Sacramento, el guarda de "El Aguila"

                                                                            Tarragona, 30 de Mayo de 2014



SACRAMENTO, EL GUARDA DE “EL AGUILA”

Puede que algunos, sobre todo los que vivís en Madrid, o en sus proximidades, conozcáis, o quizás os suene, tanto el nombre de la finca, donde sucedieron los hechos que se narran, e incluso la marca de la cerveza que se cita en el escrito, y hasta la hayáis tomado más de una vez; hoy, es conocida únicamente como “ El Garzo ”, pero cuando Sacramento vino de guarda de esta finca, allá por los inicios de la década de los años 50 del siglo pasado, aquel latifundio de unas 400 ha., era conocido, más que por su nombre propio, que siempre ha ostentado, por el del “ El Águila ”, porque el dueño tanto de la finca, como del vedado de caza que constituían sus terrenos, era, el por entonces dueño de la fábrica de cervezas del mismo nombre, y que a partir de los años ochenta y tantos, pasó a denominarse Amstel; se hallaba, y se halla, al noroeste de Madrid, y lindando con el Monte de El Pardo; era una fenomenal finca de abundante caza menor, de casi todas las especies cinegéticamente importantes, y servía además ,y supongo que deberá de seguir sirviendo ,de área de campeo de especies protegidas, como el águila imperial ,la culebrera ,azores, halcones, búho real, y otras rapaces tanto diurnas como nocturnas, ya que aunque su hábitat natural era, y supongo que debe de seguir siéndolo, el Monte de El Pardo, la finca de El Garzo ,era ideal para ellas como territorio de caza, porque además de tener una topografía relativamente llana, estaba poblada de escasa vegetación arbórea, lo que les permitía una caza y captura productiva ; el arbusto predominante era la retama, y los géneros subarbustivos más dominantes eran el tomillo, cantueso, romero…, siendo el tapiz herbáceo, distintas especies de gramíneas, tanto anuales como perennes.
Pues bien, a los pocos días de llegar a la finca, procedente de un pueblo, no recuerdo cual, de la provincia de Toledo, Sacramento, aterrizó en nuestro pueblo, Las Matas, a la tienda de Eutimio y Esperanza, a llenar de víveres la tartanilla tirada por un caballo, que él mismo guiaba desde el pescante; le acompañaba su mujer sentada a su lado; Las Matas era un pueblo pedáneo de Las Rozas – lo sigue siendo actualmente - pero habitado tan solo por una cincuentena de familias, todas ellas ferroviarias, ubicadas en una especie de colonia de casas, que hoy denominaríamos pareadas, puesto que estaban de dos en dos y cada par, contrapeado con el de la acera de enfrente ; la finca llamada de “ Los Alemanes ”,la de “ El Águila ”, la Casita Blanca, completaban el núcleo urbano a un lado de la vía; al otro, lo que hoy se llamaría la zona residencial, o sea , la finca del Marqués de Villabrágima ,- donde unos años después se rodarían “55 días en Pekín ”, “La caída del Imperio Romano”, “El maravilloso mundo del circo ” ,y alguna otra película de aquella época - , el chalet grandioso de una parte de la familia López Quesada, de la “Banca López Quesada”, Teléfonos, Casa Paulino, el bar junto a la estación de RENFE, el Restaurante de carretera “California”, el taller, también de carretera de los hermanos Hilario y Víctor…, y poco más, es decir, un total de 450 ó 500 vecinos, y claro, eran pocas, las novedades que había en el pueblo, salvo los traslados a otras residencias, de ferroviarios que así lo solicitaban cuando habían vacantes, eran nulas. Por eso, la aparición de Sacramento, suscitó la correspondiente curiosidad, y pronto se supo que venía a ocuparse de la vigilancia y buen orden de la finca de “El Águila”.
Ya estaba bien, pero aquello inquietó un tanto a los pocos cazadores que en el pueblo habían, mi padre, - y yo de tapadillo y a su sombra, puesto que la escopeta que yo usaba de 12 mm, estaba a nombre de mi padre, y yo tenía solo 10 años, y hasta los 14 no podía legalmente hacer uso de ella, y naturalmente con la autorización paterna escrita, y acompañado por él, faltaría más –, y otros tres ferroviarios más; los cuatro hacían servir su afición, para complementar el condumio familiar, ya que el sueldo de la RENFE, era el justo y necesario para llegar a fin de mes, y si te pasabas, había que ir al fiado a casa de Eutimio, que dependiendo del humor que le pillaras aquel día a él, o a Esperanza, su mujer, te fiaban o no, porque aunque el economato de Renfe era asequible, un caprichín de más, y tenías que ir a vértelas con ellos.
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Al respecto del uso de un arma de caza por parte de un menor, como era mi caso, querría hacer un inciso sobre los comentarios de algunos exégetas actuales de la prensa escrita y hablada un tanto exquisita, ecologistas de asfalto del “pan pringao”, y tertulianos televisivos que se la cogen con papel de fumar, cuando suele ocurrir algún accidente con algún menor de por medio, ( de los cinco dedos de una mano, me sobran un montón ), en un partida de caza: que si un menor no debe de tocar un arma, que si el cazador no debe de dejar el arma al alcance de un niño, que eso es una irresponsabilidad, que si pitos, que si flautas, etc., etc. ; si el cazador enseña bien a su/s hijo/s lo que es un arma de fuego para cazar, los peligros que entraña su uso indebido, el riesgo que conlleva “jugar” con algo, que no está concebido para ello, las formas y modos de trasportarlas y manejarlas…,es decir, ENSEÑA Y EDUCA al futuro cazador desde niño, - luego lo será o no, en función de su afición – , sobre el uso de las armas de fuego, pueden ocurrir, y de hecho ocurren accidentes, como suelen ocurrir en la carretera circulando en coche, moto, o cualquier otro artilugio, que siempre conducen o manejan personas adultas, y no dejan de ser meros ,aunque muy graves accidentes ; lo primero que mi padre me enseñó, cuando yo comencé a acompañarle a cazar aún sin escopeta, fue : “ nunca olvides que del palo de una escoba, salió una vez un tiro…” ,y cuando ya iba con la escopetilla, a la más mínima, me caía una advertencia, una bronca, incluso un capón si hacía algún movimiento con ella, incorrecto, indebido, y por descontado siempre de forma involuntaria; si se me hubiera ocurrido, aún con la escopeta descargada, apuntar a algún amiguete , en plan de broma, conociendo a mi padre, es muy fácil, que se me hubiera terminado el acompañarle, y puedo asegurar, que jamás me he sentido traumatizado por las regañinas de mi padre en ese sentido, es más, se lo agradezco porque también me han servido en mi actitud en la vida, para obrar con rectitud, seriedad y responsabilidad, y que ahora que ya no puede oírme, puedo asegurar que casi el cien por cien de las veces, eran merecidas; para terminar con el inciso : EDUCACION, FORMACION Y RESPONSABILIDAD del adulto cazador, hacia el niño, o no tan niño, que quiera iniciarse en el manejo de armas de fuego.
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Pues bien, hecho el inciso, dejábamos a Sacramento de vuelta a la casa, situada en medio de la finca, como a un par de kilómetros del pueblo, con la tartanilla llena de viandas.
Pronto se empezó a ver, que la alambrera de malla gallinera que rodeaba la finca, salvo por la parte que lindaba con el Monte de El Pardo, que era un muro de mampostería de un par de metros de alto, volvía a estar en pié, con lo cual ya no se salían los conejos, ni las liebres con la facilidad de antes, ni algún jabalí, que de vez en cuando se escapaba de El Pardo, y se acercaba hasta casi las paredes del pueblo, y el pobre ignoraba que si cometía esa osadía , cualquiera de los cuatro cazadores que había en el pueblo, le “ayudaban” a no volver a acostarse en el hotel de lujo del que disponía en El Monte…
También se comenzó a ver a Sacramento montado a caballo, con un gran sombrero que le preservaba del ardiente sol la incipiente escasez de cobertura capilar, con un rifle en su funda, cual si fuera un jinete del oeste americano, y con unos grandes prismáticos colgados del cuello dándose paseos a lo largo del perímetro interior de la valla, como tratando de dejarse ver y advertir a los posibles intrusos, que aquello de acercarse, y mucho menos penetrar en la finca a cobrar una pieza disparada en lo libre, tocaba a su fin, porque si no te pillaba porque salías de la finca a calzón quitao, y por tanto te escapabas de su jurisdicción, te podía reconocer con los prismáticos, y de una manera u otra, te hacía llegar el recado de que estabas en su lista… ; en fin, que aquello empezaba a preocupar a los escasos cazadores que había en el pueblo, porque ahora había que andarse con pies de plomo, y no es que antes no se respetaran las normas cinegéticas, o se violaran los límites de propiedad, pero tampoco se andaba uno con remilgos, de entrar un centenar de metros a cobrar una perdiz que se iba de ala, y te hacía correr como un tonto haciéndote regates ,hasta que entraba en el zurrón, o una liebre que se te iba con una pata a rastras, y el perro detrás, hasta que entre chucho y cazador, terminaba la liebre, donde la perdiz.
