EL RUBIO Y LA BATIDA
Las primeras luces del dia,me han sorprendido en mi encame de las peñas de los buitres,a salvo de mis enemigos. Una batalla mas,ganada a la eterna batalla contra los peligros de la noche en la sierra.
Apenas llevo un par de horas descansando,cuando un lejano rumor,pone mis sentidos en alerta.
Desde mi atalaya,observo como desde el fondo del valle,sube serpenteando lentamente por el camino,uno de esos extraños y ruidosos cacharros que utilizan los hombres para desplazarse.”Coches” creo que los llaman ellos.Pobres infelices,ni ayudándose de esos cachivaches, son capaces de desplazarse por donde nosotros lo hacemos con total facilidad.El extraño aparato de patas redondas,va haciendo paradas cada poco tiempo.Descienden de el tres hombres que miran y remiran en el monte señalando con sus brazos y acaban por montarse de nuevo,después de atar en algún arbusto,algo parecido a un trapo.
No parece que sean peligrosos.No he visto que lleven esos extraños palos que matan a distancia.Tan solo llevan colgando del cuello,una cosa que se ponen frente a los ojos,dirigiéndola a la dirección que señalan con el brazo.Tampoco he visto con ellos,a ninguno de esos asquerosos perros de los que siempre se acompañan y que tanto les gusta utilizar para perseguirnos.Si no fuese por ellos,no correríamos tanto peligro,pues esos perros traidores,son capaces de encontrarnos y sujetarnos si van en numero suficiente.Siendo descendientes de los lobos,nada bueno puede esperarse de ellos.
Un buen amigo mio “el Afilao”,disfruta rajándolos con sus colmillos,cuando los encuentra de ronda en las noches de luna.Cuenta que hay que temerles por el dia,cuando van en grandes grupos y acompañando a los hombres con sus palos que escupen fuego.En cambio en la noche,los grupos suelen ser muy reducidos y solo van seguidos a distancia,por dos o tres hombres armados únicamente,con unos brillantes palos que cortan tanto como nuestros colmillos.Por fortuna,cuando consiguen llegar a donde sus perros chivatos,tienen sujeto a alguno de los nuestros,un par de ellos suelen yacer en el suelo,con el mondongo asomando por la tripa y quejándose lastimeramente.Nosotros aprovechamos esos momentos,para zafarnos de los perros que aguantan el agarre y emprender la huida,dejando a los hombres maldiciendo y a veces incluso llorando,mientras levantan en brazos a sus perros heridos de muerte.Es muy extraña la relación que mantienen perros y hombres desde tiempos inmemoriales.No es muy normal que un animal prefiera la compañía del hombre a la de otros animales,al menos de su misma especie y mucho menos,que colabore con el para matar a otros animales con los que no se va a alimentar.
La mañana va pasando,mientras observo desde mi encame,como los tres hombres,van y vienen por el monte,señalando con sus brazos y dejando marcas aquí y alla.Por fin,les veo alejarse y aprovecho para reanudar mi descanso.
Hace un rato que oigo a los mirlos con sus escandalosos gritos,disputarse los dormideros,señal inequívoca que la oscuridad esta en ciernes.Me encuentro tan comodo en mi encame,que apenas entreabro los ojos de vez en cuando.Esos jodidos hombres que he visto esta mañana,han alterado mi descanso con sus idas y venidas en la caja que los transporta.
El canto a lo lejos del búho,me invita a ponerme en pie y desperezarme.Hay que ponerse en marcha y ver que me depara la noche.
Dejo la seguridad de mi encame y emprendo mi campeo.Debo reconocer que me invade la curiosidad,por saber que demonios hacían los hombres esta mañana.Esta zona es de lo mas tranquilo de la sierra,no en vano,tengo aquí uno de mis refugios mas seguros.Por eso me pregunto,que hacían por aquí los hombres.
Un olor conocido llega a mi jeta.Es “el Afilao”.No hace mucho que ha debido de pasar por esta misma vereda.Avanzo confiado,con el aire de frente como mi madre me enseño cuando era un rayon.”Siempre que lleves el aire en la jeta,podras detectar cualquier peligro que tengas próximo”,me decia mi madre y asi lo he hecho desde entonces.
Lentamente,sin abandonar la seguridad de la trocha entre jaras y lentiscos,cruzo un barranquete y nada mas repechar,hacia el otro lado,me encuentro a “el Afilao”,que escarba con su jeta rebuscando alguna bellota a la sombra de un quejigo.
Me recibe con un sonoro bufido.
-Tranquilo “Afilao”,que soy “el Rubio.”
-Vete de aquí y déjame tranquilo.Aqui quedan pocas bellotas y además yo he llegado primero.
