La crisis obliga a las monterías a bajar precios y buscar cazadores extranjeros
El Ayuntamiento de Azuaga cobra en su montería 350 euros por el mismo puesto que hace dos años valía 500
«Cambio un buen trofeo de venado, medalla de bronce 14 puntas, por bicicleta de montaña». Seguramente, resultaría exagerado tomar este anuncio publicado en la web milanuncios.com como un termómetro para medir el estado del sector cinegético, pero sí que aporta una pista sobre cómo andan las cosas. Quien esté tras esa pieza publicitaria quizás ha decidido cambiar su ocio de fin de semana, colgar la escopeta y optar por pedalear, que es más barato.
«Hay puestos en monterías que no se ocupan ni aunque se regalen, porque el cazador no puede pagar la gasolina que tiene que gastar en ir y volver al campo». Lo cuenta Augusto Albero Rebollo, presidente de la Asociación Extremeña de Rehalas. Lleva años de montería en montería, y no duda un segundo al preguntarle si se está notando la crisis. «Muchísimo, sobre todo en las que se pagan de quinientos euros hacia abajo por puesto», resume Albero, que también sufre el panorama económico en primera persona, como todo rehalero. Ellos (los que proporcionan los perros), las empresas que se encargan del catering, quienes suministran animales de carga de los que se usan para sacar del campo las piezas abatidas, propietarios de establecimientos de hostelería en las zonas más habituales de caza en la región, que son unas cuantas, dueños de bares y restaurantes... Todos ellos echan de menos los tiempos en los que los puestos de las monterías se cubrían sin mayores esfuerzos, una época pasada que ahora es sólo un recuerdo.
Difícil cubrir 170 puestos
El próximo día 7 se celebrará en las tres mil hectáreas del paraje 'Sierra de Azuaga' la montería que organiza cada año el ayuntamiento. Son 170 puestos repartidos en 18 armadas, y harán falta medio centenar de rehalas. No se celebran en España muchas al cabo del año que sean capaces de reunir a tanta gente. En condiciones normales, se juntan en torno a medio millar de personas, entre cazadores y todo el personal que mueve un acontecimiento de este tamaño. Hace dos años, cada foráneo -participante que no pertenezca a la sociedad local- debía pagar 500 euros para tener un puesto. Esta vez costará 350. O sea, una rebaja del treinta por ciento.
«Lo hemos rebajado por la crisis -afirma Martín Sánchez de la Vaquera, capitán de la montería- y con el objetivo de que siga siendo atractiva para tantos monteros que se desplazan desde lugares muy diversos de la geografía española y portuguesa, aunque para los residentes en Azuaga también hemos bajado el precio de los puestos». El ayuntamiento hace el esfuerzo de bajar los precios pero con la premisa de «mantener la calidad», matiza José Rodríguez de Sanabria-Hidalgo, concejal de Agricultura, que llama la atención sobre la importancia de que la montería se celebre «en medio de un puente como el de la Constitución, lo que representa un reclamo turístico para la zona».
Su apunte deja claro que cuando la caza se constipa, otros sectores de la economía tosen. Bien lo sabe José María Gallardo, que como presidente de la Federación Extremeña de Caza ha llamado la atención más de una vez sobre la importancia del sector cinegético para el conjunto de las cuentas regionales. «Claro que se está notando la crisis -asegura-, pero está sirviendo también para regular el sector, porque se estaban cobrando auténticas barbaridades, se pagaban trescientos euros por una montería en la que no veías un animal». «Quien más lo están sufriendo -añade- son las de tipo medio, en las que se cobraban 500 euros y ahora cobran 300, algunas incluso se han dejado de celebrar, mientras que las de alto standing lo están notando menos, porque el tipo de cazador exclusivo que participaba en ellas lo sigue haciendo».
En estas últimas, se llegan a pagar tres mil euros por una jornada de caza, y hasta ocho mil por una montería de dos días, como la que se celebrará en febrero en una enorme finca del sur de Badajoz. En contraposición, las más baratas rondan los cien euros, aunque puntualmente se puede encontrar alguna por sesenta, habitualmente restringidas a un grupo de amigos o conocidos.
También Pedro Habela, delegado de Puebla y Estéllez, empresa que presta entre otros servicios cinegéticos, también admite que la recesión está dejando huella. «Sí se nota, pero más que en el nivel de actividad, que se sigue manteniendo porque estamos en una región con mucho movimiento en este campo -explica-, se aprecia en lo económico, en el descenso del precio de los puestos». En esta tesitura, una de las soluciones es mirar allí donde la crisis ha hecho menos daño. O sea, fuera de España. «Ese descenso en la participación de cazadores españoles -comenta Habela- lo estamos supliendo principalmente con franceses, belgas y suecos».
Autor: L. POVES/A. ARMERO
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Fecha: 02/12/2013