Estos recaditos, le solían llegar al cazador, a través de los hijos, ya mozangones, de los ferroviarios, que ante la dificultad de adoptar la profesión del padre, pedían trabajo en El Águila como jornaleros de lo que fuera, gañanes, paveros, ( era costumbre criar grandes manadas de pavos en las fincas agrícolas, para llevarlos a los mercados de Madrid por Navidad, cuando eran cena casi habitual la noche de Nochebuena ), pastores, conejeros ( en aquella época aún no había llegado la mixomatosis, y los conejos se cazaban con bicho – hurón - , a cientos , se les extraía la higadilla que no querían en los mercados de Madrid, porque a las señoras finas que iban a comprarlos, les daba “reparo”), que llevaban en botes de tomate vacíos de cuatro cinco kilos, con un largo arco de alambre que hacía las veces de asa, llenos de higadillas, al pueblo, y que vendían a 1,25 ptas., la docena ; la de cenas familiares que no habrán solucionado con aquellos sabrosos productos de casquería, bien fritos, con salsa de tomate, cebolla “caramelizada” ( y una leche…) , y un buen montón de patatas fritas…,total que por un duro, cenaban como curas, media docena de personas, padres , hijos , abuelos , y hasta sobraba para el perro y el gato…,en fin, que cualquier trabajo era bueno, para arrimar un poco más de calderilla al peculio familiar.
Sacramento, iba cada dos o tres semanas al pueblo a reponer víveres y provisiones, y cuando entraba en las primeras casas, estiraba el cuello, sacaba pecho, miraba desde el pescante con cierta displicencia a los vecinos, sin siquiera dar los buenos días, como diciendo: aquí estoy yo, ojito conmigo que ya sabéis quien soy, y sobre todo, ya sabéis quien es mi jefe...,y también dejaba el recadito en la tienda, “…pues el otro día ,vi que andaba cerca de la valla del vedao, aquel señor que lleva siempre un jersey azul oscuro, y va con un chucho color canela ,que tendré que darle un toque , porque se está tomando demasiadas confianzas y se arrima más de la cuenta a la valla …” ; él ya sabía que a la media hora, el señor del jersey azul oscuro ,ya estaba enterado de que estaba siendo controlado, y debía de andar con ojo ; en los pueblos, y además pequeños, se sabe todo de todos, en un pis-pas.
No obstante , los cuatro cazadores del pueblo seguían saliendo a cazar, y en la época de la media veda, y precisamente con esa disculpa, entre ellos se ponían de acuerdo, y se distribuían las zonas para cada uno, preparar su tollo que consistía en un hoyo, más o menos profundo y amplio en el suelo, y con cañas o palos levantar una especie de cabaña como las de los indios, que recubrían con ramas de retama, tan espesas como ganas de trabajar tuvieran ese día; al día siguiente compactaban un poco más…,y a empezar a cebar a las perdices, hasta que les llegaba su día, en que con un disparo a la salida del sol, cobraban las que hubieran matado, y a salir por pies, antes de que Sacramento le diera tiempo a subir al caballo para poder seguir el rastro del disparo ; dejaban pasar unos días…,hasta que otro de los cuatro, advertía al resto, mañana voy yo, que ya tengo el bando a punto, cerca del barranco de la mierda…,que era donde, a cielo abierto, vertía el alcantarillado del barrio ferroviario , en pleno campo ,y vuelta a empezar.
Y así iban transcurriendo los días, con Sacramento ya admitido como un vecino más, a fuerza de verle, pero afortunadamente, vecino lejano.
En un pueblo diminuto, como era aquel, los animales que tenía cada vecino, perros , gatos , gallinas, etc. , en cuanto se levantaban sus habitantes, se abrían las gateras, y todo el mundo a la calle ; las gallinas a picotear todo lo que se encontraran, semillas, lombrices ,insectos…,los gatos a sestear al sol, hasta que alguna golondrina que comenzaba a volar, al salir de alguno de los múltiples nidos que había bajo el alero del tejado, se encantaba, y esa ya no volvía al refugio, y los perros eran los que más se alejaban de la casa , y como el campo empezaba detrás de cada casa, pues lo normal era, que por inercia, se iban al campo, y más de una vez, cuando volvían a casa, se tumbaban a la sombra, ya con la tripa llena, porque algún conejo ya había saciado su apetito; y no solamente los perros ,también la Serafina , nuestra gata que era el juguete familiar, hoy la llamaríamos mascota, sobre todo en verano, al rayar el día , y con unos maullidos atípicos ,hacía levantar a mi padre , porque si no, no callaba, para informar a la familia que reclamaba su atención, y hasta que, al principio mi padre , luego ya valía cualquier otro miembro familiar, se levantara de la cama, le dijera cuatro palabras cariñosas, le hiciera cuatro carantoñas, y sobre todo, ensalzara su trabajo de caza y captura de los gazapos que traía hasta la puerta de casa con la cabeza medio comida, con un qué guapa la Serafina, que nos trae un gazapete para almorzar …- y que naturalmente se almorzaba, tras sanearle lo mordisqueado por la gata, el resto del conejo estaba intacto - y ya se iba con el orgullo del deber cumplido, hinchada como un pavo, a buscarse su sombra para pasar el resto de la mañana, o del día ,…y durante un buen rato, las golondrinas ya podían darle las pasadas rasantes que quisieran, escandalizando con el trisar más estridente que quisieran, que hasta que no descansaba un buen rato, podían estar tranquilas, pero a partir de ese momento, ¡ ojo! de repente, como movida por un resorte ,pegaba un salto…,y otra que dejaba de trisar. ¡Qué habilidad y destreza! ; bueno, las normales en un felino.
Un buen día, prácticamente ya de noche , alguien llamó con fuerza a la puerta ; estábamos ya cenando porque mi padre, entraba a trabajar en el turno de noche y a las diez, tenía que estar ya en la estación de Clasificación, para relevar al factor que terminaba su servicio ; salió a abrir mi madre, y entró como un torbellino Carrete, al tiempo que le preguntaba sin esperar respuesta, ¿ dónde está tu marido ?, hasta que llegó a la cocina ; nos sorprendió su irrupción tan impetuosa, y sin darnos tiempo a reaccionar, le soltó a bocajarro a mi padre, ¿Tana, tú has visto por ahí a mi Paloma ?; y de nuevo sin dar tiempo a que contestara, esta vez mi padre, siguió, ni Perico El torero ,( le quedó el apodo, de una vez que se tiró de espontáneo en una novillada de las fiestas de Galapagar) ,ni Paco El troncho, (era como el troncho de una col ,el jodío ), la han visto, como no la hayas visto tú, a mi Paloma l´ha pasao algo… ; pues yo tampoco la he visto, porque como voy de noche, me he echao la siesta un rato , y cuando me he levantao, he estao haciendo de zapatero echando medias suelas a los zapatos de los chavales, me he lavao, y a cenar que está Epifanio de turno , y le tengo que relevar pa que coja el tren de las diez menos veinte…,así que no he salido de casa… ; pues algo le ha pasao ,le contestó Carrete, y salió como entró, como un torbellino.
Así se quedó la cosa, acabamos de cenar, mi padre se fue a Clasi, (así la llamábamos todos, a la estación de Clasificación de vagones de mercancías, donde trabajaban todos los habitantes padres de familia del pueblo), mi madre a recoger los platos, y mi hermana y yo a la calle a jugar con los chavales, en medio de la calle, porque entonces no había ni un coche ni medio, ni falta que nos hacía.
Cuando llegó mi padre a las seis y media de la mañana, se acostó; nosotros , mi hermana y yo, como era verano y estábamos de vacaciones, nos levantamos cuando nos despertamos ,y a hacer los deberes que nos ponía mi padre, aunque fueran vacaciones, antes de ir a jugar , a la calle, naturalmente.
Cuando mi padre se levantó, fue a ver a Carrete , a ver como había quedado el asunto de la Paloma ; pues no sabemos ná de la perra, le dijo la madre de Carrete a mi padre ; cuando venga de trabajar, que está de mañana, en cuantito coma, se va a ir a ver si la encuentra por el campo , me ha dicho cuando se iba ; pues dígale que si quiere avisarme, yo le acompaño ,a ver si sacamos algo en claro ; gracias, hijo, le dijo la Sra. Trini a mi padre , el chico está mu desazonao…,quiere tanto a la Palomilla, bueno, la verdá es que la queremos toos, es tan cariñosa y tan bonica…,y lleva con nosotros tantos años, que es como de la familia…
No eran ni las tres, y ya sonaba la puerta, - Carrete debió de comer como los pavos, porque se salía a las dos, cuando uno iba de mañana y se tardaba no menos de un cuarto de hora desde Clasi hasta el barrio, y además él vivía de los que más lejos de la estación - ¿nos vamos Tana?, le dijo a mi padre, sin siquiera dar las buenas tardes…
Echaron a andar a buen paso , y hasta casi cuatro horas más tarde, no volvió mi padre a casa, con gesto de preocupación…Hemos encontrao a la Paloma muerta cerca de la alambrera de “El Aguila ”, nos dijo nada más entrar en casa; estaba el animalito con unos espumarajos resecos encima, y cerca un resto conejo, a medio comer…Carrete se ha puesto a vomitar, la ha cogido en brazos se la ha llevao pa´casa, y no ha despegao los labios en todo el camino , se le caían unas lágrimas como puños, pero ni siquiera sollozaba ; lloraba en silencio, esto me muy mal…tendrá que reventar la cosa por algún lado; estaba el pobre bicho, en lo de Lucinio, cerca de la trocha que lleva al huerto que tiene junto a la noria…
Antes de cenar, el pueblo estaba al corriente de lo ocurrido a la perra de Carrete, y conociéndole, todos sabíamos que antes o después el asunto no quedaría así, pero pasaban los días, y como no ocurría nada, el suceso fue diluyéndose.

