Como todos los mesitos, os dejo caer algo por aquí para que os entretengais, y este no va a ser menos, así, que como hemos tenido una espera en la casa del terror y un rececho de venado, esta vez toca esa otra grande, LA MONTERÍA, así que ahí os lo dejo. Espero que lo disfruteis.
Finales de temporada, me dirigía, cansado y constipado a Valencia del Mombuey, donde iba a disfrutar de la última de las monterías del pueblo. Las perspectivas en las últimas semanas se habían ido acrecentando con avistamientos y rastros evidentes que hacían presagiar que la mancha estaba cargada de cochinos, lo cual alimentaba nuestra ilusión por que llegase el día.
Tras levantarme con la hora pegada al trasero, saco el rifle del armero, el visor, la mochila, en ella meto el visor, balas, cuchillo, ahh, la capa, la capa de agua que hoy pintan bastos y el del tiempo nos había puesto un nubarrón gordote escurriéndolsele todo por los lados de estos que parecen un camarero borracho sirviendo la sopa, ahora me visto, cosas a la puerta, la gorra la gorra se me olvida la gorra, todo prisas, madre mia las 8:15 y he quedado a las 8:30 y tengo mas de media hora de camino, no llego. Todo al maletero y rumbo al pueblo.
Sobre las 9:45 llego y ya hay bastantes conocidos, saludos con el cafelito y las migas que las pruebo por poco, aquí el personal anda con prisas que hoy quieren terminar antes de las 3, sorteo rápido y en la papeleta al 6 de la Huerta Salá.
Salimos de los últimos hacia las posturas lo que indica que somos una traviesa, al llegar los dos primeros puestos no me gustan nada de nada, metidos entre las jaras y sin visión alguna, encima dando aire a la mancha, el tres no me desagrada y del 4 en adelante me gustan todos, el cinco me encanta y el mío también, un entallón con tiradero a testero y vistas a toda la armada, un lujo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Ya antes de cargar el rifle se levantan un par de cochinos que no atisbo a ver justo en el espigón de monte de enfrente, van bufando y relatando, tras cargar el rifle el monte se queda en calma, por ahora luce el sol y todo está tranquilo.
Resuenan los remolques de las rehalas y se van distribuyendo por la mancha, miro el reloj, las once menos diez, hay una cierta inquietud en la misma y las mirlas se comienzan a mover inquietas, se está intuyendo lo que va a acontecer, cuando de repente y a mis espaldas veo una mancha que intenta ocultarse entre las jóvenes jaras que componen la falda donde me encuentro, me giro y es una zorra, la meto rápidamente en el visor, acciono el seguro, dedo al gatillo, chisteo, se para y se lo dedico al público, el primer disparo de la montería había sonado al tiempo que los pestillos de los remolques se giraban para dar rienda suelta a una nueva jornada, se estaba produciendo la suelta, el reloj marcaba las once en punto.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]En estos momentos me acordaba del resto de compañeros y su suerte en los diferentes lares donde se encontraban, por las Arcas en Logrosan, Cañamero, etc, pero no me distraia ni un momento, porque sabía que al menos los cochinos que habiamos molestado al colocarnos debían de estar ahí, las ladras tardaron poco en producirse y menos aún los disparos, detonaciones aquí allá, cuando una ladra se aproxima, viene, viene, pero va justo por detrás de la loma que tengo delante, no rompe no traspone, y se pierde para finalizar con los disparos de otra armada. Al poco otra ladra, esta vez por detrás, me doy la vuelta, igual que la anterior corre por detrás de la loma pero no traspone, pasa, pasa y disparos en otra armada. No me lo creo, no me da tiempo a atender a todas las ladras, no se para donde mirar, cuando de repente y justo de delante, veo un cochino que se escurre de espigón en espigón, el del cinco que lo mete en el visor pero lo falla, se pierde en el mar de jaras. Unos minutos despues otra ladra viene por donde se perdió el cochino anterior, ahora si traspone hacia nuestra armada, pero en vez de correr paralelo como hacían por la parte de atrás, este va directo a la postura 4, se lo va a comer, ya lo veo salir al claro, pam, un disparo, otro, otro, así hasta cinco, para hacer rodar la mole. Veo perfectamente como un bulto negro yace pegadito al camino. Los perros lo muerden con ahínco y tras unos minutos vuelven a la mancha, se introducen en ella y hacen un nuevo levante, ahora si, este es el que falló el 5, viene por los mismos pasos, pero ahora toma una vereda que viene derechita a mi, lo meto en el visor, aumentos a tope, lo dejo que se arrime y pam, un disparo del 5 que lo revuelca, el cochino empieza a dar saltitos y a girarse sobre si mismo, decido no rematarlo, llegan los perros, lo agarran y paso de ir, que vaya el del 5 que para eso me lo ha cortado, me enfado un poco porque venía a comerme, llega el hombre y clava el cuchillo aliviando la agonía al navajero que ahora yacía en la pata de una jarona grande, los valientes canes vuelven a esa mancha, y mientras, no cesan los disparos por doquier, está siendo una gran batida, no decae mi ilusión, se que hay mas cochinos.
Ahora tardan en dar con él, pero un perrillo inicia una ladra tímida justo delante mía, y me veo el cochino escurriéndose de los perros por el borde del lindon, se para, lo puedo tirar pero lo voy a dejar cumplir, lo tiraré en la caja del arroyo, dejo que baje pero se me tapa, por unos instantes me pongo nervioso, no lo veo, no lo veo, escucho como arroya monte, como pasa la caja del arroyo charqueando, pero no le veo, se me van a salir los ojos de hacer fuerza, miro a un lado y a otro y no le veo, estoy detras de una gran encina, esperando que tome vereda arriba o vereda abajo, lo sigo escuchando, ya escucho su ceceo, lo tengo encima, diosss, cuando me sale a tan solo un metro, justo de detrás de la encina, me encaro rápidamente, no veo mas que pelos en el visor, está a 6 aumentos, aprieto el gatillo, el cochino cae, pero se levanta, lo dejo que se aleje un poco, pero aun así solo veo pelo, aprieto de nuevo el gatillo, rueda de nuevo y se levanta, le lanzo otro recado y vuelve a rodar, parece de hierro, se incorpora por tercera vez y le lanzo el último recado, que lo hace rodar justo antes de que lleguen los perros, entonces se produce el agarre, el cochino chilla y chilla, así que dejo el rifle y saco el cuchillo, me voy al agarre y sin bacilar hundo el metal por el costado izquierdo, la sangre fluye a borbotones por mi mano, la siento caliente, siento morir su vida y doy fin a un excitante lance. Le quito los perros, bajo al arroyo y lavo mis manos y el cuchillo, vuelvo al puesto y cargo el rifle, ahora me siento mientras una gran tormenta no deja de rugir lejana, entre ladras, disparos, truenos y rayos se pasa la mañana en un plis plas y cuando me quiero dar cuenta son las dos y cuarto, resuenan los dos cohetes que indican el final de la batida, ahora toca arrastrar, que aquí no lo sacan, así que manos a la obra, entre todos nos echamos una mano y bichos al camino, nos espera la comida, donde comentamos los lances, van llegando reses, y al final formamos un tapete bonito, 35 cochinos entre las aproximadas 60 posturas que allí estábamos, un dulce final de temporada para la sociedad.
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