Cronicas monteras 2016-2017

Lo que son los montunos, tú cinco tiros y el venao amagado sin moverse hasta que no llegaron los perros.
Enhorabuena!

Enhorabuena Juan.

Holland escribió:

...porque tiene que haber un rastro de sangre claro y demostrable desde el tiro del otro hasta el venado. La ley de la primera sangre que rige en nuestras monterías hay demostrarla. Esa es nuestra tradición. No vale con creer que le he dado, que me han dicho, o que la abuela fuma lo mismo que yo, etc. Hay que demostrar la sangre. No hay más.

Un ejemplo "Holland", porque este tema de la sangre me parece tan sencillo como complicado y más cuando hay veces que no sabes con quien cazas al lado. (Por eso del señorío y demás)

El otro día tiré un jabalinete, que me salió a un camino y al verme pegó un tornillazo pa' volver a meterse al monte y ya entrando me dió tiempo a soltarle un balazo. Sentí la carrera del animal pasarme por la espalda por lo que no sabía si le había tocado o no.
Me arrimé al tiro y en la entrada del monte había un trozo de carne, me metí un poco más y ya vi gotas de sangre (pocas) y me di la vuelta hasta que vino el perrero y se lo comenté.
Se metió y me dijo que había algo de sangre algo alta pero un puesto había tirado un par de cochinos y se había quedado con ellos. Entre tanto como aquí se usan las emisoras, me pareció medio escuchar que uno iba tocado.

El tema es, que uno era el que había tirado yo. Tenía un tiro en un pata delantera rompiendole el brazo pero si es verdad que no dejaba mucha sangre. El compañero que lo remató lo hizo con un disparo y ya está, tema solucionado y sencillo.
Aquí no suele a ver mucho problema, y digo no suele porque aveces lo hay, lógicamente cuando el cochino es un cochino grande y se da la circustancia.

Pero a raíz de lo que escribes; porque tiene que haber un rastro de sangre claro y demostrable desde el tiro del otro hasta el venado (en ese caso jabalí).

Supongamos que, después de sentir yo la carrera a mi espalda el cochino sigue su ruta, y en vez de rematarlo de un tiro lo hace con dos, por ejemplo. (El jabalí quizá por el terreno, al entrarle me dijo que venía ligero y no parecía ir tocado). Total que le suelta dos tiros y se queda con él (fallando uno y acertando otro pero el no tiene porque ver que iba tocado y cree que le dió con los dos). Yo tengo el rastro que tengo, carne y alguna gota de sangre y supongamos que lo sigo pero dejo de ver sangre por la razón que sea. Entonces en ese caso, ¿no podría reclamar? ¿ya que no llego con un rastro claro a la muerte del animal?.

Un abrazo!

y a que esperas para ponerlo en las cronicas de la batida, mangurrian

Gracias, Josecuvo y Javi !!

Pizarro escribió:

Lo que son los montunos, tú cinco tiros y el venao amagado sin moverse hasta que no llegaron los perros.
Enhorabuena!

Pues sí, parece mentira pero así es. Ese venado estaba encamado ahí desde el principio de la montería, esperando a ver si escampaba.

Enhorabuena Juan .
Excelente crónica y mejor montería .
Un día para no olvidar

Un abrazo y que se repita

Enhorabuena buena, puestazo disfrutaste¡¡¡

Buen puesto Juan Lobón y muy bien resuelto, si señor.
Enhorabuena.

Karamojo Bell escribió:

Holland escribió:

...porque tiene que haber un rastro de sangre claro y demostrable desde el tiro del otro hasta el venado. La ley de la primera sangre que rige en nuestras monterías hay demostrarla. Esa es nuestra tradición. No vale con creer que le he dado, que me han dicho, o que la abuela fuma lo mismo que yo, etc. Hay que demostrar la sangre. No hay más.

Un ejemplo "Holland", porque este tema de la sangre me parece tan sencillo como complicado y más cuando hay veces que no sabes con quien cazas al lado. (Por eso del señorío y demás)

El otro día tiré un jabalinete, que me salió a un camino y al verme pegó un tornillazo pa' volver a meterse al monte y ya entrando me dió tiempo a soltarle un balazo. Sentí la carrera del animal pasarme por la espalda por lo que no sabía si le había tocado o no.
Me arrimé al tiro y en la entrada del monte había un trozo de carne, me metí un poco más y ya vi gotas de sangre (pocas) y me di la vuelta hasta que vino el perrero y se lo comenté.
Se metió y me dijo que había algo de sangre algo alta pero un puesto había tirado un par de cochinos y se había quedado con ellos. Entre tanto como aquí se usan las emisoras, me pareció medio escuchar que uno iba tocado.