Como siempre un relato maravilloso, nos estas acostumbrando mal
Gracias por perder tu tiempo con nosotros




PD. Como se que recientemente fuisteis abuelos desde aquí y en nombre de todos muchas felicidades

Jotaeme Palacios Iriarte, escribe usted de maravilla. Una delicia de medio relato.

  

Viti, gracias por tu felicitación, de la abuela y mía, tanto a ti como a los colegas que representas, o sea a todos. El tiempo que ocupo, ni mucho menos lo doy por perdido; al contrario, no sabes lo que representa para mí, el ejercicio de memoria que significa, la recopilación de recuerdos de mis años mozos..., y todo eso no es tiempo perdido, si a personas como tú y Baltenebros, os distraigo un ratillo con mis anécdotas de " abuelo batallitas " como me llaman mis hijos...
Voy a procurar terminar la segunda parte - que no sé si será la última - rápidamente, porque quizás la semana que viene tenga que salir de viaje 4 ó 5 días, y así no me echaréis de menos, y tendréis tiempo de reflexionar, si merece la pena seguir leyéndome ; por cierto Baltenebros, gracias por los inmerecidos halagos, y lo de jotaeme son, como es fácil suponer, las iniciales de mi nombre, que es Jesús María, Jesús para los amigos, incluidos lógicamente, todos los CAZAYARMAS.

¡ Ah , y por favor Baltenebros, apéame el tratamiento de Vd.,; de tú, y voy que chuto...!

JM Palacios Iriarte escribió:

¡ Ah , y por favor Baltenebros, apéame el tratamiento de Vd.,; de tú, y voy que chuto...!

Lo lamento mucho Jesús, pero mi preceptor me lo tiene prohibido. Dice que estoy en una edad en la que sería muy fácil echarme a perder.

