La “rebequina guapa" del Torres.-Hay privilegios que nos quedan muy lejos y no son demasiado accesibles. Si alguna ventaja tiene eso, es que cuando accedes a ellos se puede llegar a disfrutar a niveles que tampoco son los habituales.
En este caso la historia se ha fraguado a fuego lento. O por lo menos es mi sensación, porque era un sueño pendiente y la espera se ha me ha hecho eterna.
Todo empieza en marzo. Recibo llamada del Principado y la funcionaria que gestiona las adjudicaciones me dice que podría ser agraciado en el sorteo de recechos y necesita saber si tengo licencia en vigor. “¿Podría ser agraciado?”, ¿que leches significa eso?.
Accedo al listado publicado con agraciados, empiezo a preguntar por aquí y por allá y acabo deduciendo que no soy uno de ellos pero básicamente sería segundo reserva de uno de ellos. Al parece, el agraciado tiene pendiente algún tipo de pago (por pequeño que sea) con la administración del Principado y si no liquida, no caza. Por eso llaman para ir agilizando la sustitución si llega el caso. A partir de ahí solo queda esperar que no pague y que el primer reserva caiga de la lista… Yo la incertidumbre la llevo como el culo.
Finalmente un mes después, justo cargando el coche para salir de “espera” abro el buzón y me encuentro una carta del negociado de caza. Se me disparan las pulsaciones.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Según la carta se me asigna un número de orden (tirando a la parte de atrás de la lista) y se adjunta un listado de recechos (con todas las especies, todas las categorías y de ambos sexos). Las instrucciones son llamar un día concreto a una hora concreta para elegir entre lo que quede del listado de lotes. Exactamente el 2 de mayo a las 9:15. Justo el día que empiezo el Camino de Santiago (“Leches...¿Como andarán de cobertura las inmediaciones de Sarria?”)
El número que tengo me hace pensar que cuando llame solo quedarán lotes de venadas y gamas. Pero vamos a confiar que aguante algo...me vale una rebeca selectiva. Mas incertidumbre.
Llega el día de la llamada. Voy con Silvia, mi mujer, que es una bendita y tiene mas paciencia que el Santo Job. Dos hora andando desde la salida de Sarria con el teléfono en la mano para ver si peligra la cobertura y hubiera que parar a hacer tiempo en un punto con servicio. A la hora indicada (9;15 del 3 de mayo) me siento en una piedra y saco el listado.
Para entonces yo había contactado con Victor, un asturiano al que sigo en Instagram. Su perfil dedicado a caza y naturaleza siempre me ha resultado súper interesante, su manera de tratar el contenido me despierta mucho aprecio y se ve que es gran conocedor del mundo del rebeco. Había contactado con él para tener alguna referencia sobre las áreas que pudieran ser interesantes y él – sin duda alguna - me indicó los tres concejos que a su juicio eran la mejor opción.
Bingo...estaba disponible una “rebeca, otras cacerías” (lo que en otros lares sería una representativa) en uno de los Concejos que me han recomendado, el de Aller (a toro pasado, que enorme suerte haber coincido este valle minero, es fantástico).
Si hasta ahí, con la incertidumbre, había estado nervioso, a partir de ese momento ni os cuento.
Comienzo a documentarme sobre ese territorio y su montaña. Siendo Los Fueyos el área a cazar, busco y veo que se trata de toda la parte que vierta aguas al valle desde Felechosa hasta el puerto de San Isidro con el Picu Torres como techo (y límite con el vecino Concejo de Caso). A partir de ese momento y hasta el día 13 de septiembre, todo ha sido fantasear con el momento e intentar saber de aquel lugar (subiremos por aquí, subiremos por allá, me monto la película de que subiremos por la senda del Puente Cimero que te lleva al mismo Picu Los Fueyos). Eso ya no te lo quita nadie y es parte fundamental de la caza.
Parto el día 12 para allá con algo más de 700 kilómetros por delante. Maletero hasta arriba, y es que me llevo nevera porque si hay fortuna, esa carne no se queda allí ni loco.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Una vez en León, en lugar de subir por la mejor carretera de Mieres, escojo el itinerario que me lleva por el Puerto de San Isidro.