-Tranquilo que no vengo con ganas de bronca.Ademas se de sitios mucho mejores donde saciar mi apetito.
-Si.Seguro que en alguno de esos cebaderos,como les dicen los hombres y que tanto le gusta frecuentar a “el cojo”.
-No.Eso se lo dejo a el,que con su cojera tiene que buscar la comida fácil.Aunque cualquier noche le puede costar un disgusto.
-Si,pero el muy tunante,siempre lleva con el a algún marranchon que es el primero en caer en caso de peligro.
-Si bueno.Pero he oído,que no todos los hombres son tontos y se dice,que hay algunos que dejan tranquilos a hembras y marranchones,sabedores que de vez en cuando,entramos los machos cuajados en años,tras el paso de la piara.Se dice que están curtidos por cientos de noches en la sierra esperándonos y que nunca se dan por vencidos.Son muy tercos y rara vez perdonan.
-Bueno.A lo que vengo vengo.¿No has oído nada raro esta mañana al rato de encamarte?
-Vaya que si lo he oído.Lo he oído y lo he visto.Supongo que te refieres a los hombres que han estado marcando los puestos.
-¿Marcando los puestos? ¿A que te refieres?.
-Cuando iba para la solana del cerro gordo para encamarme,los he oído y he estado un buen rato observándolos.No cabe duda que pronto darán una batida.
-¿Una batida? ¿Y eso que es?
-¿No me digas que nunca te has visto en medio de una batida?
-Pues si no te explicas mejor,no se a que te refieres.
-Pues una batida es cuando unos hombres dando grandes voces y acompañados de sus asquerosos chuchos,avanzan por el monte tratando de empujarnos hacia el lugar donde otros hombres escondidos,tratan de acabar con nosotros escupiendo fuego con esos malditos palos.¿De verdad que no has visto ninguna?
-En la sierra donde naci,nunca vi que los hombres hicieran nada semejante.
-Pues,o vuelves a ella,o vete acostumbrando,que aquí,desde que comienzan las primeras lluvias cuando el verano toca su fin,no son pocas las veces que los hombres tratan de acabar con nosotros de este modo.No dejan de perseguirnos incluso con el monte nevado y hasta bien avanzados los frios,no cejan en su empeño.
-Pues ya me gustaría poder volver,pero tuve que huir de ella,cuando un rayo le prendio fuego hace unos meses y quedo reducida a cenizas.
-Pues si quieres,nos damos una vuelta por donde andaban esta mañana los hombres.Te conviene conocer donde pueden estar escondidos el dia de la batida y evitar las trochas que llevan a ellos.
-¿Tu crees que será prudente hacerlo?
-Tranquilo.Te aseguro que ahora no hay ningún peligro.Pero ponte a buen recaudo,cuando les oigas llegar con sus perros montados en esos cajones tan ruidosos.
-Pues vamos “Afilao”.Que se nos va la noche con la charla y todavía no he probado bocado.
“El Afilao” enseño a “el Rubio” todos los puntos donde los hombres habían atado los trapos y donde se suponía que se esconderían para darles caza.Mas tarde se separaron y cada uno siguió con sus correrías nocturnas.
Pasaron varios días en los que todo se mantuvo dentro de la normalidad en la sierra.Hasta que un dia,a mitad de mañana,el rugido de esos extraños cajones de patas redondas sobresaltaron a “el Rubio”,haciéndole levantarse de un salto.
-Malditos hombres.Ya están aquí de nuevo,dijo “el Rubio” encampanado y con la crin erizada.
Una larga fila,a semejanza de la procesionaria del pino,avanzaba lentamente hasta los lugares donde “el Afilao”,le enseño donde estaban los trapos.
-Esto no me gusta nada.Seguro que ha llegado el dia de la batida.Lo mejor será que me aleje de aquí mientras pueda.
Lentamente,con el mayor sigilo posible,”el Rubio” se puso en marcha,tratando de escabullirse de lo que allí iba a acontecer.A punto estaba de conseguirlo,cuando unos ruidos metálicos,le hicieron detenerse en seco.Decenas de ladridos diferentes llegaron hasta sus oídos.Acabavan de soltar a los perros.
-Maldita sea.Estoy en medio de la batida.
“El Rubio” trato de seguir avanzando hasta que se dio cuenta que lo hacia en dirección a los perros.Estaba rodeado de hombres por todos lados y con un monton de perros avanzando hacia el.
Hubiese querido quedarse allí y hacer frente a los perros,a los que tantas ganas les tenia desde hacia tiempo.Pero era evidente,que por su gran numero,eran claramente superiores.
