Un hombre le dice a un amigo:
—Mi esposa está en una dieta de tres semanas.
—¿De verdad? ¿Cuánto ha perdido hasta ahora?
—Dos semanas
José, Miguel, María y Tomás hablan sobre los empleos de sus sueños.
—Me gustaría ser abogado —dice José—, para así poder defender a mis compatriotas.
—Me gustaría estar en el congreso —dice Miguel—, para proponer leyes que beneficien a mis compatriotas.
—Yo quiero ser doctora —dice María—, para poder atender a mis compatriotas.
—Y tú, Tomás, ¿qué te gustaría ser? —preguntá José.
—¡Yo quiero ser compatriota!
El presidente francés Nicolas Sarkozy visita una fábrica de acero. Para sorpresa del jefe, Sarkozy felicita a uno de sus empleados, Morton, con un efusivo abrazo. Lo mismo ocurre cuando el presidente Obama va de visita, y una vez más con Vladimir Putin.
Sin mostrarse impresionado, el jefe le dice a Morton:
—Apuesto a que no conoces al Papa.
Morton se encoge de hombros y responde, muy tranquilo:
—Jugamos juntos al golf.
El jefe toma la respuesta como una afrenta personal y paga los pasajes de ambos al Vaticano.
Durante una bendición papal, Morton se escabulle, y al poco rato reaparece al lado del Papa. Dos hombres chinos golpean suavemente al jefe en el hombro y le preguntan:
—¿Quién es el hombre de blanco que está de pie junto a Morton?
En un largo viaje en avión, a una joven actriz le toca sentarse junto a un abogado. Ella ansía tener un sueño reparador, pero el abogado la despierta constantemente.
—Juguemos a hacer preguntas y respuestas —sugiere el abogado.
La estrella lo ignora.
—Lo haremos interesante —dice el hom-bre—. Si contesto mal, le pagaré 50 dólares. Si usted contesta mal, me dará 5.
La actriz acepta, y el abogado empieza.
—¿Cuál es la distancia entre la Tierra y la Luna?
La estrella le entrega un billete de 5 dólares. Ahora es su turno:
—¿Qué sube a una montaña en tres pies y baja en cuatro?
El abogado se queda estupefacto. Busca desesperadamente en Internet, hojea su enciclopedia de bolsillo y les envía mensajes a todos los científicos que encuentra en su agenda electrónica. No tiene suerte. Horas después, despierta a la actriz, le entrega 50 dólares y exclama:
—Bueno, ¡dígame qué es!
Sin decir una palabra, la joven estrella deposita 5 dólares en la mano del abogado y se vuelve a dormir