Muchísimas gracias Jesús por éste relato, del que ya estoy esperando leer la segunda parte. Y por supuesto, mi enhorabuena también por ese ascenso en el cual habeis conseguido la categoría de "abuelos". Cosa grande. Un abrazo   

Buenos días Elisa : Al final, entre personas como tú,Beltenebros y Viti, me lo vais a hacer creer...; espero poder enviar una 2ª parte, este finde.
Un montón de gracias por la felicitación para los abuelos..., si vieras que bonitico, como dicen en tu tierra y en la mía, es...; claro que con este abuelo que tiene, tenía que salir así...; como no puedo presumir de otra cosa, presumo de nieto.

!! Qué gusto !!
Muchas gracias por compartirlo .
No le quitemos la razón a Wilde , eso nunca.
Saludos

Buenas tardes, estupendo relato y me sumo a la felicitación por el nacimiento de su nieto. Gracias....y sin abusar de su generosidad..... no demore mucho la segunda parte. Gracias.

Gracias, Lobatón, por la felicitación por haber sido abuelo..., ya sé que eso significa, que uno es
" menos joven " de lo que fue, pero por favor, tuteadme, que así me hago ilusiones, y me siento, menos mayor.
Intentaré este finde, colgar otra parte.
Igualmente gracias, EBP.

Amigo JM,

Dese prisa en enviar esa segunda parte, no se que tenga Ud que hacer esa salida de 4-5 días y tengamos que esperar mas de la cuenta.

Un placer "leerle por aquí".

Un saludo

.

Pues yo, aún y a riesgo de excederme, sí te tutearé y lo haré para decirte que el relato, amén de prometedor, lleva camino de resultar delicioso... no nos hagas esperar más de lo debido

Pero, en lo que llevas más razón que un santo es en tu inciso sobre el uso de armas por menores: educación, formación y responsabilidad... ahí has dicho nada!!!

En absoluto, te excedes Antonio..., en cuanto al inciso, no es ni más ni menos, que lo que mi padre me inculcó, y me ha ido estupendamente en la vida, con las enseñanzas de mi difunto padre, que las sigo llevando a rajatabla, pero como hay tanto " iluminati ", que ignora hasta por donde sale el tiro, pero, sin embargo, al oírles disertar,parece que fueron ellos los que inventaron las armas de fuego...,por eso he querido hacer ese pequeño inciso...,y por lo que veo, estás de acuerdo conmigo ; por ello, me congratulo.

Muchas gracias Jesús por dedicar tu tiempo y tu esfuerzo en recordar y darle forma a tu relato. Sé muy bien lo que supone todo ese trabajo, y haces muy bien en hacerlo en dos partes, pues es agotador hacerlo en una sola.

Los recuerdos se te acumulan y empiezas a escribir, pero te vuelves atrás para retocar cosas, pues las quieres dejar tal y como las sentiste entonces, pero también intentar transmitir lo que entonces no llegaste a darte cuenta, y hoy con la edad y los años pasados, si eres consciente de lo que pasó y como lo viviste en aquel instante.

Todo eso tiene un gran mérito, muchas gracias por tu esfuerzo, y tómate todo el tiempo que necesites para poner la segunda parte. Sin prisas.

Enjarao   

JM Palacios Iriarte escribió:

En absoluto, te excedes Antonio..., en cuanto al inciso, no es ni más ni menos, que lo que mi padre me inculcó, y me ha ido estupendamente en la vida, con las enseñanzas de mi difunto padre, que las sigo llevando a rajatabla, pero como hay tanto " iluminati ", que ignora hasta por donde sale el tiro, pero, sin embargo, al oírles disertar,parece que fueron ellos los que inventaron las armas de fuego...,por eso he querido hacer ese pequeño inciso...,y por lo que veo, estás de acuerdo conmigo ; por ello, me congratulo.

A propósito de "iluminati", mira que no son nuevos. Este recorte tiene 66 años:

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    Ostras, yo era uno de ellos, ahora comprendo que los GEOs se me estén descolgando por la terraza, al fin me han pillao...       

Precioso relato, Sr. Palacios. Con mucho sabor a la España de las posguerra, del garbanzo, la camisa blanca y la boina. Esperemos la segunda parte.

Gracias, Enjarao ; si que supone algún esfuerzo, el recopilar recuerdos, pero es más laborioso el darles una forma que se pueda leer a los que no somos profesionales, pero como " sarna con gusto no pica ", pues eso, que se me pasa el tiempo en un pis-pas, me lo paso bien, y encima va y os gusta... ¿ se puede pedir más ?.
Beltenebros, perdón por rebautizarte ; ahora la primera vocal,ya es la que tiene que ser ; efectivamente, fíjate el tiempo que hace que funcionan los iluminados, al menos 66 años..., y mira por donde, Enjarao era a uno de los que tenían que perseguir las autoridades competentes, ¡ hay que jo....robarse !, y lo teníamos aquí al lado...
Podenco, efectivamente, el relato tiene regusto a la ESPAÑA del garbanzo, boina y camisa blanca, el que podía tenerla, que no eran todos, pero yo me acuerdo mucho y bien, de aquella ESPAÑA, quizás porque uno cada vez es más mayor, y añora muchas cosas, que nada tienen que ver con estos tiempos, pero esto es así, y lo asumo.



