La mirada noble de dos mastines tras resultar heridos por los lobos al defender al rebaño
Paloma Camino, la asturiana que dejó su profesión de guarda para dedicarse en cuerpo y alma a la ganadería extensiva, nos habla del lobo en Asturias tras el último ataque repelido por sus valientes mastines.
Bea Rosete | 13/04/2023 | Lobo, Ganadería
Paloma Camino, asturiana de 38 años de edad, pertenece al grupo de los denominados agromillenials, es decir, jóvenes agricultores y ganaderos en cuyas manos está el futuro del mundo rural. Son gente con mayor formación y, como consecuencia, con mayor espíritu crítico. Precisamente por eso están desencantados y en permanente lucha con la Administración.
Concretamente Paloma pone en el centro de su crítica la gestión del lobo en Asturias compartiendo de este modo una de las grandes preocupaciones de los ganaderos del norte de España.
Un camino de vida hacia la gandería
Paloma se crio con sus abuelos que se dedicaban a la ganadería bovina. Su ilusión era convertirse en veterinaria pero, por razones económicas no pudo estudiar la carrera ,así que trabajó en una clínica veterinaria a la vez que continuaba con sus labores en la ganadería. Estudió FP de grado Medio titulándose como Técnico de Laboratorio. Asimismo trabajó en el zoo de Cangas de Onís y como guarda en un coto de caza.
En la actualidad posee su propia ganadería en el pueblo de La Cueva en el concejo de Nava, en el que nació.
Nos cuenta que cuando ejercía de guarda, era una defensora a ultranza de la ganadería y siempre salió en apoyo de esta, lo que le supuso críticas al volcarse tanto en defender algo a lo que no se dedicaba profesionalmente. Por eso un día presentó su dimisión, a sabiendas de que perdía un puesto de trabajo y un sueldo estable, para dedicarse al 100% a su mayor pasión: la ganadería. La joven lidia desde hace 3 años con dos problemas: los constantes ataques del lobo y la nefasta política ambiental llevada a cabo por la administración.
Es una persona muy activa en redes sociales, concretamente en Facebook, dónde a menudo publica vídeos manifestando su descontento y evidenciando la mala gestión y la situación en la que se encuentran los ganaderos en Asturias.
Mastines para defender al ganado del lobo
Tiene ganado vacuno, ovino, equino y caprino además de perros mastines que son su “ojo derecho” y sus aliados a la hora de defender sus rebaños frente al lobo. Tal y como ella nos trasladaba, a pesar de aplicar todo tipo de medidas para ahuyentar a los cánidos estos animales “siempre vuelven”. Todos los días visita y controla a su ganado; tiene las fincas cerradas y electrificadas, y sus perros guardianes acompañan a los animales día tras día. A pesar de hacer todo lo que está en su mano por defenderlos, sigue encontrándose, muy a menudo, con potros, terneros, cabras y ovejas agonizando o ya muertos.
“Atacan todo, aunque las que peor paradas salen siempre son las ovejas porque sus características morfológicas y sus hábitos las hace más vulnerables. Son las que están por las zonas más accesibles y no tienen forma de defenderse… no tienen cuernos, no pueden cocear como un caballo ni se “enriscan” como las cabras- se lamentaba Camino. Además, muchas veces, se quedan enganchadas en los matorrales, algo que no ocurriría si la administración permitiera a los ganaderos y agricultores gestionar los montes y realizar limpiezas en los mismos como se ha hecho siempre, a través del desbroce y las quemas controladas.
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Una cabra casi literalmente devorada por los lobos.
Dinero para conservar el medio que no saben dónde acaba
Sin embargo, la realidad es otra, los ganaderos pagan unos cánones para llevar al monte a sus animales y esos cánones que, en teoría, se utilizan para conservar el medio, realmente no repercuten en él “no se sabe a dónde va a parar ese dinero, ni que se hace con él”-apuntaba Camino.
La gestión es nefasta, la administración no se preocupa por el medio rural y para colmo sancionan a las personas de los pueblos que sí lo hacen y que, sobre todo, saben cómo cuidar de él. “No facilitan llevar tomas de agua para que beban nuestros animales, tampoco permiten cavar zanjas en las cunetas para que circule el agua y no deshaga los caminos, que son al final la manera que tenemos las personas de los pueblos de acceder a las fincas y al monte en general…No ponen más que trabas”-se queja Camino.
