Cosas de la caza

Si algo tiene la caza en abierto es lo imprevisible que resulta.
El sábado pasado la cuadrilla de mi padre cazaba un lote que ya habían cazado la semana anterior ,pues resulta que nada más empezar ya hicieron el cupo sin soltar los perros, vieron 8 jabalís por lo alto del puerto y como buenos compañeros se repartieron el cupo de 3 entre varios  para que no los matase todos uno,sin embargo hoy acudían al mejor lote del coto y se les escaparon varias veces , resultado 2 jabalís y peleando todo el día, cuando en muchas ocasiones ahí se termina incluso antes de soltar los perros, pero la caza es eso buenas expectativas y fallo malos augurios y éxito

Así es.
La CAZA es incierta y si no lo es ya no es CAZA...

Saludos

Si dejase de ser incierta para mí perdería la gracia ,por eso no entiendo los cercones que aseguran x bocas y x pavos y x carneros medallables

Si yo te contase fernando..... ta plagao!!!!

llabanquetu escribió:

Si dejase de ser incierta para mí perdería la gracia ,por eso no entiendo los cercones que aseguran x bocas y x pavos y x carneros medallables

¿Cuántos quieres?


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Saludos

BBF escribió:

llabanquetu escribió:

Si dejase de ser incierta para mí perdería la gracia ,por eso no entiendo los cercones que aseguran x bocas y x pavos y x carneros medallables

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Saludos

Eso es como contratar una scort y pensar que has ligado
Lo siento por lo burda de la comparación

llabanquetu escribió:

Eso es como contratar una scort y pensar que has ligado
Lo siento por lo burda de la comparación

A mí me parece muy acertada.

....razón tenéis....

Beltenebros escribió:

llabanquetu escribió:

Eso es como contratar una scort y pensar que has ligado
Lo siento por lo burda de la comparación

A mí me parece muy acertada.

Totalmente.

Lo "fuerte" es, LLabanquetu, que no sólo lo piensan, es que lo dicen y a los cuatro vientos...


Saludos

Juro por el dedo de tirar que fue porque estaba escribiendo y con la tele de fondo; que por eso lo oí.
Es un programa -supuestamente de caza- con el que nos martiriza semanalmente la tele extremeña, o al menos lo pretende, porque conmigo pinchan en hueso. Si estoy atento, cambio de canal, o si alguien de mi casa quiere verlo, me levanto y me voy a la cama, que en eso como en el acordar -que dicen los portus- soy tempranero.
Pues decía que dí en oir a un "so-called" gestor de caza en su vacua perorata a los que habían llevado una escort pensando que habían ligado, "que allí, esa mañana, iban a cazar sólo jabalíes macho porque era altamente improbable que hubiese alguna hembra" (más o menos sic). Es decir, que iban a justo lo contrario de a lo que vamos la mayoría cuando monteamos a cochinos, que es a montear hembras y a brindar con champán si alguien, conocido o no, tiene la inmensa fortuna de cobrar un buen navajero.
La fatal voz en off continúa (porque ya había empezado) con la tontuna de las tradiciones, que si venga con las típicas migas con huevos fritos que nos ayudan a sobrellevar la jornada (llegar al puesto en coche y estarse tres horas sentado), que si zahones para una mancha sin mancha alguna, que si puestos dentro de jaulas para evitar el -parece ser que- inevitable ataque de los fieros jabalíes, y 14 tíos con varas de tres palos y visores de rececho para tirar a la carrera. En fin, el perenne cúmulo de idioteces que es característico del guionista de este programa esperpéntico, que suele tratar de todo menos de caza de verdad.
De seguido viene la ultima y perversa moda, que es la de, no conformes con echar unos bichos cebados en zahurdas para que los frían a tiros en un cercado sin escapatoria, la de sobrevolar con drones para meterse en lo más sagrado del monte y violar la intimidad de los futuros sacrificados, en este caso, por la pasta y el engreimiento de gente que, como decía Juan Lobón, no serían capaces de pasar un día entero en el campo sin beber agua.
Y lo que el maldito cacharro descubre es que los animales vagan sin rumbo por la sencilla razón de que no conocen el sitio y de que los perros no se atreven a recortar el metro y medio que les separa de un jetazo. Al fin y al cabo, por muy de cebadero que sean, los cochinos no están tan predispuestos a dejarse morder y se arrancan. Los perreros, que lo saben, dejan en casa a los mordedores y sacan una recova para hacer ruido y a la vez que soslayan bajas, acatan la orden de que al cochino sólo lo puede matar un disparo.
Y esta es, nos dice el ínclito comentarista, la tradición de La Montería. Donde los perros son los protagonistas.
¡¡Y una mierda para ustedes, señor mío!!

