ratificación por parte de nuestro país del convenio de Berna de 1986. En 2002 es declarado especie en peligro crítico para en el 2015 pasar a la categoría de en peligro.
Aparecen relatos de su caza en los libros de Abel Chapman y Walter J. Buck, ‘La España Agreste. La Caza, de 1893’; y ‘La España Inexplorada’, de 1910; y también en una obra señera y por muchos conocida, ‘Veinte años de Caza Mayor’, escrita por el Conde de Yebes en la década de los sesenta del siglo pasado y prologada por José Ortega y Gasset.
Ante la situación que atravesaba en aquellos años de la década de los noventa del siglo XX, diversas instituciones españolas, tanto comunidades autónomas como ministerios o centros de investigación, y más adelante la Unión Europea, deciden intervenir para subvencionar proyectos cuyo objetivo fundamental es el de llevar a cabo las actuaciones suficientes para conservar y recuperar sus poblaciones.
Personalmente, tuve constancia de ello cuando intervenía en el desarrollo de distintos trabajos de investigación sobre la entomofauna de los montes del Estado Lugar Nuevo y Selladores-Contadero. El estudio del lince en dichos montes tuvo su inicio en el año 1999, continuando aún, siendo su objetivo primordial solucionar los inconvenientes que impiden la presencia continua del conejo de monte, actor principal de la dieta de este mamífero. Conozco a las personas que se esforzaron en conseguirlo, todas ellas excelentes profesionales con sólidos conocimientos sobre el lince. Y lo consiguieron. El informe que publican en 2012 hace constar que el número de territorios de hembras reproductoras pasó de 2 en 2006 a 8 en 2011, y que en ese mismo intervalo de tiempo los individuos mayores de 1 año aumentaron de 6 a 26 y el número mínimo de individuos de 9 a 36. No tengo datos fiables de su estatus poblacional actual pero sé que la población ha seguido aumentando así como en aquellos otros lugares donde se han desarrollado proyectos de supervivencia. La web
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] cifra el número de ejemplares para 2020 en 974 distribuidos por Andalucía (506), Castilla-La Mancha (327) y Extremadura (141).
Estos datos confirman la posibilidad de que este bello felino cambie las penas de amenaza de desaparición por la alegría de mantenerse en este planeta durante el tiempo más largo posible.
Sin dudarlo, me uno a esa alegría por dos motivos: porque un animal castigado por diversas circunstancias remonte felizmente su existencia entre nosotros y por tener el placer de observarlo en la naturaleza, hecho que hasta los sesenta años de mi existencia me fue imposible y eso que salí al campo por primera vez con la escopeta al hombro siendo muy joven (por cierto, en plena Sierra Morena) y que visité y pateé numerosos enclaves serranos y adehesados. Lo que no cuadra en principio con el comentario de una célebre película proyectada hace bien poco en las salas de cine con él como protagonista: «que es muy ‘chulo’, que no se asusta de nada y que por ese motivo el hombre casi acaba con su presencia en España», comentario acompañado con las imágenes de un ejemplar paseando tranquilamente por la dehesa.
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