El tema es, que uno era el que había tirado yo. Tenía un tiro en un pata delantera rompiendole el brazo pero si es verdad que no dejaba mucha sangre. El compañero que lo remató lo hizo con un disparo y ya está, tema solucionado y sencillo.
Aquí no suele a ver mucho problema, y digo no suele porque aveces lo hay, lógicamente cuando el cochino es un cochino grande y se da la circustancia.

Pero a raíz de lo que escribes; porque tiene que haber un rastro de sangre claro y demostrable desde el tiro del otro hasta el venado (en ese caso jabalí).

Supongamos que, después de sentir yo la carrera a mi espalda el cochino sigue su ruta, y en vez de rematarlo de un tiro lo hace con dos, por ejemplo. (El jabalí quizá por el terreno, al entrarle me dijo que venía ligero y no parecía ir tocado). Total que le suelta dos tiros y se queda con él (fallando uno y acertando otro pero el no tiene porque ver que iba tocado y cree que le dió con los dos). Yo tengo el rastro que tengo, carne y alguna gota de sangre y supongamos que lo sigo pero dejo de ver sangre por la razón que sea. Entonces en ese caso, ¿no podría reclamar? ¿ya que no llego con un rastro claro a la muerte del animal?.

Un abrazo!

No estoy seguro de si en las batidas del Norte de España rigen las mismas reglas y costumbres en cuanto a la propiedad de una pieza de caza mayor o su trofeo que en la España montera del Centro y Sur. Eso, Diego, tú seguro que sí lo sabes pero yo, como digo, lo desconozco.

Un rastro de sangre claro y demostrable significa, un rastro claro, evidente y demostrable en el que hay sangre; es decir que puede haber una gota de sangre cada metro o puede haberla cada diez, incluso puede por momentos desaparecer la sangre, pero no el rastro. El rastro es sangre, huellas, una hoja manchada, una rama rota, etc. Todo lo que nos sirve para seguir con certeza el camino que ha llevado la res. La sangre lo que realmente evidencia es que ese animal va herido. Se trata en definitiva de probar que el bicho que yo he tirado, lo he herido y es el que tú has rematado y no otro. Si a esto le unes un poco de sentido común, proporcionalidad y buena voluntad, en mi experiencia puedo decir que el 99% de los casos se han resuelto siempre con suma facilidad. Teniendo en cuenta que el campo es el campo y que siempre a uno le queda algo por ver y aprender.

También es cierto que en cuanto aparecen lo grandes trofeos, especialmente de cochino, aparecen los problemas, de hecho es raro que no haya trifulca. Pero no es porque en la mayoría de los casos no esté perfectamente claro, es por cerrazón y egoísmo. Yo he tenido la oportunidad de presenciar casos especialmente vergonzantes. Pero es lo que hay, la condición humana es la que es.

En el caso que planteas, Diego, en mi opinión puedes reclamar el cochino. Da igual el número de tiros que tenga, y tampoco importa demasiado que el rastro de sangre se pierda, en ocasiones las heridas se taponan y dejan de dar sangre, pero sí es necesario que puedas demostrar con certeza que ese rastro que llevas, y en el que había sangre, es el del cochino que tú has tirado y que te lleva al cochino rematado. Y lo tienes que demostrar, no sólo porque lo puedas reclamar, que también, sino porque  te lo tienes que demostrar a tí mismo y asegurarte  de que ese es el cochino que tú has tirado. Tienes que estar seguro que es tuyo antes de ir a reclamar a nada. Si pierdes el rastro de sangre y hay mil huellas, o el suelo está muy duro y se hace difícil, entonces te quedas sin cochino. Y te quedas sin él porque además de no poder reclamarlo, pues no puede demostrar nada, es que ni tú puedes estar completamente seguro que es el mismo cochino y te pertenece. Y ningún montero que se precie de serlo reclama nada que no le pertenezca o no sepa seguro que le pertenece.

Es una regla, una costumbre que en ocasiones es tremendamente injusta.
Pero es igual para todos, y probablemente es la menos mala.

