Caza & Armas
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 Un relato.

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MensajeTema: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeJue 21 Abr 2011, 22:51

Aqui os dejo un relato que ha aparecido esta tarde trasteando por mi ordenador, hace ya algun tiempo que lo escribí y no me acordaba de él, no se si será bueno o malo, pero os lo dejo para que lo leais... Wink Wink Wink Wink

Poco a poco y sin darme cuenta habíamos ido pasando de ir circulando por la carretera nacional a estar circulando por una carretera angosta y serpenteante con un firme en bastante mal estado. La carretera nos llevaba hasta el centro del pueblo, concretamente hasta su plaza mayor, plaza que estaba presidida por un crucero de granito levantado sobre unas escaleras circulares que lo rodeaban. Justo frente a nuestra entrada aparecía el ayuntamiento y en a su derecha una iglesia con varios siglos encima. Hacía ya varios años que nos marchamos del pueblo, concretamente 5 y desde entonces no había regresado nunca. Mi padre detuvo el TALBOT HORIZON que había comprado hacia poco al lado de la iglesia. Al bajarnos localicé a un hombre mayor apoyado en la equina de la iglesia y que no dejaba de prestarnos atención. Fue cuando bajó mi padre cuando ese hombre se dirigió hacia nosotros. De repente mi padre y el se saludaron efusivamente, una buena serie de abrazos y golpes en la espalda se sucedieron hasta que se separaron.
-“Hijo, ven aquí y saluda a Matías, ¿o es que no te acuerdas ya de él?”
¡Es verdad! Ese hombre al que mi padre saludaba de esa forma tan efusiva era Matías, el encargado de la finca donde mi padre había estado trabajando durante muchos años.
Matías tenía la piel oscura y quemada por el sol, los ojos pequeños y barba de varios días. Se notaba que el sol extremeño había hecho estragos en su piel.
Con unas manos grandes y ásperas como serones me propinó varios abrazos y apretones.
-“Si, si que me acuerdo de el, con el iba de caza en vacaciones…” Contesté.
No se porque extraña razón me sentía cohibido antes la presencia de Matías.
Con él había salido infinidad de veces a cazar en verano nos colocábamos en los aguaderos de las tórtolas y allí pasábamos las tardes de agosto cazando.
En septiembre recuerdo que desde su Renault 4L nos pasábamos horas escuchando la berrea, ese canto que vociferaba la guerra y la pugna por ser el mas poderoso y poseer su propio harem. Pero no se porqué la vergüenza que sentía era tal que no volví a hablar durante largo tiempo en la mañana.
Tras un tiempo en la plaza nos volvimos a montar los tres en el Horizon de mi padre. Anduvimos por caminos durante un largo rato, hasta llegar al cortijo donde íbamos a tener nuestra estancia. Veníamos a pasar un par de días cazando, teníamos pocas oportunidades de cazar a lo largo del año y esta había que aprovecharla. Era poco mas de la una de la tarde cuando llegamos al cortijo, al comenzar a bajar los bártulos vimos de aparecer a Cándida. Ésta era la mujer de Matías y el tiempo, el sol y el campo también habían causado sus estragos en el rostro y manos de ella. Recordaba a Cándida por aquellos trozos de pan con azúcar que me preparaba para merendar cuando acudía a su casa por las tardes, así como por esos cantos que siempre solía entonar mientras que andaba con su característico caminar de un lado para el otro del cortijo haciendo sus oficios. Y digo característico caminar porque Cándida tenia las piernas demasiado arqueadas y su caminar se tornaba cuando menos peculiar.
Tras otra buena ración de besos, abrazos, achuchones, y algún que otro pellizco en mis carrillos llegamos a nuestra habitación, y soltando los bultos nos dijo Matías; “ahí tenéis un poco de agua, refrescaros un poco, que os espera comida y bebida en la cocina”.
Mis tripas reclamaban ya su ración de comida ya que habíamos salido temprano de Madrid y lo único que tuve en ellas durante toda la mañana fue un café y una magdalena de los antes de que el sol se dejase ver di buena cuenta de ellos.
Tras refrescarnos un poco nos dispusimos a comer junto a Matías y su mujer.
Estos no tuvieron descendencia y la verdad que su familia nunca supe de ella, no si es que no tenían o vete tu a saber que.
Nos dispusimos a comer un guiso que tenia preparado Cándida, el cual estaba formado a base de patatas, judías verdes y carne.
Si no era suficiente el hambre y el ruido que manaba de mis tripas en las que parecía que hubiese una “riña de gatos” , nada mas probar la primera cucharada del guiso recordé que Cándida tenia unas excelentes manos para cocinar y aquella comida estaba que resucitaba a los muertos.
Una buena comida en un cortijo no comida si en la segunda parte de la misma no se ponen encima de la mesa las chacinas y quesos caseros, y eso si que era una delicia…. Pero en fin que me voy por otros derroteros, al tema.
Tras la comida y un buen descanso en salón-cocina de la casa en el que mi padre y Matías habían estado hablando de mil y un tema, recordando viejas andanzas y tiempos según ellos “mejores” comenzaron a hablar de la caza y del daño que le estaban haciendo los guarros en la siembra a Matías.
Resulta que veníamos a intentar revolcar alguno de los guarros que entraban en la siembra y en el huerto de Matías.
- “Te vas a colocar en la piedra de los señorítos (la llamaban así por que en el 37 aparecieron allí ajusticiados los dos hijos de la entonces dueña de la finca) por allí sale un guarro que me tiene la siembra levantada como si fuese una excavadora”. Le dijo Matías a mi padre, mientras cargaba los achiperres a su 4L.