SEGUNDA PARTE




Transcurridos bastantes días, y con el suceso ya casi olvidado, viene mi hermana corriendo a casa, diciendo que al perro del señor Rufino, que vivía frente a nuestra casa, que ni era de caza ni nada el pobre bicho, pero más bonito que un San Luis en día de fiesta, y más cariñoso que un novio enamorado, le ha traído Cresten ( uno de los hijos del Sr. Rufino ) ,en brazos a casa echando espumarajos por la boca y por los agujerillos de la nariz, con unos tiritones muy grandes y aullando de dolor…,y que alguien le había dicho que el perro estaba envenenado, que le dieran agua con sal con una pera de goma, de las de poner lavativas, a ver si le podían hacer vomitar, para que echara el veneno…; así que se pusieron manos a la obra, y al cabo de un buen rato consiguieron que sacara lo que llevaba dentro, de un color, mezcla de todos los colores – color vaca mirando al tren, bromeaba después Cresten que era un coñón, y se reía de su sombra…,pero solo lo decía mucho después, cuando el Rufo, como le bautizó la señora Abundia, la madre de Cresten, ya corría, y volvía a hacer de toro, cuando Cresten le hacía intentar coger el trapo que simulaba una muleta.
El pobre perro, empezó a serenarse , le tumbaron sobre una chaqueta vieja del Sr. Rufino , en un sitio oscuro del corral, le pusieron una palangana llena de agua, de la que el animalito bebía de vez en cuando ,y a todos se les encogió el corazón cuando empezó a soltar una diarrea que más parecía una catarata, y todos pensaban que se iba…,pero entre lo que vomitó, lo que expulsó, y la ración de agua salada que le metieron hasta casi la garganta, debió de ser su salvación, porque ya empezó a abrir los ojillos, y a responder con pequeños movimientos de cola ,como si fueran muestras de agradecimiento, que sin duda lo eran, a las caricias y mimos que sus dueños le proporcionaban en aquellos duros y dramáticos momentos para el pobrecillo animal.
Cómo sería la alegría de aquella familia, vecina y muy amiga de la mía, que Cresten, que ya he dicho era un coñón, le montó una fiesta por todo lo alto ; con un vestido viejo de Adelita ,su hermana pequeña ,le vistió y hasta le puso unos zapatitos de unas muñecas , y el pobrecillo se dejaba hacer dando pequeños ladridos ,que Cresten decía que eran jipíos, como los que daban los cantaores de flamenco, a los que él era muy aficionado ; le hizo hacer a su madre ,una especie de pastel de carne con los restos del cocido, y a los chavales nos invitaron a gaseosa y todo . No era para menos, el pobre Rufo había resucitado.
Pero aquel suceso, unido al de la perra de Carrete , ya empezó a mosquear a todos los dueños de perros, fueran cazadores o no , porque eso allí no había pasado nunca, y ahora en un par de meses o así, ya había ocurrido dos veces, y a alguien se le ocurrió lo inevitable.
¿ Tendrá algo que ver Sacramento ? .Solo le faltó oír eso a Carrete…me cago en la madre que lo parió, como llegue a saber de cierto que ha sido él, se va a enterar quién es Carrete… ; claro que del dicho al hecho…, porque era de los que entierran en el mar, para no hacer agujero…,pero cuando veías que se le hinchaba la vena del cuello y se ponía rojo como la grana…,cuidadín, cuidadín …, y así estaba en ese momento.
Mientras no se aclarara el asunto, la vida del pueblo y la cinegética de los cuatro cazadores y medio , seguía su ritmo, con precauciones , pero seguía ; Paco el troncho , avisó a los otros tres que el próximo jueves, que tenía descanso, o sea, el día libre en el argot ferroviario , se iba a poner en el tollo que tenía preparado cerca de El Retamar que ya tenía el bando cebao ,y el jueves escabecharía todas las que pudiera ; así que, el miércoles a última hora se pasó por el tollo, le dio los últimos toques, y a casa.
A la mañana siguiente, salió aún de noche de casa ,para estar en el puesto, antes que las perdices que solían llegar a punto de rayar el día…,pero cuando llegó al tollo, se llevó el desencanto, de que estaba hecho mixtos, pisoteado, hundido y totalmente deshecho, y alrededor, todo trillado de huellas de caballo; a Paco le dio un vuelco el corazón, y lo tuvo claro… el cabrón de Sacramento, que me debió de ver ayer tarde con los prismáticos, y en cuanto vio que me iba, salió del vedao, y me la ha liao ; y no se equivocaba , pero así como a Carrete se le veía venir , Paco era de los que mordían con la boca cerrá , que decía el Sr. Rufino …,y como si no fuera con él la cosa , y una vez echao el día a perros, dejó la escopeta en el suelo con el seguro puesto, y con toda la pachorra del mundo se puso a arreglar el tollo ; oyó cuchichear a las perdices que ya venían, se agachó tras un montoncillo de ramas de retama que quedaron medio tiesas, por el simple gozo de verlas venir , pero en cuanto se acercaron un poco más, salieron, primero a peón, y enseguida volando como alma que lleva el diablo…,y sin desayunar, las pobres.
Paco terminó de montar de nuevo el tollo, y se metió dentro, aún a sabiendas de que hoy no tiraría a las perdices; sacó el bocadillo y la bota de vino, y se puso tranquilamente a almorzar; el sol ya había salido, pero él estaba a la sombra, y no tenía ninguna prisa, porque estaba de descanso, así que mordisco al bocadillo, y trago de la bota…, ya se iría a casa cuando se cansara.
Terminó de almorzar, se echó un trago de vino de postre, y como ya había pasado más de una hora desde que se metió en el tollo, se le ocurrió mirar por la tronera, no fuera que el bando, al no ver movimiento se le ocurriera volver, cosa poco probable , pero nunca se sabe…,y no, no venía el bando ; sin embargo, algo vio brillar a lo lejos que le llamó la atención y puso atención; un bulto oscuro se movía a lo lejos, y que a medida que pasaban los minutos se hacía más grande e iba tomando forma…,al final iba a tener suerte; el bulto oscuro, se tornaba más claro y sí, claro que sí, era Sacramento a caballo que se dirigía sin dudarlo, recto como un cable de teléfonos de poste a poste, al tollo; el destello que le hizo alertar, debió de ser el reflejo del sol en el cañón del rifle, que llevaba atravesado sobre el caballo, apoyado en sus piernas ; estaba aún dentro del vedado, pero se iba acercando a uno de los portillos que había a lo largo de la valla, así es que seguro que saldría. Y en efecto, llegó al portillo, se apeó del caballo, abrió, sacó al caballo, cerró de nuevo pero sin echar el candado ni el cerrojo, señal de que pensaba volver enseguida, y con decisión se dirigió al tollo que estaría como a 500 metros; de repente, el caballo se detuvo, pero al instante continuó avanzando…, para detenerse de nuevo, y esta vez tardó algo más en volver a avanzar; de nuevo arrancó, pero el caballo varió la dirección, naturalmente obligado por el jinete, que a los 30 ó 40 metros le volvió a detener, bajó al suelo, se inclinó como observando algo que le hubiera llamado la atención, tomó de la rienda a la caballería, se introdujo de nuevo en el vedado, echó el cerrojo y candó la cadena, y se dirigió andando, seguido por el caballo hacia la casa, hasta que se perdió de vista, dejando a Paco el troncho , con un palmo de narices, que dudaba si realmente había salido del vedado, por algo que, desde dentro le había llamado la atención, o porque se lo pensó mejor, según avanzaba hacia él, hizo el paripé como si hubiera visto algo raro en el suelo ,y se dio media vuelta, por si las moscas…
Esperó un poco más, y como nada nuevo sucedía, a media mañana se fue para casa, con la duda sobre la reacción de Sacramento. En cuanto llegó al pueblo, fue a ver a mi padre, que era el vecino que tenía más cerca, y tras contarle lo sucedido, fueron dos los que se sorprendieron y dudaban, pero la cosa estaba clara, todo era cuestión de volver al día siguiente, de inspección, y dicho y hecho…,y de nuevo el tollo desbaratao.
Y de nuevo también, manos a la obra, y entre los dos en un periquete, el escondite estuvo en pié; dejaron pasar unos días, y así estuvieron jugando al gato y al ratón, Paco y Sacramento, Sacramento y Paco, pero sin meterse Paco dentro del tollo, hasta ver quien se cansaba antes.
