Aqui os dejo otro de los relatos cortos que en tiempo presente a uno de los concursos de un foro y quedé segundo con el, espero que os guste.
LACAZA
Pasa, la puerta esta abierta, siéntate aquí, junto a mí, frente al fuego, ese fuego que me hace quedarme absorto mirándolo y que me transporta a momentos vividos antaño. Quiero que te coloques junto a mí, quiero que sigas estando como has estado tantos años a mí lado sin que nadie te percibiera pero sin ser ocultada a nadie. Sabes que tienes un lugar indispensable en mi vida, sabes que prácticamente todo mi mundo gira en torno a ti. Contigo aprendí a valorar cosas intangibles como la amistad, como el esfuerzo, como la ternura o como el amor a mis mayores y mis maestros. Dios sabe que últimamente nos hemos distanciado, que los obstáculos que nos encontramos en el camino son grandes y fuertes como si pretendiesen separarnos para siempre, como si hubiesen sido puestos allí a propósito por algunos de esos que dicen defender lo que hasta ahora no había sido necesario que nadie defendiese. Todos esos obstáculos en ocasiones me hacen sentir que nos distanciamos, que no estamos juntos, que tu unión conmigo se separa como se separa el humo del fuego para no volverse a unir jamás. Otras veces esos obstáculos no hacen más que certificarme que sin ti no soy nada ni nadie, que tu estas junto a mí desde siempre y que por muchos contratiempos y desdenes que aparezcan cada día estaremos más unidos.
Con mis ojos cerrados te vuelvo a notar, te percibo, sé que en el fondo es sumamente difícil que desaparezcas de mí vida. Dormitando en el viejo sillón de cuero a mi recuerdo vienen mil y un días de caza, mayor y menor, en los que puedo encontrar días de gran júbilo y fortuna y días de menos suerte y mayor desventura.
Aquí sentado retornan a mi nariz los aromas del campo, puedo oler el cantueso, la jara, el tomillo, parece que todos ellos los tuviera delante y que se mezclasen los unos con los otros haciéndome pensar por un momento que me encuentro de nuevo bajo una de esas plicas numeradas que en tantas monterías he ocupado. Monterías de las que recuerdo con especial cariño la primera a la que asistí con mi padre, que fue quién nos presento a ti y a mí. Bendito día en que te encontré, bendito el día en que encontré LA CAZA.
Me resisto sobremanera a tenerte oculta como alguno hace, o a aceptar que se repudie de ti como tan de moda esta hoy en día, por eso quiero que pases y te sientes junto a mí, y aquí frente a ese fuego de leña de encina vieja que restalla en el fondo de la chimenea, será donde encontraras un reducto más para poder persistir cada día, y así hacer frente a todos esos que hogaño te maltratan y maldicen sin saber de ti.
Sé de buena tinta que junto a mi corazón podrás encontrar otros muchos corazones amigos que también te tienen reservado tu espacio para que te instales y no salgas jamás de ellos, y así tener todo un ejército dispuesto a defenderte sea donde sea y ante quien haga falta. Para que no desaparezcas y así las próximas generaciones también puedan disfrutar de ti y sepan que en estos tiempos de consumismo y urbanitas encerrados en sus prejuicios existe algo tan noble y leal como la caza, la caza pura y cabal como la conocieron sus antepasados. Como tenemos la suerte de conocerte, esforzándonos por ella, sudando para alcanzar los puestos, helándonos de frío en esos meses monteros, pero sobre todo, para que te conozcan rodeada de amigos, amigos como los que por desgracia pocos se encuentran hoy en día, pero que sabes que estarán hay per saecula saeculorum.
Hoy tras dedicarte estas líneas a ti LA CAZA tengo la certeza de que has empujado la puerta abierta, has entrado y te has sentado definitivamente junto a mí para no abandonarme jamás.
Desde un viejo sillón de cuero, esgrimiendo una pobre pluma te doy las gracias por aparecer en mi vida. GRACIAS.