-“Aunque pensándolo bien “ (volvió a hablar Matías) “te podías colocar en el huerto, encima del manantío del agua hay un árbol que está perfecto para que esperes alli”.

Mi padre asentía y le hacía saber que le era indiferente, que se colocaba donde le pareciese bien a él.

Estando en el transcurso de esa conversación Matías se volvió hacia mi y me preguntó –“¿has tirado con un arma alguna vez?”.

-“Por supuesto, desde que me fui de aquí he seguido saliendo a cazar con mi padre cada vez que puedo, y la caza chica ya la he cazado muchas veces, en la mayor todavía no hice nada”.

-“Paco (que era el nombre mi padre) todavía tengo a la serrana en casa (la serrana era una vieja paralela con la que Matías cazó durante mucho tiempo, hasta que en un desafortunado lance mató a uno de sus mejores perros y no volvió a salir de caza) podría dejarle la escopeta y así cada uno os colocáis en un sitio. Tu te pones en la piedra de los señoritos y al chaval lo dejamos en el huerto, ¿Qué te parece?”

Yo estaba extasiado con la posibilidad de poder hacer un aguardo yo solo por primera vez, anteriormente había ido muchas veces con mi padre, pero siempre era el quien cazaba y en muy pocas tuvimos la suerte de abatir algo.
Tras pensarlo unos momentos mi padre se dirigió a mi preguntándome si me atrevía a hacer la espera yo solo. Y me indicaba que sino me atrevía que no pasaba nada.
Evidentemente yo apostillaba que realizaría el aguardo encantado y por mi no se preocupase.
Entre tanto Matías salía del interior de la casa con la serrana en las manos, llevaba sin usarla varios años, pero estaba limpia como una patena y presta para ser utilizada en cualquier momento.

-“!!Toma¡¡ esta es la serrana quédatela en adelante serás tu quien tenga que cuidar de ella.

Yo no daba crédito a lo que me acababa de suceder, me habían regalado una escopeta de las “buenas”, y ya no tendría que depender de mi padre para que me dejase la suya.
Tras agradecer el gesto y asegurar que la escopeta seria tratada y cuidada como oro en paño, nos dispusimos a salir en el coche de Matías hacia los sitios de las esperas.
El primero en quedarse fui yo, el huerto era largo y no muy ancho, pero desde el tronco de árbol que estaba sobre el manantío que dijo Matías se dominaba prácticamente todo.
Me coloqué allí y mi padre se acercó conmigo;
-“ten cuidado, el seguro puesto, tira solo cuando estés seguro de a que estás tirando, si necesitas algo dispara dos veces y vendré a recogerte, sino es así tu espera aquí hasta que vengamos a recogerte …. Etc etc etc…”

Mi padre me soltó toda una retahíla de recomendaciones que aunque nunca están demás, a mi se me estaban haciendo eternas.
Ya solo en mi apostadero y colocado, me comienzo a hacer una composición del sitio, veo claramente que frente a mi como a unos 30 metros una zona totalmente levantada por los guarros, no acierto a ver que es lo que comen , peor mucho me temo que son lechugas lo que intenta asomar y que malamente lo consiguen.

Cuando me pongo todavía tengo un buen rato de sol delante de mí , poco a poco me voy encontrando cada vez mas a gusto, noto esa paz y ese sosiego que solo acierto a encontrar en las esperas.

