Hace meses que escribí esta historia, pero he esperado a Noviembre para colgarla, ya que fue en ese mes cuando tuvo lugar la cacería. Tal vez sea la última historia, ya que no recuerdo por ahora ninguna mas que sea digna de ser contada. Quien sabe.
Aquel otoño del 80 resultaba atípico, el astro rey se negaba a cederle su poltrona al viejo blanco de las barbas gélidas, la gente seguía luciendo la ropa de verano y parecía que aquello iba para largo. En esto pensaba, mientras caminaba cabizbajo por las angostas calles del milenario barrio judío, lo único que significaba el asunto del frío para él era que los zorzales ese año no bajarían aún. Su vista pasaba perdida sobre las empedradas calles sin ver mas allá de sus pensamientos, mecánicamente ejecutaba los giros de 90º a los que la arquitectura del estrecho barrio le obligaba para llegar a su destino, destino muy distinto del que el había programado para ese primer día de apertura de la veda. Con aquel día tan bello y soleado las pequeñas criaturas del campo le habrían dado un buen juego, pero ese día ya era historia -pensaba él- y eso que tan solo eran las 12:00 de la mañana.
El “nuevo” Land Rover comprado con 80.000 Kms le había dejado tirado, y su amigo Manolo que fue el que se lo localizó le había jurado “...que se muera mi madre si no te dura toa la via”, lo que pasaba es que la madre de Manolo llevaba varios años bajo tierra, pero para él y para todos los que le conocían, ese juramento era lo mas sagrado que hubiera sobre la tierra cuando el lo decía. Y añadió que “siempre y cuando lo uses solo para la caza y sigas con tu otro coche (que además era mucho mas cómodo) para todo lo demás”. Había funcionado perfectamente los dos meses que llevaba usándolo, pero esa mañana, la mas importante pues era el primer día de caza de la temporada se había negado a arrancar, no dio señales de vida al girar la llave... como si estuviera muerto. Cuando lo compró se le cambió batería, se revisó todo el sistema eléctrico, todos los líquidos, frenos, filtros, limpieza del circuito de refrigeración y depósito del gasoil... en resumen mucho mas allá de una simple puesta a punto, y había fallado precisamente ese día. Y para colmo, le había dejado a un amigo su otro coche y este se había ido a su pueblo el fin de semana. Mala suerte.
Tampoco se atrevió a llamar a los de la cuadrilla, pues alguno querría venir desde 50 kms de distancia para llevarlo y traerlo, y se perderían media mañana con eso en vez de estar cazando. Así que los llamó y puso una tonta excusa para que no fueran a por él, que conociéndolo, ninguno de sus compinches de partida se creería. Ya tendría tiempo de contarles la faena del “coche nuevo”... y aguantar sus burlas.
En esas estaba cuando lo despertó un buen par de piernas cortadas a medio muslo por el filo de una minifalda verde, su propietaria le llevaba unos diez metros de ventaja, aquella maravilla giró en la siguiente calle y el aceleró el paso para ver a su dueña al completo, pues la cosa prometía. Mereció la pena ver a aquella rubia de cuerpo escultural, y ya casi oliendo su perfume le soltó...“Chist, chist”, y la rubia picó y volvió la cabeza, sus ojos azul cielo y el resto de sus rasgos delataron a una inocente y sonriente vikinga, posiblemente sueca, o noruega, o alemana, pero que mas da, con aquel exterior... ¡¡como si fuera del mismísimo Plutón!!.
- Hola me llamo Alberto, ¿como te llamas?.- recibió como respuesta una sonrisa tan limpia y grande como ella misma, pues la vikinga medía casi el metro ochenta que medía Alberto, era muy alta y eso que iba sin tacones. La chica le respondió algo en un macarrónico inglés que acabo de delatar su origen nórdico, el en respuesta le habló en el francés que había estudiado en el bachiller (que podía sonar tan mal como el inglés de la rubia) por si colaba, pero ella le obsequió con otra de sus inocentes sonrisas. Así que aquello no progresaba adecuadamente, por tanto había que pasar al lenguaje universal de gestos y toques y eso era aún mejor, y en el toqueteo estaba cuando de otra parte de la calle surgió “la voz”.