Mi opinión ya la conoceis, y leido despacio a Holland creo que es muy próxima a la suya. Se trata de que a través de todas las pruebas que te suministra el campo y los asistentes a la batida o montería, alcances la plena y honesta convicción de que el cochino te pertenece por ser el primero en herirlo. Hoy día, el conjunto de pruebas es más diverso que antaño, pues a través de las emisoras, y dependiendo de como sea la mancha, a un cochino pegado se le puede seguir la pista en vivo y en directo sin mucho problema. Entre la sangre, los testimonios y cualquier otra prueba válida, has de alcanzar la plena y honesta convicción de que el cochino te pertenece, pues en otro caso no podrías parar la vista en el lugar donde lo cuelgues. Detrás de la plena convicción o de la seguridad, llámesele como quiera, hay siempre un hombre y su ciencia y su conciencia, y por eso su seguridad siempre será subjetiva. Cuantas más personas sean coincidentes en la misma apreciación más seguros estaremos de que la opinión no está distorsionada por la subjetividad que hay detrás de cada persona.

Mi opinión ya la conoceis, y leido despacio a Holland creo que es muy próxima a la suya. Se trata de que a través de todas las pruebas que te suministra el campo y los asistentes a la batida o montería, alcances la plena y honesta convicción de que el cochino te pertenece por ser el primero en herirlo. Hoy día, el conjunto de pruebas es más diverso que antaño, pues a través de las emisoras, y dependiendo de como sea la mancha, a un cochino pegado se le puede seguir la pista en vivo y en directo sin mucho problema. Entre la sangre, los testimonios y cualquier otra prueba válida, has de alcanzar la plena y honesta convicción de que el cochino te pertenece, pues en otro caso no podrías parar la vista en el lugar donde lo cuelgues. Detrás de la plena convicción o de la seguridad, llámesele como quiera, hay siempre un hombre y su ciencia y su conciencia, y por eso su seguridad siempre será subjetiva. Cuantas más personas sean coincidentes en la misma apreciación más seguros estaremos de que la opinión no está distorsionada por la subjetividad que hay detrás de cada persona.

Todo eso que decís está muy bien, pero desde mi escasa experiencia con apenas tres monterías vividas, puedo afirmar que, al menos en las que he estado yo, todo se precipita cuando aparecen los muleros.

Tienes que salir por patas del puesto si tienes alguna intención de sacarte una foto o marcar tus reses, porque nadie trabaja más rápido que un mulero. Los postores se marchan zumbando y su única idea es que haya tiempo de recoger todos los animales para que estén en la junta de carnes antes de que anochezca.

Y eso por no hablar de que tu armada puede estar siendo recogida y desarmada, pero la de enfrente puede seguir en plena montería sin enterarse de nada, con lo que la idea de ponerse a pistear por el monte ni se me pasaría por la cabeza...

Aunque ya os digo que estas son reflexiones desde mi inexperiencia.

Un saludo.

Joder con la inexperiencia. Hay monteros viejos que participan el este foro y no han echo jamás ese tapete. ¡Enhorabuena!.

Vamos a por la segunda crónica...

Las expectativas para esta segunda montería eran mucho menores (simplemente porque el precio era una cuarta parte del de la primera). Se trataba de una finca abierta, muy grande y cubierta por un centenar de puestos, pudiéndose tirar a venados, guarros y algunos puestos, como fue el caso del nuestro ,ciervas.

Nos tocó una armada de cierre, con un bonito puesto de testero en una zona adehesada, salpicada de grandes alcornoques que dificultaban mucho un posible lance, pero aún así el sitio era magnífico. El posible tiradero empezaba a los pocos metros, caso de que alguna res viniese de los puestos contiguos, y se prolongaba hasta casi los trescientos metros.

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La previsión meteorológica para el sábado dejaba poco espacio para la imaginación y sabíamos que íbamos a pasar el día en remojo, como finalmente se confirmó.  A las diez y media ya estábamos en el puesto y el agua, que no había dejado de caer en ningún momento, arreciaba.

Una serie de disparos en el puesto contiguo nos sobresaltó al poco rato, mientras veíamos cómo una piara de cochinos enfilaba a toda velocidad hacia el interior de la mancha. El cierre había cumplido su función y muchos de esos guarretes acabarían la jornada en la junta de carnes. Los metí en el visor, a unos 250 metros, pero aún sabiendo que el vecino ya no podía tirarles, preferí abstenerme porque no me pareció educado, no sé si hice bien...