Quiero atravesar La montaña leonesa por la zona del Porma y quiero entrar a Asturias justo por lo que será el cazadero del día siguiente.
Llueve, está cerrado y no se aprecia...pero impresiona, vaya que sí. De gran ayuda para dormir poco esa noche. Dan lluvia hasta la mañana siguiente y la predicción indica que levanta a primeras horas. Como el casero me ha subido unos huevos frescos, me los ceno en la casina junto a un compango que me cojo de la tienda y a intentar descansar.
Quedo a las 7 en Cabañaquinta con “J”., el guarda. Lamentablemente, su colectivo está sufriendo una serie de ajustes laborales que implican un control horario poco compatible con sus funciones de caza. Una aberración admisnitrativa.
Su jornada debe empezar a las siete en la oficina y no pueden hacer horas que se compensen o se cobren. Con lo que a medio día debe haber cambio de turno (que de la misma forma debe ser en la oficina).
Me adelanta que no se puede subir a la montaña antes de esa hora (a mi me da igual, pero quienes tenían berrea, no debían estar contentos). Pero lo peor, como mucho a las 12 deberemos empezar a bajar del monte para llegar con tiempo del cambio de turno a las 14:30. Si para entonces no ha habido suerte...de nuevo para arriba con el guarda de relevo y bajar no más tarde de la siete para llegar a la oficina dentro de su turno. Una locura.
Afortunadamente a la cita finalmente puede acudir Victor, el compañero que me había orientado en la elección del área. Como diría él: “fantástico”·. Y le acompañan su teckel y un buen amigo suyo que resulta ser gran conocedor de aquellas montañas y del mundo del rebeco.
Podría haber tenido un guarda menos cazador y no sabiendo yo nada de rebecos, hubiera sido difícil poder plantearle un rececho bonito. Por que la idea era buscar una rebeca grande que no entrase en trofeo por junta o fina, pero que fuera buena. En ese caso, Victor y Jose hubieran sido fundamentales.
No fue así. El guarda era un tío joven, serio y muy, muy pero que muy cazador. Además el guarda, Victor y Jose se conocen. Un lujo. Un equipo pata negra a mi disposición. Lo único que tengo que hacer es aprender todo lo que pueda y no cagarla con el tiro.
Ellos lo tienen claro, no vamos a por una “rebecucha”, la idea es buscar lo que Jose llama una ”rebequina guapa”.
Papeles...y al monte.
Desde luego el recorrido desde la oficina en Cabañaquinta al puerto de san Isidro con la mañana muy cerrada es sobrecogedor. Carretera preciosa. Este valle me tiene ganado. Con tanta niebla, quedamos haciendo tiempo a mitad camino para ver evolución.
Sale una mañana tirando a fría. En un momento dado y aunque sigue cerrado (imagino que algo le pintó bien) el guarda decide que vamos para arriba. Ha descartado entrar hacia Los Fueyos desde mitad puerto por la senda del Puente Cimero por que está totalmente cerrado desde hace algún tiempo. Así que vamos al mismo puerto y entramos por el límite con León hasta llegar al cazadero esperando que, entre tanto, disipe.
Atravesamos brañas y alguna mayada, se levanta alguna venada y alguna corza hasta que nos aproximamos al Picu Torres dejando a nuestra izquierda el macizo de La Capilla (con el el Picu Valverde a su espalda). Me quedo tonto y cada pocos pasos no puedo evitar parar a mirar esa silueta que insinúan los dos macizos de La Capilla y el Torres. Abre el día y entonces si, me quedo pasmado. Vaya tela. Que sitio.
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Fotografía: Vitín F.R.)La mole de piedra del alto de La Capilla a mi izquierda, el Picu Torres al frente y a su derecha el collado de la Ventanona del Torres dibujan un circo y ahí estamos, abajo, en el centro, en un cerrete que nos da cobijo sin otra faena que buscar y localizar desde la distancia una rebeca bonita. Nos detenemos, aliviamos trastos y nos ponemos a ello.