- Pierdes el tiempo con ella, dos semanas y después volverá a su frio país.
Volvió la cabeza y pudo ver a la propietaria de ese dulce y entonado sonido que delataba ser claro y sincero. Era el contrapunto de la vikinga, rubia de bote, eso si con un rubio mas bonito que el natural y casi albino de la nórdica, no llegaba al metro sesenta ni pesaría cincuenta kilos, cualquiera podría perderse en aquellos ojos color miel, vestía vaqueros y una holgada camisa celeste, su rostro no tenía la absoluta belleza del de su amiga, pero tenía algo que la hacía muy atractiva a ojos de Alberto. Así a simple vista, una mujer discreta de las que nadie vuelve la cara cuando pasa, pero algo le decía que debajo de ese discreto atuendo había algo muy especial y también debajo de esa preciosa melena algo rizada habría mucho mas, aunque fuera rubia de bote. Y por cierto, ese perfume irresistible que captó al principio y que atribuyó a la vikinga... era de ella.
- Dos semanas, me sobra para conocerla.- le dijo Alberto a la recién llegada añadiendo una suave sonrisa.
- Ya imagino lo que quieres tu “conocer” de esta... lo que todos. -le soltó la bajita con un gracioso mohín en su boca grande y preciosa, la cual desentonaba agradablemente en su pequeño rostro.
Poco a poco Alberto casi llegaba a su destino, el bar donde algunos días iba a tomar el aperitivo, asi que aprovechó para invitar a ambas a tomar algo, cosa que la andaluza declinó excusándose en que se perderían del grupo que les estaba enseñando la Judería.
Alberto se despidió diciéndoles que si querían saber de él, en aquel bar restaurante le conocían todos, que preguntaran por Alberto, y las dos chicas se perdieron en el obligado giro de 90º de la próxima calle, no sin antes volver la “sueca” la cara y obsequiarle con otra de aquellas espléndidas e inocentes sonrisas. A esa la tengo en el bote -se dijo Alberto convencido-.
Ya antes de llegar al bar había oído desparramarse por las imposibles callejuelas los acordes de la vieja guitarra del Gitano, buen betunero ambulante y mejor guitarrista flamenco al cual el dueño del bar no le dejaba salir del Entre dos aguas y el Concierto de Aranjuez, que... “es lo que pita con los turistas, y de esas dos no te salgas cuando entres en mi casa ¿estamos?”. Cercano a la puerta estaba Sansón -que en realidad se llamaba Fermín- el camarero que servía las mesas, el cual cuando no había clientes y no estaba en la puerta del bar a ver pasar “el material”, se miraba los bíceps de vez en cuando en un viejo y cuarteado espejo que había en la entrada, con el habitual uniforme de camarero, pantalón negro y camisa blanca de manga larga la cual se arremangaba para dar el mitín culturista frente al espejo. Sansón era bajito, canijo y de piel nívea, con su físico y su blancura era la viva imagen de la parca y sus bíceps tenían el tamaño el color la consistencia y la textura de medio huevo duro sin yema, pero no por eso dejaba de trabajar casi catorce horas diarias seis días a la semana pues como el decía, “¿¿...de que sino van a vivir mi mujer, mi suegra y las seis fieras que tengo en casa??”. Cosa esta que Alberto tenía muy en cuenta cuando iba de caza, pues le arrimaba bajo cuerda conejos, perdices, zorzales y algún trozo de montuno cuando iba a la mayor. Así que con todo ese bagaje a sus espaldas a este personaje no se le iba una, y le soltó a Alberto nada mas verlo... .
- Jodio Albertito, no perdonas una tunante ¿ya has ligado con la rubia?.
- Ya sabes, si vuelve me la pasas al patio.- le respondió Alberto con una sonrisita.