Joder que panorama describes y que cierto,lo peor es que esa imagen es la que luego nos representa,o la de un ojepo de perdices para millonetis extranjeros.Puta comercialización de la caza.
A ese respecto me surge otra duda,no os resulta " extraño" que desde principios de los 80 aún no se haya súper el récord de España de jabali,y más cuando cada vez se montes más sobre jabalí,cada vez hay más fincas cerradas y bien gestionadas,se refuerza con  pienso cereal y agua.Da que pensar que fuese con escopeta y por un pipiolo con poco bagaje montero.Ojo que a lo mejor es más real y montuno que muchísimos oros que salen en las monterías premiadas con caracola

llabanquetu escribió:

A ese respecto me surge otra duda,no os resulta " extraño" que desde principios de los 80 aún no se haya súper el récord de España de jabali,y más cuando cada vez se montes más sobre jabalí,cada vez hay más fincas cerradas y bien gestionadas,se refuerza con  pienso cereal y agua. Da que pensar que fuese con escopeta y por un pipiolo con poco bagaje montero.Ojo que a lo mejor es más real y montuno que muchísimos oros que salen en las monterías premiadas con caracola

Te despejo esa duda. No tan pipiolo, con un bagaje montero -para su edad- de muy difícil superación y fue más real y montuno que muchísimos, etc, etc.

Lo reproduzco a continuación porque viene como anillo al dedo:

Se abatió hace treinta años, desgraciadamente mucho ha cambiado la montería actual: cercones, introducciones de jabalíes de subespecies europeas, piensos especiales, manejo de rayones como si de novillos reproductores se tratara… pero nadie ha podido igualar, ni siquiera acercarse a los 136,95 puntos que dio aquel cochino.

Un halo de incertidumbre, un lance un tanto enigmático que envuelve aún más la importancia del trofeo, del que mucho se ha hablado y del que existen ciertas leyendas pero que pocos conocen con certeza.

Una gélida mañana en la que se cazaba con nieve, pocas veces nieva por esa sierra cacereña, pero la casualidad quiso que así fuese, para darle más peculiaridad e historia al lance. En plena Sierra de San Pedro, iban los perros dándolo en tres manos, la mano alta rayando la cuerda de la cuchilla de Valdesauce. Una breve ladra, culminó con una cochina machorra agarrada y pinchada.

Al poco, otra vez la mano alta sorprendió a un cochino zorreándose, la cuerda cargaba aire y no quiso trasponer la cuchilla sabiendo que ese olor a acero no podía traer nada bueno. Nuevamente se entretuvo la mano alta quedando más atrasada de las otras dos. El cochino burló a los perros por arriba paseándose por debajo de la cuerda y volteándose. Una vereda del descorche, de las usadas por las mulas para sacar los fardos de corcho, que bajaba hasta media falda era el escape del cochino; o al menos eso fue lo que leyó un perrero, con más de dos lances en su haber.

Mientras, en las manos bajeras de esa parte de la mancha, un cochino de poco tamaño burló a los perros de las otras dos manos hábilmente, subía un poco más arriba de media falda, se paraba, se venteaba, se ensotaba sin llegar a correr de los perros, sabía que iba ganando esta mano. Sólo le quedaba escapar recto hacia atrás con el viento medio sesgado de abajo a arriba, era más que suficiente para buscar un escape por los bajos, de camino a la suelta. Había vuelto a ganar la partida, maltrecho de salud pero en plenas condiciones, aquél pequeño cochino sabía lo que hacía.


