Un tipo entra a una zapatería y se le acerca el vendedor:
- Buenas tardes, ¿En qué puedo servirle?
- Quiero unos zapatos del número quarenta.
- Verá, señor, no es por contradecirlo, pero a simple vista puedo ver que su número es al menos quarenta y dos.
- Eso no importa, yo quiero un número quarenta, si no, no compro nada.
- Está bien.
El dependiente le trae un número quarenta; el tipo se los prueba y comenta:
- Perfecto, me los llevo puestos.
Cuando va de salida, el vendedor ve que el tipo va sufriendo porque los zapatos le aprietan. El vendedor, intrigado, se le acerca:
- Señor, disculpe, pero no me puedo quedar con la duda, ¿cómo es que compra sus zapatos así, si se ve que está sufriendo porque no le quedan?
- Mire, le voy a contar mi historia: mi mujer me engaña con mi mejor amigo; mi hija es una puta; mi hijo es drogadicto y maricón; mi suegra vive con nosotros y me echa la culpa de los problemas familiares… ¡El único placer que tengo en la vida es cuando llego a mi casa y me quito estos malditos zapatos!
En la maternidad de han comprado una maquina para ayudar en los partos a las mujeres. Llega una madre acompañada por su esposo y les dice un doctor:
- Miren, tenemos esta máquina que va a ser una revolución. Sirve para transferir parte del dolor del parto al padre, de forma de que la madre no tiene que sufrir mucho. ¿Estarían ustedes dispuestos aprobarla?
- Si
- Bueno, pues el esposo se sienta aquí y como esta en fase experimental, de momento pondremos la máquina tan solo al 10%, y ustedes me van diciendo.
Total, que el parto progresa de la forma normal, y el esposo dice:
- Oiga, que no noto nada. ¿Por qué no suben la máquina al 20%?
El esposo sigue sin sufrir ningún dolor.
- Más, más, pónganla al 50%.
La madre siente un alivio enorme, pero el padre ni se inmuta.
- Oigan, que de verdad que no me pasa nada, pónganla al 100%.
Y la madre da a luz sin dolor y están todos contentísimos. Hasta que el joven matrimonio vuelve a su casa y se encuentran al cartero muerto en la puerta.
Esto es un convento de monjas, del que la madre Superiora era muy aficionada a la pintura, y pintaba cuadros, y convocaba a las monjitas para verlos, y todo. Un día pintó un Niño Jesús, y llamó a las monjas:
- Hermanas, hermanas, venid a ver el último cuadro que he pintado.
Llegan las monjas y se ponen a alabar el cuadro:
- Oh, qué bonito, que Niño Jesús tan mono, que hasta parece de verdad, bla, bla…
- ¿Pero no le falta algo?
Todas se quedan extrañadas y empiezan a murmurar:
- Si, parece, no caigo, que puede ser…
Dice la Superiora:
- Tranquilas que me informo y lo arreglo.
Se queda la Superiora sola, y pensando.
- ¿Qué puede ser lo que le falta? Yo lo veo normal. ¡Ah! Ahí fuera está Amadeo, el jardinero. Le preguntaré a él.
Lo manda llamar.
- Amadeo, mira, es que he pintado el cuadro y bla, bla, bla… ¿qué puede ser lo que le falta?
- Mire, madre, es que le falta la pilila.
- Ah, claro, es que como yo fui novicia de muy niña, claro, no sé de esas cosas. ¿Y cómo es?
- Es queee, explicárselo, así en fríoooo…
- Ya sé, enséñamela y me sirves de modelo.
Entonces Amadeo el jardinero le sirve de modelo para completar el cuadro, y ya os podéis imaginar como queda el Niño Jesús con la polla de Amadeo…
Total, que la Madre Superiora llama a las monjas de nuevo:
- Hermanas, venid, que ya he completado el cuadro.
Llegan las monjas, y cuando ya están todas, la Madre Superiora lo muestra, y todas exclaman al unísono:
- ¡¡Ahiva!! ¡¡La polla de amadeo!!
Un hombre va a la peluquería:
- Buenas…
- Buenas. ¿Qué desea?
- Mire, ¿me podría hacer un corte de pelo con una patilla de 3 cm y la otra rapada, con el flequillo con forma de montaña rusa, un trasquilón en forma de estrella de 12 puntas en todo lo alto, y al dos en la colleja y al cero un poco mas arriba?
- No, lo siento señor, eso es imposible.
- ¿Y cómo te las arreglaste para hacérmelo la ultima vez?
Esto es un catalán con su hijo:
- Mira Jordi, este reloj era de mi tatarabuelo, después pasó a mi bisabuelo, después a mi abuelo, después a mi padre, más tarde a mí, y ahora me toca…. ¡¡Te lo vendo!