Y se fue al precioso patio andaluz adornado con los azulejos de Luis Mensaque de principios del siglo XIX, estando este bien surtido de macetas con alegres y bien cuidadas plantas y del cual emanaban los acordes del Gitano. Se sentó en una mesa, y sin decir ni media el betunero cambio el palo y se arrancó al mejor de los toques flamencos que era lo suyo . Así se podría parapetar ante el dueño del bar en que el único cliente que había quería oír otra cosa para darse el gusto de tocar lo que a él le gustaba, y a Alberto también.
- Sansón cuando puedas, una manzanilla.- pidió Alberto-.
- Manzanilla de Sanlucar en rama, para el señorito Alberto. - el tirillas voceó la comanda al camarero gordo de la barra,, pero se acercó a cuchichearle algo al gordo.
- ¿Que haces el primer día de caza por aquí?. - le espetó el Gitano sin dejar de tocar.
- Mejor no hablar, sigue con lo tuyo que me calma.
- Vermut del Condado de Huelva y unas exquisitas gordales para el señorito.- anuncio Sansón no sin guasa, mientras le dejaba en la mesa a Alberto el vaso de vermut con hielo y una corteza de limón dentro, además del plato de olivas-.
- Puñetas Sansón me pones lo que te da la gana, pero déjalo que hace tiempo que no teníais el vermut este, y es superior.
El casi occiso le repitió a Alberto la pregunta del Gitano, y este les contó a los dos lo del coche. A lo cual el camarero sabiendo lo que significaba aquello para Alberto y también para sus bocas caseras añadió : “Vaya faena”.
No había pasado ni media hora y cuando mas caliente estaba la guitarra del Gitano, se oyó desde el interior del bar :
- ¡Alberto, al teléfono!.
Quien puñetas me llamará precisamente hoy, el primer día de caza.- pensó - y se fue algo molesto a la barra para coger el aparato.
- ¡Hable!.- soltó secamente -.
- Albertito coño, acabo de llamar a tu casa y tu madre me ha contado lo que te ha pasado, el cacharro no arranca y que has prestado el otro, ya he hablado con Serafín para que el lunes le eche un ojo será alguna tontería no te preocupes. Ahora vete a ver a Serafín que te va a dejar su Mercedes y te vienes pa Jerez.
- ¿Para Jerez de la Frontera?, tu estás chalao Manolo, por cierto ¿ que haces tu en Jerez y no cazando?.
- Teníamos una tirada pendiente que se suspendió por aguas y la dejamos para hoy. Una guasa oye, pero como me gusta cumplir... anda vente pacá que hay un tío aquí que tiene lo que andas buscando.
- ¿ El que ?.
- Joe, el rifle ese del 375 que me dijiste.
- Manolo que te conozco, ¿ tu estas seguro que es un rifle express del 375?.
- ¡Que si coño!, lo que me explicaste, es como una escopeta paralela que tira balas, y el tío me ha dicho que es de los mejores y del calibre 375 que he visto las cajas de las balas, anda vente pacá.
- Que es casi la hora de comer Manolo, a ver si voy a ir a pa na.
- Como se vaya el tío y no veas el rifle vas a tener que ir a verlo a Badajoz, además me ha dicho que por el precio no hay problemas, que el solo va a la menor y ha heredado ese arma y que no quiere tenerla en casa, así que aprovecha.
- Vale Manuel, voy payá.- y colgó, pero no se fue sin antes recordarle a Sansón que si venía la rubia le diera su teléfono.
De camino a Jerez, solo pensaba en el rifle, llevaba buscando un Sarasqueta del 375 hacía tiempo y solo había conseguido ver alguno en otros calibres que había desechado por diferentes motivos además del calibre, entre ellos por el precio, así que le extrañaba que aquel tío vendiera a buen precio un Sarasqueta del 375 que estuviera bueno. Muy raro, algo no le cuadraba, también pensó en que acababa de comprar y repasar el TT, y que su economía había menguado, pero solo por ver el rifle aquel y hacer el viaje en el Mercedes de Serafín ya merecía la pena ir Jerez.
