Los daños del lobo en Asturias: 3.700 denuncias por año desde 1997
Las reclamaciones aumentan en los meses de primavera y se desploman tras el verano, según un estudio de la Universidad de Oviedo que ha analizado las 45.405 denuncias que se registraron durante 20 añosE. G. BANDERA
Una media anual de 3.700 denuncias y 5.134 animales afectados por la depredación del lobo ibérico. Dos datos que se obtienen del análisis de las 45.405 denuncias por daños producidos por el lobo sobre la cabaña ganadera de Asturias durante 20 años. Desde 1997, cuando se inició la política de compensación por los daños causados por los lobos, hasta 2016. En esos 20 años y según las denuncias presentadas, los lobos atacaron a un total de 61.616 animales, de los que más del 60% eran ovejas y caballos.Las denuncias se interpusieron fundamentalmente en los meses de primavera, sobre todo en mayo, y la mayoría de las parroquias con daños -el 40% de las 863 que existen en Asturias- presentaban una media de 11,6 animales afectados por año. Y tres concejos, Belmonte de Miranda, Teverga y Ponga, destacan sobre el resto tanto en número de denuncias como de animales afectados. La evolución de los daños del lobo en la cabaña ganadera asturiana durante estos 20 años ha sido analizada por investigadores de la Universidad de Oviedo (Cristina García-Hernández, Benjamín González-Díaz y Jesús Ruiz-Fernández) en un estudio publicado recientemente que, según ellos mismos explican, constituye la primera aportación que se realiza en Asturias pese al conflicto social que existe en torno al lobo.
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Hasta ahora no se habían realizado estudios detallados sobre esos daños en la cabaña ganadera de Asturias que, en los últimos años analizados, estaba formada por casi 530.000 animales, en su gran mayoría cabezas de vacuno. Teniendo en cuenta que la media anual fue de unos 5.000 animales atacados por el lobo, el impacto en el conjunto de la cabaña ganadera no llega ni al 1%.En todo caso, el estudio se centra en analizar esos daños, que por ejemplo en 2015 implicaron el pago de algo más de un millón de euros en indemnizaciones, para contribuir a la mejora de la gestión de los recursos destinados a compensarlos. De hecho, el estudio se basa en las estadísticas elaboradas por la Administración del Principado desde 1997 para obtener cinco objetivos: estudiar la evolución temporal de los daños en su conjunto, diferenciarlos según las cabañas ganaderas afectadas, analizarlos a escala municipal y parroquial, detectar la existencia de concejos y parroquias atípicas en la concentración de daños y examinar patrones intra-anuales como el hecho de que prácticamente todos los años estudiados las denuncias por daños se concentren en primavera.
El estudio, además, menciona la posibilidad de que, en un número limitado de casos, se den prácticas inadecuadas en el reclamo de daños. «Esta cuestión, a pesar de involucrar a una parte minoritaria de las explotaciones, podría estar teniendo un impacto económico no despreciable, constituyendo, además, un factor altamente nocivo para la imagen del sector ganadero, el más damnificado por la predación del lobo. El análisis de este último problema constituye, por tanto, uno de los temas pendientes en relación a la gestión de los daños del lobo en Asturias», consideran al respecto los investigadores.
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E. G. B. 1. Evolución temporal de los daños provocados por el lobo. El estudio muestra que el número de denuncias y de animales afectados por los daños del lobo aumentaron de manera notable desde 1997, aunque más del 50% de ambos indicadores (denuncias y número de animales) se han acumulado en los últimos ochos años estudiados. Los mayores crecimientos se sitúan en los periodos que van de 2007 a 2010 y de 2011 a 2014. De hecho, en 2014 fue cuando La parroquia de Villayón, situada en el concejo del mismo nombre, alcanzó el máximo de cabezas afectadas en toda la serie: 330, de las que 321 eran caballos. Desde entonces y hasta 2016, las cifras han ido disminuyendo hasta volver a los niveles de 2010.
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2. Cabañas ganaderas afectadasEl estudio analiza los daños generados en cada una de las principales cabañas ganaderas de Asturias: bovino, ovino, caprino, equino y asturcón, de la que sólo existen datos a partir de 2009. De los 61.616 animales afectados en los 20 años analizados, un 33% pertenecían a la cabaña de ovino, un 31% a la de equino, un 19% a la de bovino, un 14% a la de caprino y un 2% a la de asturcones.Es decir, las cabañas más afectadas son las de equino y, especialmente, la de ovino. En el primer caso, indican los investigadores, «la frecuencia con la que el manejo se da en extensivo o semi-extensivo influye en la ocurrencia de daños, mientras que en el segundo caso a este factor se añade la tendencia del lobo a seleccionar animales de reducida talla y peso, siendo común la preferencia por la predación del ganado ovino también en otros ámbitos geográficos». Asimismo, señalan que si bien la preponderancia de ovino y equino se mantiene durante todo el periodo analizado, existen cambios en las tendencias, especialmente a partir de 2006. En este sentido, entre 2007 y 2011 se produjo un aumento significativo de los daños denunciados en la cabaña de equino y una disminución en la del ganado menor, que en todo caso volvió a incrementarse a partir de 2012. Los daños en la cabaña de caprino, aún así, han ido reduciendo su peso de forma constante desde 2004.En cuanto a la cabaña de bovino, el estudio muestra que es la más estable, con un crecimiento lento de los daños pero sostenido y sin retrocesos bruscos, a lo largo de los 20 años. No obstante, el estudio no pasa por alto que la repercusión socioeconómica de estos daños en el vacuno es, por el costo de las indemnizaciones, muy elevada. En líneas generales, todos los tipos de ganado, salvo el asturcón, experimentan una evolución paralela, con aumentos y descensos sucesivos en los daños dentro de una tendencia de crecimiento hasta 2014. Esta evolución, según los investigadores, podría responder a ciclos menores de expansión y repliegue territorial y/o poblacional del lobo que, a su vez, podrían estar relacionados con respuestas al aumento de los daños a través de controles de la población lobera.