Hasta que otro día de descanso que tuvo Paco, decidió tentar a la suerte; madrugó más de la cuenta para tener tiempo de levantar el tollo, si como colegía estaba en el suelo…,y acertó ; lo levantó en menos que canta un gallo, total para lo que lo quería, no hacía falta que estuviera perfecto como si esperara a las perdices, oculto al cien por cien, se metió dentro, y esperó acontecimientos…; estos llegaron al asomar el sol por encima de la casa de Navachescas; la mancha oscura y lejana, se fue aclarando y aumentando de tamaño, y esta vez sí que avanzó Sacramento con paso firme y seguro hacia el tollo, a derribarlo de nuevo como había hecho ya varias veces ,y sin problema ni oposición alguna; estaría como a 50 metros , cuando el caballo pifió, dio un respingo levantando la cabeza…,y de dentro del tollo salió una voz : ¡ si tienes lo que tienen los hombres , sigue y patea el tollo conmigo dentro…!, el caballo se detuvo en seco al tirón tenso de las riendas del guarda; todo esto sucedía como medio kilometro fuera del vedado, es decir, en terreno libre, y con la media veda abierta , y aunque guarda y cazador sabían que la espera no era a las torcaces, ni a las tórtolas, ni a las codornices, era época hábil de caza, aunque con limitaciones ; ¡ como me vuelva a encontrar el tollo destrozao, otra vez te vas a enterar quien es…el que está aquí dentro; ya se m´ha acabao la pacencia ! . Se contuvo cuando iba a decir su nombre, para dejarle con la duda de quién le desafiaba, por que el guarda sabía por los chavales del pueblo, que tenía trabajando en la finca, como se llamaban los cazadores, pero ni los conocía de vista, ni sabía ponerles cara, así que ¡ adivina quién era, Sacramento ! .
Sin decir ni oste ni moste, el jinete dio la vuelta al caballo, y como dicen los italianos, “piano, piano, se va lontano”, emprendió el camino de vuelta hacia la finca.
Más contento se volvió Paco el troncho p´al pueblo, que “Mateo con su guitarra”, y una vez en él, le faltó tiempo para contárselo a mi padre el primero, por cercanía a su casa simplemente, a Perico el torero, y a Carrete, aunque tuvo que ir hasta la estación de Clasi a contárselo, porque no pudo esperar a que saliera de servicio.
Y a partir de ahora, que sabía el guarda como se las gastaba, al menos uno de los cazadores, aunque no sabía quién, ni consiguió saberlo, porque entre los cuatro, se juramentaron, para no decir nada delante de los críos, porque seguro que los iba a someter a un tercer grado ; y así sucedió, porque los hijos de los otros tres cazadores, fueron diciendo a casa, que Sacramento les había dicho, que si no le decían en una semana, quién era el que estaba en aquel tollo, los despediría; y aunque alguna de las madres presionó a su marido, porque un sueldo, aunque casi mísero, era necesario en la casa, el marido se cuadró y soltó, pues si hay que comer menos pan, se come menos pan, pero a mi ese cabrón no me putea ; y ahí se zanjó el tema ; no hubo despidos, ni el guarda se enteró quién fue, porque los chavales, juraron y perjuraron, y no en falso, que no tenían ni idea , y debieron de poner tal expresión en la cara, que sabiendo que se jugaban el trabajo, tuvo que ser muy convincente; con lo fácil que era, vivir y dejar vivir, mientras a ti no te pongan en un compromiso, y realmente, en cuanto se supo donde, y a qué venía, nadie interfirió su tarea; en aquella época, como ya he dicho antes, aún no había mixomatosis, y sobraban conejos, y con el poco sembrado de cereal que había, era suficiente para que en el campo siempre hubiera, unos cuantos buenos bandos de perdices, y abundantes liebres, que tanto estaban en la finca como fuera ella, en lo libre ; y si a eso añadíamos las palomas de El Monte de El Pardo, que salían a comer a las rastrojeras, pues había de sobra para todos.
Tras el episodio del tollo y durante una temporada, parecía haberse pacificado el conflicto, como si el guarda hubiera pensado…vamos a dejarlo como está, y cada perro que se lama su minga; pues bueno, pensaron los cazadores, si esto queda así, le hemos enseñado los dientes y habrá entendido que no se puede ir amedrentando al personal con esas bravatas.
Un día, en periodo de media veda, como otros tantos, mi padre dijo cenando, que como mañana tengo descanso, si quieres nos acercamos a lo de Genaro, a ver si levantamos la liebre, que se nos arrancó el otro día, fuera de tiro, a ver si esta vez hay suerte, ¿ te parece ? ; eso de que tu padre cuente contigo, para hacer algo, le hace uno mayor, con 10 años que yo tenía, me hizo sentirme mozo; claro que sí, padre , y ¿ podré llevar la ecopetilla ? ; pero habrá que andar con ojo, no vaya a ser que aparezcan los civiles…
Y salimos de casa oscuro por todo el mundo todavía, para llegar allí a punto de mañana, o sea, al salir el sol; cuando ya el sol nos cegaba llegábamos a lo de Genaro, y antes de entrar, mi padre me paró, y me dice, mira yo espero aquí hasta que te vea entrar por detrás de aquella retama, y entonces echamos a andar a la par, en mano se dice a eso, me aclaró, y así llevamos la tierra al hilo; de esta manera, nos la ojeamos el uno al otro, porque si vamos juntos, no cubrimos la tierra entera; venga que te espero…,y eché a andar a paso ligero, hacia la retama; no hago más que llegar a ella, me vuelvo para avisar a mi padre, y se me arranca la jodía de ella, del culo, después de casi pisarla yo, y como estaba en línea con mi padre, no quise tirarla; mi padre ya veía que se le acercaba, pero yo también estaba en línea con ella, así que, le dio un grito, y entonces la liebre hizo un quiebro, alejándose de ambos, lo que le permitió a mi padre, yo ya fuera de línea con la liebre, soltarle el primero, y ya no hizo falta el segundo…; cogió mi padre la liebre, sacó el alfiler que llevaba siempre clavado en un lateral del morral, le pinchó ocho o diez veces la tripa, como me decía, que solía hacer el abuelo Victoriano, la apioló, y p´a dentro.
Comenzamos a nadar de nuevo, a ver si salta la hembra, dijo mi padre, y a los pocos pasos, me hace señas, para que fuera a su lado; ahí la tiene encamá, pensé yo, cuando llegué junto a él, me dice, vamos al barranco, que acabo de ver brillar los tricornios cerca del huerto de Juanito; hay que esconder tu escopeta y la liebre en los juncos del barranco; y dicho y hecho, bajamos al barranco, doblamos la escopetilla y la metimos debajo de un juncal enorme, y a continuación la liebre, y cuando íbamos a subir otra vez arriba, ya libres de “ pecado ”, espera, me dice mi padre, se cuelga la Sarasqueta al hombro, se da media vuelta para que no le viera, y se pone a mearse las manos; pero, ¿ qué hace padre ?; no sea cochino; nos ha jodío, de alguna manera me tengo que quitar la sangre de la liebre de las manos, si no llevamos nada en el morral, y tengo las manos manchadas de sangre, ¿ qué les cuento yo a los guardias, que vienen derechitos a por nosotros, porque nos han visto, lo mismo que nosotros a ellos ?. ¡ qué ocurrencias tiene Vd., padre !. coño, ¿ tienes tú otra solución mejor ? .No, claro que no, le contesté ; mientras llegaban los guardias, me dijo, me parece bien lo que has hecho cuando has visto a la libre, no tirarla porque estaba yo en línea con ella,… y me revolvió el pelo en un gesto cariñoso de complicidad.
Cuando lleguen los guardias, si te preguntan, tu me miras a mí y te encoges de hombros, como diciendo, yo no sé nada; y por si te han visto a ti al escopeta, vamos a cortar una rama de esa bardaguera, del mismo tamaño más o menos que la escopeta, y esa es “ la escopeta ” que tú llevabas, ¿ de acuerdo ?. Cortó la rama, y frotó los dos extremos contra la tierra, de forma que yo no parecía recién cortada, ahora estaba sucia por ambos dos lados, como si llevara toda la mañana conmigo. ¡ se las sabía todas…! , claro que con el maestro que tuvo con el abuelo Victoriano, así cualquiera.
Y ,¡ coño !, como si lo hubiera adivinado; como ya no teníamos “ caca “, nos fuimos derechos a ellos, y nada más darnos los buenos días, le preguntan a mi padre, ¿ y la escopeta que llevaba su chaval ? ; mi padre como casi se lo esperaba, les soltó, mi chaval lo que llevaba era ese palo que lleva desde que salió el sol, ¿ no ve Vd. que es un crío, y no tiene ni siquiera edad para llevar un arma ? ; y, ese tiro que hemos oído, ¿ a qué ha sido ?. A una torcaz, que se ha levantado del rastrojo, pero se ha ido con más salud que tenía...¿ enséñeme el morral ?,ordenó el que parecía que mandaba más ; mi padre se quitó el morral, se lo abrió, y el guardia le dijo con cierta sorna… aquí hay plumas de perdiz, pelo de liebre y de conejo, y eso ahora no se puede matar, porque estamos en la media veda, ¿ donde ha dejado lo que ha matado ?; mi padre no se puso en absoluto nervioso, pero a mi ya me rilaban las piernas ; mire Vd. este morral lleva conmigo 25 ó 30 años, y hay restos de toda la caza que a Vd. se le ocurra, menos de jabalí, porque no cabe en él, así que esos pelos y plumas que Vd. ve, pueden ser de hace varias temporadas, porque un morral no se limpia, como la escopeta, cuando termina la época de caza, se guarda y ya está.