Llegó a la hora de comer y Manolo lo invitó a comer una exquisita paella de marisco entre otras cosas, y sin mas se fueron en busca del vendedor, hombre este de mediana edad el cual se presentó como Domingo, y echas las presentaciones se fueron al aparcamiento del campo de tiro. Allí el extremeño abrió el “ropero” de su Dodge 3700 GT y allí estaba, una vieja caja de cuero la cual sacó el hombre del maletero y apoyándola encima del mismo la abrió, y ante los ojos de Alberto y Manolo apareció un... ¿¿¿ que era aquello ???, se preguntó Alberto desconcertado tratando de “encajar” lo que tenía delante. Media pletina con unos discretos y bellos grabados scroll tipo inglés, cañones muy muy largos y sí, tenía un alza fija mas 3 librillos y el grosor de los cañones eran como los de una escopeta del 20, y ¡maldita sea, culata inglesa y sin carrillera!, que express mas raro, y su dueño ya casi lo había montado.
Mientras el hombre lo ensamblaba, Alberto se fijó en las siete cajas de munición que había en la caja, eran unas antiguas Kinoch, y ponían 375 ¿¿¿ H&H Flanged ???, no eran del H&H Mg., eso le desconcertó aún mas, y recordó lo único que había leído sobre ese calibre en el libro Marfil de Sanchez-Ariño... “un cartucho en desuso y agonizante y con prestaciones por debajo de su hermano Mg y casi a la par en prestaciones con el 9,3X74 R”. Osea un cartucho obsoleto con problemas para encontrar munición, además en España la recarga estaba prohibida. Todas esas cosas le despejaron las dudas que traía por el camino.
¡¡ Vaya regalito acababa de endosarle Manolo... y sin el saberlo !!.¿ A ver la marca ?. Francotte. Volvió a recordar que en el libro de Sanchez-Ariño decía que ese fabricante belga era de calidad, al menos algo bueno, pero con ese calibre la media pletina y con esos cañones “antiaéreos” mas aquella rara culata de discreto color y veteado, el arma no le interesaba, simplemente se apartaba de todo lo que el había imaginado que tenía que tener su express, aquel maldito rifle solo de una pasada visual le había partido los esquemas y las pocas ilusiones que albergó durante el viaje a Jerez.
- Bueno, ¿que le parece el arma?, según me dijo mi tío es un arma de máxima calidad hecha en Bélgica por uno de los mejores armeros del mundo- le dijo orgulloso y sonriente el pacense.
- He oído hablar del fabricante y se que es bueno y el arma tiene buena pinta, pero no se parece nada al express que había pensado, tampoco es el calibre que busco, asi que lo siento pero no me convence. Por su calibre tal vez a algún coleccionista le pueda interesar, pero no a mi que lo quiero para cazar muchos años con el.
- El arma está impecable, y me decía mi tío que a cien metros metía las balas en el culo de una caña de cerveza, y eso según dicen los que saben de estas armas es muy difícil y muy apreciado.
- No dudo de que tire muy bien y que sea un arma extraordinaria, pero no es... “mi rifle”, lo siento y suerte con la venta.
- ¿Porque no lo prueba y luego decide? - le insistió el extremeño.
- Vamos a ver Alberto, dentro de tres semanas tienes una montería a pocos kilómetros de donde vive este hombre, no te cuesta trabajo pasarte por su casa, recoger el arma y probarlo cazando. Eso si, sin ningún compromiso por tu parte.- le incitó Manolo.
- Yo no tengo inconveniente en dejarle el arma y que la pruebe, sin compromiso alguno.- atacó de nuevo el pacense.
“En Extremadura hasta el agua es dura”, que decía mi abuelo, y el extremeño no quería dejar pasar a un posible comprador sin intentarlo todo. Eso le hizo preguntarse a cuantos le habría ofrecido ya ese rifle y se lo habían rechazado por los mismos motivos que el lo hacía. Eso era lo que había hecho que su precio bajara y que aquel hombre se hubiera desplazado hasta Jerez para intentar colocar el rifle en donde había dinero, y que mejor sitio que el campo de pichón de Jerez de la Frontera, donde se reunían la flor y nata de los vinateros e industriales en un radio de 200 Kms.