Son los ganaderos y agricultores los que llevan a cabo acciones para cuidar y preservar el medio en la medida de sus posibilidades y es que cada vez se encuentran con más impedimentos tal y como narraba la ganadera.
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El lobo disfruta matando, asegura la ganadera.
El lobo disfruta matando
Volviendo al tema del lobo, Paloma afirma con convencimiento- ya que padece de primera mano sus ataques- que “es un animal con instinto asesino, no mata por comer, disfruta matando”. A pesar de ser un animal que cuando ataca a un rebaño mata varias cabezas y come, con suerte, una, reconoce ser una especie digna de admirar por su inteligencia y su capacidad de adaptación: “sabe cómo “torear” a los mastines para despistarlos y atacar al ganado, tienen sus propias estrategias. Pueden estar meses sin atacar pero a nadie le quepa la menor duda de que volverá pues lo que está haciendo es estudiar la maniobra. Por ejemplo, cuando se le echa colonia para espantarlos ellos ya intuyen que no hay nadie, sino que se les está intenta ahuyentar.”- comenta Camino.
En opinión de Paloma, habiendo animales más vulnerables como son los domésticos, no van a ir a cazar otros más difíciles como son las especies cinegéticas (v.g. un jabalí o un venado), especialmente las lobas, que utilizan al ganado para entrenar a los lobeznos, “haciendo verdaderas masacres”- se lamentaba Camino.
Precisamente por todo lo anterior es tan importante realizar controles de población que “los mantenga a raya”, que permita la convivencia entre los lobos, personas y ganado. En definitiva, la caza del lobo es la forma de conseguir un equilibrio entre especies en el medio.
Ahora las ganaderías son más grandes que antiguamente porque se requiere de más cabezas de ganado para vivir de ello y eso supone que se deben tener los animales en lugares distintos y, como contaba Paloma, si estas pastoreando un rebaño, no puedes estar a la vez con otro. “A menudo oyes a gente decir… “tienes que estar con tu ganado” y ¡claro que estamos y velamos por ellos!, pero no se puede estar en todos los sitios a la vez, como es lógico… ahí te das cuenta del desconocimiento generalizado que hay sobre el campo”.
A medida que las crías van creciendo ya pueden ir a zonas de mayor altitud pues tienen la capacidad de seguir al rebaño, pero cuando son todavía pequeñas tienen que estar en zonas más fáciles como son los prados y cerca de las casas para estar controlados. Hay hembras que, por diversas causas, rechazan en principio a sus crías y hay que dedicarles tiempo para que las acojan y cuiden. “A diferencia de lo que se piensa ahora, los ganaderos nos preocupamos por nuestros animales, velamos por su seguridad, y forman parte de nuestra familia, aunque ello no implique tenerlos dentro de casa como si fuera un perro porque lógicamente son animales distintos, con diferentes necesidades”-afirmaba Camino, haciendo una crítica a la corriente animalista que desconoce cómo la vida en el campo y aun así juzgan a quienes viven en él.
El negro futuro del mundo rural
Paloma ve el futuro del mundo rural muy negro y lo achaca a que “hay mucha guerra de política y la sociedad cada vez está más enfrentada”, especialmente el campo y la ciudad. La sociedad cada vez es más egoísta -a ojos de Paloma- y no se tiene en cuenta las consecuencias de los actos sobre demás. Esto se puede hacer extensivo al campo “porque las personas que lo gobiernan no están vinculadas con el mismo, no les interesa y lo tienen desatendido. Mucho ministerio y mucha lucha, pero todo desde las ciudades y eso no vale-se lamentaba Paloma-, por mucho que seas ministro de transición ecológica o de medioambiente que haya si no vives en el campo no conoces las necesidades y no puedes opinar y mandar sobre él”.
Todo son promesas y no se cumple ninguna: prometen pagar los daños y no lo hacen, ni siquiera entienden que lo que quieren los ganaderos no es dinero, sino que se cumplan los planes que velan por el bienestar de sus animales. “De poco nos vale que se nos den “cuatro duros” por animal después de muerto. El daño ya está hecho”. Y no sólo se trata de un daño material en términos de trabajo y tiempo sino de un perjuicio moral al ser cada animal, especial para sus dueños y no un número más.
“La mala gestión, la sobreprotección del lobo y el abandono del campo está terminando con el mundo rural”-concluía Camino.
En definitiva, si se acaba con el mundo rural, se acaba con la Asturias que hoy conocemos: “Asturias, Paraíso Natural”.
La mirada noble de dos mastines tras resultar heridos por los lobos al defender al rebaño
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