No sé si los guardias, se quedaron muy convencidos, pero la cosa es que no tuvieron otro remedio que darse por vencidos; le pidieron a mi padre la documentación, licencia de caza y , le preguntaron donde vivíamos, lo anotaron todo en una libretica que llevaban, miraron y apuntaron la hora, y se despidieron, hasta otro día, dijeron secamente, y cuando ya se daban la vuelta, mi padre les dijo…, saluden de mi parte a D. Jacinto, porque ¿son Vds. del cuartel de Las Rozas, verdad ?, pues sí, ¿ conoce Vd. al Comandante de Puesto ?. Si señores, y a D. José, el Sr. Alcalde, que es muy amigo mío…, por si les quedaba alguna duda; le saludaremos de su parte, ¡ con Dios…!.
¡ Qué alivio ! ; por fin los vimos alejarse…; esperamos un poco y volvemos a por la liebre y la escopeta, le sugerí a mi padre; ni hablar, me contestó, eso es lo que ellos esperan que hagamos; en cuanto les perdamos de vista, se amagan a ver si hacemos precisamente lo que tu dices ; ya vendré yo mañana, que estoy de servicio, y cuando despache un tren, y antes del largar al siguiente, echo una carrera y las recojo, las meto en el morral, y en un pis-pas estoy de vuelta en Clasi. Y así lo hizo al día siguiente, y otro episodio más para el recuerdo.
Ya, casi finalizaba el verano, cuando una tarde se empezó a oír un tiroteo en la finca de El Aguila, como si fuera una película del Oeste, y como se oía desde el pueblo, porque realmente desde la valla al pueblo, no habría ni un kilometro, mi padre me propuso acercarnos a curiosear al levantarse de la siesta – le tocaba turno de noche, y había que dormir de día, para aguantar la noche - , y así lo hicimos, aproximándonos a la valla, y efectivamente, vimos que había 10 ó 15 escopetas, tirando al conejo; estuvimos un rato viendo el panorama, y cuando ya nos íbamos a volver a casa, oímos el quejido de un perro como si le hubiera rajao un jabalí, pero allí no estaban el jabalí porque no era zona de esta especie, así que, también por curiosidad aguzamos la vista…,y ¡ me cago en la madre que los parió a todos !, le oí gritar a mi padre; se acercó hasta la valla y agitando los brazos y dándoles voces, que no sabemos si oyeron o no, les soltó todos los improperios que se le ocurrían, y ninguno era bonito; mi padre no era mal hablado , algún ¡ coño ¡ de vez en cuando, y no mucho más , pero ahora estaba desatao, y yo no entendía nada, porque después de estar un rato mirando como cazaban sin decir nada, de repente, se soliviantó y se desmadró en una actitud que en mi padre no era normal…,¡ échame una mano , me gritó, y uniendo la acción a la palabra, empezó a zarandear con las dos manos, el palo que tenía más cerca de los que cada 4 ó 5 metros, y clavado en el suelo, sujetaba la valla…, pero qué hace Vd., le increpé – a los padres en aquella época se los llamaba de Vd.- ; que le van a ver los del vedao ?, le dije yo sin atreverme a ayudarle…; tenemos que arrancarlo, pa entrar a recoger al Lucero, coño, ¿no ves que le han pegao un tiro estos cabrones, y viene cojeando y chillando el pobre ; hay que entrar a buscarle antes de que le rematen…,me cago en su puta madre… ; de eso yo, ni me había percatado...,pero entonces sí que con mis solo 10 años las fuerzas me vinieron todas de golpe, y entre mi padre y él porque las mías, aunque reuní todas, eran mínimas, arrancamos el palo, lo tumbamos, pisoteando la valla, hasta que nos permitió el paso dentro del vedao, y salimos a todo correr en busca del pobre Lucero; le que cogió mi padre en brazos, y eso que era un perro grande, que debía de pesar por lo menos 35 ó 40 Kg, y echó a correr en dirección a casa, y yo detrás de él, llorando como la Magdalena, porque el pobrecillo chorreaba sangre por la pata delantera derecha ,pero en cuanto se vio en brazos de mi padre, el animalito dejó de quejarse, como diciendo, estoy en buenas manos, ya estoy salvao,… porque los perros no hablan, pero sienten, entienden y comprenden y tienen más caletre que muchas personas, que más que hablar, rebuznan.
¡ qué mala leche llevaba el tiro ; iba derechito al codillo ¡ ; por fortuna se les adelantó un poco, y otro poco se les levantó, le dieron justo encima de la pata y le tocaron el lomo…, y eso le salvó de no quedarse allí mismo seco.
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El Lucero era un perro sin ninguna raza definida, debía de ser de tal mezcla, que de cada una tenía algo; aterrizó en casa un día, detrás de mi padre; ambos venían de Clasi, mi padre, naturalmente, de trabajar y el perro detrás de él, igual que un corderillo recién parido, detrás de su madre ; ¿y este perro?, le preguntó mi madre ; pues mira – le contestó mi padre - ,esta mañana cuando iba a dar la salida a una composición que iba a Irún, como siempre, recorría el tren de cola a cabeza a ver si estaban bien los frenos , las bridas de las cadenas del enganche de los vagones…, bueno a ver si estaba todo en orden, antes de darle los papeles al maquinista y soltar el tren, y cuando solo llevaba revisados 8 ó 10 vagones, de uno de ellos, salía un gemido lastimero de un perro, y como el vagón iba vacío, abrí al brida de la puerta, y el animalito saltó al suelo mirándome con unos ojos grandes y tristes como dándome las gracias por haberle librado de aquella cárcel; como mientras iba revisando el tren, iba comiéndome el bocadillo de chorizo que me habías preparao hoy y me miraba con esos ojos…,lo que me quedaba, más de la mitad, se lo he dado a él, y ha sido visto y no visto…; a saber cuántos día llevaría cerrado el pobre animalito en el vagón, sin comer ni beber, y como ya estaba cerca de la cabina del guardagujas, que suele tener allí un botijo envuelto en un trapo mojado, y colgado en un gancho por encima de la cabeza, en medio de la corriente pa que esté más fresquita el agua, le he llevado allí , y a Epifanio le ha dejao sin una gota de agua en el botijo, ¡ pobre animalito, estaba seco !; y claro ya no me pierde ni pie ni paso ; cuando he vuelto a la oficina después de dar la salida al tren, con el perro detrás de mí, el lampista, la Victorina – la cantinera de la pequeña taberna que Renfe había autorizado a poner, y que también hacía las veces de encargada de la limpieza y lavandería del cuarto de agentes, porque en cada turno había no menos de un centenar de hombres trabajando, y algunos, sobre todo los que venían en los trenes que llegaban a Clasi, procedentes de otros destinos, como los maquinistas, fogoneros, guardafrenos, que iban en las garitas de los vagones, etc., comían en la cantina, antes de echarse a dormir en el cuarto de agentes, ( un edificio impersonal ,especie de pensión, con 10 ó 12 habitaciones, pero de la propia Renfe, que servía para que los empleados de paso, pudieran descansar y asearse, hasta que de nuevo retomaran el servicio de vuelta ) – y todo el que andaba por allí, cuando les conté la odisea del pobre perro, todos le daban algo de comer y le hacían alguna caricia ,así que a la hora venirme a casa…,pues aquí lo tienes…
¿Y qué hacemos con él? .Mi padre se encogió de hombros, como diciendo… ¡tú verás!
Total que se queda en casa, ¿ no ?, - le espetó mi madre - ; y a ti, ¿ qué más te da, comerá las sobras de la comida, y el corral es grande…?, le respondió mi padre ; y así llegó el Lucero a casa,…
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…y a casa íbamos ahora mi padre y yo a todo correr, con el Lucero en brazos, y cuando ya llegábamos al pueblo, me mandó mi padre a buscar al practicante – hoy les llamamos muy finamente ATS – porque claro, de veterinario en aquellas épocas, ni sabíamos lo que era ; así que sin llegar a nuestra casa, me desvié a la de D. Francisco, que me daba yo, con los talones en el culo; cuando me abrió la puerta, la señora Rosa ,su mujer, yo no podía ni hablar de lo sofocado que iba, y le tuve que explicar a la buena mujer a trompicones, lo que pasaba ; ¡ vaya susto que me has dado, condenado ; creí que pasaba algo gordo en tu casa…! . Como si no lo fuera, claro, como el perro no era suyo… ; ahora no está Paco, en cuantito venga le digo que vaya a tu casa, me dijo la señora Rosa ; y me fui corre que te corre, con mi Lucero…