Cogió el express, cerró los ojos y se lo encaró, abrió los ojos y … perfecto, a pesar de no llevar carrillera. Le quedaba tan bien como su plana de caza, le volvió a disgustar el largo de los cañones aunque el arma estaba perfectamente balanceada, y su cinta métrica midió 71 cms, osea 28”, tan largos como una espingarda para ser un express. Si tan solo tuviera 2” menos serían perfectos para su calibre, pero no todo lo demás. Comprobó su solidez, no había holguras ni fisuras ni ningún ruido sospechoso y su estado era perfecto de cañones, báscula y maderas, al abrirse y cerrarse su sonido delataba un ajuste sólido y transmitía robustez y plena confianza. Nada mas podía hacer ante su propietario, asi que aceptó ir a cazar con aquel arma que no le gustaba en nada, excepto su encare y su estado, y lo hizo empujado por su amigo Manolo, igual que hizo con el TT que esa misma mañana le había dejado tirado. El hombre es el único animal queeee... .
Echó el día en el pichón con Manolo, al cual lo eliminó un “misil” atravesao que casi ni vio, eso antes del café y se volvió a casa con los datos del pacense en el bolsillo.
Llegó Noviembre, el mes mas odiado por él por algunos avatares de su no muy larga vida, y con el, el viejo de blancas y gélidas barbas... y las aguas. Varias veces estuvo tentado de llamar a Domingo para decirle que no pasaría a recoger el rifle, pero había dado su palabra, también pasó varias veces por el bar, y de la vikinga ni flores... vaya racha.
Llegó el día y con el Land ya arreglado por Serafín de un tonto problema eléctrico que solucionó en un rato y que no le cobró, se llegó a Mérida donde recogió con desgana el arma y dos cajas de Kinoch blandas y se fue no sin antes darle las gracias a Domingo y decirle que a la vuelta le contaría, aunque la decisión ya la tenía tomada. Sin mas se dirigió al coto, los saludos habituales, migas, café, coñac, sorteo y el 14 le tocó, menos mal que no fue el trece -pensó-, el puesto ese tenía dos tiraderos, uno a cascaporro y un claro mas allá de unos jarales que cortaban el tiradero y que ya era para tirar a mas de 100 mts. Menos mal que se había traído su Sako del 7 RM. con la mira de 2-7 X para lo largo, y para lo corto tal vez probaría el express. Aunque en realidad durante el viaje a Badajoz había pensado en llevarse el express y devolverlo sin sacarlo del coche, así no tendría que explicarle nada al dueño facilitándose asi su ya decidida negativa.
Sin mas se dirigió al puesto que era tal como le habían dicho. Sacó las dos armas, las cargó y las apoyó en el tronco de un alcornoque que era su puesto y espero a oír el jaleo perruno. Cogió el 7 y puso el visor en 3X, cosa que podría servirle para los dos tiraderos, asi no tocaría el express. Miró al cielo y pensó que no se iría de allí sin mojarse, pero eso aún tardaría y como el coche estaba tapado y a pocos metros del puesto, pues poco se iba a mojar.
Al rato se empezaron a oír las ladras y algún tiro por el monte, pero lejos del puesto, Alberto vigilaba sus tiraderos y los jarales por si había movimiento de algún bicho que intentara cambiar su posición aunque no hubiera perros cerca, a veces se ponen nerviosos y lo hacen buscando mejorarse en su escondite. Quietud casi absoluta, solo lo que el suave viento empujaba, al igual que empujaba las grises nubes hacia el coto. Algunos perros pasaron cerca del puesto pero iban de despiste,
buscaban rastros pero no pillaban nada, el perrero les seguía de cerca y les hizo cambiar el rumbo hasta perderse entre los árboles y al poco algo ventearon que empezó el jaleo, por la carrera y las ladras que se escuchaban era un venao, que en aquella finca decían que había pocos pero muy buenos, pero lo que mas había eran guarros y eso era lo que quería enganchar Alberto, un buen guarro o dos que le alegraran el día a él... y a Sansón.
