Hacía tiempo que no os daba la tabarra con mis historietas. La de hoy me sucedió hace dos días he hizo que lo pasara en grande.
SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!!
No tenía intención de contarlo, pero a medida que pasan las horas el lance de la tarde del 25 de julio, ¡¡Santiago y cierra España!!, se me presenta como digno de narración.
Por la mañana, antes de la amanecida, acudí a Guadalajara en busca de un buen corzo que había visto días atrás. Había quedado con el dueño del coto en que si me hacía con él le liquidaría el precio del precinto correspondiente. Ya se iban acabando los días sin que tuviera éxito en la empresa y había que volver a intentarlo.
Unas veces el viento, otras los ruidos al andar en un campo seco a más no poder, y otras porque el corzo es un corzo y no decidía dar la cara, los días iban pasando sin poder hacerme con él.
Esta mañana el viento estaba incierto, lleno de revoques, y por dos veces impidió que pudiera llegar a valorar un corzo que rondaba la zona de su querencia.
Cuando ya creía que la mañana terminaría malamente una vez más, apareció un corzo que a trote cochinero se dirigía a su encame en el río. Lo metí en la mira y lo valoré aceleradamente. La cuerna le levantaba bien sobre las orejas y parecía grueso de abajo. Había que decidir rápido y opté por intentar el disparo en la primera parada que hiciera en el rastrojo antes de llegar al rio.
Dicho y hecho. Corzo bonito, perro haciendo su trabajo – cumple ahora un año y lleva a sus espaldas ya mas de media docena de cobros con éxito- y fin de la historia. Una mañana de julio preciosa.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Por la tarde había quedado con mi socio de Cuenca en acercarnos al coto. Año complicado este en el que difícilmente haremos nuestro cupo. Mucha comida en el monte y los corzos reacios a salir a los limpios.
El celo ha comenzado, pero solo vemos juveniles emparejados en zonas donde sabemos que hay corzos grandes. Pero éstos no dan la cara.
Mi socio esta a punto de cerrar bolo la temporada, porque lo de septiembre se nos antoja casi imposible. Acordamos que él se fuera a la zona del coto que suele tener más movimiento, donde además él tiene visto un corzo que, sin ser trofeo, es un bonito corzo representativo y que a estas alturas de temporada se convierte en un objetivo más que razonable.
Por mi parte, después de haber hecho carne por la mañana, acudo al coto muy relajado, dispuesto a inventarme algún sitio, no explorado previamente, para probar fortuna.
Decido irme a un lugar en el que con el viento del sur la entrada al cazadero no es buena, pero como vamos a colocarnos relativamente temprano, creo que no importa.
Dicho y hecho. Entré con mi vehículo con el viento de cola y me pasé unos cientos de metros del lugar que había pensado para esperar esa tarde. Se trataba de un otero desde el que se dominaba un agua que, con estas temperaturas de estos días, 40 grados, debía ser muy visitada.
Con la compañía de mi fiel tabú subí hasta el alto y busqué una sombra y un lugar donde poder sentarme en el suelo, para no destacar mucho a la vista de los corzos.
No había pasado media hora de haberme acomodado, cuando en una parcela de rastrojo pegada al monte aparecieron dos animales. Medí distancia y me dio la bonita cifra de ¡¡350 metros!! Punto azul el que suscribe. Amarillo el Abuelo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Agarré la cámara de fotos y enfoqué con el máximo de aumentos ópticos disponibles. El macho tenía dos gruesas varas y parecía que se cortaban abruptamente por encima de las orejas. El cuerpo era robusto y tenía un buen cuello. ¡¡Pero estaba a 347 metros!!
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Había que decidir. El otero era bastante escarpado y el suelo hacía un ruido endemoniado. Bajar por el frente que daba a la zona del corzo era impensable, y por la parte de atrás era más escarpado.
Conclusión, había que intentar el lance desde donde me encontraba. El corzo parecía un corzo viejo que merecía la pena cazar.
Resitué el trípode; quité achiperres que me podían molestar, entre ellos una botella de agua que se derramó, sin yo enterarme, justo en el sitio donde puse las posaderas. Por un momento al sentir la humedad pensé que el perrete había hecho de las suyas…
Una vez recolocado ajusté la torreta e incrementé los aumentos. Tocaba tranquilizar la respiración, recordar la necesaria suavidad del índice de la mano derecha y…. esperar a que el abuelete nos diera su mejor perfil.
No tardó mucho en ponerse en posición. Lo tenía perfectamente colocado en la cruz y el viento, moderado, lo tenía en mi nariz. Suavidad en el disparo y …., polvo detrás del corzo, carrera de la corza hacia el monte y carrera del corzo en sentido contrario, hacia un reguero. Todos los datos apuntaban a éxito en el lance.
Recogí todos los achiperres y comprobé que la humedad que sentía en el trasero no correspondía a Tabú, sino a la botella de agua. Buena y mala noticia, porque no me había manchado de orín, pero iba a pasar muuucha sed.
El llegar al lugar del disparo Tabú enseguida cogió el rastro. Yo soy daltónico y no veo la sangre, pero el perro parecía tenerlo muy claro. Se encaminó zigzagueante hacia la acequia y tras 60 metros de rastro, al llegar a ella, se paró y me miró. Volvía a mirar a la acequia y volvía a mirarme a mí. Hasta que, por fin, entre la maleza del regante, fui capaz de vislumbrar el cuerpo del corzo. Animé al perrete y no se lo pensó más; se tiró a la acequia por un resbaladero y se puso a ladrar como loco.
Ya lo había conseguido. Tenía corzo y perro dentro de una acequia de unos dos metros de profundidad. ¡¡¡Buffff!!!
Pues había que hacer un trío, y allá que me deje caer yo también. Cuando vi el corzo me dio una tremenda alegría. Era el abuelo de todos los corzos… Lo agarré de la cuerna e intenté subirlo por una pared casi vertical, mientras Tabú lo enganchaba de los cuartos trasero y tiraba para el lado contrario. ¡¡Toda una ayuda!!
Finalmente cogí al perrete y lo saqué fuera y a base de advertencias y amenazas conseguí que no volviera a tirarse adentro. Mientras me quité el cinturón -menos mal que no me están grandes los pantalones- y rodeé con él al corzo por su enorme cuello y mal que bien, a base de muchos riñones, conseguí salir a superficie ¡¡con el corzo y con los pantalones!!
Ahora ya podía apreciar bien y presentarle mis respetos al abuelo de todos los corzos. Un animal único.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]No se me olvidará nunca este lance. Tanto por el animal como por el disparo, como también por el rastro de Tabú y por último por la satisfacción del cobro con gran esfuerzo físico, que a mis 63 años no está nada mal.
Por cierto: ¡¡mi amigo también se hizo con su corzo!!
Dia 25 de julio; ¡¡Santiago y cierra España!!