En la parte alta de la mano, el perrero había leído bien las intenciones del otro cochino. Bajó con el aire al rabo por la vereda del descorche, el perrero, hábilmente, se posicionó en uno de los laterales de la vereda, tapado, para sorprender al cochino con un gesto que lo hizo pararse en seco y que obligó al cochino a espantar hacia su izquierda, volviendo a meterse en la mancha por la que había venido zorreado. Dubitativo el cochino aminoró la marcha para decidir su huida, lo que aprovecharon los perros para echársele encima, agarrándolo y posteriormente fue pinchado por el viejo perrero. Era un cochino de escándalo, sus defensas recibieron el halago de perreros y guardas en ese momento, en el que el cochino aún vivo peleaba inútilmente con alguno de sus respiraderos más que pinchados ya.


Poco menos de un centenar de metros más abajo, una escueta ladra, rara, por su sonido y porque su autor no estaba inexplicablemente en el agarre de aquél gran cochino. Faltaba un solo perro que estaba parando al pequeño cochino que se había escurrido anteriormente de las manos bajeras. Otro jau corto, seco y un tanto extraño volvió a repetirse. La algarabía del agarre había bajado de tono y un par de punteros pudieron oírlo acudiendo a la llamada. Varias voces de los otros tres o cuatro perros que acudieron se oyeron por aquella sierra cubierta de nieve. Los perros ladraban a parado pero sin embargo, los cortos toques de atención de los punteros, sonaban en diferentes lugares, distantes unos pocos metros entre sí.


Sin duda era un cochino, pero no parecía lógico que con cuatro o cinco perros encima, un cochino de aquellas pequeñas dimensiones no hubiese sido ya hecho presa. Los perros simplemente lo sujetaban rodeándolo, guardándole el aire, temerosos. El cochino no tuvo más remedio que volver por donde había escapado, cada vez llegaban más perros y el destino y aquellos dos agarres anteriores, que habían entretenido a los perros de la mano alta, quisieron que la casualidad jugase en su contra. La siguiente armada, cubierta por escasas escopetas, estaba al final de la mano bajera, en la hondonada anterior a la charca de la casa.


El cochino cada vez bajaba más, con los perros casi al rabo, cuando ya no le quedó más remedio que romper al acero con no demasiadas prisas. El cazador vio aparecer aquel cochinete de escasas hechuras, quedándolo tras el disparo, con los remos por delante. Cuando los punteros llegaron, yacía muerto un cochino de unos escasos sesenta kilos, cosido a puñaladas, con un largo hocico y con lo que parecía ser un muñón que acortaba su pezuña izquierda.

Las puñaladas lo tenían parcialmente castrado… sus excelsas defensas destacaban aún cuando el suelo ese día estaba cubierto de blanca nieve, el récord nacional de jabalí había sido abatido en un sumatorio de casualidades que Diana quiso que los perros de la mano alta se entretuvieran en sendos agarres, retrasándose y obligando a aquel viejo y escurrido cochino a volver a la mancha y a romper por aquel puesto de fortuna que acabó hábilmente cortando su huída.


Las casualidades existen y si no fuera así, este tipo de cochinos viejos, burlones y resabiados no serían abatidos. Una vez más, la caza libre, en abierto y con los verdaderos valores de la montería que pocos anteponen hoy a los resultados, siguen por delante en el ránking y en el saber hacer de la montería tradicional, que tampoco nunca será superada.

(Publicado por Félix Sánchez)

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Gon mi madre bendita que xabalin!! Había leído en trofeo una reseña cuando se cumplían 30 años pero este relato es una pasada  hace a uno vivir los lances desde la propia mancha

Imprezionante que diría Jesulin

Tarabanco escribió:

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¡"Cáspita", Tarabanco que callado lo tenías!!!!!


Saludos

Tarabanco si eres el recordman perdona la ofensa involuntaria y mi más sincera enhorabuena

No, no. Es una foto de archivo. Nada con los Higuero.