El tiempo pasaba y las nubes estaban casi encima, la montería resultó aburrida sin haberle puesto la vista encima a ningún bicho y sin haber pegado un tiro, con este panorama le sería muy fácil devolver el express a su dueño, pues si le decía que había matado un algo con su otro rifle, podría sentarle mal, ya que había quedado en tirar con el rifle prestado, que para eso lo llevaba.
La montería llegó a su final, se vio un perrero recorriendo el monte recogiendo canes mientras Alberto se llevaba los bártulos para el coche y cuando llegó a el, apareció un perrero mas joven que el con un chucho, aunque se atisbaba a ver algo de tekel y de podenquillo en el perrete.
- Que, ¿ recogiendo los bártulos, ha matao algo?.
- He matado el tiempo, maldito Noviembre, pero al menos no me he mojado, ¿ que tal ha ido la cosa por ahí?.- dijo Alberto mientras quitaba el visor y lo metía en su canuto y descargaba y metía en la funda su querido 7 RM.
- Según me han dicho regular para lo que se esperaba, la mitad de los puestos no han tirado, y los que lo han hecho han fallado bastante, se nota que estamos principio de temporada.
- Mal de muchos... ya sabes.
El perrillo se adelantó unos pasos hasta casi llegar al alcornoque que había sido el puesto de Alberto, y llevaba la nariz alta... venteando.
- Oiga espere un momento, que este a barruntao algo. Déjeme los gemelos.- Alberto le pasó el chisme y el chaval oteo parte de la mancha durante un momento, los bajo y señaló con el dedo a lo lejos pasándole el cacharro para que mirara Alberto.
- Allí lejos, en el claro, las ramas de la derecha se han movido, y lo que hay por arriba es parte de cuerna de venao... mire usted. Alberto le hizo caso, al principio no vio nada pero de inmediato vio moverse lo que parecían ramas que no eran sino las puntas de la cuerna de un venado, y ya mirando mejor pudo verle parte de la cabeza, e iba a salir al claro de un momento a otro. ¡¡Era un buen venao... y el 7 y el visor enfundados!!.
El bicho estaba a unos 150 mts, y lo único disponible y cargado era el maldito rifle aquel que no había querido utilizar. ¿A que esto va a ser un presagio para comprar el trasto este?- pensó con disgusto -.
- ¡¡ Aligere que ese va a cruzar el claro como un rayo!!.- le dijo el chaval.
Y Alberto hizo lo único que podía hacer, se apoyó en la plana aleta izquierda del coche levantó el alza de de 100 mts del Francotte, se lo encaró y esperó.
- ¡Con la escopeta no llegará usted a esa distancia!.- dijo sorprendido el joven perrero.
- Esto no es una escopeta.- le susurro Alberto para no descomponer su encare.
Nada tardó en salir aquel venado, pero lo hizo al paso, y se paró a dos metros del follaje y volvió la cabeza hacía donde estaban ellos, mirándolos fijamente. Alberto levanto un poco la punta de los cañones hasta meter el punto de marfil en el centro de la muesca, tapó al bicho que era un punto a aquella distancia dejando la parte superior del punto a filo de lo que parecía el lomo del venao, y tiró sin ninguna confianza. El animal de un salto volvió a la maraña de vegetación y se vio de lejos como esta se movía en el mismo sitio... hasta que dejó de hacerlo.
- O está muy mal herido, o muerto. - le dijo el perrero.- Alberto metió el express en su asiento dentro del coche y se fueron a paso ligero a ver el bicho. Conforme fue llegando Alberto sacó su cuchillo, pero no hizo falta.
- Bonito venado, trece puntas tiene pues mire esa que ya apunta de salida en el izquierdo.- Dijo el chaval mientras el perrillo le mordía en la corva. Y en efecto era un bello animal, hasta ahora el mejor que había cazado en su corta vida de montero, aunque había tumbado poquitos venaos, la vieja Kinoch blanda había hecho su trabajo a la perfección, había entrado algo alta sobre el codillo, pero lo había dejado seco en pocos segundos. Era su primera pieza con un express, y tuvo que ser con el engendro aquel.