Con el sol decayendo ya veo con una sombra muy a largada a dos zorros juguetones que pasan como a unos 100 metros de donde estoy apostado y se van sin localizarme (mejor, cuanto mas desapercibido pase mejor que mejor).
Los pájaros van despidiendo la tarde con sus trinos, el paisaje comienza a cambiar lentamente y un baile de sombras chinescas que comienzan a aparecer, tornando el paisaje en algo lóbrego y tenebroso.
Catalina (la luna) ya hace un rato que se deja ver, y poco a poco su intensidad lumínica va perfilando y aclarando el paisaje que tengo delante de mi.
Llevo ya casi dos horas esperando y exceptuando los dos zorros no he visto nada más, me encuentro algo incomodo y el frescor de la noche comienza a hacer que me acurruque un poco y al hacer esto barrunto que los brazos de Morfeo me quieren abrazar, cosa que no permito colocándome de nuevo en la posición inicial, mas incomoda pero que me hace estar mas expectante.

En estos dimes y diretes estaba yo cuando escuché el movimiento de una pequeña piedra, mi intentaba agudizar mi oído todo lo posible, intentaba ver el guarro en medio del huerto, pero nada, falsa alarma, ¿o no?.
Al poco tiempo escuche otro movimiento esta vez un poco mas fuerte, esta vez había escuchado perfectamente como crujían unas hojas secas.
No sé cuanto tiempo sería pero a mi se me hizo tan largo que me estaba impacientando por momentos, fue un buen rato de espera, no sé si quince minutos, veinte minutos o más. Pero cuando quise mirar una de las veces hacia el huerto allí había un bulto que antes no estaba. Efectivamente ese bulto no estaba antes y era un guarro, un guarro que había entrado en plaza y no me había percatado prácticamente de ello. Por momentos mi corazón estaba acelerándose y parecía que se me fuese a salir por la boca. No sabia que hacer, yo había escuchado muchas veces a mi padre de decir que los guarros grandes no entran los primeros, pero, esta, esta es mi primera oportunidad de ganar la batalla en un aguardo.
Decido que tengo que disparar, poco a poco me encaro a la serrana, lo hago muy muy lentamente, estoy impaciente pero no quiero que me localice.
Respiro hondo y suelto el aire, y trato de apuntar a donde creo que es un punto vital. Despacio muy despacio comienzo a acariciar el gatillo y a presionarlo poco a poco, hasta que un estruendo restalla en mitad de la noche.
No se que ha pasado, no veo el bulto, no veo nada y no se que hacer, no se si bajarme o seguir aquí hasta que vea las luces del coche de Matías. Finalmente decido esperar allí arriba y al cabo de un rato comienzo a ver las luces del coche. En un breve espacio de tiempo estaban junto a la entrada al huerto mi padre y Matías, y linterna en mano venían a recogerme.

-“¿Qué ha sido? ¿Qué has hecho?(preguntaba mi padre).

-Pues no lo sé ( le respondí titubeante)

-“¿Cómo que no lo sabes?
-“he tirado un guarro, pero no se que a pasado, no se si le he dado o se ha ido”
-“pero bueno muchacho, ¿es que no has asegurado el tiro? (me replicaba mi padre)

Matías que andaba por donde estuvo el cochino comiéndose las lechugas, dijo;
-“bueno este lo buscaremos mañana, ahora nos vamos para casa”

Durante el camino de regreso, y durante toda la noche no hacia mas que recordar el lance una y otra vez, y yo me juraba a mi mismo que ese guarro tenia que estar “agarrao”.
A las siete y media de la mañana estábamos en pié, tras desayunar salimos con “mori” uno de los perros de Matías y que según el daba con los cochinos de forma magistral.
Llegamos al lugar donde tiré el guarro, comenzamos a hacer una composición del lance y por donde podría haber salido el guarro, ya que como era evidente allí no estaba.
Mori enseguida dio con el sitio por donde había salido el guarro, y llego hasta la “verea” pero allí había mucho rastros y mori no daba con el rastro bueno.
-“Tu a ese guarro no le has dao” (decía Matías)
Yo elucubraba y le daba mil vueltas a que podía haber pasado, estaba completamente seguro de que el tiro había sido bueno, pero las evidencias no decían lo mismo. Tras unas dos horas de andar por la sierra decidimos irnos para casa. Al llegar nos estaba esperando Cándida con noticias, habían llamado por teléfono para informar que ha mi abuelo lo ingresaron esa mañana de urgencia en el hospital, enfermedad que en no mucho tiempo acabó con el.
Con la noticia decidimos recoger todo y marcharnos, dejando así sin aprovechar la segunda jornada de caza que nos quedaba, sería para otra ocasión que ocasiones hay muchas.
En el transcurso del viaje desde mi pueblo hasta Madrid no hacía más que darle vueltas y mas vueltas, al guarro, al lance y al momento del disparo.
Desde ese día el veneno de la caza mayor y concretamente del aguardo fraguó dentro de mí con tal fuerza que no hay luna que no salga y no hay aguardo que no me acuerde de ese primer aguardo.
Pero lo bueno es que a los pocos días al llegar a casa de hacer unos recados con mi madre, mi padre me tenia noticias de Matías, había encontrado el guarro, el guarro había corrido hacia la mancha, estuvo herido varios días y al final sucumbió metido en el agua en uno de los regatos que daban a la siembra.
Tenía un tiro bien colocado, pero que por mor del diablo no había tocado sido de efecto inmediato y prolongó la agonía del animal varios días hasta que su valentía y sus fuerza no dieron para más. El animal tenia trofeo, aunque nada destacable, pero ni que decir tiene que si que ocupa un lugar destacable en mi casa.
Todo esto sucedió a mediados de los años ochenta, desde entonces sigo practicando la caza mayor cada vez que tengo oportunidad, mi padre sigue disfrutando de mis correrías venatorias cuando se las cuento ya que por su edad y varios achaques no puede salir al campo conmigo.
Desde aquél día no hay un día que salga de caza y no le de gracias a Dios, a mi padre y a Matías por meterme este veneno en tan dentro de mi.