Ejemplar de lobo asturiano
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E. G. BANDERA
Ataque de los lobos en una ganadería de Caso.Ataque de los lobos en una ganadería de Caso
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Como ejemplo de esta posibilidad se muestran los daños en las sierras litorales de Ibéu y el Cuera, en los concejos de Cabrales, Llanes, Onís, las dos Peñamelleras y Ribadedeva. En esta zona, de 2002 a 2006, se registraron aumentos significativos de las denuncias por daños y, a partir de 2007 hasta 2012, se invierte la tendencia tras la aplicación de controles poblacionales sistemáticos en los años precedentes. En todo caso, a partir de 2013 los daños volvieron a aumentar en esa misma zona. Del asturcón se destaca también que tiene la particularidad de que, a diferencia del resto de cabañas, los daños han sido crecientes desde que se tienen datos (2009) y que esta circunstancia podría responder al aumento en la cría de este tipo de ganado. Los investigadores también consideran que una de las líneas de trabajo futuras debería centrarse en estudiar el efecto de estos daños en productos como los quesos artesanos de Asturias, ya que buena parte de ellos se nutren de leche generada bajo prácticas tradicionales. También apuntan que se debe considerar la presencia de un porcentaje indeterminado de cabezas de ganado afectadas y no denunciadas, sobre todo en especies de ganado menor manejadas en régimen semiextensivo. 3. Daños por concejos y parroquiasEl estudio, desde el punto de vista territorial, observa una clara progresión de los daños hacia el norte desde las áreas montañosas del sur de Asturias, donde el lobo ha estado siempre presente, «involucrando a numerosos concejos y parroquias del norte de la región, alcanzando ámbitos costeros y, en ocasiones, entornos altamente humanizados». Entre 2012 y 2016, quedaba prácticamente libre de daños el área central asturiana excluyendo su extremo meridional.La evolución de los daños a escala parroquial se divide por quinquenios y, en el último, de 2012 a 2016, la media de animales afectados según las denuncias en cada parroquia fue de 11,6 cabezas por año. Algunas parroquias en todo caso alcanzaron cifras mucho más altas como Villayón o Taranes, en Ponga, en donde en 2013 se denunció que casi 300 animales fueron atacados por lobos. Desde 1997 hasta 2016 también se ha incrementado el número de parroquias involucradas, llegando en 2015 a ser 337 de las 863 que existen en Asturias. Ese dato significa que en cuatro de cada diez parroquias rurales la Administración del Principado reconocía al menos un daño por lobos.4. Parroquias y concejos atípicosOtro dato que aporta el estudio es que en el 75% de los concejos asturianos hubo menos de 1.700 ejemplares de las cabañas ganaderas afectados en total a lo largo de esos 20 años de análisis. No obstante, en varios municipios se ha detectado un daño que se considera extremo o atípico por aglutinar al menos 342 ejemplares afectados de bovino, 961 de equino, 1.431 de ovino, 683 de caprino y 156 asturcones. Con esas cifras, que se consideran extremas para el conjunto de las cabañas ganaderas, se encuentran Belmonte de Miranda (con 5.048 denuncias y 5.343 animales afectados en los 20 años), Teverga (con 3.553 denuncias y 4.673 ejemplares) y Ponga (con 1.697 denuncias y 4.601 animales).Belmonte de Miranda, por lo tanto, es el concejo en el que los daños totales se consideran más extremos, especialmente en la categoría de equino, pero también en bovino. El estudio también destaca que, en cuanto al número de animales afectados por denuncia, en Aller se denuncian 12 veces más ejemplares de bovino que en el 75% de los municipios en los que se han denunciado pérdidas de este tipo de ganado, que en Belmonte de Miranda se multiplica por diez la cifra de equino alcanzada por el 75% de los concejos o que en Navia sucede lo mismo con la cabaña de asturcón. 5. Concentración de daños en primaveraUna de las conclusiones del estudio es que tanto el número de denuncias como el de ejemplares afectados se reducen invariablemente después del verano «hasta alcanzar un mínimo a principios del invierno». En concreto, en el mes de febrero.Por contra, durante los meses de primavera se van incrementando de nuevo y alcanzan su punto álgido en el mes de mayo. «Este tipo de comportamiento, marcadamente estacional, responde en gran medida a los modos de gestión del ganado», explican los investigadores, en referencia a los ciclos de subida a los pastos altos en primavera, la permanencia en ellos durante todo el verano, el acercamiento a los pueblos en otoño y todo el verano y, finalmente, las temporadas de estabulación en los meses de invierno, que coinciden con los daños más bajos
Los daños del lobo en Asturias: 3.700 denuncias por año desde 1997
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