Desde entonces se produjo un continuo desfile de ciervas. Muchísimas ciervas. Me pasaban por el puesto de todas las formas y maneras, pero me daba mucha pena tirarles. Mi hijo se cabreaba por momentos, argumentando y con razón, que a qué habíamos venido sino a cazar, y que las ciervas entraban en el plan. Yo le decía, sin mucha convicción, que esa era pequeña, que aquella parecía preñada, que ayer ya habíamos tirado dos, que estaban lejos, que llevaban crías... No sé cuantas hubiese podido abatir, pero siete u ocho seguro.

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(Esta fotografía no está hecha desde el puesto, sino desde la carretera, en la Reserva)


En un momento dado aparecen por el viso, a unos 300 metros un grupo de ciervas bajando en tropel, desde nuestro frente y en dirección a la izquierda. Las meto en el visor mientras van cruzando encinas y alcornoques, y voy contándolas. Son unas seis hembras con varias crías y entre ellas distingo los cuernos de un bonito venado.

Ahora sí que se me acelera el pulso. Intento meter al macho dentro de la retícula pero me resulta imposible porque no paran ni un segundo y solo puedo verlos entre árbol y árbol. Se están aproximando, pero pronto se me taparán por completo.

Finalmente, a pocos metros de una zona de jaras donde dejaré de verlos definitivamente, la manada decide parar para valorar la situación. Quedan casi todos tapados por los árboles excepto un par de hembras y...¡el venado! Estará a unos 130 metros, justo entre dos encinas, de modo que lo meto en el visor con mis 6X y la retícula iluminada encendida. Calculo que a esa distancia la bala Hornady SST de 180 graims irá justamente al centro  sin caída ninguna, por lo que no corrijo la altura. Disparo y... ¡el venado desaparece entre la carrera de las hembras! Vuelvo a mirar a través del visor entre los árboles y no hay nada. ¡Se ha ido!

Me giro, y mi mujer y mi hijo levantan el pulgar en señal de éxito, mientras me dicen que soy de ahorrar munición, porque con siete cartuchos llevo siete reses.


Les digo que si están tontos, que el venado se ha ido. Pero me contestan que no, que ha quedado seco del disparo. Tengo que mirar durante varios segundos hasta que me doy cuenta de que al disparar y desencararse el arma, me he confundido de árboles y le buscaba donde no estaba. Finalmente lo veo a través del visor, y pinta bien...

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Estoy que no quepo dentro del traje, y doy muchas gracias a Dios por poder disfrutar de la caza, y por tener salud para soportar el aguacero  que me cala ya hasta los calzoncillos, y por ese venado que me ha entrado con sus hembras, y por tener a dos personas en el puesto que me quieren y que se están alegrando por mí , soportando también esa misma lluvia. El Cielo será algo así, sin duda (aunque tal vez un poco más anticiclónico).

La caza sigue mientras discurre la mañana y el agua empieza a formar arroyos por toda la mancha, cuando de repente oímos un tropel que se acerca por la izquierda. Un grupo de hembras entra a todo correr y cruza nuestro tiradero a unos setenta metros, y decido que ahora sí voy a disparar. Tiro cuatro veces y quedan dos hembras de buen tamaño en el suelo.

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Miro a mi mujer y mi hijo y levanto el pulgar, pero me deja de piedra cuando dice: "vaya, pues ahora sí que has fallado!!"


Casi me muero. Acaban de entrarme un grupo de reses a la carrera, tiro cuatro veces, dejo dos en el sitio y me dice que estoy fallando. ¡Lo que es malacostumbrar a alguien!  


Finalmente se repetirá un lance similar con idénticos resultados: un grupo de hembras en tropel, cuatro disparos y otras dos hembras en el sitio.


La montería ha acabado y es hora de sacarse las fotos de rigor mientras el cielo permanece abierto y el agua cae con fuerza. Cinco reses yacen abatidas frente a mi puesto, de nueve disparos...¡¡he estado fallón!!

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¡Muchas gracias, Alfonso! No había visto tu mensaje.

Enhorabuena de nuevo, Juan!! Da gusto leerte. Y enhorabuena por ese bonito venado.

Enhorabuena Juan, por las cronicas y por el buen fin de semana que has echado, ahora contigo las armerias van a la quiebra.

enhorabuena amigo y las cronicas de 10

Enhorabuena Juan !
Gracias por la crónica

Saludos

Gracias a vosotros. Celebro que os gusten!!

