Ocurrió hace unos días que, ante la desesperación de la crisis, un paisano le escribió una carta a Dios, solicitándole 600 euros para que su familia tuviera una Navidad medio en condiciones y sus niños algún regalo de Reyes.
Al ver el destino de la carta, los funcionarios de Correos decidieron abrirla, porque, evidentemente no le podían dar cursó a la misma. Tras leerla empezaron a rodar las lágrimas.
- Yo pongo 50 euros -dijo uno de los funcionarios.
- A este pobre hombre hay que darle una alegría estos días. Yo pongo otros 50.
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Y así juntaron 400 euros entre todos, que le remitieron al padre de familia.
A los pocos días reciben en la misma oficina otra carta para Dios.
La vuelven a abrir, sabiendo que, por la letra, era de la misma procedencia que la anterior.
Un funcionario lee atentamente mientras los demás escuchan ilusionados:
- Muchísimas gracias por el dinero, Señor, pues me hacia mucha falta, pero que sepas que los H.P. de Correos se han quedado con 200 euros.