Una vez más la cosa se pone muy interesante

Gracias Jesús, otro rato estupendo de lectura que me has hecho pasar. Sigue recordando, por favor, que lo de darle forma está claro que lo tienes más que superado. Todo un placer  

Muy buen relato Jesús, gracias por deleitarnos con él.

Por cierto, parece que Sacramento tiene todas las papeletas para que le administren uno o dos Sacramentos (Hostia y/o Extrema Unción), espero impaciente.

Buenas, casi noches Elisa, creo que lo de Sacramento, lo tengo todo recordado; ahora solo me falta, terminar de ver bien, y con las notas que ya tengo hilvanadas, espero terminar enseguida ; me alegro de que os vaya gustando, porque veo que a Palimpsesto parece que también le agrada, y si, no te falta razón, que no alguna de las dos, las dos se merecía, aunque la segunda, por los años que tenía, debía de rondar la cuarentena, y quizás ya bien entrada, por entonces y de esto hace unos 60 ó 65 años, o sea, que la Extremaunción es muy posible que ya la haya recibido, el hombre ; de las otras, no se si llevaría alguna puesta, a lo mejor también, pero no puedo dar fe...

La cosa sigue mas que interesante, a ver como termina, aunque si termina es porque tu quieres, porque historias de caza y de aquellos años tendrás para escribir un libro.

Sobre lo de los perros, vi venir a horas que no eran las suyas y de mala manera al perro de la familia, un garabito mas listo que el hambre, y le dije a mi suegra y a mi novia.

"Malo, este viene buscando su querencia, porque viene a morirse, mira la cara y el paso que trae".

A lo que mi suegra dijo... "este seguro viene de La Estacá (la finquita de ella que labraba su marido en sus ratos libres), el bruto de mi marido ha hechado veneno porque dice que halli hay ratas, y se lo ha puesto a un trozo de corteza de queso que se ha llevado esta mañana, y este seguro que se la ha comido, y es Lindrín que hace años trajo mi marido de la fábrica, así que está listo el pobrecillo".

Le pedí aceite de ricino, lo agarramos y con un embudo, a la trágala y evitando algún intento de mordisco, le metí medio litro, pues la otra mitad nos la echamos encima en la refriega con el bicho. No tardó dos minutos en empezar a largar lo que tenía dentro, y cuando terminó, aún daba arcadas en vacio. Después se tumbó y estuvo dos días sin moverse y sin comer ni beber, creíamos que se moría, pero no, remontó y dio mucha mas guerra, tanta como para escribir una buena historia. Que pena de perro, con lo listo que era, que bueno hubiera sido para cazar, pero tan listo era que iba a su bola, pues sacaba mas tajada.

Saludos... Enjarao.