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Fotografía: Vitín F.R.)En torno a la pedrera más redondeada y de rulos mas claros van apareciendo ejemplares (cara occidental del Picu Torres) y con detenimiento se va escudriñando si van acompañados y cuál es el volumen y composición de cada grupo. Es una brutalidad la extensión que dominamos y son varios los grupos separados que la ocupan. Vamos aclarando qué hembras van con chivo, cuáles no, y entre estas, aquella que tienen algo interesante.
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Fotografía: Vitín F.R.)El equipo es increíble y les cunde lo que no esté escrito. Tres jodidos locos de los rebecos dispuestos a que todo vaya bien. Flipo.
El guarda con el mirón, Victor y José con la cámara...yo con los prismáticos disfrutando del momento.
Tras un rato con la tarea, el guarda me dice que me asome al mirón. Tiene un grupo de cinco ejemplares. Dos jóvenes a la derecha, dos que le parecen mas viejas al centro y una tumbada a la izquierda. Yo no se si son machos o son hembras. Aún con mirón quedan lejos. Ha quitado aumentos para que entren las cinco en el plano. Pero desde luego las dos del centro destacan y a mi , la de arriba de entre las dos, me llama la atención (algo subjetivo) y así se lo digo.
José y Victor asoman y coinciden.
Vale, sabemos que hay animales y sabemos que entre los diferentes grupos, esté, cuenta con dos rebecas bonitas que a juicio del guarda encajan. Ahora hay que ver qué hacer y cómo hacerlo.
La noche ha sido fresca pero se prevé un aumento significativo de temperatura. El equipo tiene claro que más pronto que tarde van a buscar el alto para volcarse detrás (y con ello cambiando de Concejo). Además, tienen muy claro que tienden a pasarse por la propia Collada de la Ventanona, y por lo tanto tienen igualmente claro hacia donde tenemos que ir para anticiparnos.
Importante me dicen, no precipitarnos, ellas nos tiene localizados a nosotros antes que nosotros a ellas, nos toleran allí por la distancia que nos separa y sobretodo porque siente que su huida por los collados está libre.
Pero si llegamos a las peñas donde esperamos intentar un lance y las rebecas aún quedasen por debajo nuestro, no iban a consentir sentirnos por encima echándose todo a perder.
En general, me dicen, de la misma manera que toleran ver la amenaza por debajo de su posición, no permiten que te interpongas entre ellas y sus pasos habituales. Así que hay que contemporizar, calculando la llegada de manera que ellas estén a nuestra altura o por encima.
Solo nos queda desplazarnos allí y confiar que el grupo seleccionado haga lo que el saber de mis compañeros anticipa que van a hacer.
Bueno sería, además, que el grupo de las dos hembras bonitas llegase relativamente pronto para evitar que cualquier otro grupo por delante de ellas se mosquease y diese un silbido fatal.
Toca marchar por bajo hacia la derecha del circo, desde ahí ganar desnivel aprovechando el relieve para taparnos y una vez con la altura estimada, marchar a la izquierda casi cresteando bajo La Ventanona y hasta los peñones que nos permitan controlar La Collada confiando que el grupo de rebecas haya ganado aproximadamente la misma altura que nosotros.
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Fotografía: Vitín F.R.)Esa marcha estamos haciendo cuando divisamos un grupo mucho más a la derecha. Están en un viso, trasponen y no nos permite casi valorar. Nada les vemos que nos haga cambiar de objetivo.
Una vez comenzamos a ascender, y llegando a una pequeña balconada que sobresale al frente nuestro, nos sorprende una rebeca que nos mira desde su atalaya. Es joven y aunque cerca, nos mira desde una posición muy ventajosa. Nos aguanta. Aún así tememos que si emprende huida lo haga buscando juntarse con los grupos grandes que quedan a nuestra izquierda echando al traste el objetivo. Damos tiempo a ver si se recorre. Deambula por la cornisa. Va, viene...pero no marcha de allí.