Ahora el problema era el aguacero, que empezó a caer con mediana fuerza, así que se apresuraron a sacarlo al claro, lo marcaron y le amarraron en la cuerna una bolsa plástico blanco para que fuera visible. Y se volvieron a media carrera al TT pues el agua ya caía con ganas y pensando Alberto la suerte que había tenido, y también en el compromiso que tenía ahora con el dueño del express, pues a pesar de lo bueno que había sido aquel tiro, el consideraba que había sido un tiro mitad suerte mitad rifle, asi que eso no cambiaba nada la decisión ya tomada. También el precio estaba en su límite por arriba de lo que quería gastar, y no quería gastarlo precisamente en un arma que no era su ideal de express, además tendría que estar el año próximo solo a la menor para poder pagarlo y sin gustarle el arma. ¡¡ Ni hablar !!.
Llegaron al coche y se “tiraron” dentro, al ser este de dos puertas el chaval se puso al lado del conductor y el perrillo se echó a sus pies, Alberto solo pensaba en el venao y en lo que le diría a Domingo para no quedarse el rifle a pesar de haber hecho el tiro de su vida con él. Le pasó el express al chaval y le dijo que ojito no se golpeara ni arañara, y el muchacho apoyo la cantonera sobre su bota poniendo el rifle con los cañones hacia arriba. El agua caía a manta y se vio el primer relámpago acompañado de un trueno regular, cosa que puso nervioso al chucho, ya a mitad de camino los relámpagos querían partir el cielo y los truenos ensordecer al mundo, y sin mas el animalito aterrado intento subirse al regazo del dueño.
¡¡¡¡ Sonó un trueno horroroso dentro del Land Rover !!!! que rompió el cristal de la ventanilla del chaval y rajó el del parabrisas, pensaron que el trueno había entrado por la ventanilla, Alberto frenó en seco, los oídos le pitaban y estaba aturdido se recuperó un poco y comprobó que el chico estaba bien, el perro había saltado al asiento trasero y estaba como loco, pero no, el rayo no había entrado por la ventanilla, sino por el techo, justo encima del asiento del chaval pues se veía un agujero chamuscado, pero entonces ¿¿ porqué el rayo no había alcanzado a ninguno de los tres ??.
- ¿¿ Estás bien, que ha pasado ??.- le preguntó desconcertado al chico.
- Perdone usted, pero se me ha disparado el arma.- dijo con pesar el muchacho.
- ¿¿ Coooomo??.- le gritó Alberto.
- Ha sido el perro, he sentido como al querer subirse a mi regazo, sin querer a apoyado la pata o los dedos en los gatillos y se ha disparado el arma pues la culata me ha machacado el pié, su retroceso es muy fuerte, además me ha saltado de las manos aunque he podido sujetarla antes de que se cayera.
Alberto cogió un cabreo terrible, y la tomó con el perro y le nombró a todos sus ancestros hasta el lobo mientras este lo miraba desde el asiento trasero, y todo eso por no montarle el pollo al chaval por no sujetar al maldito... . Ahí se vino abajo, y estuvo mudo y pensativo durante el resto del camino, pensó mucho y condujo despacio hasta llegar a la junta a pesar de que entraba agua en cantidad en el coche por el cristal roto de la ventanilla y por el agujero del techo. Cuando paró el motor, miró al chico que apesadumbrado miraba a sus pies y no habló en todo el camino.
- ¿¿Como te llamas??- le preguntó al chico.
- José Manuel, como mi abuelo.-respondió muy apurado el chaval.