Beltenebros escribió:

llabanquetu escribió:

A ese respecto me surge otra duda,no os resulta " extraño" que desde principios de los 80 aún no se haya súper el récord de España de jabali,y más cuando cada vez se montes más sobre jabalí,cada vez hay más fincas cerradas y bien gestionadas,se refuerza con  pienso cereal y agua. Da que pensar que fuese con escopeta y por un pipiolo con poco bagaje montero.Ojo que a lo mejor es más real y montuno que muchísimos oros que salen en las monterías premiadas con caracola

Te despejo esa duda. No tan pipiolo, con un bagaje montero -para su edad- de muy difícil superación y fue más real y montuno que muchísimos, etc, etc.

Lo reproduzco a continuación porque viene como anillo al dedo:

Se abatió hace treinta años, desgraciadamente mucho ha cambiado la montería actual: cercones, introducciones de jabalíes de subespecies europeas, piensos especiales, manejo de rayones como si de novillos reproductores se tratara… pero nadie ha podido igualar, ni siquiera acercarse a los 136,95 puntos que dio aquel cochino.

Un halo de incertidumbre, un lance un tanto enigmático que envuelve aún más la importancia del trofeo, del que mucho se ha hablado y del que existen ciertas leyendas pero que pocos conocen con certeza.

Una gélida mañana en la que se cazaba con nieve, pocas veces nieva por esa sierra cacereña, pero la casualidad quiso que así fuese, para darle más peculiaridad e historia al lance. En plena Sierra de San Pedro, iban los perros dándolo en tres manos, la mano alta rayando la cuerda de la cuchilla de Valdesauce. Una breve ladra, culminó con una cochina machorra agarrada y pinchada.

Al poco, otra vez la mano alta sorprendió a un cochino zorreándose, la cuerda cargaba aire y no quiso trasponer la cuchilla sabiendo que ese olor a acero no podía traer nada bueno. Nuevamente se entretuvo la mano alta quedando más atrasada de las otras dos. El cochino burló a los perros por arriba paseándose por debajo de la cuerda y volteándose. Una vereda del descorche, de las usadas por las mulas para sacar los fardos de corcho, que bajaba hasta media falda era el escape del cochino; o al menos eso fue lo que leyó un perrero, con más de dos lances en su haber.

Mientras, en las manos bajeras de esa parte de la mancha, un cochino de poco tamaño burló a los perros de las otras dos manos hábilmente, subía un poco más arriba de media falda, se paraba, se venteaba, se ensotaba sin llegar a correr de los perros, sabía que iba ganando esta mano. Sólo le quedaba escapar recto hacia atrás con el viento medio sesgado de abajo a arriba, era más que suficiente para buscar un escape por los bajos, de camino a la suelta. Había vuelto a ganar la partida, maltrecho de salud pero en plenas condiciones, aquél pequeño cochino sabía lo que hacía.


En la parte alta de la mano, el perrero había leído bien las intenciones del otro cochino. Bajó con el aire al rabo por la vereda del descorche, el perrero, hábilmente, se posicionó en uno de los laterales de la vereda, tapado, para sorprender al cochino con un gesto que lo hizo pararse en seco y que obligó al cochino a espantar hacia su izquierda, volviendo a meterse en la mancha por la que había venido zorreado. Dubitativo el cochino aminoró la marcha para decidir su huida, lo que aprovecharon los perros para echársele encima, agarrándolo y posteriormente fue pinchado por el viejo perrero. Era un cochino de escándalo, sus defensas recibieron el halago de perreros y guardas en ese momento, en el que el cochino aún vivo peleaba inútilmente con alguno de sus respiraderos más que pinchados ya.


Poco menos de un centenar de metros más abajo, una escueta ladra, rara, por su sonido y porque su autor no estaba inexplicablemente en el agarre de aquél gran cochino. Faltaba un solo perro que estaba parando al pequeño cochino que se había escurrido anteriormente de las manos bajeras. Otro jau corto, seco y un tanto extraño volvió a repetirse. La algarabía del agarre había bajado de tono y un par de punteros pudieron oírlo acudiendo a la llamada. Varias voces de los otros tres o cuatro perros que acudieron se oyeron por aquella sierra cubierta de nieve. Los perros ladraban a parado pero sin embargo, los cortos toques de atención de los punteros, sonaban en diferentes lugares, distantes unos pocos metros entre sí.