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Fotografía: Vitín F.R.)En un ir y venir el guarda toma la determinación de aprovechar para rebasarla por su izquierda de forma que cortemos el paso si busca juntarse con las otras. Y sin pausa, para disuadirla de que nos rebase por arriba y acabe juntándose. Dicho y hecho. En cuanto abre un poco la distancia hacia nuestra derecha, tiramos recto hacia arriba. Una vez rebasada, vemos que queda tranquila en su cornisa y no se el ve intención de agruparse. Bien. Continuamos con el plan para llegar a la cresta y buscar posición bajo La Ventanona. Para ello viramos a a la izquierda. Ahora ya si, al encuentro del grupo que debería estar llegando.
Recibiendo explicaciones, vamos llegando al sitio.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Alcanzamos un peñón que sobresale. Nos permite taparnos para asomarnos y además – si se tercia - ofrece un un buen apoyo tumbado. Descargamos cosas. Asoma el guarda y confirma que los animales están a nuestra altura. No tan a La Collada, mas bien bajo la arista del Torres que busca La Collada. Vamos asomando los demás. Colocamos mirón, colocamos cámara...vamos intentando identificar y como a veces los planes salen bien, reconocemos a una de las rebecas que desde abajo pareció interesante. Se han juntado varios grupos y cuesta dar con la otra pero al Guarda le parece adecuada y mis compañeros tienen claro que es una “rebequina guapa” que bien vale la pena. Si les vale a ellos, por supuesto me vale a mi. 228 metros, sobre una pedrera de rulos más pequeños y más rojos que me vale de referencia. Mezclada y muy junta con algún ejemplar más joven.
Pido a José que me de todas las referencias posibles aunque a el parezcan evidentes, porque no tengo el ojo acostumbrado a estos bichos y no me gustaría confundirla.
El peñón se cine a tierra dejando una cuna que permite tumbarse y es ahí donde tiro mochila y aunque he montado bípode, lo utilizo desde hace poco tiempo y no me acabo de acostumbrar a él. Apoyo en la mochila. Me tomo mi tiempo hasta que tengo perfectamente claro que hablamos del mismo animal.
Cruzada, mirando a mi izquierda me permite colocarme a placer. Espero. Se rtira el ejemplar que queda tras ella. Todo listo y se me mete algo de niebla que me hace pensar que se va a tapar. Indico que la veo regular y que voy a disparar para no perderla del todo. Al unisono me dicen que no...que se va a volver a abrir. Espero con la silueta difuminada en el visor. En un momento incluso tapada por completo. Disipa y a la tengo que volver a localizar. Y por supuesto, volver a asegurarme que que sigue siendo la misma. Con la cola de castor en la mochila, los dos codos bien clavados y la mano izquierda bajo la culata (tal cual me gusta) la retícula no se mueve de la paleta, aviso y suelto una SST.
Entre el desencare y que justo en ese momento se vuelve a tupir la niebla...quedo sin vista alguna y aunque ha sido un disparo muy cómodo busco con la mirada a los compañeros para ver la que dicen sus caras. Ellos si que la han visto caer sobre su sombra y no me dan tiempo a dudar con las felicitaciones propias del momento.
Como consecuencia de alargar tanto el momento del disparo, víctor, muy incómodo, intenta recolocar una pierna justo en ese momento y no puede grabar el tiro. Afortunadamente no hizo falta revisar imágenes para determinar como pudiera haber sido el impacto en caso de una mala colocación.
Ciertamente, todo rodado. Una gozada. Sin prisa recogemos trastos y nos dirigimos hacia allí sin que la niebla nos deje ver el punto exacto durante el recorrido. La perrina llega antes y conforme nos acercamos vemos su movimiento entre la niebla mordiendo la rebeca. Donde cayó, quedó.
A partir de ahí, el ritual. Mirarla, tocarla, estimar edad...comentar lo bien que ha salido todo. Y disfrutar que, como dice José, efectivamente es una “rebequina guapa” que se caracteriza por unos ganchos “muy de macho”.