- José Manuel perdóname y por favor tutéame, he cometido una imprudencia, he puesto en peligro la vida de los tres, con las prisas después del tiro y de ver el venao metí el rifle en el coche para que no se mojara en caso de que lloviera, y olvidé que tenía una bala metida en el cañón izquierdo...te he dado un arma cargada y con el seguro quitado. Y aún peor, cuando llegué al coche tampoco lo recordé y con las prisas por no mojarme ni lo descargué ni lo desmonté que es lo que tenía que haber hecho. Perdóname hombre la culpa es del todo mía, que soy mas animal que tu perro.
El muchacho le respondió con cara de no creérselo:
- ¿¿ A dicho usted que esto es un rifle??.
Alberto se sorprendió y se relajó ante lo único que le preocupaba al chaval, y sonriendo le dijo:
- Si hombre... mira.- y cogiendo el arma la abrió y sacó las dos vainas vacías del interior mostrándoselas a José Manuel, este las cogió con cara de asombro al ver las vainas y su tamaño-.
- Pues es la primera vez que veo un arma tan rara como esta, ya no me fiaré de ninguna escopeta que vea. Son grandes estas balas, asi me ha dado ese porrazo tan grande en el pié... ¿¿ Y los cristales como se han roto ??.
- Ha tenido que ser la presión que se ha creado dentro del coche con el tiro. Casi me deja sordo y tonto.
- Y a mi, demonios como zumba el cacharro este, todos los días aprende uno cosas nuevas en el monte- dijo el muchacho sonriendo.
Estaba claro -concluyó Alberto- aquel no era su rifle, no le había gustado desde que lo vio, había matado un venao con “trece” puntas, se olvidó de descargarlo y casi se matan ellos, el coche destrozado y su cartera también cuando lo reparara... y en el maldito mes de Noviembre ¡¡ si tenía que haberlo visto venir cojones, que eso lo ve hasta un ciego. ¡¡Maldita la falta que le hacía aquel extraño express!!.
Fue el mejor venado de los pocos que se mataron ese día, algunos le felicitaron, pero no le contó el lance a nadie y se despidió con prisas del monte. A José Manuel le rogó que no comentara nada del asunto y le dio dos mil pesetas de regalo y un collar de cuero muy bueno que llevaba en el coche para aquel perrillo loco, el chaval agradeció ambas cosas y se estrecharon las manos. Con el Land gastó un rollo de cinta de celo muy ancho que siempre llevaba en sus coches y varios trozos de plástico, sellando en lo posible los destrozos para que no entrara el agua. Serafín se asombraría cuando supiera que todo aquello lo había hecho un rayo, pero aunque lo dudara estaba seguro que no lo discutiría.
Llegó a la puerta de Domingo, sacó el maletín con el arma del coche y se lo entregó en la puerta. Su excusa fue tan inconsistente que a él mismo le sonó a lo que era ... “he tirado dos tiros pero he fallado, el rifle es muy bueno, pero como ya hablamos no es lo que busco, muchas gracias por su amabilidad y suerte con la venta”. Como contarle a ese hombre todo lo sucedido, eso no se lo contaría nunca a nadie, ni siquiera a Manolo. Seguiría buscando material nacional, un Sarasqueta del H&H 375 Mg., y después de ver lo que había hecho el Flanged se lo pensaría si encontraba un 9,3X74 R que cumpliera sus requisitos.
Unos días después ya en el bar, le regaló a Sansón un solomillo del venao, este se lo agradeció y guiñándole un ojo le dijo que la rubia había pasado por allí y le había dejado su teléfono. Pilar ponía en la nota, que raro, una vikinga que se llama Pilar, pero se equivocó, la que pasó por el bar fue la bajita, la llamó y en eso no se equivocó pues durante los meses que duró aquella relación ambos disfrutaron sin medida ya que tenían muchísimo en común, y también pudo comprobar a placer que bajo los discretos atuendos que ella solía lucir, su conjunto mente/cuerpo era comparable a un Holland & Holland Royal Grade. Sin duda mucho mejor que ninguna vikinga.
Estaba claro, material nacional... lo mejor.
Y pensar que todo aquello lo había generado un día que el había dado por “historia” a las 12 de la mañana. Si quieres hacer reír a Dios... cuéntale tus planes.