Sin duda era un cochino, pero no parecía lógico que con cuatro o cinco perros encima, un cochino de aquellas pequeñas dimensiones no hubiese sido ya hecho presa. Los perros simplemente lo sujetaban rodeándolo, guardándole el aire, temerosos. El cochino no tuvo más remedio que volver por donde había escapado, cada vez llegaban más perros y el destino y aquellos dos agarres anteriores, que habían entretenido a los perros de la mano alta, quisieron que la casualidad jugase en su contra. La siguiente armada, cubierta por escasas escopetas, estaba al final de la mano bajera, en la hondonada anterior a la charca de la casa.


El cochino cada vez bajaba más, con los perros casi al rabo, cuando ya no le quedó más remedio que romper al acero con no demasiadas prisas. El cazador vio aparecer aquel cochinete de escasas hechuras, quedándolo tras el disparo, con los remos por delante. Cuando los punteros llegaron, yacía muerto un cochino de unos escasos sesenta kilos, cosido a puñaladas, con un largo hocico y con lo que parecía ser un muñón que acortaba su pezuña izquierda.

Las puñaladas lo tenían parcialmente castrado… sus excelsas defensas destacaban aún cuando el suelo ese día estaba cubierto de blanca nieve, el récord nacional de jabalí había sido abatido en un sumatorio de casualidades que Diana quiso que los perros de la mano alta se entretuvieran en sendos agarres, retrasándose y obligando a aquel viejo y escurrido cochino a volver a la mancha y a romper por aquel puesto de fortuna que acabó hábilmente cortando su huída.


Las casualidades existen y si no fuera así, este tipo de cochinos viejos, burlones y resabiados no serían abatidos. Una vez más, la caza libre, en abierto y con los verdaderos valores de la montería que pocos anteponen hoy a los resultados, siguen por delante en el ránking y en el saber hacer de la montería tradicional, que tampoco nunca será superada.

(Publicado por Félix Sánchez)

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Gracias Oscar por compartir un relato tan extraordinario, nos ha hecho sentir por un momento que ocupábamos el puesto de la hondonada anterior a la charca.

Precioso relato y como decís esa incertidumbre de la caza es lo que me hace salir al monte.

Sólo he ido un par de veces en mi vida de Monteria. Fue en la Sierra de San Pedro y …joder…hasta me suena que una fue en Valdesauce!!!

No lo sé cierto. Pero también nevó de lo lindo. Fue un auténtico caos a la vez que un fin de semana estupendo que no olvidaré en la vida.

Al hilo de lo que comenta llebanquetu. Toda esta adulteración de La Caza, además del agravio que supone en sí misma a la actividad, ha parido una generación de “ cazadores “ insaciables y sin tolerancia alguna a conceptos intrínsecos a la naturaleza de La Caza de animales salvajes.
Además de no tener fin a la hora de tirar caza, cobrándola o no al final, el caso es tirar mucho y matar mucho y muy grande si se acierta y si no, es un fracaso y/o un engaño. El esfuerzo físico, el esfuerzo en la búsqueda , la paciencia, la quietud en la actividad, sufrir las inclemencias, el respeto por el animal, las distintas Artes de Caza, el conocimiento de los mismos y el entorno; son algunos conceptos que, estos “ cazadores insaciables”  no solo no entienden, si no que no muestran interés alguno en empaparse de los mismos, puesto que no pueden perder el tiempo y si pierden el tiempo en estas cosas, no están matando, si no matan se fracasa porque han tirado el dinero y el tiempo. Es una verdadera lástima que vayamos a eso sin solución, con el gravísimo colateral que supone a la ya denostada imagen de La Caza.
Qué gusto releer y rememorar esos textos ya casi en color sepia del de Palomares-San Simón.

Saludos