Berrea 2016

Cazando en tierra de lobo

Parece que fue ayer mismo que andaba este sendero, pero no, ha pasado ya un año entero sin pisar estas agrestes sierras zamoranas que dan cobijo al corzo, al lobo y al protagonista de este relato, el majestuoso venado que por estas fechas inicia el ritual del celo, la berrea, caza sobrecogedora  tanto por el escenario como por su protagonista, no hay igual.



Más de una hora queda aún para que salga el sol, pero la luna casi llena ilumina cada zancada, escondiendo y disimulando mi sombra me adentro en la sierra, paso a paso me dirijo al sopié, cada poco paro intentando poner oído algún sonido lejano que de momento no llega, escudriñando cada sombra de chaparra, cada rincón de  pradera, a estas alturas te sientes plenamente integrado en la sierra, sigues andando pausado, intentas evitar el crujido de tu paso posando lentamente tu huella sobre el tamiz de ramitas y hojas secas, el leve rocío ayuda a silenciar el camino, pero el monte es alcahuete y siempre hay un chivato, la mirla me sobresalta y alerta la sierra, obligada parada, que el entorno recupere la calma, un pitillo para templar el nervio y orear los aires.



Nublado el cielo alarga la amanecida, al trasponer el viso siento el berrido, al poco contestado por otro más profundo, con mas quejio … oteo una pradera al pie de la sierra, bajo mi posición, ahí están, enfrentándose a viva voz, de momento sin contacto, sin violencia, uno en un lado de la pradera tras una mancha de jara, el otro al lado opuesto, el eco de la brama me embriaga los sentidos, dudo un instante la estrategia, el cuerpo se mueve solo, poco a poco, paso a paso, cada berrido me turba y me estremece, se acaban las jaras , no hay protección posible, una docena de metros delante de mi tengo una chaparrita joven, intento alcanzarla despacito, el corazón me estalla, quizás arriesgo demasiado, ahora el silencio es sobrecogedor, muy lentamente busco a mis adversarios en los márgenes de la pradera… ahí esta altivo y desafiante, mirando fijamente hacia mi escondite, barruntando tal vez el peligro que le acecha, apenas ochenta metros nos separan, frente a frente, rodilla en tierra encaro el arma, venado viejo, muy viejo, solo me da el pecho … no espero mas, no recuerdo haber dado la orden de apretar el gatillo, pero suena atronador el disparo y el rey cae a plomo bajo sus pies, nublada la mente , pétreo en el sitio, enciendo un cigarro tranquilo, disfruto el momento, observo al viejo monarca prácticamente inerte en el suelo… no creo lo que mis ojos ven, sacando fuerzas , haciendo gala del indómito salvajismo de estos animales el venado se levanta herido de muerte, cruzado me mira dudoso, ¿Por qué? se pregunte tal vez, le miro pudoroso, un nuevo trueno pone , ahora sí, fin a la escena. Me acerco a contemplar a tan magnífico animal casi avergonzado de no haber podido coronar a la primera el lance, roto el alma y encogido el corazón.  Viejo, muy viejo, portador de un extraordinario trofeo alto y grueso, grandes y muy rotas las orejotas, tal vez mordidas por alguna batalla con el otro agreste habitante de esta tierra, el lobo.

Que tendrá esta caza?, esta sierra?, mueres por tornar a estos parajes, con  humildad presento mis respetos a estos bellos animales y doy gracias a dios poder disfrutar de tan épico y titánico espectáculo. Volveré, siempre volveré…