Enhorabuena Juan.

Holland escribió:

No estoy seguro de si en las batidas del Norte de España rigen las mismas reglas y costumbres en cuanto a la propiedad de una pieza de caza mayor o su trofeo que en la España montera del Centro y Sur. Eso, Diego, tú seguro que sí lo sabes pero yo, como digo, lo desconozco.

Funciona igual, JP. La regla es la misma y manda la primera sangre.
Es cierto que aquí las cosas se toman de diferente manera, y el caso... el caso es que el animal toque tierra (o eso escuchas mucho decir) "Lo importante es matarlo" que puede estar muy bien o no.
A mí me gusta saber lo que hago en el monte como comentas más abajo. Al igual que no se me ocurría jamás reclamar un animal que no es mío, si me gusta saber el "final" de una pieza a la que yo haya disparo y vea muestras de que va tocado por mí, quiero resolverlo. Principalmente porque si se da el caso que se cruzen muchos rastros, a lo mejor el mío se encamó por algún sitio a morir y ahí se pierde o lo que me gusta menos aún es que se quede herido por el monte.

De todos modos, aquí el tema es "peor". Por zonas monteras, el problema con los cochinos grandes es más habitual y aquí digo que es peor porque como digo más arriba, escuchas mucho eso de... "lo importante es matarlo" pero coño, cuando el cochino es grande y se da la situación, parece que la cosa ya cambia. Ahí, ya no sirve sólo con matarlo, ahí muchos lo quieren. Lo miran, y lo remiran, para ver si va tocado, cosa que me parece muy bien pero... se ve que cambian las cosas cuando un animal tiene 40kg a 100 y es un navajero y a mí sinceramente, me da lo mismo, si es mío, me da igual tenga 40KG que 100KG, pero quiero saber que es el mío, no por apuntarme nada ya que sin ir más lejos aquí al que mata se le da una guía de abate digamos, y en el caso que comento anteriormente, dije que la hicieran a nombre del que lo remató. Es más un tema personal.

Dicho así, alguno podría pensar ¿Y si llega a ser el de 100Kilos, le cedes igualmente la guía?
La guía sirve para el transporte de la carne o el llevar el animal al taxidermista, está claro que si el animal es un navajero la guía me la llevo yo, que el animal es mío. Pero en este caso ni había trofeo ni me iba a llevar carne y a parte de eso para lo único que sirve también es para que entre semana en el periodico en la sección de caza salga mi nombre y eso, me da igual.

Como ves, en todos los sitios hay de todo.
Un abrazo y gracias por la explicación.

Felicidades Juan por los lances y poder compartirlo en familia.

Como llevo tiempo sin entrar, me he encontrado el debate del guarro resuelto, y muy bien explicado y argumentado por ambas posiciones. creo que debo apuntar que estoy con la opción de Holland, Nachenuni y me parece certera la de SOPIE.

Los argumentos les dan la razón, sin lugar a dudas. No obstante, aclarar que si los dos monteros y el Capitán están de acuerdo, no hay nada que oponer.

En el supuesto caso de que hubiera duda, el procedimiento es IMPEPINABLE.

LEY DE LA PRIMERA SANGRE
ACATAR LA DECISION DEL CAPITÁN DE MONTERIA.

Pido disculpas por poner mi opinión cuando está el tema zanjado, y os doy mi enhorabuena. pero las leyes de montería no dejan lugar a dudas.

Para Juan lobon, cuando te pase eso de que el venao se tapa con las hembras, y casi estas a punto de perderlo, en el caso de que puedas tirar hembras, deberías tirar para abrir la piara tirando a las primeras, y si la derribas la piara se dará la vuelta, dándote una mayor exposicion el venao, y si no se te abre, tiras a otra de las ciervas que vayan en las puntas de la piara.

cr10155 escribió:

Para Juan lobon, cuando te pase eso de que el venao se tapa con las hembras, y casi estas a punto de perderlo, en el caso de que puedas tirar hembras, deberías tirar para abrir la piara tirando a las primeras, y si la derribas la piara se dará la vuelta, dándote una mayor exposicion el venao, y si no se te abre, tiras a otra de las ciervas que vayan en las puntas de la piara.

Calla, calla, que es catalán. Fíjate lo que le dijeron por fallar cuatro ciervas tras los abates del día anterior. Y al precio que está la munición!