A lo lejos,observo como “la Sombra”,avanzaba con su prole,dirigiéndose hacia uno de los puestos.Hubiese querido avisarles del peligro que allí les esperaba,pero la gran distancia que les separaba se lo impidió.”La Sombra” se detuvo justo antes de cruzar el cortadero.Espero unos instantes totalmente inmóvil,con sus pequeños aplastados contra el suelo tras ella.De repente,de forma inesperada,pego el tornillazo cruzando a toda velocidad seguida de cuatro pequeños ya casi bermejos.Al mismo tiempo,sonaron dos detonaciones como dos truenos,que dejaron a uno de los pequeños tendido en el suelo.
-Maldito cabron,pensó “el Rubio”.Tengo que sair de aquí como sea.Andaba absorto con este pensamiento,cuando uno de los perros le dio alcance,parándole y poniéndose a ladrar frenéticamente.
La reciente visión del bermejo caído en el cortadero le infundio valor y con los ojos inyectados de sangre,arremetio contra el clavando uno de sus colmillos en el costado del can,dejándole soltando tremendos alaridos mientras fluia la sangre abundante por la herida.
“El Rubio” emprendio la huida en dirección a un portillo en el que observo que no había ningún hombre apostado.
Comenzaron a sonar las detonaciones que iban a dar entre sus patas mientras,apretando los riñones,comenzó a repechar hasta alcanzar el portillo poniéndose rápidamente a salvo.
Fueron muchos los disparos que sonaron en la mancha hasta bien entrada la tarde y “el Rubio”,no pudo dejar de pensar en que habría sido de “el Afilao”,”el Cojo” y sobretodo “la Sombra” y sus pequeños,entre otros muchos,pensando si habrían conseguido salir ilesos de la batida.
Ahora si que sabia de primera mano lo que era una de esas malditas batidas.
La noche llego al fin,quedando la sierra nuevamente en silencio.El monte apestaba al odiado olor a hombre,por lo que a “el Rubio”,le costaba abandonar la seguridad del encame,lejos de la mancha donde habían dado la batida.Cuando al fin se decidio,se encamino hacia el barranco del lobo,donde conocía una charca donde bañarse.A mitad de camino,paso cerca de un grupo de ciervas que no tardaron en llamar su atención.
-Caramba Rubio,veo que has salido ileso de la batida.
-Si,bueno.Al menos esta vez he podido escapar,pero ¿Cómo es que a vosotras no os persiguen los hombres de la batida?.He podido comprobar como algunas de vosotras,seguidas de vuestras crias,pasabais casi al lado de los hombres sin que os hiciesen nada.
-Bueno,al parecer no están muy interesados en matar hembras.Parece que lo que en realidad buscan,son las grandes cuernas de los machos.En cambio,sus asquerosos perros,nos persiguen sin descanso como a vosotros.
“El Rubio” siguió su camino hasta alcanzar el barranco del lobo,adentrándose en el,tras cercionarse de que no había peligro.Llegando a ella,el sonido de chapoteo le hizo detenerse,pero pronto reconocio el olor que le llegaba como familiar y continuo su camino hasta llegar a ella.
-Vaya “Cojo”,veo que hemos decidido bañarnos en la misma charca,dijo “el Rubio”.
-Hola “Rubio”.Mas que a bañarme,he venido a taponarme un rasponazo que me ha dado un mamon en la jodida batida.
-¿Y donde te ha dado? ¿Es grave?.
-No no.Por suerte solo ha sido un arañazo en un jamon.Es lo que tiene no poder correr como lo hacia antes de caer en ese maldito lazo.Ha sido poca cosa,pero el barro me alivia el quemazón.Hay otros que no han tenido tanta suerte y han sucumbido bajo el fuego de los hombres.
-Si.Lo vi con mis propios ojos.Vi como caia una de las crias de “la Sombra”.
-Ya.Pero tengo entendido,que le diste lo suyo a uno de esos perros traidores.Hiciste muy bien.Se lo tienen merecido.Deberiamos acabar con todos esos bastardos.
“El Rubio”,dio un bufido de rabia y de un salto se metio en la charca,echando con un empujo a “el Cojo”.
Una vez terminado el aseo,continuo su campeo para alimentarse,lejos del lugar de la masacre.
El amargo recuerdo de la batida,se fue diluyendo con el paso del tiempo,aunque no del todo.Con la llegada de la primavera,acabaron los frios y llegaron los nacimientos.La sierra bullía de vida por todos los rincones.Rara era la noche en la que “el Rubio” no se cruzaba con alguna piara en la que no hubiese una multitud de rayones,correteando bulliciosamente entre las patas de sus madres o sus hermanas mayores.A buen seguro,que entre alguna de esas piaras,se encontraban correteando sus propios descendientes.