Después de una salida frustrada durante la brama del ciervo colorado en La Pampa, debido a la ola de calor que sufrió parte del país en marzo, decidí probar suerte con los antílopes en Buenos Aires.
Organice con el dueño del campo para estar en la estancia antes del amanecer, así cuando comenzaran a aparecer las primeras luces de la mañana, ya estaríamos entre las manadas.
Parecía que la mala suerte iba a persistir durante un tiempo más, porque hasta casi las 10 de la mañana, se mantenía una niebla que, por más que escucháramos la “toz” de los machos, nos era imposible verlos. Asi que nos acomodamos debajo de un pajonal, esperando a que se disipara.
Con el correr de los minutos, pudimos comenzar a ver con los binoculares los machos de la manada que estaba más próxima. Destacaba uno que si bien no era un trofeo, se podría considerar como cazable. Mi compañero me decía que no le tire, que seguramente iba a aparecer alguno más grande, pero después de tanto tiempo sin poder cazar, prefería asegurar mi primer macho (ya que la idea era cazar dos). Solo tenía que esperar a que comenzara a caminar hacia nosotros, aprovechando que el viento estaba perfecto. El fusil era un máuser 25-06, recargado con puntas sierra de 120gn y una mira leupold M8 de 6x42. Cuando estaba a no mas de 80 metros, centre el retículo en el pecho y espere a que girara. Efectué el disparo, y el primer macho cayo en el lugar. Nos sacamos las fotos obligatorias y a esperar a que llegara otra manada.
Transcurrida una hora, no teníamos ningún otro grupo a la vista. Debido a tareas rurales que surgieron mientras transcurría la cacería, mi compañero tuvo que volver a la estancia, así que me quede apostado solo.
No mucho tiempo después, se comenzó a acerca una nueva manada. La mayoría paso muy lejos de donde yo estaba, pero dos machos comenzaron a caminar hacia mi apostadero, en forma paralela, a una distancia de aproximadamente 120 metros.
Mientras veía al primero con los binoculares, aun con mis ojos inexpertos, notaba a que era más grande que el primero que había cazado, así que me comencé a preparar para el disparo. Estaba incomodo para efectuar el disparo, pero la distancia estaba dentro del rango en la cual me siento seguro. Cuando por fin me pude acomodar rodilla a tierra, lo llame para que se detuviera. En cuanto se freno, dispare. Inmediatamente sentí como el disparo impacto, pero para mi asombro, el macho comenzó a trotar como si no estuviera tocado. Por suerte, freno a los 20 metros y comenzó a buscarme. Como quería asegurar el segundo disparo, comencé a gatear para llegar lo más cerca posible, hasta llegar a una distancia de no más de 50 metros. Realice el segundo disparo apuntando al pecho, y ahora si cayo desplomado. El primer disparo impacto muy atrás, sin tocar ningún punto vital.
Volví a mi apostadero improvisado para comunicarle a mi compañero que había cazado el segundo macho, a lo que responde que desde donde él estaba, había una manada muy grande que estaba yendo hacia mi ubicación.
La única posibilidad de que cazara un tercer macho, era si había alguno más grande que el segundo.
A los 10 minutos, comienzan a llegar. Al principio solo eran hembras o machos chicos, pero al final de la manada, logre ver 3 machos negros más grandes que el segundo que había cazado. Elegí a uno y espere a que estuviera lo más cerca posible. Nuevamente apunte al pecho, y al igual que el primero, cayó en el lugar.
En el transcurso de unas horas, había podio concretar una de mis mejores cacerías. Espero que esta buena racha me acompañe hasta mi próxima salida, para buscar un buen axis, que hasta el dia de la fecha, lo tengo pendiente.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]