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Fotografía: Vitín F.R.)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen](
Fotografía: Vitín F.R.)Repasando la edad. Que puñeteros estos bichos para afinar en esta tarea.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Una longitud y un grosor discreto, ademas de unas trazas que indicaban que no era un ejemplar joven que fuera a mejorar, permitían considerarla tirable.
Una forma muy bonita de los ganchos es lo que hizo al guarda acabar de tomar la determinación.
Y ese es el lance de mi primera rebeca. Lance bonito y fácil gracias a los pata negra que me acompañaban. Lance que me regala esta rebeca guapa, de diez años, con unos ganchos preciosos.
A veces uno piensa que valdría la pena que no hubiera ido tan rodado para apurar las horas allí arriba. Pero aunque con un resultado tempranero, la cacería lo tuvo todo.
Tiempo para buscar y valorar el animal indicado.
Un plan bien bonito para entrarle (plan resumido en la siguiente imagen).
La posibilidad de llevarlo a cabo milimétricamente y finalmente un disparo certero.
Todo ello en le mejor sitio del cazadero que se me ocurre. En una arista del Pico que hace de techo del lugar y bajo un enclave mítico en los círculos montañeros como es La Ventanona del torres.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]No me canso de mirarla y de hacerle fotos.
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Fotografía: Vitín F.R.)Pero toca cerrar el círculo, sacar al carne, cargar, recoger y disfrutar de la bajada mientras se abre el día y nos permite disfrutar de unas vistas que hasta ese momento – tapadas por las nubes - quedaban a nuestras espaldas.
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Fotografía: Vitín F.R.)[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Una espera larga...que sin duda ha valido la pena.
Por último, no es posible relatar una cacería en estas tierras sin hablar de su gente. Pocas veces me ha dado más pena marchar de un lugar que en esta ocasión.
Las redes sociales me habían permitido conocer a Victor. De una mera consulta surgió un ofrecimiento de lo más amable. Pero – y aquí está el mérito – un ofrecimiento no es nada si solo queda en palabras.
Desde ese momento ha velado por el éxito de la visita desde los trámites administrativos hasta todos los detalles del rececho (fotografía, perra de sangre, ni aviar la pieza me dejó...). Y con él, su inseparable amigo.
De la misma manera, el guarda. Desde día antes pendiente del viaje e interesado en conocer mi propósito, mi forma física, tipo de arma...imagino que intentando anticipar las posibilidades del cazador para adaptarse a ello y plantear la salida. Lo mismo después, recomendando donde comer y pendiente de mi regreso. Gran descubrimiento el Pote de Castaña que me repelé en un rincón estupendo de verdad, Cal Xabú en Cuerigo.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Y mas de lo mismo, David, otro compañero de redes que, en cuanto supo del resultado, no dudo en invitarme a una batida el día siguiente a los pies de Picos (palizón de kilómetros que a los cazadores no nos suele importar). No desaproveche la ocasión para empaparme de como caza esta gente y marché a la parte más oriental. Sin palabras. Que lugar y que monteros. Cosa seria.
Por último, la asignatura pendiente, Fernando (Llabanquetu). Finalmente no he coincidido con él. Desde que supo de mi destino se ofreció a orientar y a acompañar en la aventura si yo lo necesitaba. Estoy seguro de que hubiera sido otro gran anfitrión (ahora se que él y el guarda son un tandem montero que debe dar gusto verlos en el monte). No obstante, con los mensajes intercambiados estos días, he tenido todo el rato la sensación de poder contar con él para cualquier cosa y eso es muy de agradecer, de verdad.
Pero es que, literal (y afortunadamente) se me “han amontonado” los asturianos amables dispuestos a tenderme una mano por su tierra. Y es que es lo que tiene Asturias. Que dicen que destaca por su naturaleza. Pero no, destaca por su gente. No es nada fácil marchar de un sitio con la sensación de haber sido tan bien tratado. No tiene precio. Un abrazo a todos, de todo corazón.
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Fotografía: Vitín F.R.)