AAhhhh por cierto, aun tengo la serrana, sigue funcionando a la perfección y aunque no la utilizo la sigo teniendo tal y como me la dio su dueño como una patena.

Hasta la próxima.


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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeJue 21 Abr 2011, 23:31

Precioso relato Victor, la verdad me ha gustado mucho y como yo digo..... si que es verdad la caza hay que "mamarla". Wink Wink Wink
PD. Dale recuerdos a tu padre de mi parte. Un relato.  4061443811
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeJue 21 Abr 2011, 23:39

JVPESTOREJO escribió:
PD. Dale recuerdos a tu padre de mi parte. Un relato.  4061443811

mañana voy con el al campo, asi es que le haré llegar los recuerdos de tu parte... Wink Wink Wink Wink Wink
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeVie 22 Abr 2011, 11:52

Un relato muy bonito, si señor. Un relato.  4061443811
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colmilloblanco

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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeVie 22 Abr 2011, 13:49

Precioso relato Victor,los comienzos son inborrables,una vez tienes el veneno en las venas no hay antidoto que cure esta enfermedad incurable, es de por vida.

Un saludo.
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viti
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeVie 22 Abr 2011, 14:11

muy bueno si señor

_________________
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TU ODIAS A ESPAÑA YO A TU PUTA MADRE¡¡¡¡¡¡
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeVie 22 Abr 2011, 16:50

Bien hablaó Montero!

_________________
Cazar es un menester duro, que exige mucho del hombre; hay que mantenerse entrenado, arrastrar cansancios extremos, aceptar el peligro.Implica toda una moral y del más egregio gálibo. Porque el cazador que acepta la moral deportiva, cumple sus mandamientos en la mayor soledad, sin otros testigos ni público que los picachos serranos, la nube vaga, la encina ceñuda, la sabina temblorosa y el animal transeunte.
No es esencial a la caza que sea lograda. Al contrario, si el esfuerzo del cazador resultase siempre, indefectiblemente afortunado, no sería esfuerzo de caza, sería otra cosa.D.José OyG.
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeDom 24 Abr 2011, 19:43

me alegra que os guste... Un relato.  4061443811 Un relato.  4061443811 Un relato.  4061443811 Un relato.  4061443811
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Miguel

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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeDom 24 Abr 2011, 20:17

Buen relato Vito.
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Buhogris

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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeLun 25 Abr 2011, 17:53

Excelente relato,si señor.
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kas

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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeMar 26 Abr 2011, 13:01

Muy entretenido el relato Vito, ya echaremos un rato a las lechugas un día de estos jejeje...
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeMar 26 Abr 2011, 14:29

noooo a las lechugas ya nooo, ahora toca a los melocotoneros y demas frutales que estan dando su juego jejejejeje
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E.M.G.
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitimeMar 26 Abr 2011, 16:13

me gusta Un relato.  4025639811 Un relato.  4025639811 Un relato.  4025639811

_________________

Si te agrada la rudeza del hombre de campo, del cazador de pura sangre, de aquel que todo lo abandona por la libertad, la independencia y el goce que produce la montaña, del que toda su vida, en cuanto pudo, la consagró a la caza, entonces lee.

Un saludo
E.M.G.
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MensajeTema: Re: Un relato.    Un relato.  Icon_minitime

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